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🏠 ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮1 」

«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗎𝗇𝗈»... [𝖮1]

❝𝗡𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗡𝗶𝗻̃𝗲𝗿𝗼❞

Bajo el cielo plomizo que apenas dejaba filtrar algunos destellos de luz, Taehyung se encontraba en el jardín, intentando en vano hallar una paz que le resultaba cada vez más esquiva. A sus pies, las hojas marchitas cubrían el césped, y el aire otoñal le traía una brisa que, aunque fría, parecía aliviar por un momento el peso de sus pensamientos. Era uno de esos raros momentos en que lograba estar solo, sin la presión constante que lo agobiaba dentro de su propio hogar.

Se sentía casi libre, o al menos quería convencerse de ello, pero la sensación era efímera, pues pronto su mente lo llevaba de vuelta a la realidad que lo aguardaba al cruzar el umbral de aquella casa.

Taehyung repasaba cada una de las decisiones que lo habían llevado hasta allí, preguntándose en qué punto su vida había perdido la alegría y la pasión. Aquella vida familiar, que alguna vez creyó una bendición, se había convertido en una jaula, construida con sus propias esperanzas y sueños rotos. La relación que mantenía con su esposo había degenerado en una convivencia amarga, un intercambio diario de miradas frías y palabras cortantes.

Sabía que ese hombre había sido alguna vez distinto, o tal vez sólo era él quien lo veía con ojos de enamorado, cegado por una atracción superficial. Ahora, todo lo que quedaba era una sombra de aquel sueño, y cada encuentro con su esposo era un recordatorio de su desdicha.

De pronto, el sonido de unos pasos en el pasillo interrumpió sus pensamientos. No necesitaba girarse para saber de quién se trataba; podía reconocer esa presencia tensa y opresiva, aun sin verlo. Sintió el habitual estremecimiento en la espalda, esa alarma sutil que su cuerpo experimentaba cada vez que su esposo se acercaba. No pasó mucho tiempo hasta que lo escuchó hablar, y como siempre, su tono de voz era frío, carente de cualquier rastro de afecto.

━ ¿Qué haces aquí fuera? ━ preguntó, sin esfuerzo por ocultar el desprecio en sus palabras.

Taehyung cerró los ojos un instante, intentando conservar la calma antes de responder. Sentía cómo su breve momento de paz se esfumaba al instante, robado por esa presencia que se había vuelto para él una especie de verdugo silencioso.

━ Solo... necesitaba un respiro ━ respondió, procurando que su voz no sonara demasiado débil, aunque era consciente de que cualquier cosa que dijera sería motivo de reproche.

Su esposo lo observó, la frialdad en su mirada dejaba claro lo poco que le importaba realmente la respuesta de Taehyung. Para él, sus deseos y necesidades eran meras trivialidades, detalles insignificantes que no merecían ser tomados en cuenta. Durante unos segundos que parecieron eternos, el hombre se limitó a analizarlo en silencio, como si estuviera evaluando un objeto que había perdido su utilidad.

━ No pierdas el tiempo aquí, deberías ocuparte de tu hijo ━ sentenció finalmente, dando la orden disfrazada de sugerencia.

Taehyung apenas asintió, sabiendo que cualquier réplica sería inútil. Se encaminó hacia el interior de la casa, dejando atrás el único espacio en el que podía, aunque fuera por un instante, sentirse algo menos miserable. Al entrar, el ambiente parecía aún más pesado que de costumbre, cargado de un silencio que, en lugar de brindar paz, le recordaba cada grieta en su vida. Observó el comedor, el lugar donde tantas veces había intentado crear una atmósfera de armonía, sin éxito alguno.

Los intentos por construir una verdadera familia se estrellaban siempre contra el muro de indiferencia que su esposo levantaba a su alrededor, y la frialdad de su hijo, un niño que parecía haber heredado el carácter glacial de su padre.

Al llegar a la cocina, preparó una bandeja con cuidado, colocando la comida de su hijo con la esperanza de que ese simple gesto pudiera simbolizar el cariño que tanto deseaba darle. Era su manera de demostrarle que, a pesar de todo, él seguía allí, dispuesto a ser una presencia constante y amorosa en su vida. Sin embargo, sabía que esos intentos eran recibidos con la misma resistencia y frialdad que el resto de sus esfuerzos.

Cuando tomó la bandeja en sus manos y se dirigió hacia la sala, encontró a su hijo sentado, aparentemente absorto en sus propios pensamientos, pero con esa expresión de impaciencia que se volvía más notoria cada día.

━ He traído algo de comida para ti ━ dijo, intentando que su voz sonara suave, casi como una súplica.

El niño levantó la mirada, y lo observó con una mezcla de desdén y aburrimiento. A pesar de su corta edad, había adquirido una habilidad sorprendente para mostrar desinterés, como si incluso esos pequeños actos de cuidado le resultaran molestos.

━ No soy un bebé, no tienes que traerme la comida ━ replicó el niño, su tono era seco, implacable.

Las palabras cayeron sobre Taehyung como un jarro de agua fría. No era la primera vez que su hijo rechazaba sus gestos de afecto, pero, por alguna razón, cada vez dolía un poco más. Intentó sonreír, como si el comentario no le hubiera afectado, pero en el fondo sentía cómo el peso de su desilusión crecía con cada rechazo.

━ Lo sé, solo quería... ━ murmuró, sin saber cómo terminar la frase.

Pero su hijo ya había desviado la mirada, ignorándolo completamente, dejándolo con las palabras atrapadas en la garganta. Por un instante, Taehyung se sintió como un fantasma, una presencia invisible y prescindible en su propia casa. Sabía que no podía obligar a su hijo a aceptar su cariño, pero esa indiferencia, esa distancia cada vez mayor, lo desgarraba por dentro.

En silencio, dejó la bandeja sobre la mesa y se alejó, intentando no dejarse vencer por la tristeza que comenzaba a invadirlo. Había pasado tanto tiempo intentando ganarse el amor y respeto de su familia, pero los muros que lo separaban de ellos parecían cada vez más altos e inquebrantables. Cada día se preguntaba si sería posible atravesar esa barrera, si alguna vez lograría formar un vínculo auténtico con su hijo, o si estaba destinado a ser un extraño en su vida.

A solas, Taehyung se retiró al rincón más apartado de la casa, consciente de que cada intento fallido por acercarse a su hijo lo empujaba más hacia el borde de la desesperanza. Quizás algún día su hijo entendería sus esfuerzos, su deseo de ser un buen padre, pero por ahora, todo lo que quedaba era el silencio, un recordatorio constante de su soledad.

El tiempo había pasado y, con cada día, Dong-Sul se transformaba de manera inquietante. Taehyung recordaba cuando su hijo era un niño dulce, con ojos llenos de curiosidad y una risa contagiosa. Aunque esa etapa había sido breve, todavía conservaba en su memoria aquella chispa de inocencia que una vez lo había unido a él. Dong-Sul solía correr por la casa con pasos torpes, sus pequeñas manos extendiéndose para alcanzarlo, buscándolo como el refugio seguro que cualquier padre aspira a ser.

Pero esa calidez parecía haberse desvanecido, y en su lugar, había quedado solo una frialdad distante que desconcertaba y hería a Taehyung cada día un poco más. ¿Cómo podía un niño tan pequeño haberse convertido tan pronto en una réplica de su propio padre, adoptando el mismo desdén y desprecio por él?

A sus cinco años, Dong-Sul había cambiado de una manera que era difícil de comprender y aún más difícil de aceptar. Su mirada, que antaño brillaba de ternura y afecto, ahora parecía endurecida, impenetrable. Había adquirido una especie de desinterés por todo lo que Taehyung hacía por él, como si cada esfuerzo, cada pequeño gesto de amor y cuidado, le resultara una molestia. Taehyung había intentado consolarse pensando que era una fase pasajera, que quizás esa actitud era fruto de alguna frustración infantil que no sabía expresar.

Sin embargo, en el fondo, sabía que aquello era más profundo. Dong-Sul no solo lo rechazaba; parecía tener una especie de hostilidad hacia él, un desagrado que no tenía razón ni justificación, como si la influencia de su padre hubiera oscurecido cualquier rastro de inocencia en su corazón.

La situación era, cuanto menos, desconcertante. Taehyung se encontraba en una lucha constante, intentando entender qué había hecho mal, buscando razones y culpándose a sí mismo. Pero cada intento de acercamiento, cada sonrisa ofrecida o palabra amable, era recibida con una mirada fría o, en el mejor de los casos, una indiferencia gélida que le dejaba un nudo en el pecho. Era como si su hijo, a tan corta edad, hubiera aprendido el arte del desprecio y la indiferencia, tal como lo practicaba su esposo.

La misma actitud dura y cruel, el mismo desapego hiriente, se reflejaban en los ojos de aquel pequeño que una vez había sido su alegría.

Con un suspiro resignado, Taehyung decidió que era hora de ir al trabajo. Recogió su portafolio y se dispuso a salir, en medio de ese silencio pesado que dominaba la casa. Cada paso hacia la puerta era un recordatorio de lo que había perdido, de esa conexión que había desaparecido sin saber exactamente cómo ni cuándo. Sentía que su hogar se había vuelto un lugar inhóspito, un sitio del que deseaba escapar, aunque fuera por unas horas. El trabajo, a pesar de su agotamiento, se había convertido en un refugio, una excusa para alejarse de una realidad que lo consumía poco a poco.

Justo cuando abrió la puerta, se detuvo en seco. Frente a él, en el umbral de su hogar, se encontraba una figura inesperada: un hombre joven, de cabello negro como el azabache, con una expresión serena que contrastaba con la dureza a la que estaba acostumbrado en su vida diaria. Sus rasgos eran delicados, pero había en su presencia algo profundamente cautivador, casi magnético.

Vestía con una elegancia casual que no parecía exagerada, como si cada detalle en su apariencia estuviera cuidadosamente planeado sin dar la impresión de ser artificial. El brillo en sus ojos denotaba una mezcla de simpatía y confianza, una expresión que hacía mucho tiempo no encontraba en nadie.

Por un instante, Taehyung se sintió desconcertado, incapaz de articular palabra. La inesperada presencia de aquel hombre le pareció casi irreal, como si fuera una visión fugaz, una imagen que su mente le regalaba en medio de su rutina para distraerlo de su infelicidad. Sin embargo, el joven no era una ilusión; estaba ahí, mirándolo con una expresión de calma y una leve sonrisa que, extrañamente, logró hacer que Taehyung bajara la guardia.

━ Buen día ━ saludó el hombre con voz firme, pero amable, haciendo una ligera reverencia que, a pesar de su simplicidad, denotaba respeto.

Taehyung, aún aturdido, devolvió el saludo en un murmullo casi inaudible, preguntándose quién era ese desconocido que, de alguna manera, lograba imponerse en su espacio de una manera tan natural.

━ Me presento ━ continuó el joven, con un tono de voz agradable que parecía deslizarse suavemente en el aire. ━ Soy Jeon Jungkook, el nuevo niñero de su hijo.

Taehyung apenas logró disimular su sorpresa, sintiendo que las palabras de aquel joven retumbaban en su mente con una mezcla de incredulidad y alivio. ¿Un nuevo niñero? No recordaba haber contratado a nadie, ni siquiera haberse planteado la idea. Sin embargo, la sola mención de un "niñero" despertaba en él una vaga esperanza, una posibilidad de ayuda, de tener un aliado en aquella casa donde, últimamente, solo parecía encontrar sombras y distancias.

━ Niñero... ━ repitió Taehyung, más para sí mismo que para el joven, como si estuviera tratando de procesar la información. ━ No sabía que alguien vendría hoy.

Jungkook asintió, manteniendo su expresión serena, sin mostrar señales de incomodidad por la evidente confusión de Taehyung.

━ He sido contratado para ayudar con su hijo, Dong-Sul ━ explicó, con una calma que resultaba casi desconcertante. ━ Entiendo que, con su trabajo y otras responsabilidades, podría necesitar una mano extra. Espero no haber llegado en mal momento.

Taehyung lo miró por unos instantes, sin saber muy bien cómo reaccionar. Aquella idea de tener ayuda era algo que no había considerado en mucho tiempo, sobre todo porque su esposo siempre había despreciado la posibilidad de que "extraños" se involucraran en su vida familiar. Sin embargo, algo en Jungkook le transmitía una especie de tranquilidad, como si, por alguna razón desconocida, pudiera confiar en él sin cuestionarse demasiado.

━ No, en absoluto... ━ respondió finalmente, esbozando una leve sonrisa que no estaba acostumbrado a mostrar. ━ Es solo que no esperaba a nadie hoy.

Jungkook sonrió de vuelta, y en su mirada había algo que parecía ir más allá de una simple cortesía profesional. Taehyung no pudo evitar preguntarse qué clase de persona se había ofrecido para encargarse de un niño tan difícil como Dong-Sul. ¿Sería realmente capaz de soportar la actitud insolente de su hijo y, de alguna manera, hallar una forma de llegar a él? O, incluso, ¿lograría hacerle ver que el mundo no era únicamente ese espacio frío y distante en el que parecía habitar?

El joven se mantuvo allí, en la entrada, esperando pacientemente alguna señal de Taehyung, sin mostrar prisa o incomodidad alguna. Esa serenidad le resultaba tan extraña como reconfortante, y, sin saber muy bien por qué, Taehyung sintió que, quizás, la llegada de Jungkook podría ser algo más que un simple cambio en su rutina.

Aunque el peso de su día lo llamaba, y el tiempo apremiaba, había algo en esa inesperada aparición que despertaba en él un leve rayo de esperanza, una ilusión tan tenue como frágil, pero que, en medio de su vida rota, se sentía como una bocanada de aire fresco.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

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