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3. 𝖡𝗅𝖺𝗇𝖼𝗎𝗌𝗈 𝗉𝗂𝗇𝗍𝖺 𝗉𝖺𝗋𝖾𝖽𝖾𝗌.

「🥊」
    
Se supone que cuando llega el fin de semana, el cuerpo lo sabe y la mayoría casi absoluta planea muchas cosas para esos dos días de descanso entre semana y semana.

En mi caso, el descanso no era una opción, pues mi madre desde que tengo uso de razón habían plantado sobre la mesa la “orden” de asistir a el gimnasio, ya sea a ayudarle con algunas labores como a “entrenar mi cuerpo” obviamente lo último no era algo que hacía con frecuencia.

Yo era más de ir a chismear sobre la vida de Jungkook.

Las cosas como son.

Eso sí, muchas veces deseaba quedarme durmiendo en casa como la real vaga que se supone que soy, pero para mi mala suerte, era una idea que debía descartar rápidamente.

Pues no sucedería.

Solté un bostezo, llevando ambas manos a mi cabello para recoger este y evitar pasar calor en el día, era sábado, así que esta de más decir que debo hacer hoy.

—Muy buenos días— escuché decir a mamá de forma alegre una vez que salí de mi habitación, encontrándole en el pasillo.

—Si, eso— respondí, quizás no con el mismo ánimo que ella mientras ambas bajábamos las escaleras.

Como cada sábado nos guiamos a la cocina con intenciones de desayunar algo antes de marcharnos, mamá tomó la caja de cereales para colocarla sobre el mesón al alcance de mis manos, mientras yo buscaba la leche en el frigorífico.

—¿Qué tal el colegio?— preguntó, empujando con una de sus manos un tazón para mis cereales.

—Bien ¿Supongo?, me golpearon con una puerta— le contesté sirviendo mi desayuno mientras encogía mis hombros.

Sus ojos me miraron alarmados. Procedí a calmarla.

—Fue un accidente, la persona no se había dado cuenta de mi presencia detrás de la puerta— aclaré y era obvio, Jungkook nunca se daba cuenta de mi presencia.

Llevé una cucharada de cereales a mi boca.

—Bueno, el gimnasio a estado bastante tranquilo estos días— procedió a contarme su semana mientras dirigía su atención a una manzana que había comenzado a cortar en cuadritos.— Lo único impactante de la semana fue el jueves cuando Jungkook llegó odiando a el mundo, al parecer tuvo un problema en el instituto— me miró de reojo, me hice la desinteresada.

Si no la miro, no me pregunta.

—¿Sabes algo al respecto?— preguntó con interés, trague saliva sutilmente, negando varias veces.— ¿Segura que no sabes de qué te hablo?

—Es que la institución es muy grande, no todos los chismes corren con rapidez— por favor que se trague ese cuento.

—Bueno, según me dijo, alguien había hablado sobre él en el periódico escolar….

—¿En serio? ¡¿Qué me estás contando?!— me hice la sorprendida, metiéndome en un papel bastante fingido, la mentira nunca es la solución pero en situaciones de vida o muerte sí.

Para mí esto es una situación de vida o muerte, no juzguéis.

—¡Oh por favor Sun Yhie!— reclamó mi progenitora, la mire asustada.— No intentes engañarme jovencita, ¡Se perfectamente que fuiste tú!— demandó señalándome con su dedo índice.

Mierda, me pilló.

Pestañé varias veces y pasé la lengua por mis labios, limpiando un poco de leche de ellos.

—A ver, mamá, todo tiene una explicación super científica— dije, mientras intentaba procesar con exactitud que escusa decirle.—Lo que pasa es que estamos ayudando a un colegio de niños sin hogar y necesitamos el dinero, así que tuve que vender información de Jungkook aunque este no estuviera de acuerdo.

¡¿PERO QUE MIERDA LE ESTOY CONTANDO?!

—¡Mocosa del diablo!, con esas cosas no se juega— me regañó, proporcionándome algunos golpes con un mantel que si soy sincera no se de donde había sacado.

—¡Perdón, perdón, mamá deja de golpearme, te pedí perdón!— chillé cubriéndome el rostro con las manos.— Vale, lo hice porque desde hace un tiempo quería hablar sobre él y sus entrenamiento, pero no había obtenido su permiso— confesé para luego defenderme.— ¡En mi defensa!, Jeon Jungkook es un engreído.

Me crucé de brazos, mirándole de reojo.

—Un día de estos me provocaras un infarto, hija mía, es su vida, él decide que quiere y que no— expresó negando varias veces, la miré apenada.—Espero que te disculpes.

Abrí mis ojos incrédula, por su puesto que no haría algo como eso. Negué nuevamente. Entrecerró sus ojos, esperando alguna explicación de mi parte.

—No sabe que fui yo, en realidad no sabe quién fue, por lo tanto, mientras menos sepa mejor nos irá, así que… ¿Me prometes que no le dirás nada?— la miré suplicante.— Porfis mami— junté ambas manos, suplicando.

Mamá soltó un suspiro, abrazándome desde atrás.

—Esta bien, no diré nada, será un secreto como cuando te comías los chocolates de Suho— reímos.

—¡Oh, pequeña Kang, cuanto tiempo!— exclamó el señor Kim cuando me vió entrar en el gimnasio.

—Señor Kim— saludé, regalándole una pequeña  reverencia.

—Aigooo, creciste mucho— sonrió palmeando  suavemente mi espalda, le sonreí.— ¿Vuelves acaso al ring?— preguntó con cierta emoción.

Negué con rapidez dando uno o dos pasos hacia atrás. No me gustaba hablar al respecto , por lo cual intenté acabar el tema lo más rápido posible.

—No señor, no tengo en mente volver— dije, un poco cortante, aunque no tenía intención de sonar así era algo que no controlaba del todo. Asintió apenado.

—Ya veo, pero al menos es bueno verte por acá, me alegra tenerte de vuelta.

Agradecí de corazón, aunque no le había visto en bastante meses aún le guardaba mucho cariño y respecto, pues fue uno de los mejores entrenadores de mi padre y madre.

—¡Señor Kim!

Sentí como mi piel se había erizado desde las piernas hasta los brazos cuando la voz imponente de Jungkook resonó en la recepción. Tan rápido como pude me despedí del mayor para dar una vuelta sobre mis talones y comenzar a huir lo más rápido posible del campo de visión del pelinegro.

Solté el aire retenido en mis pulmones una vez que me encontré bastante lejos de la entrada. Había entrado en una de las salas de entrenamiento, una bastante amplia.

¿La decoración cuando la habían cambiado?

Giré en mi lugar mirando cada rincón, habían dibujos en las paredes blancas y un olor bastante fuerte a pintura acrílica. No era desagradable, era muy agradable y los dibujos eran maravillosos, asombrosos, en realidad.

—¿Se te perdió algo?— un chico pálido, de cabello castaño claro me miraba desde una esquina con cierta cara de aburrimiento.

Pegué un brinco, retrocediendo un par de pasos. ¡Dios!

¡¿Cuál había sido la necesidad de asustarme?!

—¿Acaso viste un fantasma?, no seas mal educada, te hice una pregunta.

Hice una mueca, descontenta con su forma de dirigirse hacia mí.

—No, no se me perdió nada, solo me confundí de sala— respondí rápidamente.

—¿Sabes que el ala de las chicas es al otro lado?, estás en la zona de los chicos, no deberías estar aquí— por un momento dejé de escucharle y me dedique a detallarle.

Ojos pequeñitos, piel muy blanca, de esas que necesitan un poco de sol para no parecer enfermo, boca pequeña pero llamativa y con un color vivo en los labios y bueno, el cabello lo mencione anteriormente. La expresión en su rostro era aburrida, quizás estaba ¿Irritado con mi presencia?, puede ser, realmente no lo sé. Vestía un mono azul de ¿Mecánico?, aunque no creo que se dedique a tal profesión ya que la mancha de pintura que tenia en una de sus mejillas y los botes de pintura junto a sus pies me indicaban otra cosa.

Las pinturas de las paredes eran suyas.

Asombroso.

—¿Acaso me estás escuchando?

Salí de mis pensamientos cuando su voz se hizo presente en mi cabeza nuevamente.

—No, no lo hacía— le dije con sinceridad, encogiendo mis hombros mientras me metía en un papel como el suyo y colocaba la cara más aburrida que habría hecho en mi vida entera.

¡Ja!, yo también puedo jugar tu juego, blancuso pinta paredes.

—Largo.

—¿Espera qué?— ¿Me acaba de echar?

—Chica, estás sorda, he dicho largo.

Antes de poder contestarle, la presencia de alguien más se hizo notoria en la sala.

—¡Yoongi hyung, no seas tan borde!— gritó una tercera voz en la sala.

Llamando la atención del mencionado y sobre todo la mía.

¿Quién era ese chico?

—Notita:
Espero que les haya gustado, me tardé en editarlo de nuevo, es un poco pesado de hacerlo, pero poco a poco lo logro.

Cuídense y eso.

Xoxo.

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