
🗡️࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 1𝖮 」𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟
«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖽𝗂𝖾𝗓»... [1𝖮]
❝𝗘𝗹 𝗿𝗲𝗴𝗿𝗲𝘀𝗼 𝘆 𝗹𝗮 𝗿𝗲𝘃𝗲𝗹𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻❞
La celebración en el reino era un espectáculo digno de los relatos de antaño, de esas historias que los bardos contaban en las plazas mientras los niños se agolpaban a sus pies, ojos brillantes y corazones palpitantes de emoción. La victoria de Min contra el señor oscuro no era solo una hazaña épica, sino un símbolo de esperanza para el reino entero. Las gentes se habían reunido en la gran plaza, decorada con guirnaldas y luces que parecían reflejar las estrellas en el cielo, y vitoreaban el nombre de Min con una devoción que hacía temblar el aire.
Sus rostros, antes marcados por el miedo y la opresión, estaban ahora iluminados con la alegría y el orgullo de saberse libres, de ver a su salvador de pie ante ellos, un guerrero cuya historia se recordaría por generaciones.
Min, sin embargo, se mantenía en silencio en el centro de la plaza, observando la multitud que lo rodeaba. A su alrededor, la algarabía de la gente lo abrazaba, pero había algo en su corazón que no lograba calmarse. Miraba las sonrisas, escuchaba los gritos de gratitud, veía los niños acercarse con flores y los ancianos inclinarse en señal de respeto, y aunque cada gesto lo conmovía profundamente, sentía en su interior una extraña inquietud, como si un peso invisible aún colgara de sus hombros.
Era cierto, había derrotado al señor oscuro, pero una voz, la misma voz que le había guiado durante toda su travesía, le recordaba que su misión aún no había concluido.
━ ¿Por qué no estás celebrando, Min? ━ la voz de Jeon sonó suave, pero firme, resonando en su mente como una brisa que traía consigo el eco de secretos aún sin desvelar.
Min miró hacia el cielo, buscando en el firmamento algún rastro de aquella presencia intangible, invisible, pero tan real y cercana para él. Sentía que Jeon estaba allí, a su lado, aunque nadie más pudiera verlo o escucharlo.
━ No lo sé, Jeon ━ respondió en un murmullo, esperando que su voz llegara hasta él ━. He logrado lo que me propuse, liberé al reino. Pero… hay algo que me impide sentirme en paz.
━ Esa inquietud es natural, Min ━ dijo Jeon, su tono calmado pero lleno de un extraño matiz de misterio ━. Has vencido al enemigo más temido de este reino, pero aún no has comprendido la verdadera razón por la que te he acompañado en este viaje.
Min frunció el ceño, sorprendido. Hasta ese momento, siempre había creído que Jeon había sido un guía, un aliado que le ayudaba a descubrir su potencial y a enfrentar los peligros. Pero ahora, sus palabras parecían insinuar algo más profundo, algo que iba más allá de la simple guía.
━ ¿Qué quieres decir con eso? ━ preguntó, un susurro tembloroso, como si temiera la respuesta.
━ Min, he sido más que tu guía en esta travesía. He sido tu protector, tu compañero de batallas y de sueños. Desde el principio, mi misión no fue solo acompañarte; fue asegurarme de que cumplieras con el destino que ambos compartimos.
Min cerró los ojos un momento, intentando asimilar aquellas palabras. Una parte de él, quizás, siempre había intuido que la conexión con Jeon iba más allá de una simple voz en su mente, de una guía intangible en la penumbra. Sin embargo, el escuchar la confirmación de labios de Jeon, o de aquella presencia que era como un susurro en su alma, le removía hasta lo más profundo.
━ Entonces… tú y yo… ━ intentó formular la pregunta, pero las palabras se le atoraron en la garganta.
━ Somos uno, Min ━ respondió Jeon con una suavidad que contrastaba con la intensidad de sus palabras ━. Desde el primer momento, cuando tomaste la Espada de Flissa y aceptaste tu destino, nuestras almas se enlazaron. He sido más que una voz; he sido parte de ti, en cada pensamiento, en cada duda, en cada momento de valentía.
La revelación lo dejó sin aliento. De pronto, comprendía cada instante de apoyo, cada palabra de aliento, cada susurro que le había dado fuerzas en sus momentos de debilidad. Jeon no había sido un extraño; había sido una parte de él, una presencia inseparable que había crecido en su interior, guiándolo no solo con palabras, sino con una conexión que trascendía lo terrenal.
El bullicio de la celebración continuaba alrededor de él, pero para Min, el mundo se había reducido a ese instante de revelación, a ese vínculo profundo que ahora comprendía en toda su magnitud. Miró hacia la nada, o quizás hacia el todo, y sintió una emoción que iba más allá de la gratitud. Era una conexión tan intensa y auténtica que le dolía.
━ ¿Qué sucede ahora? ━ preguntó, su voz rota, temerosa de la respuesta.
━ Ahora, nuestra misión ha concluido, Min. El reino está a salvo y tú has demostrado ser el héroe que siempre llevaste dentro. Pero como toda unión, la nuestra también debe llegar a un final. Este es nuestro adiós.
Min sintió que el peso de aquellas palabras le atravesaba como un cuchillo. La idea de perder a Jeon, de separarse de aquel ser que había sido su fuerza y su confianza, era un dolor que no sabía cómo soportar.
━ No quiero despedirme ━ dijo, su voz un susurro desesperado ━. Jeon, tú eres una parte de mí. No puedo… no quiero imaginar mi vida sin ti.
Jeon guardó silencio por un momento, un silencio que parecía contener toda la sabiduría y el cariño que le había mostrado desde el inicio de su viaje.
━ Siempre estaré contigo, Min. Aunque ya no escuches mi voz, aunque no sientas mi presencia, yo habitaré en cada recuerdo, en cada lección que aprendiste, en cada batalla que libraste. Nuestra unión no depende de la distancia; es algo eterno, que vivirás en tu corazón.
Min sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero no intentó contenerlas. A su alrededor, la multitud seguía celebrando, sin darse cuenta del duelo silencioso que se libraba en el alma del héroe que tanto veneraban. Porque para ellos, la victoria estaba completa; pero para Min, la despedida de Jeon era una batalla aún más difícil de librar.
━ Jeon… no sé si puedo hacer esto solo ━ confesó, sintiéndose de repente pequeño y vulnerable.
━ No estás solo, Min ━ respondió Jeon, su voz suave como un eco en la penumbra de la mente de Min ━. Nunca lo has estado. Tienes el amor de tu gente, la gratitud de tu reino. Y en cada rincón de tu corazón, llevas mi presencia. No necesitas escuchar mi voz para saber que siempre estaré ahí.
Con un suspiro tembloroso, Min asintió, comprendiendo finalmente. Era el momento de dejar ir, de permitir que su guía, su protector, se despidiera y se integrara en su memoria, donde siempre podría encontrarlo en los momentos de duda y soledad.
━ Adiós, Jeon ━ susurró, cerrando los ojos, sintiendo cómo aquella presencia se desvanecía poco a poco, como un susurro de viento que se aleja suavemente ━. Gracias… por todo.
Y en medio del bullicio y la celebración, Min cerró los ojos, permitiéndose sentir el vacío y la paz que dejaba aquel adiós. Sabía que su viaje no había terminado, que su misión aún continuaba de formas que quizás aún no comprendía, pero también sabía que, aunque invisible, Jeon siempre sería parte de él, en el lugar más sagrado de su alma.
Min parpadeó lentamente, sintiendo cómo el mundo comenzaba a tomar forma a su alrededor, como si emergiera de un sueño profundo, denso, uno de esos sueños que parecen más reales que la propia realidad. Al abrir los ojos, la primera visión que tuvo fue de altos estantes llenos de libros, alineados como soldados en sus puestos, formando una especie de laberinto literario que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Estaba rodeado de paredes de madera antigua y pulida, y el suave olor a papel viejo y encuadernaciones desgastadas impregnaba el aire. Se encontraba en una biblioteca, un lugar familiar y extraño a la vez, que lo llenaba de una melancólica nostalgia.
Miró a su alrededor, confundido, como si algo vital se le hubiese escapado en el instante en que había abierto los ojos. El bullicio de la plaza, la batalla, la voz de Jeon… todo se desvanecía poco a poco, convirtiéndose en un eco lejano. Tocó su pecho, esperando sentir el peso de la Espada Flissa, pero no encontró más que el palpitar de su corazón, solo, sin compañía alguna. Los recuerdos de la reciente victoria parecían un sueño difuso, como un cuento de hadas que alguien le hubiese contado durante la noche y que al despertar se disolvía en la tenue luz del amanecer.
━ ¿Qué…? ━ murmuró en un susurro, sus dedos acariciando la suave cubierta de cuero de un libro que tenía entre las manos. Apenas fue consciente de que estaba sosteniendo algo hasta ese instante, y cuando bajó la mirada, la sorpresa lo golpeó de lleno.
“Espada Flissa,” leyó en voz baja, recorriendo las letras doradas en la tapa del libro. Su corazón se aceleró, y una extraña mezcla de tristeza y alegría comenzó a invadirlo. Allí estaba, entre sus manos, la historia que acababa de vivir, los momentos de peligro, el sacrificio, el valor, y sobre todo… la presencia de Jeon. Todo se encontraba allí, encerrado en aquellas páginas, como si el mundo que había conocido tan intensamente no hubiese sido más que una narración, un cuento escrito por alguna mano invisible. ¿Había sido solo un sueño? ¿Una ilusión creada por su propia mente? O, acaso, ¿había una verdad escondida en aquella historia?
Min sintió cómo un nudo se formaba en su garganta. Era difícil aceptar que todo lo que había sentido, cada rastro de emoción, de duda, de valentía, y el lazo que había compartido con Jeon, pudieran ser simplemente un reflejo de su imaginación. Aun así, una chispa de emoción surgió en él, una esperanza de que quizás, de alguna manera, todo aquello fuese más que un cuento.
Se levantó, sosteniendo el libro contra su pecho, como si fuera un amuleto, una conexión con el mundo que acababa de dejar atrás. Sin embargo, al girar para salir de la mesa en la que estaba sentado, chocó inesperadamente con alguien. Fue un impacto suave, pero suficiente para que se tambaleara hacia atrás. Al alzar la vista, Min quedó sin aliento.
Delante de él estaba un hombre, uno que parecía salido de las propias páginas de la historia que sostenía. Su cabello oscuro caía con naturalidad sobre su frente, enmarcando un rostro de facciones firmes y serenas, pero con una mirada profunda, casi hipnótica, que irradiaba una especie de misterio antiguo. Sus ojos brillaban con un destello familiar, un brillo que Min no podía ignorar, porque le recordaba cada palabra, cada consejo, cada momento en el que esa voz le había acompañado en su travesía.
El hombre sonrió, y Min sintió una oleada de emociones tan intensa que tuvo que tomar aire para calmarse. ¿Podía ser? ¿Acaso era posible que…?
━ Disculpa ━ dijo el hombre con una voz suave, pero cargada de una fuerza contenida que hizo que Min se estremeciera. Esa voz… era idéntica, y al mismo tiempo diferente; era real, tangible, tan humana y presente como lo era él en ese momento.
Min intentó decir algo, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Tenía que estar seguro, tenía que saber si ese hombre era el mismo Jeon que había sido su guía, su protector, su amigo… y quizás algo más.
━ Yo… ━ empezó, titubeante, mientras miraba al hombre, incapaz de desviar la vista, como si temiera que al parpadear él desapareciera ━. ¿Te llamas… Jeon?
El hombre arqueó una ceja, divertido, y bajó la mirada al libro que Min aún sostenía con fuerza entre sus manos. Los labios de Jeon esbozaron una sonrisa, una que irradiaba complicidad, como si compartieran un secreto que solo ellos conocían.
━ Veo que estás leyendo un gran cuento ━ dijo, su voz llena de un matiz que mezclaba ternura y algo más profundo, algo que Min no pudo identificar del todo, pero que hizo que su corazón latiera con fuerza ━. Un cuento que hemos creado juntos.
Min sintió que el aire se le escapaba. Aquella afirmación, sencilla y poderosa, parecía borrar las barreras entre realidad y ficción, entre sueño y vigilia. No era un engaño, no era un producto de su imaginación: Jeon estaba allí, delante de él, tan real como los latidos de su corazón, como la piel que percibía en la cercanía de su presencia.
━ Jeon… ━ murmuró Min, su voz entrecortada, mientras una lágrima, sin previo aviso, rodaba por su mejilla. No podía contener la emoción, el reconocimiento de aquel vínculo tan profundo que, de algún modo inexplicable, había trascendido las palabras impresas en un libro o las sombras de un sueño.
Jeon alzó una mano, y sin decir nada más, limpió suavemente la lágrima que surcaba el rostro de Min. Sus dedos eran cálidos, y el simple contacto hizo que Min sintiera un escalofrío que le recorrió la espina. Aquel gesto, aquel instante, encerraba en sí mismo la promesa de algo eterno, algo que iba más allá de las palabras y las distancias.
━ Lo hemos hecho bien, Min ━ susurró Jeon, y su voz era como un eco de cada momento compartido, de cada prueba superada, de cada batalla en la que ambos habían luchado codo a codo ━. Y aunque este sea el fin de nuestro cuento, recuerda que cada final es también un nuevo comienzo.
Min asintió, incapaz de encontrar palabras que estuvieran a la altura de aquel instante. Apretó con fuerza el libro contra su pecho, como si en su interior estuviera guardado todo lo que habían compartido, cada rastro de aquel amor que, aunque jamás había sido declarado, lo había llenado todo.
Antes de que Min pudiera decir algo más, Jeon se inclinó y, con la delicadeza de quien ha esperado mil vidas para ese momento, le dio un beso suave, efímero pero eterno, uno que parecía sellar su historia y a la vez abrir una nueva. Fue un beso que contenía todas las palabras no dichas, todos los silencios compartidos, y cada instante en el que se habían encontrado, más allá del tiempo y el espacio.
Y en ese beso, Min comprendió que, aunque sus caminos se separaran, siempre llevaría a Jeon en su corazón, en cada rincón de su alma, como un eco silencioso que jamás se apagaría.
❝𝗟𝗔 𝗘𝗦𝗣𝗔𝗗𝗔 𝗙𝗟𝗜𝗦𝗦𝗔❞
「 𝗙𝗜𝗡 」
¡𝖦𝗋𝖺𝖼𝗂𝖺𝗌 𝖺 𝗍𝗈𝖽𝗈𝗌 𝗉𝗈𝗋 𝗅𝖾𝖾𝗋 𝗆𝗂 𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂𝖺!
♡'・ᴗ・'♡
"𝗟𝗔 𝗘𝗦𝗣𝗔𝗗𝗔 𝗙𝗟𝗜𝗦𝗦𝗔" 𝖥𝗂𝗇𝖺𝗅𝗆𝖾𝗇𝗍𝖾 𝗁𝖺 𝗌𝗂𝖽𝗈 𝖼𝗎𝗅𝗆𝗂𝗇𝖺𝖽𝗈.
𝖤𝗌𝗉𝖾𝗋𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗅𝖾𝗌 𝗁𝖺𝗒𝖺 𝗀𝗎𝗌𝗍𝖺𝖽𝗈 ( ˘ ³˘)♥︎
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
ʰⁱˡˡᵃʳʸ ᵃʳⁱᶻᵃ
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