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"Tus ojos son más que preciosos"


Su cabello húmedo parecía secarse por el aire, mientras el aroma natural a lavanda que desprendía su cabello. Mientras portaba las prendas blancas y elegantes que decía debía de llevar en el boleto.

En sus manos el brazalete puesto por su padre y el boleto dorado. Estaba nervioso, su rubor en el rostro lo demostraba. O tal vez el temblor en su cuerpo al estar enfrente de las puertas de la mansión junto con otros cinco más.

Tres hombres que llevaban prendas distintas a las suyas, ellos con trajes diferentes, cada uno rojo, negro y dorado. Dos chicas con zapatillas y vestidos elegantes de tonos pastelosos.

Y él, bueno. Su traje era blanco, así que no podía decir mucho. No cuando amaba ese color y le gustaba como quedaba con su cabello castaño. Sus ojos cafés, no azules como los demás.

-Padre ya son las diez y no abren. —la voz de una de las mujeres. —¡Has algo!

El ruido de las puertas interrumpió al hombre. De decir algo, ambas rejas abriéndose para dar la bienvenida.

Jungkook quiso correr, no podía competir contra personas de niveles más altos. Como las hijas de los dueños de la fábrica de tejidos.

El hijo del panadero, del bar y el hijo del carnicero. Que incluso tenían una casa llena de lujos que nunca tendría en sus manos.

No podía, no cuando ellos eran mejores.

-Atención. -Observo al hombre que estaba enfrente de ellos como si los analizara. — Entreguen los boletos.

Todos parecieron mirar con orgullo adelante entregando el boleto a la persona que los miraba para comprobar.

Pero Jungkook no quería mirar, no le gustaba que las personas lo juzgarán. No le gustaba que por la clase social tuvieran malos entendidos. Estiró el boleto mirando el suelo, sin desear tampoco que fuera desechado tan pronto.

La persona que se detuvo enfrente de él tomó el boleto de su mano con delicadeza, para levantar su mentón.

Su corazón pareció enloquecer, el aliento desapareció ante la persona que lo miraba con determinación.

-No bajes la mirada, no es bueno rendirse al principio de la competencia. Tú puedes ser el ganador. ¿Cierto?

La voz grave, profunda que recordaba. La misma que había olvidado un poco por el tiempo.

-Tu nombre.

-Jeon Jungkook...-Odió como su voz tembló.

Al menos se sintió más enamorado ante la sonrisa de Taehyung, quien le devolvió el boleto y se hizo a un lado para invitarlo a pasar.

—Adelante.

Caminó un poco, observando como los demás también avanzaban adentrándose a la mansión.

Era el momento, de estar dentro del hogar de Taehyung y hacer lo posible para conquistarlo. Para ganar, al menos intentarlo.

Habían sido formados, casi por edades delante de Taehyung. Se había dado cuenta de algo, que era el único con el brazalete.

-Haremos todos, algunas actividades de las cuales les irán restando puntos si no logran hacerlas bien.

La voz de la mujer, que descifró por la postura. Era la madre de Taehyung, y parecía querer todo perfecto.

-Primero, iremos al salón de limpieza. Demostraran que son capaces de hacer.

Jungkook fue testigo de las quejas de los demás candidatos, de cómo Taehyung parecía mirarlos un momento y negar ante ellos.

-Por aquí.- La siguieron, llegando hasta el salón especial donde yacía un gran comedor.

-Cada uno deberá limpiar el piso, los cubiertos y ordenarlos. Tienen diez minutos.

Todos parecieron parpadear confundidos, mientras Jungkook tomó el pequeño mandil para colocárselo mientras se quitó el saco para remangar la camisa.

Sus manos fueron rápidas mientras limpiaban los cubiertos, quitando las gotas de agua.

La mujer mayor pareció observar como los demás se molestaban haciendo caso, como el único que parecía hacerlo sin quejas y de forma rápida era el chico castaño.

-El piso será con el cepillo que tienen al frente, hay jabón en el recipiente de adelante. Deben de limpiar bien el cuadro que se les encomienda.

Escribiendo sus nombres en una hoja, fue dejado delante de lo que habían hecho.

-Jungkook. -Escribió con el pincel sonriendo por el pequeño detalle que añadió al final.

Alejándose y siguiendo con lo demás para agacharse en el piso y con el cepillo empezar a limpiar el cuadro.

Los demás bufaron molestos, las mujeres parecieron más enfadadas por el vestido que tenían puesto.

Todo estaba bien, al menos lo había estado hasta que la señora y Taehyung se retiraron para regresar en diez minutos.

Lo que no esperó fue que le arrojaran tierra a su cabeza logrando ensuciar sus prendas blancas y el piso ya listo.

—¡Oh! ¡Lo siento! —El hijo del dueño del bar. Reconoció su voz, porque siempre le había hecho burla por sus prendas.

Sacudió su cabeza para volver a tomar el cepillo, limpiando de nuevo. Tallando con cuidado para no rayar.

—No vas a ganar, quien se casará con Kim Taehyung será alguien de buena familia. Al menos que tenga dinero. —Esta vez levanto la mirada, el agua sucia cayó en su rostro.

Casi gateó retrocediendo siendo consiente de como la camisa se ensuciaba. No debía llorar, no lo haría. Porque estaba ahí para luchar, para amar a Kim Taehyung y demostrar que solo quería estar a su lado.

-Ustedes solo quieren su dinero.

-¿Que más pediría?, es atractivo. Tiene mucho dinero, te ofrece una familia. Y que nuestra familia también obtenga lujos. —Respondió uno de los hombres.

Y él, tal vez deseaba golpearlo. Decirle que no todo podía ser suyo, que el dinero era lo de menos.

El ruido de tacones lo hizo negar, tomar como pudo toda la suciedad y lograr que se viera bien. Aunque sus prendas fueran un desastre.

-Lección uno, y lección dos. Unos son mejores que otros, y otros.., son más cuidadosos. Las palabras fueron hacia él.

La mirada de la mujer que anotó algo en una tabla grande; reclamando algo que no tenía idea y tal vez por primera vez en el día provocando un sentimiento de tristeza en su pecho.

Se supone que debía de ser el mejor, que debía tener las cualidades de un sirviente real. Que debía cuidar su vestir en todo momento.

-Adelante, vamos al jardín.

Lo único que Jungkook hizo, fue morder su labio. Apretar sus puños y cerrar sus ojos para controlar sus sentimientos.

-No te quedes atrás.

Quitó el mandil para dejarlo a un lado, sus ojos estaban brillosos. Rojos, esperando que se debilitará para llorar.

Avanzó cabizbajo, siguiendo a los demás sin siquiera importarle lo que podía llegar a soportar solo para intentar ganar.

"Eres mío, porque yo soy tuyo"

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