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Ambos adolescentes hicieron una mueca de asco al ver el pequeño charco en la mesa, al igual que todos los papeles y libros en el suelo.
Ni siquiera querían imaginarse que había sucedido.
—¿Eso es lo que creo que es?— preguntó el joven que Axel detestaba
—Ni me lo recuerdes, parece que ayer Susan vino a hacerle una visita— hizo una mueca asqueado al reproducirse esa fatal imagen en su cabeza.
—¡Y sin magia!— se quejaba Anderson, cogiendo en sus manos la fregona.—¿¡Acaso esto es legal?!
Axel soltó un suspiro frustrado y se dirigió a cojer una escoba en su lugar.
—¿La verdad? No creo, pero si te soy sincero, Cedric enfadado me da miedo.
Y así fue como ambos adolescentes, tuvieron que cumplir el castigo de limpiar el despacho del hombre, asqueados y aguantando las arcadas
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NOCHE SIGUIENTE
Había escuchado rumores por los pasillos sobre que la vieron salir del despacho de Cedric a altas horas de la noche.
Realmente, no le preocupaba en esos momentos.
Al igual que la noche anterior eran altas horas, asegurándose de que nadie estaría despierto excepto él: Cedric Diggory. Sabía que sufría de insomnio, por lo general estaría descansando.
Portaba una bata de color negro, sedosa, cubriendo así todo su cuerpo. Le llegaba hasta la rodillas, pero permitía ver el escote de su monte V.
Llamó a la puerta, esperando respuesta por parte del azabache, no fue hasta que una voz ronca se escuchó tras la puerta, musitando un : Adelante.
Danae sonrió para sus adentros, y giró el pomo de la puerta para adentrarse. Al abrirlo, pudo ver al hombre inclinado en la silla, con sus pies en el escritorio. Portaba una blanca camisa y un negro pantalón (cómo de costumbre), desde su posición Danae tenía una perfecta vista de su marcada mandíbula, en esta comenzaba a crecer una fina capa de vello dándole un aire más elegante. Se percató de que un olor a tabaco llegó a sus fosas nasales, dándose cuenta que el hombre sostenía entre sus dientes un cigarrillo.
A paso lento se acercó hacia el, encargándose de mover sus caderas a cada paso.
-¿Desea algo, señorita Wood?- Cedric sonrió de lado, mordiendo su mejilla interior al ver a la mujer frente a él, escaneándola de arriba hacia abajo. Agarró el cigarrillo entre dos de sus dedos, soltando el humo para volver a darle una calada.
-No lo sé.- pausó desabrochando lenta y dolorosamente para Cedric el cinturón que poseía la bata.- Puede que si o puede que no.
Dejó caer lentamente la bata al suelo, dejando en revelación la lencería roja de encaje con la que estaba segura que el hombre se volvería loco. Así como lo previó, Cedric observó a Danae cómo si de una diosa se tratase, ansiaba volver a tenerla bajo él, hacerla de nuevo suya y que sus manos recorrieran cada pedazo de carne.
-¿Intentas hacer algo Wood?- cuestionó con una pícara sonrisa instaurada en sus labios, mientras observaba cómo la mujer llegaba a la silla dónde estaba sentado y se colocaba a horcadas de su regazo.
El Diggory, colocó sus manos en su cintura, embelesado por su belleza con sus ojos negros del deseo que sentía en esos momentos. Danae restregó su humedad con el miembro viril de Cedric quien tuvo que ahogar un jadeo mordiendo su labio inferior.
-¿Crees que puedes venir aquí, a mi despacho con esa lencería provocativa y esperar a que no te haga nada?.- sus manos ya no sostenían su cintura, una de ellas jugueteaba de nuevo con el cigarrillo mientras que la otra recogía el cabello de Danae en una coleta, haciendo fuerza y presión.- Estás jodidamente demente Danae, mereces un puto castigo.
Un leve grito se escapó de los labios de Danae al tirar de su cabello. Su mirada se conectó con la suya comprobando que ambos cargaban lujuria por sus venas.
-Pero Cedric.. yo no hice nada
Trató de excusarse con una inocente sonrisa en sus labios, intentando simular un poco de tristeza en sus brillantes ojos. Le daba un toque inocente, Cedric no podía negarlo pero al ver de nuevo su conjunto de lencería y cómo despertaba su miembro con sus roces, esa inocencia desapareció por completo.
-No soy Cedric, aquí seguiré siendo tu profesor, profesor Diggory. ¿Queda claro, señorita Wood?.- cuestionó mientras se encargaba de darle una calada al cigarrillo sin soltar la mata de cabello moreno.
-Si.. profesor- tartamudeó impresionada ante su dominación.
Jamás había podido ni siquiera imaginar que Cedric Diggory, el joven con quien perdió la virginidad quien era dulce, se preocupaba siempre por si la dañaba y mostraba amor con cada una de sus caricias, ahora se encontraba dominándola, sin importar herirla.
Pero eso era lo que ella necesitaba, adrenalina, nuevas sensaciones.
La calentaba y humedecía aún más.
-Muy bien, buena chica. Ahora obedecerás a todo lo que el profesor te diga como la sumisa y masoquista que eres ¿por que te gusta sufrir dolor no? ¿te gusta que te trate rudo, que te pegue, que te azote con fuerza..?- cuestionó con una voz ronca llena de pasión, tirándole del pelo para que se encontrara más cerca de él y no se le ocurriera cerrar los ojos en ningún momento.
Danae tragó en seco al escucharlo, la actitud dominante de Cedric era mucho para ella pero necesitaba sentirlo, saber más.
-Si profesor Diggory.. me gusta- tartamudeó mirándolo a los ojos sintiendo cómo su tela de encaje se humedecía ante sus palabras.
—Abre la boca, señorita Wood
Cedric llevó el cigarrillo a sus labios dándole una calada para con fuerza acercar más a él a Danae. Cuándo esta obedeció, el Diggory expulsó el humo en su boca obligando a Danae a tragárselo.
La mujer odiaba el tabaco en sí, incluso en su casa cuándo su marido fumaba le pedía que al menos se retirara de ella, ni siquiera podía distinguir el olor y Cedric lo sabía muy bien, solo quería ver hasta dónde era capaz de llegar por sexo la mujer casada.
Los ojos de Danae brillaron, soltando algunas lágrimas rebeldes, tosió repetidas veces al inhalar el desagradable olor. Cedric disfrutaba de verla a su disposición.
-Buena chica, obedeciendo.- apagó el cigarrillo en un cenicero, causando que en este solo quedasen las cenizas apagadas.- No dije nada de cerrar la boca.
Musitó apretando la mandíbula, tirando con más fuerza de su cuello cabelludo. Danae a muy su pesar abrió de nuevo la boca. A pesar de estar sufriendo por las burlas de Cedric al este saber sus puntos débiles, estaba disfrutando ver cómo era dominante frente a ella, cómo la provocaba.
-Muy bien.. así es.- dejó caer alguna que otra ceniza en su boca.- Mira lo que haces únicamente por tenerme dentro tuya, estas jodidamente desesperada señorita Wood.
Danae jadeó al escucharlo y dio un respingo cuando la gran mano de Cedric chocó con brutalidad contra su trasero ya que este estaba casi al descubierto, pues su ropa interior no la cubría mucho, era capaz de asegurar que dejaría marca por unos cuantos días.
-Profesor... por favor.- jadeaba necesitada del hombre que se encontraba humillándola, necesitaba sentirlo dentro suya a pesar de sus continuas burlas, se encontraba muy húmeda.
Ambos lo disfrutaban.
-No tienes derecho a pedir nada señorita Wood.- gruñó soltando con brusquedad su cabello.- Levántate de mi regazo y túmbate en ese sofá, completamente desnuda. Me pensaré si mereces sentirme dentro o no.
Masculló entre dientes apretando la mandíbula. Cedric observó cómo esta obedecía yendose a colocar en el sofá, miraba cómo poco a poco la mujer se desprendía de sus pocas prendas, sabía lo que intentaba hacer. El hombre nublado de deseo, introdujo su mano en su pantalón y bóxer sintiendo como su miembro se encontraba duro y excitado, comenzó a palmearlo lentamente ante la vista de la mujer.
A los oídos de Danae llegó un gemido, dándose la vuelta para enfrentar al hombre, dándose cuenta de que se estaba masturbando, mordió su labio inferior ante la vista y de dejó caer completamente desnuda en el pequeño sofá rojo que poseía el Diggory en su despacho. Se apoyó en el reposa brazos, para poder abrir las piernas con mayor facilidad. Revolvió su pelo, dándole un aspecto más atrevido y sexy al que el hombre no pudo resistirse.
-¿Por qué masturbarse solo cuándo puedo ayudarte?- cuestionó pícaramente, batiendo sus pestañas lentamente.
-Oh señorita Wood, esta usted muy equivocada si cree que le dejaré las cosas tan fáciles.- dejó de auto-complacerse, para bajar sus pantalones y quitar su camisa dejándolos en el suelo.
Abrió el cajón de su escritorio, sacando su varita y otra cosa más que Danae no pudo distinguir. Con su torso completamente al descubierto y solo vestido por unos boxers se acercó al sofá dónde lo esperaba la mujer impaciente.
-Vamos venga.. le necesito profesor Diggory..- atrapó su labio inferior entre dientes, mirándolo con una lujuriosa expresión.
-Usted va a obedecer y no poner réplicas.- ordenó con firmeza, rodeando con su venosa y gran mano el cuello de le mujer, esta dejó escapar un gemido inesperado. Apretando con fuerza , pero controlándose para no dejarla sin aire la atrajo de nuevo hacia él causando que sus apetitosos labios llegaran a rozarse.- Rojo, será nuestra palabra de seguridad, úsala si es demasiado para ti o ocurre algo.
Indicó para vendar sus ojos con una tela roja, amarrando bien el nudo para que no cayera y su visión estuviera cegada. Danae se encontraba bajo su sumisión, dejando que este le enseñara un nuevo mundo en el sexo; el maso y sadomasoquismo, la sumisión y el BDSM, que jamás pensó que le llegara a gustar tanto hasta que cayó en manos del Diggory.
-Esta bien, profesor..- emitió un leve susurro, despertando los más cavernícolas sentidos del hombre quién perdió la cordura.
Cedric colocó sus manos en las piernas de la mujer, sujetándolas y abriéndolas con firmeza. Colocó su varita entre sus dientes.
-Mantenlas bien abiertas señorita Wood, no las cierre pese a ninguna circunstancia.- masculló agarrando en su mano derecha su varita.
Danae asintió, respondiendo un murmuro como confirmación.
-Ligare- conjuró el hechizo que muy pocos conocían, haciendo que en las muñecas de la azabache quedaran atadas por unas cadenas que apretaban con fuerza, impidiendo el escape.
-Joder, profesor..
Danae gimió, se encontraba totalmente excitada, como jamás lo había estado. El estar atada y sin ver nada la calentaba, pero aún más el hecho que estuviera frente a la sumisión de Cedric Diggory, el marido de su mejor amiga.
Sabía que era prohibido, pero es aún aumentaba más sus ganas de incumplir las reglas.
Cedric sonrió al escucharla, su varita recorrió los muslos de la mujer, hasta que se encontró con su palpitante humedad, recorriéndola entera de arriba hacia abajo.
-Mírate, toda desesperada ante mis caricias.-se burló y estrelló su varita contra su núcleo en un seco golpe. Danae se retorció bajo su agarre al sentir el escozor que más tarde se transformó en una ola de placer.- ¿Qué es lo que quieres señorita Wood.. que desea?
-A usted profesor Diggory.. tócame, acaríciame, fóllame..- pidió en un ruego, cansada de sus constantes burlas.
-Me parece que eso no se podrá hoy, te has comportado muy mal hoy señorita Wood viniendo en esa lencería tan provocativa, por el pasillo cuándo cualquiera puede verte.. tratando de seducir a tu profesor...- masculló, rozando su varita contra su entrada- Sin embargo, puedo complacerte algo..
Danae gimió con fuerza arqueando su espalda cuándo el hombre introdujo sin previo aviso su varita dentro de ella, comenzando a penetrarla con ella simulando estocadas. Cedric se acercó mas a ella, jugueteando con su clítoris y frotando sus labios menores mientras la penetraba con la rugosa varita.
La afilada punta de la varita, golpeaba repetidas veces contra su punto G, causando que oleadas de placer la recorrieran y no pudiera controlar sus gemidos que brotaban de su boca. Sentía el orgasmo llegar, pero antes el Diggory le mostró un truco que la abismó.
-Vibrato.- llegó a oír para después sentir cómo el núcleo de la varita le emitía vibraciones a su sexo. Se sentía en las nubes, sus ojos vendados se tornaron en blanco, y su espalda se arqueó.
El placer la invadió para que el clímax la golpease con firmeza, exhaustiva dejándose liberar se recargó en el sofá con su pecho subiendo y bajando con respiración errática.
-Eso es córrete para mi..- sonrió ante la vista de la mujer completamente sometida hacia él, sacó la varita lentamente ganándose un jadeo de parte de Danae. Cedric se acercó para desabrochar la venda que cubría sus ojos y deshacer las cadenas que la presionaban.-
Los ojos brillosos por culpa de las burlas y él placer que el hombre le dio, de Danae conectaron fugazmente con los de Cedric, observando cómo este recolectaba entre sus dedos sus recientes fluidos para después llevárselos a la boca y saborearlos lenta y sexymente para la mujer.
-Que bien sabes señorita Wood..- sonrió para sus adentros, bajándose del sofá.- Ahora te vestirás e irás a tu cuarto, ya me pensaré si otro día mereces ser follada como mereces.
¡nuevo capitulo!
¡déjenme saber sus opiniones!
¡Lxs quiero!
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