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Douma se sintió algo aliviado al saber que ya eran las seis de la mañana, eso quería decir que pronto saldría el sol y su sufrimiento en aquel lugar “maldito” finalmente acabaría.
Ahora ambos se encontraban recorriendo las últimas habitaciones que aún no habían revisado de la mansión. El rubio iba con una de sus manos entrelazada con la del pelinegro para disminuir sus nervios y miedo, pero todos sabemos que también aprovechó para sentir el cálido tacto de su crush.
Al terminar de revisar las habitaciones del tercer y último piso, decidieron volver a la planta baja y esperar el amanecer en la sala principal.
Esa fue la peor decisión que se les pudo pasar por la mente, según Douma.
Pudieron visualizar una figura extraña colgando del candelabro justo cuando entraron en la sala, Douma quiso salir corriendo de ahí pero otra criatura idéntica apareció detrás de él.
Soltó la mano de Michikatsu para retroceder y alejarse lo más que podía pero se detuvo en seco cuando su espalda chocó contra otro de esos entes.
Akaza, Enmu, Nakime, Gyutaro, Ume y Zohakuten estaban vestidos de la misma manera; solo tenían una gran sábana blanca sobre sus cuerpos y con un par de agujeros en la cara para poder ver con claridad.
Era un disfraz de fantasma muy simple, pero eso fue más que suficiente para hacer temblar al pobre oji-arcoiris.
Douma veía a todos lados, no podía escapar de ahí y su pánico aumentó un millón de veces al ver a esos fantasmas “derritiendose”.
« Cagué. »
En realidad ellos solo iban a quitarse aquella manta para revelar su verdadera identidad y dar por finalizada la broma ya que los rayos del sol comenzaban a hacerse visibles; Douma había superado con éxito aquel reto.
El rubio cerró los ojos con fuerza y se hizo bolita en el suelo, ahora sí parecía una calabacita de verdad.
Todos se quitaron la manta, quedando expuestos ante Douma pero este no abrió los ojos en ningún momento.
──¡SORPRES-
──¡MICHIKATSU, SIEMPRE ESTUVE ENAMORADO DE TI! ¡TE AMO! ¡LAMENTO NO DECÍRTELO ANTES PERO QUERÍA CONFESARLO ANTES DE MORIIIR!
La mansión completa quedó en silencio.
El rubio abrió los ojos y vio a todos sus amigos sosteniendo mantas de color blanco, dándose cuenta de que todo lo que pasó en ese lugar fue solo una broma pesada por parte de ellos.
Un intenso rubor se manifestó en las mejillas de Douma y Michikatsu; sabían que tenían que hablar sobre ese tema una vez que hayan abandonado aquella mansión embrujada.
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