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࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮1 」

«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗎𝗇𝗈»... [𝖮1]

❝𝗥𝗲𝗯𝗲𝗹𝗱𝗶𝗮 𝗶𝗺𝗽𝗮𝗿𝗮𝗯𝗹𝗲❞

Aquel día, la noche ya había caído sobre la ciudad cuando Park Jimin llegó a casa, tambaleante y visiblemente herido. Los rastros de la pelea en el instituto eran inconfundibles: un corte sobre la ceja dejaba un delgado hilo de sangre resbalando por su mejilla, su labio inferior partido apenas se contenía de arder, y sus nudillos mostraban rastros de golpes recientes, un rojo vivo que hablaba de la furia con la que había enfrentado a su oponente. Su chaqueta desordenada y su mirada desafiante eran el vivo reflejo de la tormenta que habitaba dentro de él.

Sin embargo, Jimin no parecía avergonzado, ni arrepentido; más bien, llevaba aquellos golpes como una declaración de su propia inconformidad, una última muestra de su resistencia frente a las expectativas que sus padres habían impuesto sobre él desde siempre.

Apenas cruzó el umbral de la puerta, sintió la pesada mirada de su padre clavándose sobre él, cargada de un enfado que solo aumentaba con cada paso que Jimin daba. El hombre, alto y severo, lo miraba con una mezcla de desaprobación y frustración, como si aquellos golpes fueran la confirmación de sus peores temores respecto a su hijo.

━ ¿En qué demonios estabas pensando, Jimin? ━ rugió su padre, su voz resonando con dureza en el hall de la casa, envolviendo a Jimin en una tensión que parecía irrespirable.

Jimin, con los labios apretados y la mirada firme, no pronunció palabra. Su expresión era la de alguien que, aunque herido, no estaba dispuesto a bajar la cabeza. Aquella rebeldía muda encendió aún más la furia de su padre, quien dio un paso adelante con el brazo levantado, amenazando con descargar su enojo sobre él. La sombra de su brazo levantado fue una advertencia suficiente, pero Jimin, inmóvil, mantuvo su postura desafiante, decidido a no retroceder, aún si eso implicaba recibir el castigo que su padre tan vehementemente deseaba imponerle.

━ ¡Es suficiente! ━ intervino su madre, avanzando con paso firme y tomando la mano de su esposo antes de que pudiera llegar a Jimin. ━ No vas a golpearlo. No así.

La voz de su madre era suave, pero firme. Con una mezcla de comprensión y determinación, miró a su esposo, exigiéndole que retrocediera. Aunque su padre aún ardía en rabia, cedió ante la insistencia de su esposa. Con un resoplido de desdén, dejó caer su brazo y apartó la mirada, como si simplemente ignorarlo fuera su forma de castigo.

Jimin, sin decir una sola palabra, avanzó hacia su habitación, cada paso resonando con un eco de rebeldía que lo acompañaba como una sombra. Apenas cerró la puerta detrás de sí, sintió cómo su propia ira comenzaba a arder en su interior, una llama intensa que lo consumía, pero que no encontraba escape. Aquella opresión en su pecho, el peso de las expectativas de su familia y las reglas que nunca entendió ni aceptó, se acumulaban cada vez que respiraba.

Estaba atrapado en un ambiente que lo asfixiaba, en una casa que, aunque lujosa, no era más que una prisión para su espíritu inquieto. Tiró la mochila al suelo con un gesto brusco y se dejó caer sobre la cama, cerrando los ojos y permitiendo que aquella mezcla de furia y frustración lo arrullara hacia un sueño pesado, lleno de sombras y desencanto.

Al día siguiente, el sol apenas iluminaba la mañana cuando Jimin descendió las escaleras, todavía sumido en sus pensamientos, con las marcas de la pelea aún visibles sobre su piel. Al llegar al comedor, lo primero que notó fue la presencia de un hombre desconocido, alguien que se destacaba por su porte y presencia. Jimin lo observó de reojo, sin darle demasiada importancia.

Vestía un traje azul oscuro impecable que resaltaba el tono blanco de su piel, y su cabello negro, perfectamente arreglado, caía de manera elegante sobre su frente. Era un hombre alto, de aspecto imponente y serio, cuya presencia en la mesa parecía casi natural, como si hubiera estado allí siempre.

Sin embargo, Jimin apenas le dedicó una mirada desinteresada, enfocándose en servir su desayuno sin mayores preocupaciones. Su madre y su padre intercambiaron una rápida mirada antes de que su padre aclarara la garganta, indicando que tenía algo que decir.

━ Jimin ━ comenzó su padre, su voz sonando con una mezcla de seriedad y algo de reticencia ━, quiero que conozcas a alguien. Él es el señor Jeon, y a partir de hoy será tu nuevo profesor de modales.

Jimin detuvo el movimiento de su cuchara y levantó la vista, mirando a su padre con una ceja arqueada, como si aquello que acababa de escuchar fuera alguna especie de broma pesada. Miró de nuevo al hombre desconocido - al señor Jeon - con una expresión de escepticismo, antes de soltar una pequeña risa que apenas ocultaba su desprecio.

━ ¿Profesor de modales? ━ preguntó, con una mueca que reflejaba tanto burla como incredulidad.

━ Sí, Jimin ━ intervino su madre con un tono que intentaba ser conciliador, aunque con una firmeza que Jimin reconoció al instante. ━ Sabes que en unos meses partirás al extranjero. El matrimonio que hemos organizado para ti es importante, y es fundamental que te presentes como alguien digno de esa unión.

Los ojos de Jimin chispearon con una mezcla de enojo y diversión sarcástica. Era claro que sus padres seguían aferrados a la idea de convertirlo en el "hijo perfecto," aquel que encajaría en el mundo de los negocios y las relaciones arregladas. Pero él no estaba dispuesto a convertirse en el títere de nadie, y mucho menos a aceptar que un "profesor de modales" pudiera cambiar en él algo que ni él mismo deseaba cambiar.

Dirigió entonces su mirada al señor Jeon, quien permanecía estoico, observándolo con un par de ojos oscuros que parecían analizar cada uno de sus movimientos y gestos. Pero Jimin, incapaz de tomar en serio la idea de ser "educado" por un desconocido, se cruzó de brazos y se reclinó en su asiento con desdén.

━ Con todo respeto, señor ━ dijo Jimin, aunque su tono dejaba claro que el respeto estaba ausente ━, realmente me importa una mierda.

El aire en la sala se volvió denso de inmediato, y la expresión de su padre se oscureció. Sin embargo, el señor Jeon no mostró ninguna reacción evidente, permaneciendo imperturbable frente al comentario de Jimin, como si aquel desprecio no le afectara en absoluto. La única señal de interés que demostró fue un leve arqueo en una de sus cejas, un gesto tan sutil que cualquiera podría haberlo pasado por alto.

━ Será interesante trabajar contigo ━ comentó Jeon finalmente, su tono tranquilo, pero con una profundidad que Jimin no alcanzó a comprender del todo.

Era como si hubiera una amenaza oculta en sus palabras, algo que escapaba a la comprensión inmediata pero que, de alguna forma, le erizó la piel.

Jimin solo lo miró, desconcertado por la falta de reacción ante su insolencia. Había esperado una reprimenda o algún tipo de advertencia, pero el señor Jeon parecía haber tomado sus palabras con una indiferencia aplastante, una actitud que solo encendió más la chispa de desafío en Jimin.

Sin embargo, en aquel instante, algo en su interior le advirtió que aquel hombre no era como los demás adultos con los que había tratado. Había algo en su mirada, en la calma de su voz, que le hizo sentir una inquietud que, aunque imperceptible, comenzaba a surgir en él. No obstante, Jimin, decidido a no dejarse intimidar, sostuvo la mirada de Jeon con altanería, sin comprender aún el impacto que aquel encuentro tendría en su vida.

El aire denso y cargado del estudio de pintura envolvía a Jimin, quien se encontraba de pie frente al lienzo, su mirada fija en los trazos intensos que sus manos dejaban sobre la tela. Con cada golpe de pincel, descargaba en la pintura una furia reprimida, una ira que, aunque parecía no tener un destino claro, necesitaba encontrar un refugio para ser liberada. El salón estaba sumido en un silencio tenso, un silencio que solo era interrumpido por el movimiento frenético de sus pinceles.

El rojo, el negro, el gris se mezclaban en una sinfonía de caos que reflejaba su estado emocional. En cada línea, en cada sombra, Jimin expresaba lo que no podía decir con palabras, lo que su mente no podía procesar. La pintura era su único desahogo, el único medio que encontraba para calmar la tormenta que nunca dejaba de azotarlo.

Fue entonces cuando, sin previo aviso, la puerta del salón se abrió con un crujido suave, interrumpiendo el flujo de pensamientos y movimientos de Jimin. La figura de Jeon Jungkook apareció en el umbral, su presencia imponente llenando el espacio. Jimin no necesitaba levantar la vista para saber quién era; el aura de autoridad de ese hombre era suficiente para hacer que su pecho se tensara. Sin embargo, lo que más lo irritó fue la actitud del visitante: entrar sin ni siquiera pedir permiso, como si la casa fuera suya, como si él fuera parte de esta familia y tuviera derecho a estar en cada rincón.

━ ¿Qué diablos haces aquí? ━ rugió Jimin sin voltear, su voz llena de rabia contenida, mientras sus pinceles seguían danzando sobre la tela. No quería enfrentarse a él, pero la furia de ser invadido de esa manera lo hizo estallar.

Jungkook, que no había mostrado ninguna emoción al entrar, avanzó lentamente hasta quedar frente a él. Su mirada fija y sus movimientos calmados parecían más propios de un depredador que de un hombre común. Se apoyó con elegancia en el borde de la mesa de trabajo, observando a Jimin sin prisa, como si el chico fuera un cuadro en proceso que aún no comprendía del todo.

━ Este es mi lugar ahora ━ dijo Jungkook, su voz tranquila, pero llena de un tono imponente que Jimin no pudo ignorar. ━ Tengo las llaves de la casa, Jimin. Toda la casa es mía, y eso incluye este salón. ¿Lo entiendes?

Jimin lo miró por fin, su mirada incendiada de furia y desdén. No era capaz de tolerar aquella arrogancia, esa sensación de que alguien se apropiara de su espacio personal, de su único refugio. El silencio en la habitación se hizo denso, pesado, mientras los dos se enfrentaban con la mirada, como si estuvieran midiendo quién de los dos cedería primero.

━ ¿Y qué quieres de mí? ━ preguntó Jimin, haciendo un esfuerzo por mantenerse firme, aunque la rabia lo quemaba por dentro. ━ ¿Qué diablos quieres lograr entrando aquí como si fuera tuyo? ¿Crees que puedes hacer que me comporte como un buen niño, como tu puta marioneta?

Jungkook no reaccionó ante el insulto, como si ya estuviera acostumbrado a esa clase de actitud desafiante. Dio un paso hacia él, su rostro impasible, sin una pizca de emoción que pudiera dar alguna señal de debilidad. Su voz, aunque suave, resonó con una autoridad inquebrantable.

━ No es una cuestión de querer, Jimin ━ dijo Jungkook con calma. ━ Es una cuestión de necesidad. Tú necesitas aprender a comportarte, a ser lo que tus padres quieren que seas. Y si no lo entiendes por las buenas, lo entenderás por las malas. Me has dado bastante trabajo para estar aquí, pero no soy el tipo de hombre que se detiene fácilmente. A partir de ahora, no tendrás ningún espacio donde esconderte. Este lugar, tu habitación, incluso tu vida… todo será controlado por mí.

Jimin, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba y su ira se acumulaba, ignoró las palabras de Jungkook y continuó pintando, con los movimientos cada vez más bruscos. Estaba decidido a no ceder. No le importaba lo que dijera ese hombre, él no iba a ser manipulado ni educado de esa forma.

━ ¿Sabes qué? ━ dijo Jimin, casi entre dientes, mientras sus ojos chisporroteaban de desafío. ━ Lárgate de aquí. No vas a lograr nada conmigo. Nadie me va a doblar, y mucho menos un tipo como tú.

Jungkook no mostró ninguna expresión de sorpresa ni de enfado. Simplemente se acercó un poco más, hasta quedar a unos centímetros de él. Jimin, concentrado en su obra, no lo miraba, pero sentía la presión de su presencia como una sombra que se cernía sobre él.

De repente, sin previo aviso, Jungkook se adelantó y, con una rapidez que Jimin no pudo anticipar, lo tomó por el cuello con fuerza, levantándolo ligeramente del suelo. La presión de su agarre hizo que Jimin dejara caer los pinceles de golpe, respirando con dificultad mientras intentaba liberarse de ese dominio absoluto.

━ Ahora te quedas donde te digo, Jimin ━ susurró Jungkook al oído de Jimin, su tono suave pero aterrador. ━ No te equivoques, te estoy dando una lección, y ni tu orgullo ni tu resistencia van a cambiar lo que va a suceder. Te voy a enseñar a ser sumiso, a ser el niño que tus padres siempre quisieron que fueras.

Jimin luchó por respirar, pero no pudo hacer mucho mientras Jungkook lo mantenía sujeto con firmeza. En un parpadeo, Jungkook lo empujó hacia un pequeño cuarto dentro del salón, una habitación oscura y estrecha. La puerta se cerró con un sonido seco y el resplandor del foco se apagó instantáneamente, sumiendo a Jimin en una oscuridad absoluta.

El aire en el cuarto era denso, pesado, y la claustrofobia de Jimin se apoderó de él casi al instante. Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras sus pulmones parecían vacíos de aire, la desesperación creciendo con cada segundo que pasaba.

¿Cómo carajos sabía que su mayor miedo eran los lugares pequeños y oscuros?

━ No… no hagas esto… ━ murmuró Jimin, sintiendo el pánico recorrer su cuerpo. Su mente se aceleró, y el miedo a quedarse atrapado en ese pequeño espacio comenzó a consumirlo.

Jeon, de pie junto a la puerta, esperó en silencio. No dijo nada, no hizo movimiento alguno. Dejó que el miedo de Jimin se acumulara hasta que el joven no pudiera más. La ansiedad, el calor, el sudor y la angustia se apoderaron de él, y Jimin comenzó a golpear la puerta con desesperación, su cuerpo debilitado por el pánico que lo envolvía.

Finalmente, cuando Jimin estaba a punto de desmayarse por la falta de aire, sus palabras se entrecortaron, y la puerta se abrió de golpe. Jimin, tembloroso y sudoroso, cayó al suelo, incapaz de mantenerse de pie. Estaba agotado, inconsciente de lo que sucedía a su alrededor.

Jungkook se arrodilló junto a él, observándolo con una frialdad aterradora, su mano levantándose para tomar el cabello de Jimin con fuerza. El dolor inmediato fue agudo, pero lo que realmente le heló la sangre fue la sonrisa que se dibujó en los labios de Jungkook, una sonrisa fría y llena de una promesa ominosa.

━ Esto es solo un ejemplo ━ susurró Jungkook, su voz baja y sin emoción. ━ Lo que acabas de experimentar es solo el comienzo de lo que vendrá, Jimin. Tienes mucho por aprender… y te aseguro que no será fácil.

Jimin, ya casi completamente inconsciente, no pudo responder, sus ojos cerrándose mientras su cuerpo se relajaba finalmente. Jungkook, al verlo así, se inclinó y, con una risa baja y fría, susurró para sí mismo.

━ Va a ser muy divertido tratar con un niñato como tú.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

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