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10. Be careful

— ¿De qué estás hablando? — mi voz salió temblorosa y nerviosa. Jaemin no me quitaba la mirada asesina de encima.

— No te hagas la tonta, sabes de lo que estoy hablando. — me reprendió en un tono enojado con voz alta. Era la primera vez que Jaemin se enojaba conmigo, y debo admitir que su forma de hablarme me asustaba mucho.

— Y-yo...

— Dime la verdad, Jung Sunhee. ¿Qué estabas haciendo con ese tipo? — tragué saliva. ¿Pero por qué estaba nerviosa si yo no había hecho nada malo? Debe ser porque rompí mi promesa de no acercarme más a Haechan, pero estar cerca de alguien no es un crímen. ¿O sí?

— Pues sí. — me armé de valor y con voz firme respondí. — ¿Y qué?

— ¡¿Y qué?! ¿Crees que acaso no me preocupo por ti, tonta?

— No me insultes. — gruñí cruzando los brazos.

— ¿Entonces por qué lo niegas? ¿Crees que no vamos a enterarnos de todo? Puedes mentirle a quien tú quieras, Sunhee. Pero no a tus amigos. — miré cabizbaja el suelo, me sentí mal porque tenía razón. Yo no debería ocultarles nada a mis amigos, pero sé que ellos no me creerían si les digo lo que pasó con Haechan.

— Lo sé, y lo siento Nana.

— ¿Qué estabas haciendo con él entonces? — cruzó los brazos en su pecho mirandome fíjamente, como un padre que regañaba a su hijo después de hacer una travesura.

Cerré los ojos y respiré hondo.

— Yo estaba afuera de la Universidad y entonces LeeKnow...

— ¿LeeKnow? — paró en seco mirandome pasmado. — ¿Qué hacía ese imbécil contigo?

— ¿Me dejas hablar? — le puse mala cara. — LeeKnow estaba molestandome así que corrí de él y casi me vio... — paré en seco, no quería ni pronunciar esa palabra.

— ¡¿Él qué?! — Jaemin inclinó su cabeza hacia mí buscando una respuesta. Negué con los ojos cerrados.

— Nada, olvídalo.

— No, dímelo ahora. — suspiré frustrada. A veces Jaemin podía ser muy intenso.

— Es vergonzoso. — agaché mi cabeza hacia mi escritorio.

— Sunhee, lo que sea que LeeKnow haya querido hacerte quiero que me lo digas. Lo pondré en su lugar. — puso sus manos sobre mis brazos y lo miré. Estaba preocupado, pero le sonreí para tranquilizarlo.

— No te preocupes, Haechan ya lo hizo.

— ¿Haechan? — se separó frunciendo el ceño. Con recelo.

— Haechan no es lo que tú y los demás piensan. — me volví hacia él. — Él me salvó dos veces la vida de ser asaltada y me defendió de LeeKnow.

— ¡Espera... ¿te asaltaron?! — alarmado ahuecó mi rostro para examinarlo, pero yo retiré sus manos suavemente. — ¿Pero... tú estás bien?

— Estoy bien Jaemin, no te preocupes. Por suerte Haechan llegó antes de que ocurriera una desgracia. — le sonreí.

— Me alegra escucharlo. — asintió con una media sonrisa que después se borró. Él se volvió a cruzar de brazos y se quedó callado un momento mirando a la nada.

— ¿En qué piensas?

— Me parece curioso que Haechan te haya salvado dos veces.

— Obras del destino, quizás. — reí con ironía pero a Jaemin no le hizo ninguna gracia.

— No lo creo, esto me parece muy sospechoso.

— Aquí vamos otra vez. — rodé los ojos. — ¿No escuchaste lo que te dije?

— Sí, te escuché. Pero lo que hayas dicho no significa que sea real. Aunque él te haya salvado en esas dos ocasiones no me convence la idea de quien es él.

— Entonces perdí mi tiempo contigo. Sólo no le cuentes nada a Chaewon ¿me oíste? — le advertí apuntando mi dedo.

— Eso no va a ser posible. — fruncí mi ceño confundida.

— ¿Por qué no?

— ¿Sabes como me enteré de esto? — obviamente yo no lo sabía, así que negué la cabeza. — Por qué Ningning te vio cuando ibas en el auto con Haechan y se lo contó a Chaewon.

— Y supongo que Chaewon te lo contó a ti ¿no? — pregunté retóricamente.

— Exacto. — torció una sonrisa y yo solté un gruñido.

Voy a matar a Ningning cuando la vea.

— No le digas que te lo dije, sabes como se pone de sentimental.

— Está bien. — solté entredientes. De repente, mi cerebro hizo click y me volví hacia Jaemin. Él me miró extraño al verme alarmada.

— ¿Qué te pasa?

— ¿Hyunjin sabe de esto? — pregunté temerosa. Si mi mejor amigo se enteraba era mi fin y así no podría volver a ver a Haechan. No es que quiera seguir viéndolo ni nada, sólo quiero que me den libertad.

— No te preocupes, Hyunjin no sabe nada. — solté un gran suspiro de alivio y recosté mis brazo y cabeza sobre la mesa. Oí a Jaemin soltar una pequeña risa. — Pero yo que tú tendría cuidado, Sun.

— ¿De qué? — alcé la vista posando sólo mis brazo en la mesa.

— Sabes que Hyunjin no tolera el tema de ese chico, por alguna razón. Así que si vas a seguir viéndote con Haechan o algo por el estilo, será mejor que seas cautelosa.

— ¿Me estás sugiriendo que le mienta? — parpadeé algunas veces con incrédulidad. — Y no me estoy viendo con Haechan, ni siquiera somos amigos.

— ¿Enserio? Yo creí que sí. — me sonrió burlón.

— Miras mucha televisión, Nana. — soltó una risa pequeña y me miró por un segundo antes de mirar abajo. — No creí que me aconsejarías mentir.

— No me gustan las mentiras, Sunhee. Y tú sabes cuanto las odio. Pero en este caso es mejor que sea así. Tampoco quiero tener problemas con Hyunjin conociendo el carácter que tiene.

— Lo sé. — asentí formando una mueca en mis labios. Luego miré una pequeña pero preocupada sonrisa dibujada en sus labios.

— Sólo quiero que tengas mucho cuidado, Sunhee.

(...)

— ¿Por qué me traicionaste? — me senté en la orilla de mi cama, cruzando los brazos mientras miraba con severidad a la pelirroja avergonzada frente a mí. Sé que no debería enojarme con ella, pero ambas teníamos un acuerdo de no hablar sobre Haechan y ella acaba de romperlo.

— Perdóname, Sunhee. Pero no sabía lo que te iba a pasar si estabas con Haechan.

— ¿En qué momento dudaste de él? — me crucé de brazos.

— Sólo digo que no estaría bien acercarse a él después de como te trató la otra noche en el club.

— Sí, es verdad. Pero ¿y eso qué? Ya quedó en el olvido. — alcé los brazos al aire y mi amiga soltó una ligera risa por mi dramatismo. — De todos modos sigo molesta contigo.

— Unnie... — formó un leve puchero que me provocó ternura, pero no se la demostré gracias a mi orgullo. — Lo siento, ¿sí?

— ¿Y sólo se te ocurrió la grandísima idea de contarle a ellos? — arqué una ceja con incrédulidad.

— ¿Hubieras preferido que se lo contara a Hyunjin? — me quedé callada. Creo que era preferible que mis amigos, excepto Hyunjin, lo sepan.

— Como sea. No me pasó nada, estoy bien. ¿Okey?

— Aun así creo deberías tener cuidado.

— Ya suenas a Jaemin. — rodé los ojos. — Por cierto, ¿qué pasó con Renjun?

— ¿Por qué... lo... quieres saber...? — pude notar un leve color rojor apareciendo sobre sus mejillas. Se nota que le gustaba el chico.

— Curiosidad. — sonreí con descaro.

— No hay nada, sólo... somos buenos amigos. — encogió sus hombros ocultando su cara mientras sonreía.

— ¡Ya llegué! — de pronto Chaewon entró por la puerta de la habitación quitandose sus gafas negras de sol.

— Bueno, supongo que las dejo para que hablen. — Ningning me abrazó antes de salir de la habitación, pero la detuve del brazo.

— ¿Ya te vas? — forcé el agarre para que se quedara.

— Quédate, Ning. — Chaewon le insistió pero aun así la pelirroja negó con una dulce sonrisa llena de afabilidad.

— Mi madre me espera. Nos vemos, Sunhee. — agitó su mano al salir de la habitación rápidamente. Ningnig me dejó a mi suerte con Chaewon. ¿Qué hice para merecer esto?

— Bueno, supongo que tú y yo tenemos que hablar. — la pelinegra se sentó al borde de mi cama cruzando una pierna sobre la otra así como sus brazos.

— Ya te lo contó Ningning, ¿qué más quieres saber? — rodé los ojos.

— Sólo quiero saber una cosa, ¿por qué lo ayudaste?

— ¿Por qué no debería hacerlo? — fruncí mi ceño. ¿Ahora que estoy haciendo mal?

— Que yo sepa, Haechan no es la persona más amable como para que alguien le haga un favor.

— Eso fue lo que tú escuchaste, pero la verdad es que nadie sabe quien es realmente. — no es como que lo esté defendiendo, pero yo no ando por allí juzgando sin antes conocer a alguien.

— ¿Por qué presiento que ese chico te llama la atención? ¿No te gustará, verdad? — rodé los ojos soltando un gruñido.

— Claro que no, Chaewon. Ni siquiera somos amigos.

— Está bien, sólo preguntaba. — me levanté caminando a mi escritorio para tomar algo. — ¿Y lo llevaste a la puerta de su casa?

— ¿Tú que piensas? — le respondí con obviedad.

— ¡Qué cortesía la tuya! — se burló.

— ¿Puedes dejar de ser sarcástica sólo por un momento? — rápidamente dejó de reír. Chaewon no se comportaba así, y su manera de ser ya me estaba cansando. La oí soltar un profundo suspiro.

— Escucha, puede que para ti sea cosa de nada, pero para quienes vimos lo que le pasó a Yujin no lo fue. — su voz se volvió severa, era claro que se había molestado. Luego sus facciones se suavisaron al igual que su voz. — Sólo tratamos de cuidarte.

— Suenas más como mi mamá que ni como mi mejor amiga. — cuando le reprendí ella se agachó. — Y entiendo tu preocupación, pero deberías darle una oportunidad para después seguir juzgando ¿no crees? — Chaewon no me contestó nada después de un rato. Entiendo que esté asustada, pero las cosas no siempre son como imaginamos.

Haechan no era la persona más amable que he conocido, pero no por eso voy a juzgar sus acciones sin antes saber quien es. Incluso cuando yo no soy de su agrado.

— Tengo que irme.

— ¿A dónde vas? — me dí la vuelta para verla levantandose de mi cama.

— Voy a su casa.

— ¿De Haechan? ¿A qué irás?

— A entregar esto. — le enseñé una cadena de oro enredada entre mis dedos y un dije de corazón flotando. Sus ojos se iluminaron al verlo.

— Es muy bonito.

— Lo sé. Creo que se le perdió a una de sus hermanas cuando íbamos en el auto. — sonreí al ver el dije.

— ¿Haechan tiene hermanas? — frunció su ceño y asentí.

— Sí, tiene tres. La menor asiste a la escuela donde hago mi servicio. — Chaewon no emitió una palabra, pero parecía estar muy sorprendida con tanta información. — Como sea. ¿Me acompañas?

(...)

— ¿Estás segura de que no quieres bajar? — me volteé hacia ella mientras seguíamos dentro del auto. Ella negó su cabeza como la de un robot, aun podía entender que estaba asustada por lo que decidí bajar del auto y caminar hacia la casa del chico.

Cuando llegué a la puerta toqué algunas veces y esperé a que alguien abriera. Pero no fue así. ¿Y si no estaba ahora?

— ¿Quién eres tú? — una voz chillona me hizo girar para ver a una chica parada frente a la casa. Era de tes pálida, cabello castaño lacio y largo a la cintura, cruzaba sus brazos de una manera que gritaba superioridad.

Bajé los escalones y al momento que me acerqué a ella supe que era un poco más joven que yo.

— Soy Sunhee. — le extendí mi mano amablemente, pero ella sólo la miró con indiferencia antes de volver a mirarme. Esto era incómodo.

— ¿Buscas a Haechan? — yo asentí a pesar de que estaba siendo muy grosera conmigo. — ¿Y para que lo buscas? ¿Necesitas algún favor suyo o qué?

Esta chica era de sangre pesada, de eso no hay duda.

— Sólo quería devolverle algo que le pertenece a su hermana. Parece que lo perdió en mi auto. — dije sin pensar, sólo para entonces su expresión cambió a una de incrédulidad.

— Espera, ¿dices que en tu auto? — yo asentí tímidamente. — ¡Ah, ya veo! Tú eres la chica que los dejó el otro día en un auto grisáceo ¿no?

— S-sí... soy yo. — empecé a sentirme nerviosa y las manos me comenzaron a sudar.

— Claro, tú debes ser una de esas chicas ricas ¿no? — sonrió con falsedad. — Sabes, te voy a decir algo y espero que lo entiendas, pero a Haechan no le gustan las chicas como tú. Así que vete haciendo a la idea de que no querrá nada contigo. — me quedé perpleja por un segundo. ¿Acaso creía que yo deseo algo de él? Sin embargo, dijo lo mismo que me había dicho Mark hace unos días.

— ¿Tú eres su amiga? — al menos quería saber quien era para hablarme así, rodó los ojos seguido de una risa burlona. Y me miró seriamente.

— Eso no te incumbe a ti. — aunque no la conociera ya me estaba hartando de su actitud, y apesar de eso me estaba mordiendo la lengua para no insultarla. — Mejor vete, perras como tú no queremos aquí.

— No me voy a ir. — solté con firmeza. No me importa lo que ella piense, yo de aquí no me voy hasta entregar ese collar. Me dí la vuelta para volver a subir las escaleras.

— ¿Enserio? — oí su voz detrás de mí y de pronto sujetó mi cabello por detrás haciendome caer por los dos primeros escalones. Mi cabeza dolía pero aun sí me levanté. Ella sonreía con sorna pero yo alcé mi mano para plantarle una bofetada cuando una voz a lo lejos me detuvo.

— ¡Oye, tú! — Chaewon salió del auto corriendo con dificultad gracias a sus altos tacones de diseñador sobre la tierra arenosa. — ¡Deja en paz a mí mejor amiga! — tomó una piedra del camino y se la arrojó a la chica sin éxito ya que esta había corrido.

Cobarde.

— ¡No huyas, imbécil! — Chaewon se tambaleaba y sus pies no resistieron más cuando tropezó cayendo de rodillas.

— ¡Chaewon! — corrí hacia ella. La tomé del brazo y miré como sus palmas frágiles y delicadas estaban cubiertas de suciedad y pequeñas marcas.

— ¡No puede ser! — se quejó formando un puchero mientras yo intentaba ayudarla a ponerse de pie.

— ¡Sunhee! — giré mi cabeza para ver a Mark corriendo hacia nosotras. — ¿Están bien? — asentí con una pequeña sonrisa, y me ayudó a levantar a Chaewon.

— Sólo esto me faltaba. — Chaewon se miró las rodillas sucias con pequeñas marcas alrededor de estas mientras sacudía el polvo de su falda. — La acabo de comprar ayer. — empezó a lloriquear. — Si no fuera porque esa estúpida...

— Ya olvídala. — murmuré con reproche para que dejara aun lado su drama de una vez por todas. A veces Chaewon podía comportarse un poco inmadura.

Ví a Mark recoger el bolso negro de mi amiga y le sacudió el polvo con delicadeza. Miré a Chaewon un poco sorprendida.

— Ten. — el peliazul le entregó el bolso y Chaewon lo tomó tímidamente.

— Gracias. — murmuró y una pequeña sonrisa se formó en su rostro mirando a Mark.

— Bien. Mark, ella es Chaewon. Chaewon te presento a Mark.

— ¿Eres amiga de Sunhee? — Chaewon le dio un pequeño asentimiento. — Un gusto conocerte entonces. — Mark extendió su mano para saludar y Chaewon la aceptó.

— Lo mismo digo, Mark. — ambos sonrieron mientras no despegaban la mirada del otro ni soltaban sus manos.

— ¿Sunhee? — me giré para ver a Haechan salir por la puerta de su casa, pero sin bajar hacia nosotros. Rápidamente corrí hacia él.

— Haechan... — cuando me acerqué me dí cuenta que estabamos muy cerca del otro por lo que dí un paso atrás, y por una extraña razón me sentía nerviosa.

— ¿Qué haces aquí?

— Venía a traerte esto... — saqué de mi bolsa el collar de corazón y se lo extendí. Haechan abrió los ojos perplejo al verlo.

— ¿Dónde lo encontraste? — me lo arrebató y lo miró con recelo como si quisiera que nada le hubiese pasado.

— Lo encontré debajo de los asientos de mi auto, supongo que una de tus hermanas lo perdió. — solté rápidamente, después miré su rostro suavizarse un poco.

— Sí, es de Haneul. — soltó con severidad, pero al menos se escuchaba más tranquilo.

— Bien, yo... debo irme. Adiós. — me dí la vuelta y empecé a correr hasta que pasé por el lado de Chaewon y Mark que estaban conversando. — Listo, vámonos.

— ¿Tan rápido? — oí a mi amiga decir por detrás pero yo seguí mi camino hasta llegar a mi auto y subir. Solté un gran suspiro mientras cerraba los ojos y me llevaba las manos a la cara. ¿Por qué me puse así?

Chaewon se subió y me miró algo extraña.

— ¿Por qué quieres irte tan pronto? Estaba teniendo una conversación con Mark.

— Ya es algo tarde, debemos irnos. — metí la llave en la herranura para encender el motor.

— Son las cuatro de la tarde. — Chaewon exclamó con incredúlidad y la ví fruncir su ceño con rareza. — ¿Qué te pasa? ¿Te dijo algo Haechan?

— Ni le dí tiempo de hablar.

— ¿Y eso?

— No lo sé, sólo hay que irnos. — Chaewon no dijo nada y yo seguía conduciendo, aunque ahora se me dificultaba para hacerlo.

¿Qué me está pasando?

Después de un pequeño tiempo he regresado.
Espero les haya gustado. 💌

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