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42. Escape

POV Haechan.

El juicio dió un pequeño descanso y me llevaron a una sala junto con Yuta. Estaba abrumado por todos los acontecimientos que se habían presentado, pero lo que más me impactó, fue escuchar el asesinato de la amiga de Liz.

No pude evitar sentir empatía por ella apesar de que estuvo de lado de Yujin todo este tiempo. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que yo no era la única víctima.

— Es lamentable lo que le ocurrió a esa chica, y todo por decir la verdad. — comentó Yuta mientras se sentaba sobre el sillón. Me senté en otro frente a él, estaba agotado y exhausto de este día. — Todavía falta que tu madre y tus amigos declaren en el caso del asesinato de tu padrastro.

— También falta Sunhee, ella no ha venido a declarar. — estaba un poco preocupado y ansioso por la ausencia de mi novia, de todos modos no había forma de comunicarme con ella, pero tenía el presentimiento de que no vendría.

— Sí, con respecto a ella... no vendrá. — fruncí el ceño mirando confundido a Yuta.

— ¿Cómo que no? — de repente, el japonés se levantó y escondió las manos  dentro de sus bolsillos, caminando vagamente hacia mí.

— Es mejor que te enteres de una vez. Mark me pidió que te dijera esto en caso de que no quedes libre. Se enteró por medio de su novia que Sunhee, y tu amiga Karina tuvieron un accidente automovilístico. Afortunadamente Karina solo tiene unos moretones, pero Sunhee está en coma desde hace días. — sentí que el mundo se me venía encima al recibir dicha noticia. No, mi Sunhee, no. De repente se me vinieron las ganas de llorar pero no quería demostrar vulnerabilidad en frente del mayor. Sorbí mi nariz para evitar que la vista se me nublara.

— No... eso no es cierto. — negué varias veces con la cabeza. — Sunhee no puede estar pasando por esto, ella no merece pasar por esta situación.

— Sé que es difícil, pero guarda la compostura, de nada te servirá preocupándote mientras no salgas. Ella está viva, pero no despierta.

— Lo cual lo hace mucho peor. — solté con amargura. ¿Cómo podría estar tranquilo en una situación como esta? Pareciera que el mundo estaba en mi contra.

Pronto llegó la hora de regresar al jurado y yo no podía estar más nervioso e inquietante como en ese momento. El juez pasó por delante a mi madre y a Mark, quienes fueron los únicos en declarar. Karina todavía estaba algo lastimada, y por lo que me dijo Yuta, Renjun estaba cuidando de mis hermanas.

La abogada de Yujin quiso pasar a dejar "pruebas" que confirmaran que yo era el asesino de mi padrastro, por alguna razón, desconozco como puede asegurar tener evidencia de ello, pero supongo que es cosa entre abogados.

Lo cierto es, que no se presentaron muchas pruebas en este caso, pero hubo algunas grabaciones que fueron recolectadas la noche que salí en busca de mi padrastro. Grabaciones que no mostraban lo que pasó explícitamente, sólo donde se me veía correr o maldecir algunas palabras.

— Las cámaras no representan mucho, señor juez, exijo que se anule esta evidencia. — Yuta se levantó en busca de defenderme, pero al ver que el juez no tomó en cuenta su palabra volvió a sentarse. Esto era lo que más me preocupaba, puesto que no podía mentirme a mí mismo. Cometí un delito y eso estaba claro. Pero, ¿a cambio de qué? ¿Del bienestar de mi hermana? Dudo mucho que los políticos sepan lo que es la empatía y el amor hacia la familia.

Sé que estuvo mal, pero no pude dejarlo ir. Él merecía la cárcel, no la muerte, pero lo hecho estaba hecho.

Después de que se le interrogara a mi madre, Mark pasó por delante y sólo le hicieron pocas preguntas, menos de las que hicieron en el juicio anterior.

— ¿Estuvíste presente en la noche de los hechos? — la abogada preguntó a mi mejor amigo con ápice de superioridad y desdén.

— No, señora.

— ¿Cómo puedes asegurar que tu amigo es inocente?

— Porque cuando escuché los gritos de su madre, él volvió a casa sangrando, y se desmayó en ese instante. — Mark tenía la mandíbula apretada, supongo que estaba conteniendo las ganas de insultar a la mujer. No lo culpo, yo también haría lo mismo.

— No más preguntas, señor juez. — la abogada se retiró y a Mark se le pidió salir del estrado. Fueron los minutos interminables cuando el juez estaba analizando todo el caso, el jurado salió de nuevo, listo para hundirme o dejarme libre.

Estaba nervioso, sumamente nervioso. Rezaba porque se me diera al menos una sentencia pequeña en caso de que se me declare culpable. Finalmente, el jurado habló:

— En el caso de intento de homicidio contra la vida de la joven An Yujin, encontramos al acusado, inocente. — sentí un enorme alivio, aunque momentáneo. — En el caso del asesinato del señor Kang Sangnam, encontramos al acusado, culpable. — luego, el juez dió su última palabra.

— Dadas las circunstancias y la falta de pruebas en el caso por asesinato, por abuso sexual de una menor de edad y finalmente, las pruebas que confirman la inocencia por intento de homicidio hacia An Yujin. Declaro a Lee Donghyuck... inocente. — el juez golpeó su mazo dando por terminado el caso, y sentí una ola de emociones encontradas en ese momento. Estaba estupefacto, simplemente no lo podía creer.

En eso, mi madre corrió a abrazarme, estaba llorando mientras acariciaba mi cabello y yo abrazaba su pequeño cuerpo con fuerza, pero sin lastimarla. Estuvímos así por un rato hasta que nos separamos, ella tenía sus ojos llorosos y una triste sonrisa dibujando en sus labios.

— Perdóname por no ser la madre que necesitabas que fuera. — dijo entre sollozos, pero todo lo que hice fue regalarle una pequeña sonrisa, ya la había perdonado de todos modos. — Te prometo que las cosas van a ser diferentes. — dicho eso volvió a abrazarme, y no pude evitar soltar unas cuantas lágrimas de felicidad.

(...)

Cuando salí de la cárcel mis amigos y Chaewon me esperaban afuera, Mark no se resistió las ganas y corrió a abrazarme al igual que Karina. Chaewon solo nos miraba sonriendo y mis amigos se separaron.

— Me da mucho gusto ver que eres hombre libre. — Karina soltó con los ojos cristalinos, conteniendo sus ganas de llorar mientras sonreía. Mark, por igual sólo se dió la vuelta para limpiarse los ojos mientras Chaewon acariciaba su espalda para tranquilizarlo.

— Perdón. — Mark se disculpó aclarándose la garganta, haciéndonos reír un poco.

— A mí también me da gusto ser libre. Estoy perdonado, supongo. — me encogí de hombros con simpleza.

— Pero no del todo. — nos giramos a ver a Mark algo confundidos. — Kun te está buscando, así que aunque estés libre tienes irte de Corea lo más pronto posible, porque ya fue a amenazar con tu madre.

— Pero, Sunhee le pagó a Hendery lo que ya le debía. — expliqué, pero mi amigo negó su cabeza.

— Sabes perfectamente que no le dieron nada conociendo quienes son. Kun quiere su dinero, y si no se lo das en serio te matará. — esto no podía estar pasándome ahora. Primero quedo libre y ahora tengo que huír de un tirano por mafioso.

— Pero si me voy ahora, no podré ver a Sunhee.

— No creo que la veas por un tiempo. — miré a Chaewon. — Su madre se enteró de todo por medio de Hyunjin, y cree que tú eres un verdadero asesino. Así que si intentas acercarte a Sunhee, su madre no dudará en denunciarte y hundirte en la cárcel.

— Y si Hyunjin le contó todo a la madre de Sunhee, ¿por qué se presentó a declarar?

— Eso fue antes de que se arrepintiera y tomara consciencia, Haechan. Pero lo más importante es que no te acusó allá. — tal vez Chaewon tenía razón, pero aun así, eso significaba que ya no podría volver a ver a Sunhee mientras su madre creyera eso.

— Lo mejor será que vayas a tu casa y recojas tus cosas. No te puedes quedar más tiempo en Corea hasta que las cosas con Kun no se calmen. — dijo Mark.

— ¿Y a dónde quieres que vaya? — le pregunté frustrado y desesperado a la vez.

— Te irás a Houston y vivirás con tu primo, tu madre ya está al tanto de todo, solo falta que vayas a recoger tus cosas y en la mañana antes del amanecer harás fuga.

(...)

Esto es más serio de lo que imaginaba. Nunca pensé que pasaría por esto en algún momento de mi vida, y no hablo con respecto a que salí de la cárcel, sino el hecho de dejar todo e irme lejos, a otro país, otra cuidad, otras personas.

Mi vida no estaría cursando de esta manera, pero supongo que no siempre podemos controlar nuestras vidas como quisiéramos. A veces pasan cosas inesperadas y eso es lo que hay.

Tomé lo último que había en mis gabetas y cerré la maleta. Mi habitación quedó absolutamente vacía, pero al menos llevaba lo necesario por un tiempo. La verdad es que no conocía Houston, ni siquiera sabía como me iría por allá, pero al menos estaría con mi primo más cercano. Y eso me aliviaba en cierto sentido. Pero lo que más me entristecía, era abandonar a Sunhee. La persona que cambió mi vida en cuestión de segundos, la que me comprendió y llegó a amarme sin importarle mi apariencia y mi pasado.

A la que yo amé también con cada partícula de mi corazón. Y ahora, la estaba dejando, pero sabía que no era porque yo quisiera. Aun así, no había manera de despedirme de ella, lo cual me dolía más.

Bajé la maleta de mi cama y en eso, Jiyu entró a mi habitación con su oso de peluche en brazos.

— ¿Qué pasa, pequeña? — le regalé una cálida aunque débil sonrisa, solo para amenorar la tensión.

— ¿Te vas a ir para siempre? — sus ojos tristes y su voz pequeñita me rompieron el corazón. Era mi hermanita después de todo, y la había criado como pude.

— No, por supuesto que no, Jiyu. — me encogí de hombros suavemente. — Pero, haremos vídeollamada siempre, ¿está bien? — ella dudó en asentir pero finalmente movió su cabeza.

— Quiero que lo lleves contigo. — me extendió inocentemente su oso de peluche, lo tomé y la miré un poco confundido.

— ¿Por qué?

— Para que no me olvides. — no pude evitar sonreír y sentir la ternura de la niña desbordándose en todo mi ser.

— No me iré para siempre, Jiyu.

— Pero no sabré cuando vuelvas. — me incliné un poco hacia ella, acariciándo su mejilla.

— Volveré algún día, te lo prometo. — acaricié su cabeza y ella se lanzó a mi cuello para abrazarme. La levanté del suelo y me senté en la cama mientras mi hermanita seguía abrazándome. Miré por la puerta a mis dos gemelas entrando, sus semblantes eran tristes y sus ojos querían desbordarse en lágrimas.

Sin dudarlo, me abrazaron y empezaron a sollozar que me fue imposible no soltar a llorar. Estuvímos así por un rato hasta que ellas se separaron, y las tomé por el mentón, tanto a Haneul como a Hayoung.

— Quiero que me prometan que no volverán a llorar, y que van a ser unas niñas fuertes. ¿Entendieron? — ellas básicamente hubieran protestado, pero en esta ocasión asintieron, aun con sus lágrimas bajando por sus mejillas.

Después de un conmovedor momento con mis hermanas, recibí un mensaje de Mark donde me decía que ya estaba esperándome para llevarme al aeropuerto. Salí de mi habitación y mis hermanas me ayudaron con mis maletas hasta la puerta.

Afuera de la casa, estaba un auto negro blindado, justamente era el auto de Chaewon, quien se había ofrecido en llevarme junto con Mark. Por lo que, cuando subímos las maletas en la cajuela me despedí por última vez de mi familia y mis amigos para subir finalmente al vehículo.

Aun sentía aquel dolor en mi pecho por irme sin saber nada de Sunhee, no podía evitarlo, la amaba con todo mi ser.

— Estoy segura de que cuando estés en Houston con tu primo te olvidarás de todo esto. — habló la pelinegra mientras entraba en carretera.

— No estoy seguro, no dejo de pensar en Sunhee.

— ¿Quieres mi consejo? Olvídate de ella, Haechan. Incluso si pudieras verla, hay una barrera que les impide estar juntos.

— No puedes pedirme que me olvide de Sunhee así como así. — dije mirando hacia la ventana, y las gotas de lluvia que salpicaban el cristal.

— Lo sé, no estoy diciendo que dejes de amarla. Pero pensar en ella estando lejos solo te lastimará más. Y no sabemos por cuanto tiempo vuelvas a Corea. — tal vez Chaewon tenía razón, y sólo pensar en Sunhee me dañaría más de lo que ya estoy.

Sólo espero que en otra vida, ella y yo podamos estar juntos, sin restricciones ni límites. Porque ella, fue la única persona capaz de no verme como un... monstruo.

FIN.

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