37. Call
POV Sunhee.
Subí las escaleras hacia el tercer piso mientras Jaemin venía detrás de mí suplicándome que me calmara, pero en ese momento me importaba una mierda lo que dijera. Cuando llegué a la planta me dirigí hacia el salón pero antes le pedí a Jaemin que me esperara afuera, y abrí la puerta de golpe para encontrarme allí mismo a Hyunjin sentado sobre su banca con su celular y audículares puestos.
Me acerqué y le arrebaté los audículares de un tirón para que me prestara atención.
— ¿Qué te pasa? — preguntó mirándome de arriba hacia abajo, entre molesto y sorprendido.
— Debí saber que lo tuyo con Haechan ya era personal. — espeté dejándole desconcertado por unos segundos hasta que frunció el ceño.
— ¿De qué me estás hablando?
— Sabes de lo que estoy hablando. Le pediste a Yuqi que te ayudara con inventarse un rumor sobre mí para ponerme en mal con Haechan porque sabías que estaba en el parque con Chaewon. ¡Ah, y eso no es todo!, también le acusaste con el Director cuando pasó el accidente de Yujin. — el pelinegro se me quedó mirando por unos segundos hasta que murmuró una risa por debajo.
¿Se estaba burlando?
— ¡Admítelo! — golpeé mis palmas contra la mesa.
— Es cierto que mi plan no funcionó cuando Yuqi me dijo que causalmente te encontró con Chaewon en el parque. Pero ella no hizo ni dijo nada más, así que no la culpes a ella. — respondió con naturalidad cruzándose de brazos.
— Entonces supongo que tengo que culparte a ti por haber acusado a Haechan con el Director.
— Hice lo que tenía que hacer. Ese chico era un problema de todos modos. — se encogió de hombros.
— ¿Por qué? ¿Porqué Yujin no te hizo caso? ¿Porqué tenías celos de Haechan y sólo querías llamar su atención? ¡Qué estúpido eres, Hyunjin! — de repente él se levantó golpeadamente de su lugar mirándome con enfado y superioridad.
— Mejor cállate, Sunhee.
— ¿Para qué? Jaemin ya me confesó toda la verdad y a ti te gustaba Yujin. Pero lo que hiciste con Haechan y mandar sobre de Yuqi para dejarme en mal no tiene nombre. ¿Me vas a negar en este momento que Yujin no te gustaba? — Hyunjin sólo me miraba y hacía muecas con su boca cerrada. Apuesto a que nunca pensó que me enfrentaría a él de esta manera. — ¡Niégalo!
— Sí, me gustaba. Y en cuanto a ti, no puedo creer que hayas puesto los ojos en un marginado social como él.
— No le digas así. — murmuré entre dientes amenazándolo con mi dedo. Una palabra más sobre Haechan y lo abofetería sin ninguna duda.
— ¿Por qué? ¿Él te gusta? — se cruzó de brazos soltando una carcajada fingida. No le respondí nada porque tenía razón, pero a este punto ya no tenía nada más que decirle. — Has caído muy bajo por enamorarte de un delincuente.
— Y tú has caído muy bajo por tenerle envidia a un chico de clase inferior a ti sólo para querer llamar la atención de una chica, cuyo nombre le hizo mucho daño. — espeté casi gritando lo último antes de darme la vuelta y salir del salón.
(...)
— Me alegra que hayas enfrentado a Hyunjin de una vez por todas. No sé como es que tiene tanta mierda en la cabeza. — Chaewon espetó con molestia mientras caminaba al lado mío y de Jaemin.
— Los hombres viven con la idea estúpida de que todas las mujeres los desean, y si son rechazados se sienten traicionados. — solté con indiferencia encogiéndome de hombros.
— Oye, no todos somos así. — Jaemin se quejó aunque sé que sólo lo decía en forma de broma.
— No dije que tú lo fueras. — rectifiqué encogiendo mis hombros.
— Como sea. ¿Esta tarde llega tu hermano? — Chaewon se volteó para preguntarme.
— Sí, saldré a buscarlo. Después de todo mi madre no lo quiere en nuestra casa. — formé una mueca mirando afligidamente al suelo.
— Sigo sin entender porque tu madre y tu hermano no se llevan bien. — soltó Jaemin un poco confundido.
— Yo tampoco. — me encogí de hombros.
Cuando salímos de clases decidí que iría al centro comercial, por lo que cuando llegué aparqué mi auto y me fuí a pie por todo el camino. Tal vez incluso encuentre a mi hermano por aquí. Mientras caminaba y veía la ropa una llamada vibrante se hizo presente desde mi celular, miré la pantalla y sonreí al ver de quien se trataba.
— Hola. — solté tímida pero alegre, colocando el teléfono a mi oreja.
— ¿Qué haces, princesa? — me reí un poco ante la forma en como Haechan me había llamado.
— Estoy en el centro comercial. — respondí con una voz melosa.
— Adivinaré, ¿comprando ropa?
— No sabes lo que a una chica le gusta, ¿o sí? — pregunté con obviedad mientras me metía al vestidor junto con mi bolso y unas cuantas prendas sobre mi brazo.
— En realidad, no. Pero sé de otras cosas que te podrían gustar. — hizo una voz malévola y chillé de horror rodando los ojos.
— Eres un cerdo. — espeté con disgusto mientras lo escuchaba reírse a carcajadas fuertes.
— ¡Qué mente tan sucia tienes, Sunhee! Yo te decía sobre otras cosas. Un paseo, un café, algo por el estilo. — soltó una voz inocente y me sentí estúpida por mis pensamientos no deseados.
— Haré que te creo. — solté con indiferencia. — Tengo que colgarte ahora.
— ¿Por qué? ¿No quieres seguir hablando conmigo? — solté un gruñido ante su tono fingido de tristeza. Pero era divertido en cierta parte.
— No es eso. Estoy en una tienda y quiero probarme algunas cosas que he visto.
— Hum, entiendo. Pero si necesitabas ayuda sólo pudiste perdirmela. — se rió diabólicamente.
— ¡Haechan! — espeté casi gritando pero me tapé la boca para no ser escuchada. Él por su lado siguió riéndose de mí.
(...)
— Eres un idiota. — dije de manera casual mientras caminaba con mis cosas en las manos y una bolsa con un vestido adentro que compré.
— No es mi culpa que quieras que te diga esas cosas. — se excusó haciéndome agrandar los ojos.
— Yo no te pedí nada. — dije seriamente, aunque por dentro no podía negar que me estaba riendo.
— No necesitas pedirlo. — rodé los ojos.
— Como sea, no quiero volver a hablar de este tema, por favor.
— Está bien, todo lo que menos quiero es incomodarte. — sonreí ante su tono de voz suave y sincero. — Sé que estás sonriendo ahora.
— Sí, lo que digas. — vacilé.
— ¿Y qué harás hoy?
— Bueno, hoy llega mi hermano mayor así que lo tendré que recibir yo misma. — expliqué.
— ¿Por qué lo dices así?
— Digamos que él y mi Madre no se llevan bien, pero no sé cual sea la razón. — me encogí de hombros un poco cabizbaja.
— Entiendo. Me imagino que será muy incómodo para ti una vez que se vean.
— No lo sé, mi hermano no quiere estar en nuestra casa y mi madre tampoco lo quiere allá.
— ¿Cuánto tiempo va a quedarse tu hermano? — me puse a pensar por un momento.
— Creo que sólo dos días, tiene su trabajo pero vino a Seúl sólo para visitarme.
— Oh, está bien. — fruncí mi ceño al escuchar su respuesta simple y corta. Y después de eso no dijo nada más.
— ¿Por qué lo preguntas?
— Por nada en especial. — fulminé mis ojos con suspicacia. Haechan no era de las personas que preguntan algo sólo porque sí.
— ¿Estás seguro? Presiento que quieres decirme algo.
— Muy bien, me atrapaste. — me reí victoriosamente. — Te preguntaba lo de tu hermano porque quiero que tú y yo salgamos.
— ¿Salir? ¿A dónde?
— No puedo decirte.
— ¿Es así como una sorpresa? — pregunté disimulando mi emoción por salir con él ya que había pasado dos días desde la última vez que nos vimos.
— Sí, algo así.
— ¿Cuándo?
— Esta noche, pero no te preocupes, no tienes que arreglarte demasiado porque no iremos a un lugar en particular. Sólo quiero pasar un rato contigo. — me preguntaba que era lo que quería en realidad, pero decidí que no iba a preguntarle.
— Está bien, ya después te veré. Ya me voy.
— Te veré después. — colgó. Pero en eso recibí una llamada de un número desconocido, aunque era con la lada de aquí. Igual respondí.
— ¿Quién eres?
— Sunhee, soy yo. — me emocioné al escuchar la voz de mi hermano tanto que quería saltar de emoción en ese momento, pero me contuve. — ¿Puedes ver un auto negro blindado al lado de un árbol? — busqué con la mirada hasta que ví lo que me había dicho.
— Sí.
— ¿Y puedes ver a la persona que sale detrás de un árbol justo atrás de ti? — me dí la vuelta confundiéndome hasta que ví la figura alta y el cabello castaño claro de mi hermano saludándome con una mano y su enorme sonrisa.
— ¡Sungchan! — grité de alegría y colgué para correr hacia mi hermano saltando y abrazarlo por el cuello mientras él también me abrazaba.
— ¿Cómo estás, Sunhee? — dijo después de que me despegué de él.
— Estoy bien, más ahora que estás aquí. Te he extrañado mucho.
— Sólo lo dices porque amas pelear conmigo. — formé un puchero severamente, tenía que ser un aguafiestas.
— Eres un tonto. — golpeé su brazo aunque sé que no le hice ningún daño.
— Era broma, yo también te he extrañado mucho. — sacudió mi cabeza despeinándome un poco pero sin maldad. Me reí un poco.
— ¿Quieres ir a algún lado? — sugerí.
— A donde tú quieras. Menos con Mamá. — solté un suspiro cansado.
— ¿Cuándo me vas a decir la razón por la que ustedes dos no se llevan bien?
— Algún día lo sabrás, pero si no te lo dice ella primero, lo haré yo. Aunque no me creas. — fruncí el ceño un poco confundida. — Pero bueno, ¿quieres comer algo? — asentí frenéticamente pero feliz.
(...)
— Así que por lo que me has contado, tienes novio. — dijo Sungchan mientras comía fideos de un tazón de porcelana blanco.
— No exactamente, ni siquiera hemos dicho nada sobre nuestros sentimientos o algo. — me encogí de hombros mientras metía los palillos con comida a mi boca.
— No es necesario que él te lo diga para que lo sepas. Aunque sí te confiesa que le gustas eso es un gran detalle.
— ¿Por qué lo dices?
— Tal vez porque eso quiere decir que quiere dejarte las cosas muy en claro, pero bueno, también es importante hablar y saber lo que pasa por la mente del otro.
— Eres muy filosófico, Sungchan. — me burlé seriamente haciendo que mi hermano se riera mientras pasaba la comida.
— Te lo digo porque es la verdad. Si ese chico está muy interesado en ti, entonces te lo hará saber.
— Bueno, está bien. — dije no muy convencida pero al menos no tenía dudas sobre mis sentimientos ni los de Haechan.
— Sólo te recuerdo que si alguien te lastima me lo hagas saber. — sonreí ante su comentario. Mi hermano era muy lindo y protector cuando quería.
— Serás el primero en saberlo. — dije para seguir comiendo.
Después de que terminamos nuestra comida Sungchan me propuso andar por todo Seúl visitando tiendas y lugares. Hasta que dieron las siete y decidió que me acompañaría a casa, pero no estaba muy segura puesto que vería a mi madre. Aun así, accedí su compañía durante el camino, y cuando llegamos subimos por el elevador hasta llegar a la puerta del piso donde vivíamos.
— ¿Esta es su casa? — preguntó un poco extrañado mirando alrededor una vez que pasamos por la puerta.
— Sí. ¿Te extraña? — dejé las llaves sobre la mesa volteando a verle.
— Jamás creí que estarían tan cómodas. Realmente me sorprende. — lo que dijo me hizo fruncir el ceño, pero no comenté nada más. — Bueno, creo que ya me voy.
— ¿Estás seguro? ¿No te quieres quedar un rato? — sugerí caminando hacia la sala.
— No quiero molestar. Además, tengo que madrugar para mañana.
— ¿Te vas tan pronto? Pero si acabas de llegar. — solté triste mientras caminaba hacia él.
— Sólo vine por un día, no me dieron más permiso en el trabajo. — soltó con pena.
— Entiendo.
— Pero me voy por la tarde, así que tal vez pasemos algo de tiempo hasta que me vaya. — no era lo que quería pero tampoco podía decir que no me conformaba con eso. Asentí y abracé a mi hermano antes de que se fuera. Y cuando me despedí él tocó el botón del elevador y desapareció en el. Cerré la puerta y me fuí a mi habitación.
Me puse mi pijama y me acosté en mi cama lista para ver una película, cuando mi celular sonó de pronto. Al ver la pantalla entré en pánico.
No puede ser, lo olvidé.
Rápidamente acepté la llamada de Haechan y me puse en teléfono en la oreja.
— Dime.
— ¿Ya estás lista? — se oía emocionado aunque su tono fuese muy natural.
— Olvidé que tenía que salir contigo por estar todo el día con mi hermano. — murmuré avergonzada.
— No te preocupes, entiendo que no veías mucho a tu hermano. Aun así quiero verte. — dejé salir una pequeña risa infantil mientras me encogía en mi cama.
— Estoy en pijama.
— Mejor para mí. — abrí los ojos sorprendidamente.
— ¿Qué quieres decir?
— Nada, olvídalo. Entonces, ¿si quieres salir? — pensé si sería buena idea ya que mi reloj marcaba las once en punto, era algo tarde.
— No estoy segura, si fuera más temprano seguramente te diría que sí.
— Entonces, permíteme ir por ti. — me extrañé por un momento.
— ¿Tú vas a venir por mí?
— De hecho, sí. Asómate a la ventana. — rápidamente salté de la cama y corrí hacia mi ventana abriéndola de par en par para ver hacia abajo la figura diminuta de Haechan mientras agitaba su brazo hacia mí.
— Haechan, no creo que sea buena idea. Es algo tarde.
— Si fuíste por mí a media noche hacia un club lejos de la cuidad cuando estaba inconsciente, también puedes venir conmigo a las once de la noche. — solté un suspiro negando con mi cabeza.
— ¿Realmente quieres que salga?
— Si estás en pijama ponte algo encima, pero es importante lo que tengo que decirte. — abrí los ojos sorprendida, y los nervios típicos se empezaron a formar dentro de mi estómago. — Vamos, te prometo que será muy rápido.
— ¿Por qué mejor no subes?
— Porque creo que será más emocionante para ti. — solté un risa. Este chico no se cansa de hacerse el misterioso.
— Está bien, ya bajo. — colgué y bajé por el elevador con una chaqueta abrigadora sobre mi cuerpo y mis tenis a pesar de que me sentía extraña por llevarlos junto en pijama. Pero si era para ver a Haechan sólo espero que valga la pena.
Cuando salí del edificio me golpeó el aire frío en la cara, y escondí mi mandíbula en el peluche interior de mi chaqueta. Haechan vino hacia mí con las manos metidas en sus bolsas y el pelo volando por la brisa.
— A este punto nos vamos a enfermar. — solté drásticamente ya que a pesar de llevar pijama de invierno y una chaqueta abrigadora sentía la brisa traspasarse por mi cuerpo.
— Sólo tomaré un momento, te lo prometo. — dijo aseguradamente y entonces me convencí que no tardaríamos mucho.
— No podemos ir en mi auto, ya lo dejé en el estacionamiento y está cerrado.
— Ya lo sé. Es por eso que iremos en esto. — apuntó con su dedo hacia un auto negro que nunca había visto. Y volví a mirarle después de desconcertarme por un segundo.
— ¿De dónde lo sacaste?
— Renjun me lo prestó. — dijo encogiéndose de hombros.
— Pensé que no manejabas.
— Hay muchas cosas de mí que no sabes, nena. — sonrió arrogante mientras caminaba hacia el vehículo y yo iba detrás de él. Cuando desbloqueó el auto me abrió la puerta y me subí. Luego cerró la puerta y se subió también.
— ¿A dónde iremos?
— Es una sorpresa. — rodé los ojos.
— Tú y tus sorpresas. — se rió un poco por debajo y luego se volteó a verme con ternura mientras ahuecaba su mano en mi mejilla.
— Te prometo que no tardaremos mucho, sólo quiero que veas algo y luego te traeré a tu casa. Confía en mí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro