
10.𝖢𝗁𝖺𝗇𝗍𝖺𝗃𝖾.
[🥊]
Mamá me miraba desde la punta del mesón dándole pequeños sorbos a su taza caliente de café.
Yo, ignorándola, terminaba de cortar la fruta para meterla en la licuadora junto a los demás ingredientes.
—Jumm....
Ignoré el sonido escapado de su boca. Probó con algo más, comenzó a tomar su café de forma ruidosa haciendo que presionara el botón de la licuadora y el sonido de esta apaciguó el suyo.
Se aclaró la garganta de manera exagerada.
La volví a ignorar.
—¡Bueno ya está bien!— chilló formando berrinche y a la vez apagando la licuadora.— Kang.
—Mamá.
—¿Por qué no has dicho ninguna palabra en una hora?, ¿Estás bien?, ¿Te duele algo cariño?—atacó con preguntas. Tomando mi rostro en sus manos.
Solté un suspiro.
—Mami estoy bien, solo que me acosté demasiado tarde y no tengo ánimos de nada— dije, pasé una de mi manos por su cabello, completamente peinado.
No como el mío.
—¿Segura que a mi bebita linda no le pasa nada?— dijo de forma melosa, estampando besos en mi mejilla. Rodeé los ojos.
Si, mamá, Jungkook me habló y estúpidamente por pensar en eso no dormí.
No, no le diría eso.
—Si mami, solo estoy cansada.
—Bueno, te creeré, termínate el desayuno y en la tarde ve al gimnasio, te llevaré a cenar fuera, ¿Vale?
Asentí, levantando uno de mis pulgares y volviendo a la preparación de mi jugo.
Me sentía una chef total.
Ciertamente ni un huevo se freír.
Terminé mi desayuno, me arreglé un poco el cabello y cepille mis dientes. Tomé mi celular contestando la llamada que se presenciaba en la pantalla de este.
—¿Qué pasa Minha?
—Hola Sun, llamaba para decirte que estamos en la cafetería cerca de tu casa.
—¿Ya están todos?
—Si, solo faltas tú apresúrate.
—Vale, voy en camino.
Salí, colocándome una cazadora y cerrando la puerta a mi espalda.
Mientras caminaba, jugaba a no pisar la líneas mientras contaba cuantos pasos daba. Una vez que llegué a la cafetería, me acerqué a la mesa de la terraza donde un montón de manos se alzaron en mi encuentro.
—Hola chicos.
—¡Hola Sun Yhie!— animadamente, canturrearon todos al mismo tiempo.
—¿Qué quieres tomar?— preguntó Namjoon, enseñándome la carta.
—Acabé de desayunar, gracias— dije, este asintió.
—Vale, entonces hablaremos sobre la organización del periódico— demandó Solar, dándole un sorbo a su bebida.
Todos asentimos.
Troné mis dedos viendo los apuntes que había tomado. Levanté un momento la vista al sentir que la silla de Minha era arrastrada (que aunque no era parte del periódico siempre se reunía con nosotros)
Miré a mi mejor amiga, la cual animadamente se levantaba de su lugar y corría hacia donde se encontraba su hermano y... Jungkook.
Al parecer tenían planes de entrar al local. Los demás no se dieron cuenta de la ausencia de la chica ya que estaban muy concentrados en sus trabajos.
Levanté ambas cejas al ver como mi querida amiga se sonrojaba cuando el pelinegro tomó un mechón de su llamativo cabello y lo colocó detrás de su oreja.
Tan típico.
Por inercia llevé el lapicero a mi boca y comencé a mordisquear este sin perder de vista al trío llamativo.
¿Qué esta sucediendo?...
Venga...yo puedo...
Me animé a mi misma volviendo a agacharme para tomar entre mis pequeñas manos la pesa.
¡Dios!, ¿¡Por qué carajos pesa tanto?!
Con un quejido volví a colocar el montón de hierro sobre el suelo, sentía el vapor subir por mi cara. Creo que explotaré.
Intenté una vez más, a la decimocuarta va la vencida.
Y si que fue la vencida, para mi cuerpo.
—¡Maldito tubo con peso!— protesté golpeando con mi pie el suelo.
—Estas cargando más peso del que debes— una voz conocida, pero al mismo tiempo desconocida, habló.
¿De dónde conozco esa voz?....
Mis ojos conectaron con el dueño de dichas palabras.
¿Mi día no puede ir peor?
No sé, universo, mándeme una señal cósmica para estar preparada.
—¿Qué haces aquí?, es el ala de las chicas— usaré tu misma arma, maldito paliducho desagradable.
—Se perfectamente que es el ala de las chicas, las cuales, no veo por aquí— dijo volteando sus ojos.—Debo pintar— alzó los botes de pintura que ocupaban sus manos.
Lo ignoré, caminando a la caminadora. Mientras más lejos esté de ese chico, mejor. Dejé caer la toalla que secaba mi sudor sobre la agarradera de la máquina y encendiéndola comencé a trotar.
—De repente me han entrado muchas ganas de comenzar por aquí— dijo, con una risilla malévola, gruñí.
Detuve la máquina, lo fulminé con la mirada una vez que me bajé y caminé a otro sitio de la sala.
Me siguió, con la excusa de que pintaría en dicho sitio que me encontraba.
—¡Basta, solo acaba de pintar!— grité molesta, llevaba molesta desde la mañana.
Estúpidamente no tenía ningún motivo, solo estaba molesta.
—Con una condición— pidió, dejando los botes en el suelo y cruzándose de brazos en mi dirección.
—¿Qué quieres, paliducho?— torció el labio en desagrado por el nombre.
—Quiero verte boxear, me han dicho que eres muy buena en ello.
Me pasmé...
—Yo no boxeo—aclaré, negando.
—Eso no fue lo que me dijo la señora Kang.
Mi madre no se guarda ni una.
—¿Por qué debería dejar que tú me veas boxear?, no es algo te deba interesarte— dije cortante, sin ánimos de seguir hablando con él
—Porque se me da bien que las personas saquen su ira interior y lo den todo en el ring. Soy entrenador— ¿Era entrenador?, ¿En serio?
Vió el asombro en mi rostro, resopló.
—Lo de pintar es un pasatiempo, y hace rato dejé de entrenar...porqué ninguna de las que llegaban a mí, despertaban interés, pero tú... no se chica, tienes una chispa.
—Vaya, ¿Me veo como una dinamita ahora?
Rió sin gracia, mirándome serio.
—¿No aceptaras?— preguntó, me negué. Colocó sus manos dentro de los bolsillos de su chándal y acercándose un poco más a mi habló.— Bien, pues iremos a por las malas.
Lo miré, desconfiada.
—O me dejas ver que tan buena eres, o le diré a Jeon que lo acosas.
Maldito paliducho estafador...
¡Me estaba chantajeando!
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