Capítulo ~4
Hoy es mi día libre.
Estoy sentada en el sofá viendo un estúpido programa de entrevistas. De pronto, suena el teléfono.
—¿Diga?
—Hola, Katalina, soy Kit.
—Ah, hola Kit, ¿qué pasa?
—¿Quieres quedar?
—Sí, claro.
—¿Te apetece hacer algo en especial?
—He oído que hay un museo de crípticos en el pueblo, me gustaría ir.
Escucho la risa de Kit a través del teléfono.
—¿El museo de crípticos? No he estado allí desde que era un crío.
—¿Podemos ir?
—Vale, es un poco tonto, pero estoy seguro de que nos divertiremos.
—Ya me imaginaba que te parecía chorra.
Vuelvo a oír su risa.
Continúo hablando.
—Pero quizá descubramos más sobre ellos.
Y más sobre lo que Alexander mencionó anoche. Pero aún no se lo voy a contar a Kit.
Kit habla.
—Pase lo que pase, me lo pasaré bien si estoy contigo.
—Oh, para, vas a hacer que me ruborice.
—¿Te recojo en media hora?
—Me parece bien.
Colgamos y empiezo a prepararme.
Tengo muchas ganas del plan de hoy.
(...)
Cuando Kit y yo entramos en el museo de crípticos de Everly Springs entiendo inmediatamente a qué se refería. El lugar tiene la atmósfera de un restaurante infantil de mal gusto.
Echo un vistazo a mi alrededor.
—Con «tonto» te quedabas corto.
—Ya te lo he dicho —ríe.
—Podrían haber prescindido del tritón animatrónico a tamaño real, eso seguro.
La expresión de Kit se vuelve melancólica.
—Lo creas o no, a mi hermano le aterrorizaba cuando éramos niños. Mi madre tenía que llevarle en brazos mientras pataleaba y gritaba.
—A ver, a mí ahora también me da miedo —miro el tritón—. Mira esos ojos de muerto.
—Sí...
Entramos en la primera exposición.
Es sobre el misterioso tritón de Everly, al que ahora conozco como Gil. Las representaciones y los hechos sobre él son tan inexactos que tengo que reírme. Sin embargo, un hecho escrito en una placa me hace reflexionar.
—Kit, mira esto —le llamo.
Se pone a mi lado mientras leo.
—«El avistamiento más reciente del tritón de Everly se produjo a finales de la década de 1980» —leo—. «La criatura atacó con saña a varios habitantes del pueblo y los arrastró bajo el agua» —miro a Kit—. Eso fue solo hace diez años.
—Sí, recuerdo que le ocurrió a una de mis vecinas. Casi se ahoga. Pero el consenso general fue que se emborrachó y se cayó a los manantiales.
—¿Podríamos preguntarle?
—Ojalá pudiéramos, pero se mudó poco después del incidente —hace una mueca—. Preguntaré por ahí, quizá haya otros supervivientes en el pueblo.
Hablaré con Gil más tarde.
—Buena idea —sonrío.
Pasamos a la siguiente exposición.
Esta detalla cómo el turismo de crípticos trajo nueva riqueza y prosperidad a Everly Springs.
En el centro de la sala cuelga una gran foto de la familia Everly de los años 1900. Reconozco al joven que aparece en ella.
Es... Alexander.
Me pregunto qué le ocurrió.
¿Qué muerte puede ser tan horrible como para no recordarla?
—¿Qué te ha llamado la atención? —pregunta Kit al verme pensativa.
No puedo decirle lo de Alexander. Podría preguntarse por qué siento curiosidad por él. Y aún no estoy preparada para responder a sus preguntas.
—Oh, nada. Solo estaba leyendo la historia del pueblo.
—Sí, es bastante interesante.
Me acerco a un pequeño expositor y señalo un panfleto, conservado bajo un cristal.
—«Avistamientos de los crípticos bajo las estrellas» —leo—. Por lo visto la observación de crípticos era algo muy romántico en su día.
—«Haz que tú cita sea emocionante con la visita del legendario hombre búho» —continúa leyendo Kit—. ¿Qué puede tener de romántico pasar miedo en el bosque?
—Nada de nada. Nuestra aventura de la otra noche fue uno de los momentos menos románticos de mi vida.
—Vaya, sí que sabes cómo halagar a un chico —dice con sarcasmo—. Me alegra haber sido una experiencia tan poco romántica —rueda los ojos.
Me río.
—No lo digo en serio. Fue lo de huir por nuestras vidas.
—Sí, claro —sonríe ligeramente—. En fin... —se aclara la garganta y señala una pantalla cercana—. Eso parece interesante. Vayamos allí.
Pasamos otra hora recorriendo el museo y burlándonos de las anticuadas exposiciones antes de irnos.
—¿Qué vas a hacer después de esto? —me pregunta—. Quizá pueda enseñarte también la biblioteca...
Miro el reloj.
Tengo que hablar con Gil. Si me voy ahora, podré volver a casa antes del atardecer.
—Tengo que hacer algunos recados para mi tío antes de volver a casa.
No me gusta mentir a Kit. En cuanto tenga las respuestas que necesito, se lo contaré todo.
—¿De verdad?
—Sí, me ha pedido que compre algunas cosas en la ferretería.
—Vale. Bueno, te veré mañana en el trabajo.
Creo que se lo ha tragado.
Me tiende la mano y chocamos los puños.
—¡Nos vemos! —me despido.
Así pues nuestros caminos se separan.
(...)
El paseo hacia el bosque parece más corto de lo habitual.
Venir aquí ya forma parte de mi rutina diaria.
Cuando llego a los manantiales, Gil ya ha salido a la superficie. Su cabeza y su musculoso torso asoman fuera del agua. No puedo evitar mirarlo fijamente.
Concéntrate, Katalina, no estás aquí para alegrarte la vista.
—Hola, Gil —le saludo como de costumbre.
Se da la vuelta. El agua gotea de su pelo sobre sus anchos hombros.
—¡Katalina! —parece sorprendido—. ¡Estás bien!
—¿Por qué no iba a estarlo?
—Me he enterado del robo en la tienda de tu tío.
—No te preocupes, estoy bien —sonrío—. Solo tiraron un ladrillo por la ventana y no ha sido mientras yo estaba allí.
—Sí, eso. Claro, estás bien —intenta disimular la sonrisa—. No estaba para nada preocupado —rueda los ojos—. Tengo cosas más importantes que hacer que preocuparme por los humanos.
Se cruza de brazos y mira hacia otro lado.
Es evidente que estaba preocupado por mí.
—En primer lugar, ¿cómo te has enterado?
—Las criaturas del pueblo siempre están vigilando.
—¿Criaturas?
—Hay muchos más crípticos al acecho que el viejo Erebus y yo.
—Ojalá hubieran podido hacer algo.
—No deben interferir bajo ninguna circunstancia, aunque confieso que me gustaría que lo hicieran.
—Supongo que sería demasiado peligroso para ellos involucrarse en los asuntos humanos.
—Ahora mismo eres nuestra única aliada y tu seguridad es primordial. Puede que merezca la pena enfrentarse a quien haya hecho eso.
—Creemos que Tiffany o uno de sus socios lanzó el ladrillo, pero no hemos podido identificarlos. Y mi tío no quiere ir a la policía, están del lado de Tiffany.
—¿No puedes hacer algo con esa cámara tuya?
En realidad no es una mala idea.
—Si tienes que usar la vil tecnología humana para espiar a otros, al menos espíala a ella.
—Mira, por última vez, no os estaba espiando aquella noche. Pero da igual.
—Supongo que podría usar mi cámara para grabar en la tienda por si vuelven —acepto—. Solo tendríamos una hora de grabación, pero valdría la pena.
Gil asiente con la cabeza.
No decimos nada durante un rato.
Me alejo de él, intentando reunir el valor para preguntarle a Gil por los ataques.
Respiro hondo y me dirijo a él.
—Hoy he ido al museo de crípticos.
—Uf, ese lugar es horrible. ¿Para qué has ido?
—Bueno... después de hablar con cierta persona me enteré de que los crípticos habían atacado a los humanos. Así que fui al museo y encontré algo que decía que participaste en un ataque hace diez años. ¿Es eso cierto?
Contengo la respiración mientras espero que Gil responda. Espero no me reproche por preguntar sobre eso.
Gil se limita a suspirar.
—Sabía que esto surgiría tarde o temprano.
Nada hasta la orilla de los manantiales.
—Mientras la mayoría de los humanos se limitaban a mirarme desde la distancia, otros querían más. Esa gente de la que hablas me atacó primero y quiso capturarme para la investigación científica —frunce el ceño—. No les importaba si estaba vivo o muerto, así que me defendí de la única manera que pude. Puede que digan que fue un ataque despiadado y no provocado, pero yo sé que no es así.
Gil extiende lentamente sus brazos. Por primera vez, me fijo en las cicatrices de sus brazos y hombros.
—¡¿Te hicieron eso?!
Asiente con la cabeza.
—Oh, Gil, lo siento mucho.
—¿Ves por qué tengo miedo de confiar en el humano equivocado? —se mira las cicatrices—. No quiero que esto vuelva a ocurrir.
Mira hacia otro lado.
—Espero que me creas y que podamos seguir trabajando juntos —vuelve a mirarme.
—Por supuesto, Gil. Me parece totalmente lógico que tengas problemas con los humanos, después de todo lo que... —sacudo la cabeza—. Tenemos que detener a Tiffany. Juntos.
Gil parece sorprendido.
—Bueno, entonces... —traga saliva—. Para ser humana, eres bastante decente.
—Gracias, supongo.
Nos sonreímos el uno al otro.
Me siento mucho mejor ahora que sé la verdad.
—En fin... —la hierba cruje a nuestro paso—. Viene alguien.
—Es uno de los socios de Tiffany, puedo oler el humo del puro y la colonia barata desde aquí —me hace un gesto para que me acerque—. ¡Rápido, salta adentro! Te protegeré.
Dudo al acercarme al agua.
—No soy buena nadadora.
El crujido se acerca más.
—Eso no importa. Métete ya.
Siento que puedo confiar en él. Sé que no dejará que me pase nada malo.
Pero mejor no me meto al agua. Es muy peligroso.
—No puedo, Gil, lo siento.
—Pero...
Sin decir nada más, corro hacia un arbusto cercano y me escondo detrás de él.
Con el ceño fruncido, Gil se sumerge bajo el agua.
El socio de Tiffany entra en el claro y mira a su alrededor.
Contengo la respiración.
Por favor, que no se fije en mí.
—Menudo basurero.
Lanza una colilla a los manantiales. Hago una mueca de dolor, pensando en la reacción de Gil.
—Qué ganas de ver este lugar derribado.
Hace unas cuantas fotos con la cámara desechable y se marcha a zancadas.
Qué poco ha faltado...
Mientras el socio se aleja podemos oírle murmurar algo.
—Qué ganas de convertir este lugar en un aparcamiento.
Gil y yo nos miramos con los ojos muy abiertos. Por fin nos damos cuenta de lo que están haciendo aquí.
Quizá deberíamos seguirle...
—Deberíamos ir tras él —sugiero—. Si se reúne con Tiffany, podemos averiguar cuál es su próximo movimiento.
Empiezo a caminar en la misma dirección que el socio, pero Gil me agarra del brazo.
—Te estás precipitando. No estamos preparados para eso.
Tiene razón...
—Vale, lo siento, es que me he cabreado.
—No te preocupes, no se saldrá con la suya.
Después de un rato me despido de Gil y me dirijo a casa.
Cuando abro la puerta, oigo a mi tío preparando la cena en la cocina.
—¡Hola, tío Gary!
—Hola, Katalina. ¿Has disfrutado de tu día libre?
—Sí, Kit y yo hemos ido al museo de crípticos.
El tío Gary se ríe.
—Ese viejo lugar... Solía trabajar en la recepción. ¿Aún sigue ese espeluznante muñeco del tritón?
—Sí, sigue ahí dando miedo —río—. Mientras estaba fuera he oído algo raro.
Mi tío se gira para mirarme con cara de preocupación.
—Oh, ¿qué has oído?
—Era uno de los socios de Tiffany. Murmuraba algo sobre convertir los manantiales en un aparcamiento. Creo que ese proyecto de desarrollo es mucho más grande de lo que dicen —tomo aire—. Podría destruir todo aquello por lo que es conocido el pueblo.
El tío Gary suspira.
—Bueno, supongo que es bueno que hayas venido a visitarme. Puede que sea el último verano de Everly Springs.
Al escuchar esto no puedo evitar que se me ponga la piel de gallina.
Tengo que parar esto como sea.
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