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Capítulo Veintiuno

Advertencia: este capítulo contiene algunas descripciones de violencia física.

——————•メ•——————

Persiguió a Springtrap por los mismos pasillos por los que lo vio cruzar antes mientras algunos invitados de la fiesta acudían al lugar en dónde se escuchó el disparo, aunque los guardias intentaran mantenerlos en calma y a una distancia ‹‹segura››.

Springtrap sabía que no podía ir con los demás y acusar a alguien por lo que hizo, pues después de todo, él había sido quien fue tras Mangle y las sospechas se levantarían hacia él. Debía ir a un lugar poco o nada habitado, y su mente sólo llegó a pensar en un sólo lugar: los calabozos. Pues no tenían prisioneros en ese lugar. Fue entonces así como corrió cargando a Mangle en su hombro mientras bajaba hacia aquellas mazmorras con Foxy pisándole los talones.

Apenas llegó, su mejor opción fue encerrarse en una de las celdas junto a Mangle, pues llevaba consigo las llaves. En cuánto Foxy llegó miró como el peliverde estaba encerrado junto a su amada.

—Bien Foxy —dijo Springtrap bajando a Mangle—. ¿Qué harás ahora?

La albina se tambaleó un poco al ponerse de pie ya que aún seguía débil, pero el peliverde no perdió tiempo y rápidamente la sujetó de sus manos y puso la misma pistola con la que mató a Lolbit en la sien de su presa.

››Si te vas, si huyes, si corres a pedir ayuda o si siquiera vas a culparme, ella muere —agregó burlón—. No jugaba cuando te dije que si intentabas algo por ella tendrías que cargar con su cuerpo sin vida.

No era como que Foxy tuviera opciones, los barrotes lo dividían y le impedían hacer algo con tal de salvar a Mangle. Estaba atrapado.

—Zelig... —suplicó Mangle—. No tienes que hacer esto.

Springtrap la sujetó más fuerte al punto de lastimarla, ella se quejó.

—Mangle, te sacaré de ahí —dijo Foxy acercándose a los barrotes y tomándolos en sus manos. Aunque no sabía cómo podría sacarla.

Su comentario hizo reír a Springtrap como si de un chiste se tratase.

—¿No quieres morir, Madeleine? —le susurró burlón—. Sólo tienes que quedarte conmigo y todo esto se solucionará...

Mentía.

Ella lo sabía muy bien, Springtrap estaba mintiendo. Ahora que él sabía que Foxy era capaz de todo por ella no iba a dejarlo ir con vida. Rápidamente supuso que si aceptaba, Foxy moriría.

En un intento desesperado por entrar Foxy empezó a atinar golpes en los barrotes con su espada, pero lo único que conseguía era el sonido del golpe de metal entre metal.

—Zelig... no me hagas esto...

—Dime, ¿te quedarás conmigo?

Dicho esto le dio una larga lamida en el cuello desde el hombro hasta llegar a su mentón. Mangle se sintió repugnada.

—Estoy esperando tu respuesta —agregó mientras la lamía, todo sin quitarle la pistola de la cabeza.

Foxy se sentía torturado de contemplar tal escena, buscó cientos de maneras de intentar abrir la celda, aunque no funcionó ninguna.

Mangle seguía callada y sin darle una respuesta. Y Springtrap, ya sin paciencia y desesperado por escuchar su decisión la empujó bruscamente al piso. Ella intentó levantarse al instante, pero él la arrastró nuevamente y se puso sobre ella sujetando sus muñecas contra el sucio suelo.

—¡¿No piensas hablar?! —bramó—. Entonces probemos con otra estrategia...

Colocó la fría punta de la pistola sobre su blanca frente, y entonces miró a Foxy.

››Responde tú por ella. Habla, o despídete de tu sucia pirata.

Ambos zorros comprendieron que, sea como sea, uno de ellos iba a morir esa noche.

››Te daré... diez segundos —añadió restándole importancia al asunto. Luego miró a Mangle—, me parece un tiempo razonable, ¿a tí no, preciosa?

¡Por su puesto que no! Pensaba ella. Lo único que quería era desaparecer de allí junto a Foxy y que todo volviera a la normalidad. Pero algunos deseos simplemente mueren, eliminando toda esperanza.

Springtrap comenzó a contar.

Una lucha mental por qué decir o qué hacer se formó en la mente de Foxy, mientras escuchaba a Mangle decirle:

Di que no, y escapa.

Pero si decía eso, ella moriría.

Si respondía lo contrario, moría él.

Era un juego macabro dónde apostaban sus vidas.

Cinco...

Cuatro...

Tres...

Y entonces había tomado su decisión. Estuvo a punto de hablar, pero en ese momento Mangle lo interrumpió.

—¡Espera!

Springtrap la miró sonriendo.

—¿Sí? ¿Qué sucede?

Mangle bajó la mirada, cerró los ojos breves segundos y suspiró.

—Me quedaré contigo.

El peliverde sonrío victorioso, Foxy inmediatamente se exaltó con la respuesta de la albina.

—¡No! —exclamó junto a los barrotes.

Pero su grito fue ignorado. Springtrap la besó con profundo deseo y aunque a Mangle le repugnó, hubo de responderle. Aquel beso duró un par de segundos durante los cuáles Foxy sentía que le estaban torturando con eso. Sin embargo, ese beso no fue cortado por voluntad de Springtrap. Mangle se separó bruscamente y lo empujó con fuerza lejos de ella, de modo que cayó a su lado. Todo había sido para hacerle bajar la guardia.

—¡Ya estoy harta de necesitar que alguien me rescate! —exclamó con furia.

Se levantó con agilidad y de un movimiento rápido le arrebató la pistola al conejo, amenazándolo al instante con el arma. Springtrap desvaloró su acción con una risa seca y arrogante.

—¡Vamos! ¿Qué piensas hacer Madeleine? Sólo eres una débil niñ...

Su última palabra se vio interrumpida por un disparo en el pie de parte de la albina.

—Dilo otra vez... —agregó con seriedad.

No la había perdido, Foxy la miraba emocionado y asustado. Después de todo, seguía siendo la mujer que amaba. Seguía teniendo el alma de una pirata.

—Foxy, amor —la miró atentamente cuando la escuchó llamarlo—, dame una espada.

No hizo falta más, Foxy le arrojó la segunda espada que traía y Mangle la atrapó. Springtrap comenzó a retroceder arrastrándose en el piso.

—Madeleine... esto no será necesario —dijo con miedo.

—Lo será —contestó ella con frialdad, acercándose a él con la espada y pistola en manos—. Te haré sentir lo que nos has hecho sentir a mí, a Foxy, y al inocente que mataste.

Atinó otro disparo en el muslo derecho del conejo y este se siguió arrastrando con dolor, mientras Mangle le seguía.

»Por las personas del a las que les quitas la comida, su dinero...

Continuó diciendo, esta vez dando otro disparo en su brazo izquierdo.

»Haré que tu obsesión conmigo se vuelva terror hacia mí... ¡ya me cansé de ti, Springtrap!

Y dicho esto una sangrienta escena se pintó dentro de aquella celda. Mangle arremetía disparos contra él y le torturaba con la espada. Estaba cegada. Todo el odio que sentía contra Springtrap salió a flote a través de violentos actos con tal de acabar con la existencia de la peor persona que había conocido: había sido el culpable de sus maltratos, las constantes torturas en los calabozos, obligó a Foxy a lastimarla, intentó matarlo antes, había intentado abusar de ella, anteriormente la vendió a la muerte, era antipático con el pueblo francés, y mató a un inocente que sólo intentaba rescatarla. Todo aquello se juntó y se manifestó en un acto despiadado que Mangle mostraba hacia él.

Foxy contemplaba la sangrienta y enferma escena. En un principio Springtrap intentó defenderse, pero los disparos y cortes con la espada lo dejaron débil y moribundo. Observó como Mangle se detenía unos instantes con la respiración agitada, y entonces le quitó las llaves al cuerpo bañado en sangre y se las arrojó. Él entendió lo que quería.

Abrió la celda, entró, y con su espada cortó las orejas del conejo. Las tomó y las arrojó al otro lado del calabozo.

—De está si dudo que llegue a recuperarse —comentó Foxy con sarcasmo.

Mangle seguía respirando de forma algo agitada, el enojo ya había pasado. Había logrado deshacerse de Springtrap por sí misma. Foxy observó como el hermoso y elegante vestido azul con volantes se había manchado con sangre, además de sus brazos y algo de su cuello. La tomó de las manos y la miró.

››Tranquila —comenzó a calmarla—, Zelig ya no nos molestará jamás.

—No creí que yo llegaría a...

En eso fueron interrumpidos por el sonido de gritos en la parte inferior del palacio, parecían haber más personas de lo previsto y asemejaba ser una especie de invasión. Mangle levantó la mirada algo asustada.

—Parece que lograron entrar...

—Con tu estado nos será un poco difícil salir —comentó Foxy.

Mangle suspiró, bajó levemente la mirada y le sonrió un poco. En presencia de Foxy se deshizo de las enaguas del vestido que se encargaban de darle volumen, ahora la prenda se veía caer como un vestido normal y corriente. Tomó la espada de Foxy y haciendo una rasgadura en el vestido unos centímetros más sobre la altura de la rodilla, lo rompió. El elegante vestido largo y ceñido a la cintura se había reducido a uno un poco más arriba de las rodillas.

El contrario le sonrió, y miró como Mangle se limpiaba un poco los brazos y cuello con los retazos sobrantes del vestido. Aunque la sangre al ser muy difícil de eliminar apenas y logró hacer que estas manchas se difuminaran un poco.

—Con eso basta, capitana —comentó Foxy.

Mangle lo miró y entonces ambos miraron arriba. Ahora tenían que regresar y salir. Aunque el mayor peligro ya no existía. Foxy tomó su mano y Mangle entrelazó sus dedos, nadie podría separarlos ahora, y saldrían de esa juntos. Con la turba que ahora se hacía presente no sería difícil escapar entre la multitud si tomaban una salida secreta.

Subieron al piso superior con prisa, y arriba todo era un caos total. Violencia, gritos, personas intentando huir... todo un desastre. No debían permanecer allí mucho tiempo, para evitar problemas, así que Mangle tomó la mano de Foxy y rápidamente lo guío corriendo hacia un lugar que él desconocía. En el camino se toparon con Fix, que empezó a correr con ellos con tal de huir. Quisieron hablar con ella y preguntarle respecto a que ocurrió con el cuerpo de su hermano, pero en ese momento debían guardarse todo comentario para después. Lo único importante era escapar.

A dónde sea que iban habían guardias desesperados, y personas alteradas.

—¡Madeleine! —exclamó una voz que Mangle conocía.

Volteó un poco sin detenerse y también los empezó a seguir Fancy, la amable cocinera que la había visto crecer.

Los cuatro llegaron al final de un corredor que tenía una gran puerta, Mangle intentó abrirla pero ésta había sido cerrada con candado. Foxy le quitó la pistola a Mangle y disparó un par de veces sobre el cerrojo y la puerta se abrió al instante. Tras la puerta estaba el jardín, que estaba considerablemente vacío ya que la mayor parte de la conmoción se encontraba en la puerta principal. Fue así entonces como todos corrieron por el jardín hasta llegar a uno de los límites. Sólo así lograron salir de allí.

Finalmente, estaban fuera del palacio.

—Vengan conmigo —dijo Fix.

A paso rápido todos la siguieron hasta el punto lejano en que habían dejado anteriormente el carruaje. Subieron sin perder tiempo y Fix tomó el puesto de cochero. Sin perder más, avanzaron a toda velocidad. Corrían con la suerte de que sus caballos no habían sido víctimas de la furia del pueblo francés.

Tan pronto estuvieron a salvo en el carruaje Foxy atrajo a Mangle hacia él y la besó profundamente. Hasta que se vieron interrumpidos cuando la pelicafé sentada frente a ellos se aclaró la garganta.

—Señora Fancy, él es Foxy —dijo Mangle.

Ambos se saludaron.

—¿Destino, capitán? —cuestionó Fix desde afuera.

—Debemos encontrar la señal de Freddy, no ha de estar lejos —respondió Foxy.

Todos estaban felices por la victoria y a la vez tristes por la pérdida, Fix más que nadie. Ella cooperaba aún cuando su corazón estuviese roto en mil pedazos por su hermano. Una parte de ella se había ido con él de este mundo.

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