
𝗙𝗟𝗔𝗠𝗘 𝗘𝗜𝗚𝗛𝗧
𝗙𝗟𝗔𝗠𝗘 𝗘𝗜𝗚𝗛𝗧
𝑀𝑌 𝑃𝑅𝐸𝐶𝐼𝑂𝑈𝑆 𝐵𝑂𝑆𝑆𝑌 𝐺𝐼𝑅𝐿
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El día de juego llegó demasiado rápido. Kuina esperaba tener más tiempo para relajarse y conocer mejor a Yoriko, pero ella había estado algo más desaparecida y debían renovar sus visados.
— ¿Has visto a Yoriko? — preguntó a Kougami. Él estaba más relajado desde que supo que iría a un juego con Hideki. Más que llevarse tres años, eran como siameses.
— Estaba con Ann — Hideki encestó una palomita en la boca de Kougami, y en lugar de chocar puños o algo así chocaron cabezas—. En el bar, creo.
— ¿Con Ann? — repitió—. ¿La ejecutiva?
— Esa misma — asintió el paramilitar más inofensivo de toda la Playa—. Ayer también las vi... Creo que fue Ann quien buscó a Yoriko.
¿El tiempo que Yoriko desaparecía era para estar con Ann? Eso no tenía sentido, ¿por qué la bombera se llevaría tan bien con alguien de la Playa? Ella misma dijo que iba en contra de sus ideales y que les detestaba a todos. No tenía nada, pero nada de sentido. Aunque... ¿Y si se juntaban tanto porque a Yoriko le interesaba Ann?
— Voy a buscarla — musitó, dejando a los Matsumoto hacer sus idioteces. Avanzó a paso rápido hacia el bar, y efectivamente ahí estaba su compañera con la mujer de labios rojo mate. Sonriendo, hablando, sentadas juntas—. ¡Yoriko!
— Oh, hola Kuina — ¿dónde estaba su "preciosa" o "bonita"?—. ¿Qué pasa?
— Te estaba buscando — la ejecutiva dio un trago a su copa, mirando atentamente la conversación.
— ¿Ha pasado algo? — frunció el ceño, sin entender lo tensa que se veía.
— Es sobre... eh... Los juegos de esta noche — la ejecutiva alzó levemente las cejas con cierta diversión—. Kou y Hide van juntos, ¿iremos juntas también?
— Tú irás en mi equipo — habló por primera vez Ann—. Yoriko irá con Aguni. Él mismo lo ha solicitado así.
— ¿No puedo ir con ella? No creo que vaya a ser tan relevante en tu equipo — tanteó el terreno. No se fiaba de esos ejecutivos, menos de los ejecutivos que buscaban tanto a Yoriko.
— No, lo siento — sonrió levemente. Kuina se contuvo de rodar los ojos—. Debo evaluarte. Aguni utilizará el juego como prueba de evaluación para el acceso de Yoriko a los Paramilitares.
— Ah — asintió. Buscó un taburete con la mirada, y le arrastró colocándolo junto al de Yoriko para sentarse—. Me apetece beber algo también. ¿Os importa?
Ann volvió a esconder una sonrisa divertida tras su vaso, y Yoriko simplemente llamó al camarero para que la atendiera. Dios, estaba comportándose como una niñita inmadura...
— Luego hablamos — susurró la bombera en su oído cuando Ann miró a otro lado. Eso nunca sonaba bien, vaya.
La conversación de Ann y Yoriko era ligera. Hablaban de sus vidas antes de llegar a Borderland como si fueran amigas cercanas, y a pesar de que Ann pareciese muy amigable se negaba por el momento a admitir que le caía bien. Eran en esos momentos cuando más ansiaba tener un cigarro en lugar de un chicle o un palito de helado mordisqueado.
Ann y Yoriko tenían mucho más en común que ella. Primero, la edad. Ann era incluso mayor que Yoriko. Segundo, sus trabajos tan importantes (ella era una simple dependienta) y tercero pero absolutamente menos importante: Ann también era lesbiana. O eso concluyó después de un par de bromas al aire sobre el tema. Su química era hasta vomitiva.
— Debo irme, te veré después de los juegos.
En cuanto Ann se marchó, Yoriko analizó su postura tensa y gesto de irritación.
— ¿Y bien? — se hizo la desentendida ante su pregunta—. ¿Algo que decir acerca de tu actitud?
— No me fio de ella — murmuró. Yoriko miró a los lados localizando un par de militares, y se levantó haciendo un gesto para que la siguiera. Decidió que era buena idea. Hablar mal de un ejecutivo en público era muy mala decisión.
Cruzaron por la piscina (Yoriko casi patea a un chico por silbar) y se adentraron al resort. La mayoría de las personas estaban fuera disfrutando del buen clima, pero había otros más tranquilos que se conformaban con pasear o sentarse en el fresquito interior. Luego estaban ellas, yendo a hablar en privado después de interrumpir como si nada como una niña caprichosa.
— Ahora sí que puedes hablar — cerró tras ambas, quedando de brazos cruzados apoyada en la puerta. Al no llevar mucho más que su traje de baño y pantalones cortos, sus brazos se flexionaron.
— ¿No te parece sospechoso como nos han separado en los juegos? — caminó en círculos en la habitación—. Y luego esa mujer te busca todo el rato. ¡Te quieren comprar! No me fio en absoluto de ella, de esos militares o de los ejecutivos.
— Ann está ayudándome — aclaró—. Ha intentado que no nos separaran esta noche, pero no ha podido hacer nada porque Aguni está por encima de su autoridad como miembro del ejecutivo.
— ¿Y cómo sabes que no está mintiendo para atraparte como una traidora y ancerrarte?
— Confío en ella, Kuina. Me ha demostrado ser de confianza.
— ¿Cómo? — preguntó escéptica—. ¿Cómo lo ha hecho?
— No me gusta divulgar secretos ajenos —no perdía en absoluto la calma, aunque sí estaba más tensa—. No confiaría en ella si no tuviera pruebas concluyentes, Kuina, créeme. Confío en Hideki a pesar de ser un militar porque me ha demostrado que puedo hacerlo, y confío en Ann siendo ejecutiva por lo mismo. Antes de que llegaras estaba contándome algo importante.
— Yo no puedo confiar aún en ella. No tengo pruebas de que esté de tu lado realmente.
— Lo comprendo a la perfección, por eso no te metí ni a ti ni a Kougami — finalmente se incorporó de la puerta, acercándose a la cama para sentarse—. No quiero meteros en problemas.
— Se supone que somos un equipo, compañeros. Los problemas de uno son los de todos.
— La situación se complica estando amenazados de muerte.
— No soy tu cadete, Yoriko. Soy Kuina, tu amiga — recordó—. Aquí no eres la Capitana Tetsuro. Eres Yoriko, la jugadora que quieren meter a la fuerza en un grupo de asesinos.
— Lo sé — dijo entre dientes. Eso la había molestado—. Y tú misma lo has dicho. Eres Kuina mi amiga. Te has comportado como una cría con Ann.
— ¿Es porque os he cortado el rollo? — bufó—. La próxima vez no me meteré en tu conversación con tu querida noviecita.
— ¿Por qué te comportas así? — la de rastas apartó la mirada—. Kuina.
— ¿Ahora coqueteas con Ann? — bajó el tono.
— Es atractiva y muy inteligente. Pero no coqueteo con ella — aclaró. La bombera se recogió el pelo en una coleta por el calor—. ¿Eso querías saber?
— Sí —carraspeó—. Solo era eso. Es que si te empieza a gustar podrías dejarnos tirados y unirte a la Playa y...
— Kuina — detuvo, acercándose un poco más—. Sé sincera conmigo.
Su mirada firme, tan oscura como la noche misma, la dejó sin palabras. Tenía tanto que decir, tantas cosas que quería hacer y tan pocas venían acompañadas de la valentía suficiente. ¿Desde cuándo ella se comportaba así?
— No quiero que coquetees con Ann como lo haces conmigo — alzó la frente, aparentando una seguridad que no tenía. Al menos, no cuando Yoriko la contemplaba así—. No me gusta. Me hace sentir mal.
— Siento haberte hecho sentir así — su mano apenas rozó su brazo antes de apoyarse firmemente sobre su muñeca con suavidad—. No coqueteo con Ann, Hikari.
— ¿De verdad?
— Bebo zumos con ella en el bar porque nadie nos presta atención cuando hablamos de los planes de Aguni — su mano ascendió por su brazo y le recorrió un escalofrío—. Quedo con ella en el patio porque me ayuda a esquivar militares. Hablo con ella de esa manera tan cercana porque sé que es más conveniente tenerla como amiga que como enemiga.
— Entiendo — tragó saliva, acercándose un poco más cuando la mano de su brazo pasó a su mejilla—. Perdona por comportarme como una inmadura.
— No te calles si algo te molesta, preciosa — sonrió ante el apodo—. Lo último que quiero es hacerte sentir mal.
¿Era ella consciente de lo que estaba haciendo? Acariciando su mejilla así, acercándose de esa manera y mirándola como si solo existiera ella. El aire se sentía más pesado a su alrededor, y tuvo el impulso de lanzarse cual animal. Era el momento, su momento. Debía emplearlo, debía aprovechar la situación. Debía atreverse a dar el paso, o jamás podría avanzar.
— Hay algo que... me sigue molestando — la bombera alzó levemente las cejas, indicando que siguiera hablando—. La... la tensión. Me molesta.
— ¿Qué tensión? — su voz bajó un par de tonos, como un suave susurro. No tenía una voz excesivamente grave, pero era lo suficientemente firme como para imitidar a un ejército entero.
— La nuestra — se humedeció los labios por los nervios, ganándose una mirada furtiva de la más alta—. Esta tensión. Quiero resolverlo. Aquí y ahora.
— ¿Ahora? — repitió, dejando su mano apoyada en su mandíbula. Rasposa, grande, cálida. Su estómago comenzó una fiesta de elefantes, enviando escalofríos a su espalda cada vez que tomaba aire—. Kuina...
Yoriko, sin embargo, no daría ese paso. Quería que fuera Kuina, quien no era capaz de sostener su mirada, la que lo hiciera. Tenía el mismo sentimiento ansioso en su pecho, pero era una persona lo suficientemente paciente como para esperar a que se sintiera más confiada con ella, y consigo misma.
— Hikari, llámame Hikari — finalmente ella dio un gran paso apoyando una mano sobre su cintura—. O preciosa. Me gusta cuando me llamas así.
— Entonces, mi preciosa Hikari — la de rastas se estremeció—. ¿No te gusta esta tensión?
— L-La odio — quiso atraer hacia su propio cuerpo el de Yoriko, pero sólo acabó acercándose ella debido a la firmeza en su posición y el pequeño temblor de nervios en sus piernas.
— Entonces rompela, preciosa.
Yoriko era tan alta que tuvo que ponerse de puntillas, pero de inmediato ella se agachó cuando notó sus intenciones. Sus labios eran tan cálidos como su tacto, y no dudó en corresponder con la misma intensidad que ella había empleado para avalanzarse sobre ella. Se aferró a su cuello, y ella rodeó con firmeza su cintura y cadera. Era intensa, fogosa.
— Debes saber una cosa antes — musitó mientras bajaba sus besos hacia sus clavículas.
— ¿Eres acaso una asesina en serie que mata a todas las personas con las que tiene sexo? —bromeó, aunque cuando no rio con ella se detuvo—. Hey, preciosa, ¿qué ocurre?
— Yo... Mi nombre no siempre fue Hikari — frunció el ceño sin entender a qué venia eso en ese momento—. Ni tampoco fui siempre... mujer.
— Oh... — asintió. Alejó por un momento las manos de su cintura, y estuvo a punto de echarse a llorar—. ¿Te sientes más cómoda después de decírmelo?
— S-Sí — admitió.
— Gracias por confiarme eso, Hikari — besó su frente con cuidado—. ¿Hay algo más que quieras que sepa?
— No, nada más — negó—. Tengo pechos y estoy operada.
Yoriko asintió volviendo a reafirmar su agarre, como si hubiera estado esperando a que volviera a relajarse por completo. Sonrió cariñosamente, y no pudo evitar devolver el gesto.
— No me habría importado si no fuera así, preciosa. ¿Quieres seguir?
— Diablos que si quiero.
Yoriko rio, aunque de inmediato fue silenciada con los labios ansiosos de la menor. Tiraba de ella con insistencia para ponerse a su misma altura, no dudando dos veces en intensificar el beso al iniciar una batalla con sus lenguas. Sus palmas sudaban, su corazón iba a mil y podía sentir cada dedo rozando su piel descubierta por la ropa de baño.
— Tenemos todo el día — rio al ver que tiraba de ella hacia la primera cama que alcanzó.
— Lo sé, pero llevo esperando esto demasiado — jadeó, apreciando la vista. Yoriko, sentada en la cama, esperando a que volviera a ella—. Quítate los pantalones.
— Oh, ahí está mi preciosa mandona — se subió por completo a la cama—. Si los quieres fuera, quitalos tú misma.
Sabía que solo era un truco para que fuera con ella, así que sin dudarlo subió sobre su regazo. La bombera se colocó de una manera más cómoda, y sin vergüenza alguna tiró del nudo de su bañador para deshacerse de él. Al principio fue algo vergonzoso, pero acabó relajando su espalda cuando volvió a besarla con hambre.
— No me suele gustar estar debajo — musitó entre beso y beso antes de, con una fuerza que no dejaba de sorprenderla, dejarla a ella con la espalda apoyada en el colchón—. Mucho mejor.
— Sigue siendo injusto — musitó caprichosa, buscando el broche de su bañador. La malvada funcionaria rio, jugando con su paciencia al besar su abdomen.
— ¿Necesitas ayuda? — bromeó, y quedó sorprendida cuando en un movimiento y un click logró deshacerse de él. El broche estaba por delante—. Mira tu carita bonita...
— He soñado con esta carita entre tus piernas — declaró, soltando un fuerte suspiro cuando finalmente atendió sus pechos—. ¿Te vas a quitar esos jodidos pantalones?
— Tal vez después. Ahora solo quiero escucharte a ti. Dime qué te gusta, qué quieres que haga.
Kuina tragó saliva, y sonrió de lado ante la oferta. No supo en qué momento había caído por Yoriko Tetsuro. Tal vez fue cuando la besó, o cuando la escuchó reír tan abiertamente. No lo sabía, y prefería no tener que pensar en ello por el momento.
La música de la discoteca estaba tan alta como siempre, y de vez en cuando se escuchaban gritos de júbilo en la piscina. Gracias a las luces led de colores brillantes instaladas, las fiestas no se limitaban al sótano lleno de gente drogada, alcoholizada y eufórica. Kuina y Yoriko no habían ido una sola noche, aunque de vez en cuando Kougami se pasaba con Hideki para robar cosas aleatorias - flotadores, chanclas o bebidas -.
— Odio a esos críos histéricos — gruñó con la cara enterrada en la almohada. Escuchó una risa desde el otro lado de la habitación.
— Esos críos deben tener mi edad — dijo—. ¿Debería demandarte por pedofilia?
— ¿Y yo a ti por seducir a una funcionaria del gobierno? — desde que la de rastas había ido a ducharse, no se había movido ni un milímetro de su posición de estrella de mar—. Chica mala...
— ¿Te importa si me pongo esto, Yor? — se giró algo enredada en la sábana—. Hace algo de frío.
Se incorporó de golpe enfocando bien la vista, y ante el silencio la menor se avergonzó un poco. La chaqueta de su uniforme era enorme, algo pesada pero cálida. Al estar en el armario su tacto era frío en contacto con su piel, y al no llevar nada debajo sintió un fuerte escalofrío.
— Quedatela. Toda tuya.
— ¿Uh? ¿Es enserio? — asintió despacio, sin despegar la mirada de ella—. Pero la necesitarás al volver.
— Tengo más iguales, no me importa — se movió hacia un lado para volver a dejarla su hueco—. Te ves jodidamente sexy, preciosa.
— No me hagas sonrojar, boba — rio, metiéndose bajo la sábana y abrazando la tela oscura de su nueva chaqueta—. ¿Te acuerdas de cuándo nos conocimos?
En Borderland, como había escuchado que lo llamaban, el tiempo era extraño. Había llegado allí hacia aproximadamente un mes, y conocía a Kuina desde hacía... ¿Dos semanas? Era un tiempo corto, pero al igual que la comida podrida y los edificios poco a poco siendo consumidos por el polvo del abandono y la vegetación de los bosques que marcaban el límite de la ciudad, el tiempo paraba diferente para todos ellos. Dos días se sentían dos semanas, y en ocasiones una semana se sentía como horas. La percepción del paso del tiempo era una línea borrosa.
— Claro, el juego del puente.
— Llevabas el uniforme — se apoyó sobre su brazo estirado, risueña—. Sigo creyendo que eres la mujer más caliente que he visto en mi vida.
— ¿Con o sin el uniforme?
— No puedo creerme que acabes de decir eso — estalló en carcajadas, rodando para quedar sobre ella de nuevo—. Ambas. Incluso con un saco de patatas seguiría pensando eso.
— ¿Sueno avariciosa si quiero volver a besarte? — preguntó, acariciando bajo la chaqueta su espalda.
— Hazlo... Por favor.
A diferencia del primer beso, Yoriko fue más suave. No la pegaba a su pecho con ganas de tocarla aún más, simplemente pasaba la yema de los dedos por sus vértebras con lentitud. En su tripa había montones de fuegos artificiales estallando, y todo por el simple roce de la Tetsuro. Quería quedarse así para siempre.
— Voy a ducharme también, ¿está bien? — asintió completamente embobada por la leve sonrisa que la regaló tras decir eso—. Espera aquí.
Sin vergüenza alguna Yoriko fue al armario para buscar algo de ropa, y entró al baño de la habitación haciendo crugir su espalda de paso. Metro noventa, cuerpo ejercitado y una personalidad pura oculta bajo su poca paciencia y actitud de liderazgo. Era perfecta.
— ¡Yor! —llamó.
— ¡Dime!
— ¿Puedo entrar contigo?
Su risa fue contagiosa, algo ahogada por la puerta cerrada.
— Pervertida, pasa.
Se levantó de un salto, y dejó la chaqueta en la cama con mucho cuidado.
GRAPHICS.
Que no se note que no he escrito algo así en mi vida JAJAJAJA
Muchísimas gracias por nominarme tanto en los Fanfic Awards de allanggels!!😭❤️ Es la primera vez que veo algo así, y estoy súper emocionada tan solo por ver tantos mensajes
Voten por vuestros favoritos, adoro esta clase de premios! Hay apartados de mejores fic de Harry Potter, Percy Jackson, y hasta de Wednesday
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