Capítulo Diecinueve
El día había llegado.
Todo estaba organizado, en su lugar tal y como Springtrap deseaba. Finalmente ese día se ganaría el corazón de Mangle y nada lo hacía sentir más orgulloso que eso. Todo estaba yendo totalmente a la perfección. A pocas horas del evento Mangle ya se estaba arreglando, habían damas que se encargaban de ayudarla a perfumarse, peinarse y finalmente con el vestido, que iba ceñido y ajustado en su cintura. Mientras las damas la ayudaban Mangle se veía constantemente en el espejo: no era capaz de reconocerse a sí misma, es decir, después de vivir un par de años en el océano había vuelto al lugar del que había escapado, usando extravagantes vestidos como el que ahora llevaba puesto.
Una vez estuvo lista para salir Mangle abandonó la habitación y se dirigió a las escaleras para ir al salón en que se realizaría la fiesta. Cuando finalmente llegó encontró a Springtrap hablando con algunos invitados que comenzaban a llegar, se trataba de personas importantes, ricas y de influencia.
—Bonsoir —saludó integrándose a la conversación. La pareja que participaba en el debate le devolvió el saludo.
—Princesa —dijo la mujer—, le estaba contando al caballero frente a mí, que cuando llegamos nos encontramos con una multitud enojada en las afueras del palacio.
Mangle bajó levemente la mirada al escuchar estas palabras.
—Nada de qué preocuparse —agregó Springtrap apresuradamente—, no les hagamos caso.
Juntos se dirigieron al salón en dónde ya se encontraban algunos invitados, había mesas con comida y vino en los alrededores, y a un lado una pequeña orquesta. Springtrap sonrió, le había ofrecido la mano a Mangle y ella se la aceptó; todo estaba yendo a la perfección.
≈•×•≈
Lolbit detuvo el carruaje un poco alejado del resto de vehículos frente al palacio. Gracias al dinero no fue difícil encontrar una carroza digna de cualquier rico de la época. Fix y Foxy miraban a través de la ventana como poco a poco llegaban más personas al palacio y cómo entraban por las puertas. A los alrededores una multitud francesa se levantaba enfurecida gritando calamidades a los invitados.
Los tres se habían arreglado con la mejor ropa posible, la más cara. Foxy y Lolbit vestían trajes elegantes, Fix portaba un vestido color salmón junto a unos guantes largos de encaje y un abanico. Si lo que tenían que hacer era mezclarse debían hacerlo bien. Lolbit bajó del lugar de cochero de un salto y les abrió la puerta del carruaje por la que los otros dos estaban mirando.
—Bien, hora de actuar —dijo firmemente.
—Mangle está ahí dentro... —observó Foxy, con la mirada perdida en aquel palacio.
—¿Tienes gustos exigentes, eh Foxy? —señaló Fix bromeando mientras bajaba del carruaje. Refiriéndose al hecho del nivel social de la peliblanca.
Lolbit le dio un golpe con el codo, y ella se quejó mirándolo con algo de enojo.
—Ésta no es su vida —agregó Foxy, bajando del carruaje y cerrando la puerta. Suspiró—. Estoy listo.
Naturalmente no fueron invitados así que debían estar preparados para cualquier pregunta y ésto ya lo tenían cubierto. Se infiltraron entre el resto de elegantes invitados y caminaron hasta la entrada del palacio. Los gritos y quejas de la multitud al fondo no cesaba ni un momento. Lograron entrar al palacio sin problema alguno y lograron mezclarse correctamente. Una vez dentro Foxy observó el enorme lugar sobre su cabeza, nunca antes había estado en un sitio cómo ese, le sorprendía ver con sus ojos el tipo de vida tan extravagante y de protocolos a los que pertenecía su amada. Siguieron al resto de las personas, pues suponían que dónde irían ellos allí sería la fiesta. Sin embargo, mientras iban caminando Fix tropezó con Springtrap que estaba saludando a los recién llegados. Nerviosa, tocó a Lolbit a su lado y éste miró al sujeto frente a ellos.
—Bonsoir —saludó Springtrap—, ¿los... conozco?
Fix estaba procesando que hacer, hasta que Lolbit intervino.
—Bonsoir —respondió Lolbit y le extendió la mano con cortesía, que le fue aceptada de parte del conejo—, somos la familia Rousseau.
—Sí, sí —concordó Fix—, somos una pareja, venimos de... de... Montpelliar.
—¿No querrá decir Montpellier? señorita?
Lolbit suspiró pesado.
—Perdone a mi mujer —la excusó mirándola con algo de enojo—, a veces se confunde con los nombres.
—No se preocupe, esas cosas pasan —sonrió Springtrap.
—Señor, permítame presentarle a nuestro hijo... —Fix se volvió para presentar a Foxy, pero cuando miró no estaba con ellos.
Ambos hermanos lo buscaron con la mirada y lo encontraron no muy lejos de ellos, parecía estar buscando a Mangle por separado. No fue necesario llamarlo pues cuando Foxy se dio vuelta divisó que el par de hermanos lo estaban viendo y entonces se acercó.
—¿Éste es su hijo? —cuestionó Springtrap mirando a Foxy.
Por fortuna no lograba reconocerlo ahora que estaba teñido de negro, pero le parecía muy extraño que el supuesto hijo de la supuesta pareja pareciera contemporáneo en edad. Además, lo único que poseía de sus «padres» eran los rasgos zorrunos.
—Su hijo parece muy...
—¿Muy curioso, verdad? —rió Fix, metida en su papel, aunque mostrando una sonrisa algo forzada—, sí, lo sé, este chico es muy... —le dio un golpe en la cabeza con su abanico, reprendiendole en secreto su comportamiento—... curioso.
—Ay... —se quejó Foxy sobando su cabeza.
Agradecía que Springtrap no pudiera reconocerlo por su apariencia, aunque se negaba a hablar en caso de poder reconocer su voz. Pasaron algunos minutos de tensión hasta que Springtrap los dejó ir no muy convencido. Nuevamente los tres se encaminaron hacia el centro de aquella fiesta. Ya estaban en el mismo lugar que Mangle, sólo faltaba encontrarla.
≈•×•≈
La albina caminaba por el salón amistosamente saludando a todos los invitados y entablando pequeñas conversaciones. Sinceramente se estaba aburriendo de todo eso, pero seguía mostrando su perfil de princesa a todos, ocultando lo que realmente era, ¿es así cómo debía vivir ahora?
Se encaminó hacia una de las mesas que tenían chocolates y algo de pastel. Allí escogió un chocolate pequeño y empezó a comerlo, mirando el demás contenido de la mesa. Tomó una pequeña rebanada de pastel y entonces levantó la mirada y se topó frente a ella a una señorita de aspecto similar al suyo que también comía chocolates. La miró con extrañeza un par de segundos y, cuando quiso retirarse y hacer aquel encuentro a un lado, Fix se percató de su presencia y la tomó de la mano por encima de la mesa. Mangle se volvió a verla confundida.
—Excusez-moi, je la connais?
—Tú no me conoces, pero créeme que yo a ti sí —fue lo que respondió.
No le causó mucha impresión, después de todo antes hubo personas que sabían de ella sin siquiera pudiera conocer su existencia. Pero decidió quedarse a escuchar lo que ella decía.
—Mangle, alguien muy importante ha venido a buscarte —indicó Fix, mirándola.
Dio la vuelta a la mesa y tomó a Mangle de la mano con intención de llevársela a Foxy, pero Mangle se soltó bruscamente.
—Disculpe, pero ni siquiera la conozco...
Fix suspiró. No la culpaba.
—Entonces debes estar atenta —repuso susurrante—, Foxy está aquí, pero tal vez no lo reconozcas a primera vista.
Mangle levantó las orejas sorprendida de escuchar eso y miró atentamente a la contraria, quien sólo sonrió y luego se alejó. No tenía problema en dejarla allí, aún así iba a informarles a Foxy y a Lolbit del encuentro.
≈•×•≈
Llegó la noche y la fiesta seguía llevando su curso normal, aunque la multitud afuera aún no se había ido. Mangle decidió tomarse un descanso y subió las escaleras para caminar por el piso de arriba.
Los pasillos de la parte superior del palacio estaban considerablemente vacíos. Mangle ya conocía esos pasillos a la perfección, conocía lo que había detrás de cada una de las puertas y lo que se encontraba detrás de cada pared. Nada nuevo para ella. La albina seguía sintiéndose incompleta, sentía que faltaba algo en ella: necesitaba salir, ser libre, lo necesitaba a él. Nada iba a poder cambiar eso nunca, el océano la llamaba y su cuerpo suplicaba por estar junto a su amor. Tales pensamientos comenzaron a deprimirla, tal que bajó la mirada y caminaba más despacio mirando al suelo. Aquello no era lo que quería, seguía siendo prisionera, sólo que sin rejas. Pequeñas lágrimas rebeldes se escaparon de sus ojos y las limpió rápidamente con sus dedos.
Estaba por abrir una de las puertas que daba a una habitación, sólo quería descansar un rato pues aquella fiesta le había recordado y hecho sentir cosas que no quería experimentar. Pero en el instante en que medio abrió la puerta un poco una mano la tomó por detrás y la inmovilizó, cubriéndole la boca con la otra mano. Intentó forcejear, liberarse, gritar, pero el agarre era muy fuerte y entonces el desconocido perpetrador entró en la habitación que ella misma había dejado semi abierta, la liberó dentro y luego escuchó como aseguró la puerta.
Con el corazón en la boca y fría por el miedo, se dio la vuelta para ver la identidad de quien la había tomado a la fuerza, e intentó gritar cuando vio que no reconocía para nada al sujeto de cabello negro frente a ella.
—No, no, ¡no grites! —exclamó él y volvió a cubrirle la boca.
Mangle lo miraba con terror en sus ojos y la respiración descontrolada. Ella no lo reconocía. Pero después de tanto tiempo por fin Foxy la tenía junto a él.
—Tranquila, Mango —susurró suavemente—. Soy yo, Foxy.
Ella negó con la cabeza al escucharlo, pues Foxy aún le cubría la boca. Con cuidado, Foxy sacó de uno de sus bolsillos un collar y se lo enseñó. Cuando Mangle vio el collar que Foxy tenía en sus manos inmediatamente reconoció el collar que él mismo le había regalado años atrás.
—Se te cayó cuando descubrieron nuestro refugio, y te alejaron de mí... —indicó Foxy hablando en voz baja.
La respiración de la albina comenzó a calmarse, volvió a mirar cuidadosamente al pelinegro y cuando miró sus ojos miel y sus rasgos faciales finalmente logró reconocerlo. Solo entonces Foxy le quitó la mano de la boca. Lo primero que pensó fue que Mangle le soltaría una larga lista de insultos por lo que le había hecho en los calabozos, pero en lugar de eso, la albina se arrojó a él y lo besó con profundo amor. Foxy no dudó en responderle ese beso abrazándola de la cintura. Fue un beso lleno de amor, que con tan sólo eso se decían «te amo» y «te extrañé» en un instante. Fueron tan solo un par de segundos de unión, luego ella se separó con lágrimas de felicidad en sus ojos.
—Foxy... no puedo creer que... —murmuró ella sonriendo. Aunque luego le dio una pequeña bofetada—. ¡¿Por qué me abandonaste?!
—Tranquila... —sonrió él a pesar del golpe—. Todo fue obra de Zelig, nunca quise dejarte y por eso estoy aquí como estoy ahora.
Mangle sonrió un poco. Debió sospecharlo antes. Una pequeña risa salió de sus labios.
—¿Qué diablos te hiciste en el cabello, eh? —rió y luego lo abrazó con fuerza, Foxy también rió ligeramente y la abrazó alzandola ligeramente dejando sus pies al aire.
Por fin, estaban juntos otra vez. Pero aún no eran libres, aún tenían que salir de allí.
——————·•♡•·——————
¡Últimos capítulos! ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro