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La puerta de la habitación fue débilmente tocada; un pequeño estaba envuelto en sus sábanas mientras lloraba en silencio.

—¿YoonGi? —Se escuchó una dulce y delgada voz—. YoonGi, ¿estás ahí? Soy yo, Hobi. ¿Puedo pasar? —La voz se volvió cada vez más entusiasta y, el pequeño pálido limpió sus lágrimas con sus muñecas, dándole una respuesta positiva, un simple monosílabo para que su mejor amigo entrara a la habitación.

Ahí estaba... el chico castaño de la sonrisa hermosa y cálida presencia. YoonGi se alegró en demasía, había extraño a ese niño.

—¿Estás bien? —Preguntó el niño que se acababa de sentar al ras de la cama del mayor. Por alguna razón, el que siempre pareció mayor fue HoSeok, y es que protegía mucho a Min.

—Sí —mintió el pálido—. Mamá dice que sólo fue un pequeño incidente.

—Yo escuché que nuestras madres hablaban hace rato; tú mamá le dijo a la mía que habías tenido un ataque... Me preocupé mucho.

YoonGi pudo notar la tristeza y el tono rojizo que llenaba los preciosos ojos de HoSeok. Le sonrió y tomó su mano—. Me siento mucho mejor ahora que estás aquí...

El menor le devolvió una pequeña sonrisa—. Puedo preguntarte... ¿qué sentiste? —En realidad estaba interesado, nunca había escuchado de aquel extraño término que había utilizado su mamá hace un rato: Ataque de pánico por enoclofobia.

Min torció su boca, en realidad tenía toda esa experiencia muy fresca en su mente, pero fingió no recordarlo del todo—. Fue... como si me encerraran en una habitación que se hacía cada vez más chica. Recuerdo que el aire comenzó a faltarme... era demasiada gente, Hobi. Casi como la que va a los conciertos de esos artistas tan famosos, era mucha...

—¿Qué más recuerdas?

—La gente me comía, Hobi. Mi mamá desapareció y comencé a sudar. Estaba como en un laberinto... No podía encontrar una salida. Tenía mucho miedo. Decidí gritar; entonces vi a mi mami. Fue terrorífico; peor que la película de miedo que vimos la semana pasada.

HoSeok soltó una lágrima y se acercó a su mejor amigo, lo tomó en sus brazos y lo abrazó lo más fuerte que pudo—. Debí de haber estado ahí... Así podía protegerte como las demás veces.

—Entonces quédate conmigo —pidió el de ojos gatunos, tomó la mano del menor y la apretó—. Así puedes protegerme siempre.

Kim TaeHyung, después de haber tenido un exhaustivo día en su trabajo de medio tiempo, llegó al departamento que compartía con su mejor amigo.

—¿HoSeok? —Habló fuerte cuando dejó su elegante saco sobre el sillón de la sala de estar. Comenzó a buscar al chico de cabellos rubios —que recientemente se había teñido—, sin embargo, no lo podía divisar por ninguna parte.

Continuó adentrándose en el precioso apartamento, mismo que había pagado HoSeok con el trabajo que le había permitido obtener su carrera. Cuando despertó, dos años antes, decidió que necesitaba una distracción de todo lo que había ocurrido, por lo cual, la opción de continuar sus estudios para convertirse en un psicólogo era la mejor.

El chico decidió convertirse en psicólogo gracias a su mejor amigo, pero no Kim TaeHyung, hablamos de Min YoonGi. Él era lo más preciado que tenía, y su razón para estudiar el comportamiento humano y el cerebro del mismo.

El castañito llegó a la pequeña oficina que le pertenecía a su amigo y exhaló profundamente, ahí estaba HoSeok. Indagó que se había quedado dormido sobre su silla mientras trabajaba en algunos expedientes. En realidad lo calmaba saber que él estaba bien.

Las luces se mantenían tenues y las pestañas que Jung descansaban sobre sus pómulos. Se veía tan relajado mientras dormía, el menor incluso llegó a preguntarse: ¿Qué es lo que sueña?

Ignoraba que Jung estaba soñando con esa vez en la que YoonGi le pidió que permaneciera con él para siempre. Aún se atormentaba con la idea de no poder estar con Min, incluso lo veía en cada uno de sueños.

La laptop negra del mayor estaba sobre la mesa, abierta e iluminada. La luz apuntaba directamente a la cara al chico que soñaba tan tranquilamente. Tae de repente quiso saber lo que había estado haciendo, así que se acercó y colocó su atención en esa pantalla.

Sus ojos se movían con rapidez y agilidad por todo el espacio iluminado, parecía estar en algún sitio web, pero lo curioso, es que toda la escritura estaba en inglés. Nunca había sido bueno en ese idioma, pero podía reconocer ciertas palabras.

"Centro" "Enfermedades" "Estados Unidos".

Eso fue lo que pudo reconocer y, con el ceño fruncido, dedujo que se trataba de la página de un centro de enfermedades mentales en Estados Unidos. En ese momento, su corazón se detuvo, ¿por qué demonios Jung estaba buscando eso?

Buscaba millones de razones e intentaba, con todas sus fuerzas, descartar el falso paradero de Min YoonGi. Es que HoSeok no podía estarlo buscando, ¿o sí?

Llevó sus manos a su castaño y lacio cabello, caminó por la oficina mientras se despeinaba con inquietud, tratando de buscar cualquier otra razón por la cual HoSeok estaría investigando eso.

¡Bingo! El menor sonrió ligeramente; seguramente se debía a que Hobi era un psicólogo y le interesaba informarse mucho más acerca de las enfermedades mentales. Y Estados Unidos, al ser una potencia mundial, seguramente tenía centros psiquiátricos con estudios más avanzados e interesantes.

—¿Qué haces? —Esa pregunta hizo al menor saltar del susto. Volteó de nuevo en la dirección del chico que, según él, yacía dormido y se percató de que lo estaba mirando.

—Oh —trató de mostrarse tranquilo—, acabo de llegar del trabajo. Había demasiado tráfico, pero aun así, creo que no es tan tarde. ¿Quieres hacer algo? —HoSeok no sospechó nada en lo absoluto, simplemente peinó su cabello con rapidez y cerró su computadora.

—No. En realidad no.

—Hobi —el mayor de los dos, que se estaba levantando de la silla con la laptop en mano e intenciones de ir a su recámara a encerrarse, volteó—. Puedo preguntar, ¿qué es lo que estabas haciendo antes de quedarte dormido?

No pudo evitarlo, la curiosidad lo carcomía, y en realidad necesitaba cerciorarse de que estaba en lo correcto con su suposición anterior.

El mayor suspiró pesado. En realidad esperaba poder evitar aquel contacto con el que decía ser "su mejor amigo"—. Cuando desperté, hace dos años, dijiste que YoonGi estaba en un centro psiquiátrico de rehabilitación en Estados Unidos...

TaeHyung se quedó helado en su lugar, tenía miedo, demasiado. La culpa lo carcomía día y noche, pero en realidad no podía permitirse herir los sentimientos de HoSeok de esa manera. No quería perderlo a él también.

—Y así es.

Jung mostró una débil sonrisa y suspiró antes de continuar—. Con el tiempo he dejado de creerte ese cuento, Kim. No porque no confíe en ti, sino porque he pasado estos dos años buscando y llamando a cada centro de rehabilitación en ese país preguntando por YoonGi... —Sus ojos se estaban cristalizando y el labio inferior del chico temblaba involuntariamente.

Los dos se quedaron en un profundo silencio, nadie podía decir nada. Las lágrimas salían de los ojos del mayor cada vez más rápido, y el corazón del otro se rompía en mil pedazos.

—No he tenido suerte, pues parece que ningún maldito centro, por pequeño o grande que sea, tiene o ha tenido registro de él ni de su existencia —paró por un momento y limpió sus lágrimas—. ¿En dónde está, TaeHyung? ¿En dónde está Min YoonGi en realidad?

—Yo- —No podía decir absolutamente nada. Era como si su garganta se hubiera secado en demasía y el aire no entrara por su nariz. Las palabras tampoco las podía encontrar. ¿Cómo le dices a tu mejor amigo que le has estado mintiendo tanto tiempo?

—¡Dime en dónde está! —Exigió el mayor, con lágrimas en los ojos. Observaba cómo los ojos se le rompían al contrario y se dio cuenta de que algo estaba muy mal. Estaba desesperado por saber en dónde estaba la persona a la que más amaba y a la que siempre iba a amar—. ¡Dilo, TaeHyung!

El menor rompió en llanto. Llevó su mano a su rostro e intentó esconderse, pero no le sirvió de mucho, perdió las fuerzas y se volvió lágrimas. Hacía dos años que no lloraba de esa forma, y justo ahora lloraba de miedo. Nunca pensó en que, algún día, tendría que decirle a HoSeok lo que había sucedido en realidad.

—HoSeok, yo- —Soltó entre sollozos, no podía decirle la verdad. Y casi gritó cuando el mayor se acercó a él y le apartó sus manitas de su húmedo rostro.

—¿Eres mi amigo, no? ¡Dime lo que le ocurrió a YoonGi! —Pidió con rabia. No podía pasar ni un segundo más ignorando lo que le había sucedido a su mejor amigo en todo el mundo. Justo ahora, para HoSeok, habían miles de posibilidades probables.

—Él... —comenzó en un susurró—. Él lo intentó, Hobi. Él intentó ir al hospital a verte, pero estaba solo. Los paramédicos dijeron que-

—¿Paramédicos? —Su corazón se estrujó con fuerza. YoonGi había...

—Trataron de salvarlo, pero YoonGi se dio por vencido. Él creyó que nunca ibas a despertar, le dije que fuera al hospital por lo menos una vez. —Lloró mucho más fuerte, pensó que había sido su culpa y comenzaba a odiarse por haberle gritado que saliera de su apartamento solo.

—¿YoonGi sufrió otro ataque? —El menor asintió y el de cabellos rubios se despeinó con frustración. ¡Se lo prometió! Le prometió que siempre iba a estar ahí para él, pero no lo estuvo. Y ahora, la fobia a las multitudes se lo había tragado.

—No quería decírtelo porque sabía que te derrumbarías. Yo no quería perderlos a ambos...

—TaeHyung —el mayor respiró pesado y juntó ambas manos, posicionándolos a la mitad de su rostro y cerrando los ojos por segundos—, ¿cómo pudiste mentirme de esa forma? ¡Él era el amor de mi vida!

—¡Por eso! —Le contestó, gritando de la misma manera—. No quería lastimarte más. ¿Sabes lo horrible que es tener que dar las malas noticias?

—Pero tenías que hacerlo... —comenzó a caminar por la sala—, ¡dos años! —soltó una risa de nervios y volteó a ver al menor con las manos en su cintura—. ¡Dos jodidos años sin saber de él! ¡Creyendo que estaba en otro país!

TaeHyung calmó sus llantos y se arrepintió en demasía. Debió de haberlo hecho sufrir dos años antes, así no estaría llorando ahora. Él intentó ser un buen amigo, pero HoSeok no podía ponerse en sus zapatos; él sí lo hizo y decidió que no le diría la verdad.

—¡Debí de habértelo dicho en el momento en el que te despertaste! —Gritó con rabia el menor, sorprendiendo a Jung en el proceso—. ¡Debí de haberte hecho llorar cuando estabas más débil! Pero sólo soy un idiota que no podía comprender el amor que se tenían ustedes dos. ¡Lamento haberte protegido!

El rubio cerró los ojos y respiró profundo, lo siguiente que vio fue a su amigo caminando hacia la salida del apartamento.

—¿Así te vas a ir? ¿No te llevas ni tantita culpa? —Le preguntó incrédulo al castañito.

—Claro que sí. Pero ahora que sabes la verdad, no veo una razón por la cual tenga yo que permanecer aquí. Me arrepentiré toda la vida de haberte protegido por dos años y de haber evitado un suicidio de tu parte. Aun así, si lo quieres hacer ahora, ya no me interesa.

El mayor comenzó a reflexionar, tal vez sí había sido tan cegado por la necesidad de conservar a un amigo, que había perdido a otro. TaeHyung había hecho lo más difícil por él, y sólo le pagó con gritos.

No obstante, no le dolió tanto verlo salir por la puerta y azotarla una vez afuera. Justo ahora, no podía pensar con claridad y lo único que estaba en su mente de manera definida, era Min YoonGi.

Ese chico de sonrisa hermosa, con ojos felinos tan profundos. Había estado enamorado de él desde que tiene memoria, y así como Min dependía de él para estar seguro en el exterior, Jung sabía que su bienestar emocional dependía del otro.

Eran dos personas que, juntas, eran extraordinarias; pero solas, era sólo cuestión de tiempo para que tuvieran un trágico final.

Jung HoSeok nunca se iba a permitir olvidar la manera en la que su mejor amigo murió; murió enfrentado el miedo que lo atormentaba desde que era un niño, sólo para poder llegar al hospital y despedirse de él.

Si tan sólo TaeHyung hubiera sido más honesto y le hubiera dicho a YoonGi la verdad. Los doctores dijeron que era poco probable que HoSeok despertara de su coma, pero no imposible. Esa pequeña esperanza, Kim decidió matarla para lograr interesar a YoonGi en ir a ver a Jung al hospital.

Pero hay una lección que aprendió nuestro castañito que abordaba un taxi hacia la casa de su hermano, y es que, a veces, aunque tengas las mejores intenciones, alguien va a salir lastimado.

Una risa de ironía abandonaba la boca de Jung HoSeok, quien después de haberlo pensando demasiado, logró enloquecer.

Le parecía casi irónica la manera en la que ambos estuvieron muertos al mismo tiempo, sólo que él tuvo la mala suerte de despertar.

Y mientras caminaba hacia la cocina, pensaba en lo que hubiera pasado si nunca hubiera perdido el control del volante de su auto.

De algo sí estaba seguro, y es que volvería a salvar a Min YoonGi una y mil veces más, porque lo amaba más que a su vida. En realidad que sí.

Y si le dieran de nuevo la oportunidad, le habría sonreído de nuevo cuando eran pequeños, y le habría ofrecido su mano para caminar entre la gente de aquel lugar. Habría hecho todo exactamente de la misma manera.

Sólo que habría omitido el distraerse con su perfecto rostro esa noche. Habría mantenido su vista en el camino y frenaría a tiempo.

—Eres un idiota, HoSeok. —Se dijo a sí mismo, mientras abría todos los frascos de la medicina que le había recetado el doctor para sus traumatismos y los de TaeHyung.

Con la interminable risa, vacío los frascos sobre la mesa; eran aproximadamente treinta pastillas, provenientes de cinco frascos diferentes. Eran medicinas fuertes que podrían acabar con su vida en esas cantidades.

Pero su vida había acabado cuatro años antes, así que... ¿Qué mas daba?

—A la mierda todo.

Habló antes de llenar su mano con las pastillas y llevarla a su boca. Llenó un vaso de agua simple y comenzó a pasarse las pastillas. Simplemente nada le importaba.

Ya no tenía un propósito para vivir, y prefirió terminar con, la que sería, una deprimente vida.

De repente, su organismo estaba luchando contra la sobredosis de drogas medicinales; su cuerpo estaba en el suelo. Y, justo antes de abandonar la vida, una imagen vívida de YoonGi se apareció en su mente.

Estaba sonriendo, con su precioso cabello negro cayendo sobre su frente. Sus ojos negros, que difícilmente podían apreciarse debido al cabello y al cubre bocas característico que nunca soltaba.

Esta imagen irreal y vivida le ofreció una mano, y antes de que Jung HoSeok pudiera tomarla, se desvaneció. Él cayó con fuerza contra el suelo.

«YoonGi, gracias por haberlo intentado. Es mi turno de ir hacia ti».

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