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19. 𝖭𝗂 𝖼𝖾𝗇𝖺𝗋 𝖾𝗇 𝗉𝖺𝗓 𝗌𝖾 𝗉𝗎𝖾𝖽𝖾.

「🥊」

La noche había comenzado agradable. Mamá había decidido encargar un par de pizzas luego de recibir una charla por parte del tío Seokjin,  quien decía que un poco de comida chatarra no mataría a nadie.

Iba a ser genial.

Películas, pizzas, la risa del tío Jin y la desesperación de mamá cuando el protagonista hace algo que no debe.

Si, sin duda iba a ser una buena noche.

—Suho vendrá el fin de semana para ver al tío— comunicó mamá, dejando unas bolsas de palomitas sobre la mesita.

—¡Al fin veré a ese niñato!, hace mucho que no se de él— habló Seokjin, llevándose un puñado de palomitas a la boca.

—Es un hombre ocupado, mi bebé es una estrella— con orgullo habló mamá, mientras comenzaba a canturrear una de las canciones de mi hermano.

Yo divertida hacía un par de pasos de la coreografía.

—Tengo una idea— mencionó de pronto Seokjin apagando la televisión 

—¡Oye, la película iba a comenzar!— gritamos al mismo tiempo mamá y yo.

—Venga, venga, quítense esos pijamas— aplaudió ordenando, mientras se levantaba del sofá.—Las llevaré a comer a los puestos de comida cerca del río Han.

Mamá me miró y yo a ella, y como si tuviéramos un par de resortes en las nalgas, nos levantamos, armando una carrerilla escaleras arriba. La risa de Seokjin se escuchó por toda la casa.

Cerré la puerta de la habitación una vez que llegué y retirándome el short de pijama me coloqué unos jeans, dejándome la parte de arriba (porque soy una floja y me da pereza retirarla) me coloqué un hoddie, una o dos tallas más grande que la mía y bajé.

—A donde vas con esos pelos— preguntó mamá saliendo de su habitación.

Pasó sus manos por mi cabello mientras depositaba uno que otro beso en mi frente o mejillas.

—¡Mamá para!— dije riendo, apartando sus manos cuando esta terminó de organizar mi cabello.

—¡Bajen de una vez, quiero comer cerdo!

Como niñas regañadas seguimos la orden de Seokjin.

Saliendo de la casa, me detuve para amarrar uno de los cordones de mis zapatos que se había soltado. Y una vez listo me dispuse a subir al auto donde los mayores me esperaban.

El poco tiempo que estuvimos sobre el vehículo fue completamente divertido. Mamá había encendido la radio del auto y el tío Seokjin sin apartar las manos del volante comenzó a chillar cuando una canción de su época comenzó a sonar.

Como si se tratara de una estrella internacionalmente famosa, carraspeó su garganta y comenzó a cantar al compas de la melodía, mamá lo apoyaba en los coros colocando una de sus manos en puño haciendo la simulación de un micrófono, mientras que yo simplemente aplaudía y chillaba emocionada por el espectáculo.

—Llegamos— comunicó mi progenitora retirándose el cinturón de seguridad.

Bajamos del auto y agarrando la mano del tío, me acerqué a su cuerpo como también lo había hecho mamá, emprendimos una caminata hacía los puestos.

Esos que visitaba de pequeña con los presentes, mi hermano y papá.

Miré mi alrededor contemplando las calles llenas a pesar de ser un poco bastante tarde, las risas, charlas y caminar de las personas resonaban por todo el sitio.

Se sentía bien, ojalá papá pudiera ver el lugar que tanto le gustaba visitar.

Suspiré, dibujando una pequeña sonrisa en mis labios. Adentrándome al lugar donde cenaremos

—¡Mis chicos de Busan eran muy explosivos!— contó Seokjin, llevando un trozo de carne a su boca.

—¡Los de aquí son peores!— opinó mamá.—  Los jóvenes tienen mucha energía hoy en día.

Ambos asintieron, yo me dediqué a masticar la carne que llevaba a mi boca.

—Así que estas entrenando— asentí a el mayor, mientras sorbía mi bebida.

—Es por diversión y porque el paliducho me insiste.

—Oh, el chico guapo, debería ser tu novio—  opinó mirándome con picardía.

¿No era que estaba muy guapo para mi?

Comencé a toser, negando.

—Yoongi es mayor, y muy reservado, no creo que esté interesado en alguien o algo que no sea su pintura y los entrenamientos— opinó esta vez mamá dándome una que otra palmada en la espalda.

—Es solo mi entrenador, nada más— aclaré.

—Pero, si me gustaría Taehyung para ti— rodeé los ojos, tras escuchar el comentario de mamá.

Los ojos curiosos del tío Seokjin cayeron sobre mi. Negué, aclarando que solo era un amigo y que mamá exageraba con todo.

Su celular sonó, disculpándose contestó la llamada.

—¡Oye, mocoso!,  ¿Cenaste?— preguntó para luego mantenerse en silencio escuchando.— ¿Qué diablos voy hacer contigo niño?— preguntó negando y sirviéndome con las pinzas un trozo de carne.

Finalizó la llamada luego de regañar a sabrá dios quién y tecleando su celular nos avisó que había invitado a alguien más a cenar.

—No hay problemas con eso ¿no?

Negué junto a mamá, la cuál animadamente le tiraba foto a su comida.

Me dispuse a seguir comiendo mientras uno de mis mayores esperaba un poco impaciente a su invitado, quien luego de veinte minutos después llegó.

—Ahí está— anunció su llegada Seokjin y levantándose de su sitio se dirigió a saludar a el llegado.

Mis ojos siguieron su cuerpo, mientras llevaba un poco de arroz a mi boca. Lo vi abrazar a un chico que traía un casco de moto el cual retiró removiendo su cabello.

Abrí mis ojos, comenzando a toser. Nuevamente.

Debe ser una jodida broma.

Jungkook le sonreía animado a el mayor, él cual lo interrogaba con preguntas.

¿Por qué me pasan estas cosas a mí?

¿Qué mal le hice al mundo?

El nerviosismo me atacó y comencé a mover mi pie bajo la mesa mientras no dejaba mis manos quietas en un sitio. Mamá me observó preocupada.

—¿Sucede algo cariño?— preguntó, negué dándole una sonrisa.

Estoy muerta.

Pensé una vez que se dispusieron a caminar a la mesa.

Quiero irme a casa.

—Jefa Kang— saludó Jungkook con una pequeña reverencia a mamá.

—¿Cuántas veces te he dicho que dejes de llamarme así?— regañó mamá a lo que el pelinegro sonrió.— Yahine, llámame Yahine—repitió mi madre a lo que el chico asintió.

Sus ojos dieron con mi persona y me sentí muy pequeñita en mi lugar. Mamá para llenar el silencio repentino, me presentó.

Al parecer captó mi poco interés por presentarme por mi propia cuenta.

—Esta es mi hija menor, Kang Sun Yhie.

Una sonrisa se asomó en los labios de aquel maldito pelinegro. Y de manera divertida, se dirigió a mí...

—Un gusto conocerte, Sun Yhie...

Lo odio...

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