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𝗙𝗟𝗔𝗠𝗘 𝗢𝗡𝗘

𝗙𝗟𝗔𝗠𝗘 𝗢𝗡𝗘
𝑲𝑼𝑺𝑨𝑲𝑨, 𝑻𝑯𝑬 𝑷𝑬𝑫𝑶𝑷𝑯𝑰𝑳𝑬


Si había algo que Yoriko odiara, era el verano. El verano sólo significaba para ella: mosquitos, ahogarse con el uniforme, incendios, no poder dormir bien por el calor. No encontraba ni un solo punto positivo a esa estación, ya que incluso durante su etapa de estudiante sufrió bullying y no tenía amigos con los que ir a la piscina o salir a divertirse.

Odiaba la vida adulta. Sí, estaba teniendo tanto éxito en el trabajo que aún no se lo creía, pero a su vez odiaba pagar impuestos, tener que vigilar bien no pasar por alto ninguna factura y cocinarse a sí misma. Ella realmente no tenía ni puñetera idea de como manejar correctamente el horno, ¿cómo iba a mantenerse sola? Aún no había incendiado su casa, algo que la motivaba.

Porque realmente sería una ironía aplastante que ella como la Capitana del cuerpo de bomberos de Tokyo incendiara su casa. Probablemente la despedirían, aunque se quedarían sin titulares para el periódico.

"Bombera gigante lesbiana es despedida" siempre estaba bien resaltar lo homosexual que era y que era la primera mujer capitana en Tokyo. Cuando entró como bombera fue las risas y el centro de apuestas, cuando supieron que era lesbiana un chiste típico entre los superiores y el día en el que comenzó a ascender como la espuma la comidilla de todos.

- Capitana Tetsuro -eso sonaba como Mozart para sus oídos. Amaba ser respetada, notar como robustos hombres que se creían unos alfas la miraban desde abajo y debían seguir sus órdenes sin poner ni una sola pega-. Han cambiado el equipo para la revisión del edificio en Shibuya. Nos toca ir.

Yoriko se levantó de su escritorio, apoyando con fuerza a propósito la suela de las botas en el suelo. El aire acondicionado era lo único que la salvaba de morirse de calor con el pesado uniforme, y ahora encima debía equiparse para la jodida revisión de un edificio de idols. Odiaba las grandes empresas, odiaba hacer esas estúpidas rutinas y odiaba enterarse tan tarde.

- ¿Quién ha dado la orden? -preguntó, ajustando su pequeña coleta.

- El capitán Harada -respondió de inmediato. Ante la mala cara que puso su capitana, el cadete Murata trató de mejorar algo. Sabía que se odiaban, y sabía que el motivo era el voto conservador del capitán del parque de bomberos contrario-. Aunque nos pagarán el almuerzo.

- Eso ya me gusta más -asintió, dándole una palmada en el hombro. Era más alta que la mayoría de los bomberos allí, pero él equiparaba su altura y no le intimidada tanto-. Entonces en marcha. Llama a Matsutoya, Kusaka y Joichiro.

Mientras el recién ingresado corría disimuladamente a buscarlos, Yoriko buscó su equipamiento. Como Capitana, debía ser la que diera voz en todo y los guiara. Si fallaba algo, el peso recaía sobre sus hombros. No era secreto que querían buscar excusas para echarla, ya que en un país como Japón tener de superior a una mujer lesbiana era sumamente doloroso para algunos.

Esperó junto al camión a que llegara su equipo de confianza, casi riendo al notarles ir corriendo por miedo a ser regañados. Según su informante de confianza (en realidad, era el conserje) todos la respetaban muchísimo, ya que intimidada demasiado y admiraban de cierta manera que hubiera ascendido tan pronto. Corrían historias sobre sus anteriores incendios y accidentes, y había llegado a escuchar que algunos realmente creían que se había enfrentado a los leones del zoo para proteger a un niño con las manos vacías. Prefería eso a que se siguiera hablando de cómo supuestamente le robó la mujer al Superintendente.

- Bien, ¿estamos todos? - asintieron, firmes como rocas. Se trataban de estirar para parecer más altos inconscientemente-. A pesar de que era trabajo del equipo de Harada, ha habido un cambio de última hora y nos toca a nosotros atender la revisión por las quejas del servicio antiincendios. Solo será comprobar los extintores, alarmas y salidas de seguridad, y nos invitarán a comer después.

Aquello último iluminó las caras de todos. Sonriendo junto a ellos, dio una palmada que sobresaltó a Kusaka y todos se pusieron en marcha. No debían llevar mucho equipo, así que simplemente subieron uniformados al camión más pequeño. Generalmente Hoshida conducía, pero se había dado de baja por caerse de un árbol al tratar de acceder a una casa por ahí. Lo más irónico era que la puerta principal estaba abierta.

- Joichiro, conduce -le lanzó las llaves, y se dejó caer en el asiento a su lado sin querer salir del parque en todo el día. Adiós aire acondicionado, adiós rellenar papeles absurdos, adiós cómoda silla giratoria. Hola estúpida empresa explota-adolescentes.

Para su sorpresa, el edificio de la empresa estaba acoplado a un restaurante de pollo frito, y de inmediato todos en el camión sonrieron al saber dónde comerían. Delicioso pollo frito, pediría el cubo más grande y picante solo por haberla avisado a última hora.

- Capitana Tetsuro, esta es la agencia de NANA - dijo con ilusión Kusaka, suspirando cuál adolescente enamorado-. Es como un ángel caído del cielo.

- Puto pedófilo, es una cría -espetó Matsutoya, bajando del camión con la caja de herramientas necesarias-. ¿Cuántos años tienes tú? ¿Cuarenta?

- Tengo treinta y cinco - corrigió, con las mejillas rojas de la vergüenza. Yoriko ignoró el debate que comenzaron sobre lo pedófilo que era Kusaka, inclinándose en la mesa de recepción sonriendo a la chica tras el ordenador.

- Buenos días, soy Yoriko Tetsuro, del cuerpo de bomberos - enseñó su identificación-. Estamos aquí por la revisión del sistema de seguridad.

La secretaría la miró atentamente durante unos segundos. Yoriko alzó las cejas al no recibir respuesta, sacando a la chica de un trance y viéndola comenzar a teclear sin sentido en el ordenador.

- C-Claro, el CEO les espera en su despacho con toda la información - sonrió nerviosa. Le devolvió la sonrisa, incorporándose para llamar a sus cuatro idiotas.

- ¡Cadetes, menos hablar y más trabajar! - alzó la voz. Los cuatro hicieron una pose de ejército, comenzando a seguirla como robots mientras se despedía con un agradecimiento de la tierna chica de recepción. En el ascensor apenas cabían apretados, aunque no sabían cual era el piso y simplemente apretaron uno al azar-. Deberíamos haberla preguntado dónde estaba el CEO.

- Sí.

La musiquita era relajante, y el espectáculo que no habían hecho al entrar se produjo al salir. Todos querían huir del pequeño ascensor a la vez, acabando chocando hombros entre sí. Joichiro y Murata se lamentaron de ser los desafortunados que se tragaron los hombros de su Capitana, la mujer que les sacaba una cabeza y al menos dos cuerpos de músculo.

- Podríamos preguntar a alguien - sugirió Matsutoya, balanceando la caja por el pequeño agarre-. Jodido pedófilo, deja de buscar a la niña.

Kusaka frunció el ceño, dispuesto a comenzar a defenderse de nuevo.

- ¡Soy su fan, no soy un puto pedófilo! - Murata rio, sembrando entonces la discordia entre los cuatro. Tres contra uno, y parecía que Kusaka les iba a devorar vivos.

Aprovechando eso, decidió ir a preguntar a una chica que salía de una de las salas. Salió mal, ya que otra más bajita y de pelo chillón chocó con ella.

- Oh, disculpe - su voz era suave y bajita, y era ciertamente tierna. La llegaba por debajo del hombro, y Yoriko solo quiso envolverla en una mantita cuando alzó la mirada y la miró con sorpresa-. P-Perdone.

- No ha sido nada, niña -sonrió en su dirección. Ni la había notado casi-. ¿Sabes dónde está el despacho del CEO?

- Quinta planta -señaló de inmediato. Asintió tomando la indicación, silbando al grupo de imbéciles que debatía seriamente sobre si Kusaka era o no un pedófilo por ser tan fan de una cría-. ¿Hay un fuego?

- Para nada- rio. Siempre que iban por accidentes o revisiones les preguntaban por los fuegos-. Protocolos de seguridad, hay quejas por el sistema de seguridad antiincendios... - miró a su grupito. La habían ignorado con éxito-. ¡Moved el culo, cadetes! Ten un buen día, y mira bien por donde caminas.

Tras esa recomendación que sonó más grave de lo que quería, la niña pelirrosa hizo una extraña pose firme, y salió corriendo por el pasillo.

-¿Esa es Nana? - preguntó repentinamente Kusaka, embobado-. ¡Capitana, mala persona, sabe que Nana es mi amor imposible! -lloriqueó, mientras la mujer pasaba por su lado agarrando del cuello del uniforme de Kusaka y Matsutoya para meterles al ascensor-. ¡Debería haberme llamado antes, ahora ya no podré pedirla un autógrafo! - se hundió con dramatismo, mientras el resto entraban al ascensor mirando con sumo asco al bombero.

- Eres realmente repulsivo, Kusaka - Murata hizo una mueca de asco, como una arcada-. Capitana, yo la ayudo con sus papeles de despido.

- ¡He tenido a Nana delante y no he podido hablar con ella! -gritó-. ¡Ya nada importa!

Todos se miraron entre sí, para después mirarla a ella como críos esperando que su madre regañe a su hermano. Veía innecesario lidiar con el dramatismo adolescente de Kusaka, aunque anotó mentalmente esas tendencias que tenía a fijarse en crías de metro y medio. Le mantendría muy bien vigilado.

- ¿Es aquí?

El piso cinco no tenía nada que ver con cualquiera de los de abajo. A partir de ese piso había oficinas por todas partes, y el presupuesto aumentaba. Una enorme cristalera que dejaba ver todo Tokyo fue lo primero que los recibió, junto con una secretaria menos tímida que la de recepción. Había un extenso pasillo que daba a una puerta de madera barnizada y de apariencia cara, además de montones de jarrones brillantes con todo tipo de flores exóticas.

A Yoriko le dio asco. Todo gritaba "soy rico, y voy a gastar mi dinero para que todo el mundo lo sepa también". Odiaba a esa gente, sentía incluso repulsión por tener que hablar con ellos y aclarar más de cinco veces que ella era la jefa del grupo y la que mandaba. No la tomaban en serio, y preferían invitarlos a tomar extraños licores mientras hablaban de su dinero, tierras o mujeres. Todos en el departamento conocían el carácter de la Capitana, por lo que ni si quiera aceptaban un hielo o serían castigados con extensivos entrenamientos por pasar por encima de su autoridad.

- Pasen, el CEO Midorima les espera - hizo una leve reverencia imitada por los cinco simultáneamente, guiandolos a la enorme puerta y abriendo tras un leve toque. Yoriko creyó ver de reojo un destello en el cielo, como fuegos artificiales.

Si de verdad algún mocoso estaba tirando fuegos artificiales sin licencia, ella tendría que encargarse también y eso significaba más papeleo. Odiaba el papeleo y a los mocosos que tiraban fuegos artificiales rozando la hora de su almuerzo.

- Buenos días, señor Midorima - saludó ella, dando un paso al frente. Su equipo se quedó un paso tras ella, firmes y con miradas serias. Incluso el infantil Kusaka estaba al fin actuando como un adulto-. Somos el equipo enviado para cumplir con la revisión de sus sistemas de seguridad. Soy...

- ¡Pero cuanta seriedad, mujer! - como se esperaba. Yoriko frunció el ceño, y por el reflejo de los grandes ventanales vio a sus cuatro hombres estremecerse-. Señores, pasen al frente, ¿quién es el capitán?

- Yo -pronunció alto y claro. Él la recorrió de pies a cabeza, poniéndose en pie y extendiendo la mano hacia ella. La tomó con fuerza, notando sus intenciones de tratar de intimidarla con su quizás metro setenta-. Capitana Tetsuro, ellos son mi equipo de confianza. Comenzaremos la revisión ahora mismo.

Estrechó levemente sus ojos negros, mirándole desde arriba y soltando su mano lentamente. Su tono no dejaba espacio a réplicas, y era algo que hasta el cerdo millonario había captado de inmediato. Todos los bomberos del parque lo sabían incluso antes de que fuera nombrada Capitana: Yoriko Tetsuro desprendía un aura fuerte y de autoridad. Se hacía respetar tanto con su lenguaje verbal como con el no verbal sin necesidad de ser brusca o violenta. Era algo que realmente admiraban de ella.

- O-Oh, sí, claro, claro -se alejó un par de pasos, tratando de dejar de mirar hacia arriba-. Hagan su trabajo, sí, claro...

- Nos retiraremos entonces, señor Midorima -hizo una reverencia, y se dio media vuelta para salir de aquel despacho. Sus cuatro bomberitos la siguieron, soltandose en carcajadas cuando salieron de la vista del CEO-. ¿Dónde ha ido la profesionalidad, cadetes?

- ¡Se ha cagado al verla, Capitana! - rio Joichiro. Yoriko trató de mantener su gesto serio, aunque se la escapó una sonrisa-. Necesito que me enseñe a hacer eso, seguro que así mi hermano deja de elegir películas todas las noches.

- ¿Acaso eres tan alto como la Capitana, duende? - burló Murata, presumiendo su metro ochenta.

- Ni si quiera tú eres tan alto como ella, imbécil.

- ¿Perdón? No te escucho desde aquí arriba.

Matsutoya y Kusaka se unieron a la discusión, aunque cuando Tetsuro se cansó y carraspeó, todos mantuvieron silencio esperando al ascensor.

- Bien, nos dividiremos según el material a revisar -comenzó a explicar-. Joichiro y Kusaka a los extintores, Matsutoya y Murata con las rutas de simulacro y yo estaré con el sistema antiincencios -señaló los pequeños círculos en el techo. Si fallaba el sistema de ventilación y esas pequeñas cositas, el edificio no tendría salvación-. ¿He sido clara? No quiero ningún fallo, revisad todo treinta veces si es necesario y dejad de discutir como mocosos -asintieron-. Cuando terminéis, buscadme para rellenar los informes y volver a la oficina del CEO. No es nada que no hayamos hecho antes, antes de lo que podáis pensarlo ya estaremos comiendo pollo frito del bolsillo de Harada. Me sentiré muy decepcionada si nuestra comida no le deja en la ruina.

Eso último les motivó. El equipo M se fue por las escaleras, mientras Joichiro y el potencial pedófilo subieron al ascensor con ella. Kusaka ya había dejado la idiotez de la niña Idol, aunque suspiraba viendo los carteles de decoración de los carteles que servían a su vez para promocionar sus grandes estrellas. La adorable mocosa de pelo rosa, un grupo de chicos con cabello teñido e impecable vestuario, un dúo musical femenino... Era realmente una empresa variada.

- Capitana Tetsuro, ¿alguna vez pensó en ser modelo? -tanto Joichiro como Yoriko se giraron de golpe para mirar a Kusaka, perdido en los carteles-. ¡No me mire así! -se avergonzó de inmediato-. Es solo que como es tan alta y-y además a-atractiva y-yo d-digo... Mejor me callo, ¿verdad?

- Callado te ves más inteligente, compañero - Joichiro le dio una pequeña palmada en la espalda.

Repentinamente, las luces del ascensor parpadearon y la caja metálica vibró bajo sus pies. Yoriko miró a su alrededor, apretando el botón para detener el ascensor en el piso por el que estaban pasando y bajando de inmediato.

Dejó que ellos salieran primero, mirando el ascensor con desconfianza, aunque antes de poder salir con ellos y revisar correctamente lo sucedido, las puertas se cerraron y sintió como caía un par de pisos al vacío. Se cubrió de inmediato la cabeza con sus brazos, colocándose en el suelo maldiciendo a la empresa y al jodido capitán Harada por mandarla a esa inspección basura.

Solo esperaba sobrevivir para poder juzgar el rescate de sus cadetes y mandar una buena inspección al edificio entero.

GRAPHICS

Miyeon: GAMAN [AOUAD]
Michiko: HOLLYWOOD [AIB♥️]
Minhee: PHOBIA [AIB♦️]
Nana: IDOL [AIB♣️]
Hana: MAKJANG [AOUAD]

Primer capítulo! Quienes de inmediato señalaron en IDOL a la bombera tenían razón JAJAJ tanto me delato ya?

Nuestra especialista de ♠️ será la Capitana Tetsuro, bombera experta

Como siempre, gracias por leer y espero que os llegue a gustar 💖

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