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16. A friendly date

POV Sunhee.

— Como no se me ocurre que hacer en estos casos, pensé que te gustaría comer algo. —Haechan se encogió de hombros mientras yo caminaba a su lado. Ahora que lo pienso, no he comido nada durante todo el día por ocuparme para la llegada de "nuestra cita". Que ironía, ¿no?

Pero esto en realidad no es una cita.

— Entonces podemos ir al centro. Conozco unos restaurantes muy buenos, podríamos ir a...

— Sunhee, literalmente no entiendes las cosas ¿o sí? — fruncí mi ceño mirándole extraño. — No te llevaré a uno de esos lugares refinados a los que creo estás acostumbrada.

— ¿Entonces cuál es tu plan? ¿Comer en el suelo, en un puesto de ambulantes? ¿Sabes lo antihigiénico que es eso, no? — solté irónicamente poniendo las manos en mis caderas, porque la idea de comer en la calle no era mi opción más favorable.

— Sabía que dirías algo como eso. Pero descuida, te prometo que es un lugar limpio. — me dijo mientras caminaba a su lado pero sin convicción.

Llegamos a una parada de autobuses.

— El centro está por allá. — apunté con mi pulgar detrás de mí.

— Lo sé. Pero hoy tomaremos el autobús. — soltó con naturalidad volteando a verme. Yo estaba muy confundida. ¿A dónde quería ir?

Abrí mi boca para decir algo pero la volví a cerrar cuando el ruído de un autobús apróximandose me impidió hablar. Las puertas se abrieron y algunas personas bajaron del transporte, hasta que llegó nuestro turno de subir.

Haechan dejó que subiera primero y le agradecí por ello. Tomé un asiento junto a la ventana y después él se sentó junto a mí, nuestras rodillas chocaron provocando que electricidad recorriera por mi espalda. Tenerlo muy cerca de mí me hacía sentir algo nerviosa.

Las puertas se cerraron, el ruídoso motor del autobús se hizo escuchar y este ya comenzó a andar.

Mi vista fue a dar en el atuendo que Haechan usaba. Jeans azules claros y rotos de las rodillas, camisa blanca lisa y una chaqueta negra de cuero. Su pelo estaba liso y su flequillo tapaba cierta visión de sus ojos.

Es muy hermoso. — pensé inconscientemente.

— ¿Qué tanto me estás mirando? — él tenía puesta una de sus sonrisas arrogantes en su boca y me alejé aclarando mi garganta con nerviosísmo.

— N-nada. — oculté mi rostro mirando por la ventana, mis mejillas estaban calientes y maldije por dentro. ¿Por qué me sonrojo tan fácilmente?

— Sí, lo que digas. Pero sé que me estabas mirando.

— Cállate. — gruñí hacia él y golpeé su brazo pero sin hacerle daño. Él soltó una pequeña risa maliciosa.

¿Cómo es que consigue la oportunidad perfecta para burlarse de mí a cada rato?

Me volví hacia él pero me dí cuenta que ahora me estaba mirando.

— ¿Qué? — espeté en un arranque de ira hasta que su sonrisa volvió a aparecerse. Genial, se estaba burlando de mí otra vez.

— No te vayas a enamorar. — soltó una pequeña carcajada y mi rostro lo sentía calentarse más por la ira.

— Quisieras. — murmuré mirando hacia la ventana.

— Ya Sunhee, sólo estoy bromeando. — sentí su mano sobre mi hombro, pero ni siquiera me volteé a verle. — Sunhee... — el grave tono de su voz me hizo darme cuenta de que se estaba molestando. Pero yo era quien estaba molesta con él por burlarse de mí.

Entonces sus manos giraron mi rostro hacia él y empezó a jalar mis mejillas de arriba hacia abajo varias veces, hasta que no pude evitar soltar una risa y dejó de hacerlo.

— Ya está. — sonrió satisfecho.

— Eres un tonto. — me reí, apartando sus manos de mis mejillas. — ¿Cómo lo haces?

— Tengo hermanas, ¿recuerdas? — asentí de inmediato.

— Debe ser lindo tener una hermana. Yo nunca las tuve.

— ¿Entonces no tienes hermanos? — preguntó.

— Sólo un hermano mayor. Pero vive en Busan y casi no lo veo. — me encogí de hombros con melancolía.

— Supongo que lo extrañas ¿no?

— Sí, a veces. No somos muy cercanos, antes siempre peleabamos, pero creo que ahora lo extraño. — Haechan no respondió nada por lo que me volví hacia él. — ¿Ustedes son cercanos?

— Un poco. Pero siempre estamos juntos.

— Parece que Jiyu te quiere mucho. — sonreí. Él se giró a verme.

— Sí, soy como una especie de padre para ella. — fruncí mi ceño de confusión. Aunque por otro lado, no pude evitar imaginarme a Haechan siendo papá. Creo que me estoy volviendo paranóica.

— Qué bonito. — solté sin pensar.

— No todo en la vida es bonito. — murmuró con amargura y la severidad en su voz hizo que mi sonrisa se desvaneciera. ¿Por qué dijo eso?

De repente nos encontrábamos en un profundo e incómodo silencio. Haechan no volvió a decir nada y yo estaba entre si hablaba o me quedaba callada durante el resto del viaje. Pero este silencio era muy incómodo, así que terminé hablando.

— ¿Desde cuando tienes tu... — apunté a mis labios señalando el lugar donde él tenía atravesado su piercing.

— ¿Esto? — apuntó con un dedo y asentí. — Hace unos meses.

— Debe doler mucho. — hice una mueca de disgusto y me estremecí ante la idea.

— Sólo si no te ponen anestesia. — se encogió de hombros y me le quedé mirando con ojos muy abiertos. Una risa salió de sus labios. — Obviamente me pusieron anestesia, ¿qué pensabas?

— Nada. — murmuré mirando a la ventana, sólo para darme cuenta de que las casas, los autos y las tiendas de lujo habían sido sustituidas por un barrio ordinario y tranquilo. Era bonito, pero sin el doble de encanto que el lugar donde vivo.

Me volví hacia Haechan.

— ¿A dónde vamos?

— Ten paciencia, ya lo verás. —su infame sonrisa apareció de nuevo y eso me generó nervios.

La verdad esto no me estaba gustando. De repente, recuerdos de cuando Ningning y yo subímos a un autobús para llegar pronto a mi casa sin que mi madre se diera cuenta hizo que me provocara más nervios.

Bufé inconscientemente causando la atención de Haechan.

— ¿Te pasa algo?

— No me gustan los autobuses. — solté rápido y sin pensar. Mis brazos abrazaban la parte baja de mi estómago y mis piernas las sentía entumecidas.

— ¿Por qué no lo dijiste antes? — soltó en un tono habitual que agradecí internamente porque pensé que se molestaría. No todas las personas son lo suficiente pacientes conmigo.

— No pensé que fuera necesario. — murmuré encogiendome de hombros.

— De todos modos, ¿por qué no te gustan los autobuses? — me giré hacia él espectante. Bueno, tenía que decirle. Solté un suspiro y descansé mis manos sobre mis muslos.

— ¿Recuerdas a mi amiga Ningning?

— ¿La chica que fue contigo al club y que ahora es también amiga de Renjun? — asentí frenéticamente.

— Bueno, ella y yo salímos del club y prácticamente no había ni una sola alma en la calle. Estaba algo obscuro y hacía mucho frío, además, teníamos que llegar antes que mi madre o nos mataría.

— Espera, ¿me estás diciendo que saliste de tu casa a escondidas? — alzó ambas cejas como sorprendido y asentí.

— Dejáme terminar. Entonces vimos un autobús a unos metros de nosotras y corrimos hacia él. Pero en el camino nos cruzamos con unos drogadictos que casi nos violan. — Haechan alzó las cejas más de incredulidad que de horror. — Por suerte pudimos escapar de ellos, subímos al autobús y llegamos a tiempo.

— Vaya, nunca imaginé que te pasaría algo como eso.

— Tampoco yo. Pero si no hubiéramos llegado a tiempo, seguramente ya estaría castigada.

— ¿Todavía te castigan? ¿De que año eres, de los cincuenta? — empezó a burlarse hasta que le dí una mirada asesina y paró de reír.

— No fue divertido, fue una experiencia horrorosa.

— Bueno, creo que eso te pasa por rebelde. — se encogió de hombros.

— ¿Rebelde yo? — espeté ofendida. — Claro que no, Ningning sólo quería ver como era el lugar.

— Sí claro, lo que tú digas. Pero enserio, no te creí capaz de algo así.

— ¿Por qué no? — me crucé de brazos, la verdad es que me daba curiosidad lo que estaba a punto de decir.

— Bueno, eres una niña rica y elegante que asiste a una de las mejores Universidades de Seúl.

— Qué amable de tu parte. — fingí un dulce tono con ironía.

— Pero eres un poco mimada, lo cual te hace una niña bien. Así que me sorprende que alguien como tú sea capaz de comportarse de esa forma. — me quedé sin habla. ¿Este chico quien se creía? ¿Acaso cree que soy una niña mimada por sus padres porque le dan todo lo que quiere? Bueno, le voy a demostrar que no es así.

— Lo que tú digas, Lee. — me giré hacia la ventana hasta que nos detuvimos en una parada. Sentí a Haechan moverse de su asiento y cuando me giré hacia él ya estaba de pie. Me levanté igual y caminamos hasta la puerta.

Una vez que mis pies tocaron el pavimento agradecí por eso internamente.

— Vamos. — Haechan me hizo una seña con su mano para que lo siguiera y fuí tras él. Después de cruzar algunas calles llegamos a un pequeño local de comida con un gran letrero rojo en la parte de arriba de la puerta.

Abrí la puerta para encontrarme con el lugar. Haechan tenía razón, era limpio y fresco. Las paredes eran color azul celeste mientras que las sillas, las mesas y el piso eran color blancos. No era muy elegante y habían muy pocas personas, pero se veía cómodo, creo. Caminamos sólo un poco hasta que un chico de cabello castaño, camisa blanca y delantal rojo se acercó a nosotros sonriendo.

— Lee Haechan, cuanto tiempo sin verte. —  Haechan abrazó al chico chocando sus hombros y manos.

— ¿Cómo estás, Doyoung?

— No mejor que tú. — Doyoung se encogió de hombros riendo. Luego se volteó hacia mí sorprendido. — ¿Quién es tu amiga?

— Ella es Sunhee. Este es Doyoung.

— Mucho gusto de conocerte. — sonreí cortésmente estrechando mi mano con la suya.

— Veo que no eres de por aquí.

— Soy de Gangnam. — dije, pero él parecía muy sorprendido cuando su semblante cambió hacia Haechan. Este sólo le dio un pequeño asentimiento antes de sentarse en una mesa. Me senté después de él frente a frente.

— Bien. ¿Quieren que les traiga algo?

— ¿Tienes un menú? — pregunté, ambos se miraron entre ellos y Doyoung asintió amable antes de retirarse.

— ¿Y bien? ¿Qué te parece? — Haechan miró a su alrededor antes de mirarme.

— Admito que no es muy elegante, pero está bien. — me encogí de hombros con una pequeña sonrisa.

— Es bueno que lo digas. Pensé que odiarías un lugar como este ya que no es muy sofisticado.

— Sí, pero está bien. La verdad es que no salgo mucho, ni a lugares sofisticados.

— ¿Enserio? — Haechan frunció el ceño y asentí. — ¿Y por qué casi no sales?

— Digamos que mi madre es un poco sobreprotectora conmigo. Siempre que quiero salir tengo que ir acompañada de alguien, ya sea de Chaewon o el resto de mis amigos.

Haechan me miraba perplejo.

— Pensé que podías salir a todos lados.

— No es sencillo cuando tienes una madre como la mía. Tengo que darle explicaciones de casi todo y a donde voy. Sino lo hago se molesta. Por eso empecé a ir a los clubs porque quería salir de toda esa presión, y bueno, ahora tengo veínte así que está siendo un poco más accesible, pero a veces siento que ella no confía en mí.

— Dímelo a mí. Te puedo entender en cierta parte, mi madre sólo quiere a alguien que cuide a mis hermanas mientras ella se va a trabajar. No es mi resposabilidad pero no hay quien más las cuide. Y bueno, si no le digo que las he dejado más de una vez solas en casa, no me matará. — rió al último encogiendose de hombros.

— ¿Te molesta cuidar de tus hermanas?

— No es eso, sólo que es difícil sabes. Jiyu no quiere a otra persona que no sea yo para que la cuiden. Hayoung y Haneul en cambio prefieren que nadie las cuide. Pero les guste o no, soy su hermano mayor y mi deber es cuidarlas.

— Piensa que sólo es hasta que ellas crezcan. Yo creo que ellas quieren aprender a cuidarse y valerse por sí mismas. Tal vez sólo quieren aprender a ser independientes. — intenté sonar algo comprensible, pero Haechan negó con la cabeza rotundamente.

— Eso no pasará. Son sólo unas niñas, Sunhee. El mundo está lleno de gente enferma y degenerada como no tienes idea. No saben como defenderse, y sino fuera por mí, ellas estarían muertas.

La sangre se me heló y mi corazón dejó de palpitar. Escalofríos recorrieron por toda mi columna. ¿Por qué diría eso?

— Aquí está el menú. — Doyoung puso dos cartas sobre la mesa y le agradecimos antes de que se fuera.

— Sabes, yo creo que eres un buen hermano mayor. Sólo necesitas soltarlas un poco y confiar más en ti. — alzó la vista hacia mí perplejo. Como si no se esperara mi respuesta.

— Pues... gracias, supongo. — se encogió de hombros suavemente y volvió hacia la carta. Sentí que debía decirle algo más ya que se miraba algo tenso por el tema de sus hermanas.

— Por cierto, me alegra que te hayas abierto conmigo, aunque sea sólo un poco. — me mordí el labio inferior, esperando su respuesta. En cambio, su semblante se suavizó y sonrió un poco de lado.

— Bueno, supongo que es sencillo poder hablar contigo. — me reí feliz, como una niña pequeña.

¡Holi! Ya llegué y aquí estoy de vuelta. 💌

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