04. Cigarrette
Hyunjin suspiró mirando al cielo para después bajar la vista en mí.
— De acuerdo. — abrió los brazos como si no tuviera otra opción y cruzó estos recargándose sobre la puerta del auto.
Alcé una ceja golpeando mi pie en el suelo varias veces, esperando a que alguien hablara.
— Iba en la Universidad el año pasado. — giré mi cabeza hacia Jaemin quien había hablado.
— ¿Así que iba con ustedes?
— En el mismo grado. Pero no íbamos juntos.
— Ni siquiera le hablábamos, sólo lo conocemos de vista. — Chaewon se encogió de hombros mirando al suelo.
Mi boca se formó en una "O".
— Entonces... ¿tampoco saben su nombre? — pregunté con ápice de curiosidad.
— No es bueno siquiera mencionarlo. — fruncí mi ceño hacia Hyunjin.
— ¿Por qué no?
— Es de mala suerte. — rodé los ojos con incrédulidad y una risa se escapó de mis labios. Me parecía absurda la manera en como lo decía. — No te rías, Sun. — me miró serio y dejé de reír.
— Tampoco seas exagerado. — Jaemin soltó una risa mientras le fulminaba con mala cara.
— Todo el mundo sabe lo que hizo.
— ¿Todo el mundo? — lo miré algo confundida.
— Toda la Universidad sabe quien es. — Chaewon rectificó.— Aunque es cierto que todos fuímos testigos de lo que lo vimos hacer.
— Bueno, ¿y qué hizo? — miré hacia arriba con impaciencia porque ya quería que me soltaran todo de una vez.
— Tenía una relación con una de las chicas más bonitas de la Universidad. — dijo Hyunjin.— An Yujin ¿la recuerdan?
Ví a Chaewon y a Jaemin asentir.
— Yujin era una de las chicas más populares de la Universidad. — Jaemin habló. — Ella lo seguía todo el tiempo, hasta que un día empezaron a salir, pero tiempo después su relación se volvió muy tóxica. Dicen que él era muy celoso con ella, y se enojaba por la más miníma cosa que Yujin hiciera. ¿Sabes qué pasó? Intentó matarla desde la ventana del tercer piso de la Universidad. Afortunadamente Yujin no está muerta, pero ahora pasará el resto de su vida lisiada en una silla de ruedas.
Mi boca se abrió con horror a cada palabra que oía. Y pensar que un chico tan lindo como él fuera capaz de hacerle daño a alguien.
Por un momento mi estado de ánimo se apagó, pero por otro lado la curiosidad me despertó.
— ¿Ustedes lo vieron hacer eso? — de pronto todos se miraron entre todos y bajaron la mirada.
— Bueno... técnicamente no. —Chaewon volteó a verme. —Pero vimos cuando Yujin estaba en el suelo sin poder levantarse.
Mis cejas se alzaron pero no volví a decir nada.
— Sólo imagínate estar en una relación donde tu propio novio sea capaz de matarte. — Hyunjin me miró fíjamente. A decir verdad, no quisiera pasar por eso porque suena horrible con sólo escucharlo. — Las personas así son unos monstruos, Sunhee. Y hay que cuidarse de ellos.
Una mueca de disgusto se formó sobre mi boca tan sólo pensar que ese chico podría ser de la manera que ellos describen. Pero... por alguna razón siento que algo no me cuadra bien.
— Cómo sea, lo mejor será no volver por aquí.
— ¡Pero, Hyunjin...! — Chaewon chilló cual niña pequeña. Mi amiga era una amante de las fiestas y quitarle ese derecho era como quitarse a sí misma.
Suena tonto pero así es.
— Chaewon, no empieces. — el rubio apuntó hacia ella en forma de advertencia y mi amiga sólo formó un puchero cruzando sus brazos. — Buscarémos otro lugar, pero aquí no hay que volver. — me miró de nuevo. — ¿Entendiste, Sunhee? — rodé los ojos y asentí lentamente a mala gana.
Hyunjin era mi amigo, no mi padre.
(...)
1 semana después.
Cerré la puerta de mi habitación junto con el plato de botanas que llevaba en mis manos. Ningning se quedaría a dormir conmigo ya que teníamos que entregar un importante proyecto para el lunes.
Y de paso, aprovecharíamos para hacer una pijamada ya que era viernes por la noche.
— Es bueno estar en tu casa, Sun. — sonreí sentándome a su lado en mi cama, mientras ella hacia espacio quitando nuestros materiales de trabajo y dejando a un lado la lapto que estaba en su regazo.
— Me alegra que podamos hacer el proyecto juntas, y de paso, hacer una pijamada. — me llevé una galleta de chocolate a la boca, ella asintió riendo y tomó una galleta llevándola a su boca también.
— Ya no me has contado nada sobre el Club.
— ¿Ah, no? — fruncí mi ceño fingiendome confundida, mojando otra galleta en un vaso con leche y llevándola a mi boca. —¿Cómo qué?
— ¿Qué tan bueno es? — me puse pensativa por un momento. La verdad es que no le había contado como era en realidad el ambiente de allá, pero ella se miraba muy curiosa aunque también algo necia.
— Bueno... hay de todo. — hice hincapié en la palabra "todo". Ella pareció captarlo ya que asintió formando una "O" con sus labios. — De todos modos, no te lo recomiendo, hay mucha gente idiota allí.
Ella soltó una risita.
— Sí, claro. — fruncí mi ceño mirándola con una curva en mis labios.
— ¿Por qué estás tan interesada por los Clubs? — crucé mis piernas y apoyé mi mejilla sobre la palma de mi mano. Tenía mucha curiosidad por saber que era lo que la alentaba a preguntarme sobre lo mismo.
— Sabes que nunca he ido a uno.
— Lo sé. — respondí con obviedad.
— He escuchado que hay muchos chicos lindos. — inclinó la cabeza ocultando un leve rubor en sus mejillas.
Me reí en el acto.
— ¿Así que sólo es por eso? — ella me miró y asintió. No me extraña que lo pregunte, porque para ser honesta dice la verdad. En el club tienes la fortuna de encontrarte con gente muy guapa. Y linda también. — Bueno, estás en lo cierto.
— ¿Has conocido a algún chico lindo? — tragué duro y mis mejillas comenzaron a calentarse. Claro que conocí a uno. Uno desagradable aunque por fuera parezca un ángel.
— Sí... he conocido a uno. — sonreí y asentí.
— ¿Y es lindo? — Ningning me pegó un codazo sonriendo juguetona. Yo volví a reírme mientras asentía.
— Sí, es muy lindo. — reprimí mis labios sólo de mencionar la palabra "lindo". Quiero decir, el chico es guapo, pero sólo eso.
— ¿Te gustaría volver a verlo? — honestamente no quisiera volver a toparme con él en ninguna parte, aunque mi subconsciencia me decía otra cosa.
— No lo sé, es complicado. — me encogí de hombros comiendo otra galleta.
— No mientas, sabes que es verdad. — me pegó otro codazo haciéndome reír.
De acuerdo, con ella no puedo disimular nada.
— Me encantaría poder ir un día contigo. Pero ya sabes, aun soy menor de edad. — la ví formar una mueca encogiendo sus hombros. Luego tomó otra galleta y miró su celular.
Me sentí mal por ella porque sabía que quería hacerlo. Pero yo no podía llevarla conmigo sólo para que se le quitase la tentación, y eso suma a que viese un ambiente en el que no era apto para su edad todavía.
Aunque...
— Oye, Ning. — usé el apodo que tenía para ella y volteó a verme. — ¿Trajiste un cambio de ropa?
(...)
Cuando salímos del taxi Ningning me tomó de la mano y nos adentramos al Club.
Debo decir que esto no está bien. Pero si lo hago sólo es por mi amiga, así que espero valga la pena venir sin avisar a mi madre, eso sumando a que eran más de las 10 de la noche y las calles estaban desiertas.
Ningning dio saltitos de emoción cuando miró la fachada del lugar.
— ¿Es aquí? — me miró con sus grandes y bellos ojos marrones. Yo asentí sonriendo y nos adentramos.
Al pasar por la puerta una ola de silbidos y piropos nos recibieron, y sentí a mi amiga apretar mi brazo, aferrándose a mí.
— ¿Eso es normal? — murmuró en un tono agudo, como si estuviese asustada.
— Sí, lo es. — solté sin emoción en mi voz. — Pero no te preocupes, mientras seas precavida y no te separes de mí todo estará bien. — le regalé una sonrisa aunque ella asintió sin convicción.
Todo el mundo se nos quedaba mirando a cada paso que dabamos, y debo admitir que por ser la primera vez en venir por mi propia cuenta y sin mis amigos me sentía algo asustada y nerviosa.
Entonces recordé una cosa que me enseñó Chaewon.
— Sólo has lo mismo que yo. — pasé saliva antes de ponerme seria, sin mostrar ninguna clase de emoción en mi rostro. Ví a Ningning hacer lo mismo y se desprendió un poco de mí, pero seguía sujetando mi mano.
Según Chaewon, era como una clase de arma para que nadie presienta que tienes miedo o que estés asustado. Como para protegerte a sí mismo.
Caminamos así hasta llegar a una mesa y nos sentamos.
— ¿Qué quieres de beber? — tuve que gritarle cerca de su oreja puesto que el volumen de la música era muy alto.
— ¿Tengo que tomar? — ella se veía muy desconcertada lo que me provocó soltar una risa por lo inocente que se escuchaba.
Aunque yo también era un poco inocente en algunas cosas, así que dejé de burlarme.
— Si no quieres...
— No, si quiero. — la miré decidida y me levanté caminando hacia la barra. Pero en cuanto me estaba acercando me llevé una gran sorpresa.
Estaba Jaehyun detrás de la barra como siempre, sólo que esta vez había una chica que no era Chaewon. Pero eso no era todo, ambos se estaban besando y me sentí muy mal por mi mejor amiga.
El chico se separó rápidamente de ella cuando me vio por el rabillo de su ojo. Yo fingí una sonrisa mientras me acercaba.
— Hola, Jaehyun. — solté directamente, ignorando a la chica que seguía allí. Él parecía estar muy sorprendido por verme.
— H-hola, Sunhee... — vi hacer su mejor imtento por sonar con normalidad.
— Te veo luego, cariño. — oí a la chica irse, pero no volteé a verla.
— ¿Quién era ella? — fruncí mi ceño como si no tuviese idea.
— Ah, ella... sólo es una amiga. — sonrió.
"Se nota que son muy amigos" — pensé sarcásticamente.
— ¿Te ofrezco algo? — él sabía que sospechaba algo, los hombres no son tan estúpidos para saber cuando están haciendo las cosas mal.
— Claro. — asentí con una dulce sonrisa.
(...)
Regresé con dos margaritas en mis manos, pero al llegar con Ningning me sorprendió ver que no estaba sola.
Estaba hablando con un chico. Cabello castaño, de piel pálida y rasgos chinos como los de ella. Se veía una persona agradable por como estaban hablando.
Me acerqué para sorprenderlos.
— Llegué. — anuncié poniendo las bebidas sobre la mesa. Luego ambos voltearon a verme.
— Sunhee, mira él es Renjun. — miré al chico y le sonreí cortésmente extendiendo mi mano.
— Hola, Renjun.
— Hola. — me correspondió el saludo sonriéndo amable.
— Le dije que vine contigo y dice que podemos sentarnos con él y sus amigos. — Ningning parecía emocionada, pero casi eran las doce, y acordamos quedarnos sólo una hora antes de que llegara mi madre del trabajo.
— Supongo que podemos quedarnos sólo por un rato más. — Ningning sonrió y se levantó a la par con Renjun. Él le ofreció su brazo y ella con mucho gusto aceptó. Bueno, alguien estaba muy feliz esta noche.
Los seguí por detrás y cuando llegamos miré en el sillón a un chico de cabello azul mirando su celular. Ni siquiera se percaptó de nosotros cuando llegamos.
— Oye, Mark. — Renjun lo llamó y el chico alzó la vista hacia él y luego a nosotras. — Estas son Ningning y Sunhee.
— Hola. — soltó directamente pero amable. Nosotras agitamos nuestras manos para saludarle igual.
— ¿Quieres sentarte? — Renjun le preguntó a Ningning y ella aceptó sentarse junto a él.
Yo estaba apunto de sentarme a su lado cuando escuché una voz que hizo temblar mi columna.
— Vaya vaya, nos encontramos otra vez. — suspiré irritada antes de darme la vuelta lentamente. Y allí estaba, con una botella de cerveza en su mano. Mirándome juguetón.
— No es cierto. — solté retóricamente.
— Pensé que no te atreverías en venir otra vez. — solté una carcajada que se escapó de mi boca.
— ¿Por qué creíste que no vendría? — me crucé de brazos alzando una ceja, mirándole fijamente. — Para que lo sepas, yo puedo venir cuando me pegue la gana. ¿Te parece?
— Lo que sea. — en su otra mano tenía un cigarrillo, se lo llevó a los labios para después echarme humo en la cara.
Empecé a toser ahuyentando el humo de mi cara con mi mano.
— ¿Qué? ¿te molesta?
— Todo lo que tiene que ver contigo me molesta. — solté directamente cruzándome de brazos.
— Oh, la pobre princesa ya se enojó. — fingió una tierna voz que sólo aumentó más mi furia. — Este no es un lugar para ti, nena.
— No eres tú quien para decirme a donde puedo ir o no. — alzó una ceja y una curva se formó en sus labios.
— Veo que trajiste a una niña rica igual que tú. — asomó la cabeza por encima de mi hombro. Sabía que se refería a Ningning, pero ahora yo tenía fruncido mi ceño.
— ¿Qué tienes en contra de la gente rica? — le pregunté curiosamente. Para ser sincera, quería saber que tenía en mi contra, ni siquera me conocía y ya estaba insultándome. Pero supongo que así son los chicos de su clase.
Lo próximo que hizo fue acercarse a mi oreja, me estremecí cuando su aliento chocó contra mi piel.
— Todo. — murmuró, y por muy idiota que parezca su voz era bastante seductora. Se separó, y yo me quedé más confundida. De pronto, recordé que ya era tarde y me giré acercándome a mi amiga que aun hablaba con Renjun.
— Ningning, es hora de irnos.
— ¿Qué eres, su mamá? — oí su risa burlona detrás de mí. Cerré los ojos antes de girarme a él con una dulce pero falsa sonrisa.
— ¿Puedes dejar de molestarme sólo por un segundo? — mi sonrisa se borró al final y le mandé una mirada muy enojada. Me volví hacia mi amiga. — Ning...
— Ya voy, ya voy. — parecía un poco molesta conmigo, pero eso no me importó. Ambas nos despedimos de Renjun y de Mark.
— ¿No te vas a despedir de mí? — me paré en seco, pero no me volteé a verlo. Suspiré y seguí caminando hasta llegar a la salida.
La brisa me golpeó todo el cuerpo, y la chaqueta que llevaba sobre mí no era de mucha ayuda.
— ¿Por qué decidiste en irnos? Estábamos conversando muy a gusto. — Ningning se cruzó de brazos triste.
— Te recuerdo que sólo nos quedaríamos por un rato. Mira la hora que es. — le mostré la pantalla encendida de mi celular marcando las 11:54.
Ella soltó un suspiro.
— Por suerte conseguí su contacto. — se encogió de hombros y ví su semblante alegrarse, y eso me hizo alegrarme también. De pronto siento vibrar mi celular en la bolsa de mi chaqueta.
Desbloqueé la pantalla y juro que casi me da un infarto al ver un mensaje de mi madre.
— Sunhee, acabo de salir del turno. Llegaré en 20 minutos.
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