07. Not a date
Llegando de la Univerdad a su casa, lo primero que notó fue un Bentley Mulliner negro estacionado afuera del enorme Jardín.
Su padre estaba en casa.
Eso no le llenaba de sorpresa ya que nunca estaba más que solo para ir a cenar los fines de semana, y nada más para eso.
Cuando entró por la puerta subió las escaleras y dejó su mochila sobre su cama. Luego pasó a bajar las escaleras con el celular en la mano viendo una que otra cosa en redes sociales, hasta dirigirse hacia la sala, donde su padre estaba hablando muy animadamente con Seulgi. Ella en un sillón diferente mientras que él en otro pero muy cerca de ella.
Cuando su padre volteó hacia él rápidamente se levantó mientras se acómodaba su traje negro de negocios.
— Jeno, que bueno que estás aquí.
— ¿Para ti cuando es bueno? — soltó con sarcásmo pero sin mostrar una risa, mientras no despejaba la vista de su celular.
— No me hables así. Sabes que trabajo muy duro para darte todo lo que necesitas.
— Como sea. — murmuró sin mirarlo todavía.
— Bueno. Solo quería decirte que hoy tienes una cita con dos nuevos contratistas de la empresa. — al escuchar eso Jeno levantó la mirada incrédulo hacia su padre, quien sonreía ampliamente.
Claramente eso no le había sonado para nada bien.
— ¿Qué? — exclamó con histeria. — ¿Qué has dicho?
— No sé porque te pones de esa manera, ya habíamos hablado sobre de esto.
— No, fuíste tú el que organizó esto sin mi consentimiento. Tú sabes lo que significa para mí el hecho de estudiar modelaje, no puedes hacerme esto.
— No te estoy pidiendo que te hagas cargo de la empresa algún día. Bueno, si eso llegara a pasar. Pero solo son dos nuevos contratistas que vienen para conocerte y enseñarte lo que hacen. Además dudo que tu beneficio como modelo dure mucho, por lo que si no acabas bien sabes que puedes comenzar desde acá.
Jeno sabía que su padre se refería con lo de la empresa. El descaro con el que se dirigía hacia él no le era de extrañar, pero cada vez lo soportaba menos por no escuchar sus decisiones y no tomarlo en cuenta.
— No lo haré. —soltó con voz firme, sin vacilar. — Y no voy a ir.
— Lo siento, Jeno, pero ya hice la reservación. Y vas a ir.
— Te he dicho que no ¿acaso eres sordo? no lo haré. — alzó la voz haciendo énfasis en la última frase, solo para recibir una fuerte bofetada en su mejilla y que el escozor sobre esta comenzara a arder. Jeno se volteó hacia su padre con la mano en la mejilla, mientras le miraba con odio y furia. Un sentimiento de impotencia se instaló dentro de él de solo ver al hombre de cabello obscuro mirandole con superficiencia.
— ¡Eunseok! — Seulgi se levantó alterada caminando hacia ellos, poniendose al lado de Jeno con las manos sobre sus hombros, mientras ambos miraban con la misma molestia hacia el padre del castaño.
— Escuchame bien, Jeno, vas a ir a esa cita y es mi última palabra. Te estoy haciendo un favor para tu futuro, deberías estar agradecido. — dijo con severidad y salió de la sala para ir hacia su oficina.
Jeno respiró profundamente antes de darse la vuelta en dirección hacia las escaleras, mientras Seulgi descolgaba sus manos de sus hombros para verlo.
— No hagas caso a tu padre, él solo...
— No es tu asunto. — dijo con aflicción en un susurro, subiendo las escaleras hasta llegar a su habitación.
Se recostó sobre su cama y empezó a revisar su celular. Y Antes de entrar en la primera aplicación que encontró para su distracción, la puerta se abrió dejando ver a Seulgi cerrarla detrás de ella y sentarse a su lado. Jeno se acomodó sentándose en su lugar y un silencio incómodo invadió la habitación.
— ¿Qué?
— Yo sé que no es mi asunto. — Seulgi se ganó una mirada de él. — Pero no deberías preocuparte por lo que tu padre diga o te haga. Tú tienes mucho potencial para el modelaje y nadie ni nada te puede quitar eso, ni siquiera él.
— Pero lo está haciendo, y al parecer a él no le importa. — contestó cabizbajo, y la severidad en su voz hizo que Seulgi desviara la mirada de él. Dándole la razón. — Seguro que después de esto no me dejará ir a concursar.
— Yo hablaré con él.
— No tienes que hacerlo, solo empeorará las cosas. — sonrió débilmente.
— Sabes que tú padre se deja influenciar por mí si le pido algo ¿no? — la mujer se cruzó de brazos con una sonrisa divertida mientras que Jeno dejó salir una risa entre dientes.
— Lo que sea menos que me comprenda. — dijo irónicamente haciendo que Seulgi se riera sin humor. — No le digas nada, a menos que comente algo.
— Está bien. — sonrió después de levantarse de la cama y darle una palmadita en su hombro como muestra de ánimo.
Salió de la habitación dejando a Jeno un poco pensativo, hasta que una idea se le cruzó por la cabeza y rápidamente tomó su celular para escribirle a Yeji.
Aquella respuesta no había sido más que una excusa para convencerla y que ella accediera a ir con él. Además de que no quería estar solo en la cita con dos hombres seguramente amargados por su trabajo y solo quería a alguien más con quien no se aburriera del todo.
Una nueva notificación apareció en su pantalla encendida.
Una sonrisa de impresión se formó sobre su rostro. Aunque podría sonar muy soberbio de su parte, estaba más que feliz porque por fin la había convencido de hacer algo con él.
Una vez que le pasó la dirección del lugar quedaron de encontrarse a las cinco afuera de este. Eso porque Jeno quería evitar que los contratistas de su padre llegaran antes de que Yeji estuviese allí.
(...)
Tenía más de cinco minutos que había llegado mientras se recargaba en el porche de su coche que estaba estacionado afuera del restaurante, donde quedó de ver a los contratistas de su padre, y esperando a Yeji venir. Volteó hacia ambos lados pero no había rastro de ella, por lo que decidió entrar al restaurante y esperarla adentro.
Se sentó en una mesa para cuatro, a dos mesas cerca de la ventana para ver si Yeji llegaba. No se percaptó del tiempo que había pasado mirando hacia su celular cuando sintió una presencia cerca de él. Levantó la mirada para ver a Yeji entrar por la puerta mientras lo buscaba con la mirada.
Miró al atuendo que usaba, que no era más que un vestido corto pegado al cuerpo de tirantes negro, una camiseta blanca a manga corta y unas botas que le llegaban hasta las rodillas, mientras que sus piernas estaban vestidas por unas mallas de red. Su cabello estaba atado por un media cola, dejando ver su joyería de plata preferida sobre sus orejas, y una cadena con un corazón negro colgando de su cuello.
Quedó perplejo por un momento al verla, pero luego movió su cabeza para borrar aquella "impresión".
Tan pronto como se dio cuenta, Yeji ya estaba frente a él.
— No pudiste buscarte algo mejor. — soltó con sarcásmo mirandola de arriba hacia abajo, haciendo rodar los ojos de la castaña.
— Bueno, ¿qué esperabas? — encogió sus hombros con furor — No soy elegante como tú. — señaló hacia su traje negro de negocios, con desdén, que estaba conformado por una camisa blanca abotonada, un saco y una corbata de ceda negra.
Jeno rodó los ojos mientras Yeji se sentaba frente a él, dejando a su lado su bolso negro en la silla.
— Si esto no es un cita, ¿entonces cómo quieres llamarlo?
— Ya te dije que te lo explicaría después.
— Pues que sea pronto. ¿Sabes que tuve que mentirle a mi mamá de qué iba a verme con unos amigos los cuales ni siquiera existen? — Jeno alzó las cejas con incrédulidad hacia ella.
— ¿Ella no sabe que estás aquí?
— No, y más vale que ni se entere. Le daría un infarto si se da cuenta que estoy en un restaurante para gente rica.
— ¿Por qué la agresividad? — rió con humor frunciendo su ceño.
— Tú ya sabes porque. No soy rica como tú. — se encogió de hombros con desdén, mirando a otro lado.
— Bueno, si no querías venir ¿entonces por qué aceptaste? — preguntó alzando una ceja con picardía.
— Porque te dí la oportunidad de que me demuestres lo que dices que dijiste. — sonrió falsamente, y Jeno asintió con obviedad de que era así.
— Bueno, como sea. Y solo por eso viniste.
— Me da igual. Solo quiero saber que tan importante es hacerme salir de mi casa para venir hasta aquí.
— ¿Tú eres bipolar o qué? — rió con sorna.- Ya te dije, tú misma lo acabas de decir.
— Sí, pero la parte del "te lo explicaré más tarde" no resuelve mis dudas.
— Te lo explicaré... creéme, pero no ahora. No seas desesperante. — la regañó en broma, de una forma más suave mientras que ella solo se encogió de hombros. Luego un mesero llegó entregandoles las cartas del menú y después se retiró.
De pronto Jeno estaba mirando como Yeji fruncía su ceño con extrañeza leyendo el contenido de la carta, y una risa entre dientes se le escapó de los labios.
— ¿No sabes que pedir?
— La verdad no tengo hambre para serte sincera. — negó con la cabeza sin mirar hacia él y luego dejó la carta extendida sobre la mesa, recargandose sobre el respaldo de la silla.
— Puedes pedir lo que tú quieras, yo lo pagaré.
— No es necesario que lo hagas. — contestó con cautela, haciendo que el chico mirara hacia ella.
— Yo te invité, yo pago.
— Pero si así no fuera, ¿qué tendría de malo si yo pagara lo que me como? — arqueó una ceja, cruzando sus brazos y ganandose una mirada de él.
— Nada, pero yo te invité, por lo tanto yo pago todo lo que tu quieras.
— Ah, ya entendí. — alargó con una sonrisa falsa, ganándose otra vez la atención de Jeno. — ¿Crees que por qué sé que tienes dinero yo voy a pedir todo lo que quiera?
— Estoy siendo amable, Yeji. Y no voy a dejar que tú pagues, aunque traigas dinero.
— ¿Masculinidad frágil? — arqueó una ceja, burlona, y esta vez Jeno le miró con severidad, dejando la carta sobre la mesa.
— ¿Qué dijiste?
— Digo, debes estar tan acostumbrado a pagar por otras personas ¿no?
— Solo cuando yo las invito. — justificó.
— ¿Y si fueran hombres?
— Eso es diferente, tú eres una mujer.
— ¿Y por ser una mujer crees que no puedo pagar lo mío?
— Ya tuvimos esta conversación antes, Yeji. Así que déjalo. — ella rodó los ojos soltando un suspiro de resignación mirando hacia arriba.
Nunca le haría ver las cosas de otra manera.
— Sabes, yo tampoco tengo hambre. Pediré una malteada ¿y tú?
— Lo mismo. — asintió y poco después el mesero llegó y les retiró las cartas.
— Te ves nerviosa — preguntó al verla muy callada y mirando hacia el cristal de la enorme ventana.
— Es solo que no estoy acostumbrada a salir con chicos.
— ¿Y con chicas?
— Tampoco. — se encogió de hombros.
— ¿Entonces no tienes amigos? — esa pregunta le llenaba de curiosidad.
— No muchos. — volteó cabizbaja. Por alguna razón Jeno pensó que tal vez le estaba mintiendo, ya que ella no lo miraba cada que respondía. De repente Yeji alzó los ojos hacia él. — Bueno, no. En realidad, no.
— ¿Y por qué no lo intentas?
— No todas las personas te aceptan como eres, sabes.
— ¿Lo dices por como vistes?
— Tiene mucho más que ver la actitud y la personalidad que la apariencia en una persona, Jeno ¿no crees? — arqueó una ceja hacia él.
— ¿Dices que soy solo apariencia? — soltó ofendido, con los ojos muy abiertos. — ¿Eso es lo que tratas de decirme?
— Tal vez. — se encogió de hombros con desdén.
— Hay muchas cosas que de mí que no sabes, Yeji.
— ¿Ah, no? ¿Crees qué no sé algo? — alzó ambas cejas con incrédulidad, lo que provocó que una extraña sensación se instalara en su estómago. Y le mirara con espanto.
— ¿Qué quieres decir con que si no creo?
— ¿Crees que no sé lo que pasó contigo en la Universidad?
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