Douma se estaba meando del miedo.

¿Y quién no lo haría si se encuentra en un lugar “embrujado” y comienza a escuchar risas aterradoras? Exacto, Michikatsu.

Pero el rubio no podía evitar sentir escalofríos recorriendo todo su cuerpo al escuchar varias voces susurrando cosas irreconocibles.

──A veces siento que tus ancestros fueron fantasmas... ¡Es que es imposible que no estés ni un poco asustado!

──¡Tu cola era un fantasma! ──Gritó una de esas voces misteriosas, asustando de sobremanera a Douma y haciéndolo caer al suelo.

──Bueno... Eso explica porque no puedo ver tu culo. ──Se burló Michikatsu mientras ayudaba a su acompañante a ponerse de pie.

──El pasatiempo favorito de Michikatsu Tsugikuni es verle el culo a Douma. ──Susurró otra de esas voces, causando un gran sonrojo en el pelinegro pues eso definitivamente no estaba en el plan.

El mayor iba a responder algo, pero inesperadamente varias vendas cayeron sobre ellos, impidiéndoles moverse con facilidad.

Y como era de esperarse; Douma volvió a asustarse y gritar como macho pecho peludo.

[ . . . ]

Ume y Zohakuten salieron corriendo de la mansión pues ya no aguantaban las ganas de reírse por todas las tonterías que habían dicho ahí dentro.

──¡Michikatsu nos va a matar! ¡Pero valió la pena! ──Habló la albina entre risas mientras se acercaban a los demás para informar que su parte del plan salió bien.

──¿Qué hicieron? ──Gyutaro los miró con los ojos entrecerrados, ya sabía que harían alguna idiotez.

──Yo no fui, fue tu hermana. Ella empezó a hablar sobre el fanatismo que tiene Michikatsu por el culo de Douma.

Akaza no pudo evitar reírse estruendosamente al escuchar tal información.

──Bueno, pronto va a amanecer, así que debemos apresurarnos. ──Comentó el pelirosa mientras los demás le ayudaban a disfrazarlo como una momia al igual que a Gyutaro.