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6

Las mentiras no suelen aportar nada en una relación, George finalmente tuvo que contarle el encuentro que tuvo con Elizabeth a Angelina. Tenía miedo de su reacción, no sabía como la morena iba sobre llevarlo.

—Merlín...—formuló cómo pudo, procesando toda la información que el pelirrojo detalló— ¿Qué piensas hacer..?—

No sabía si decírselo o no, su plan era arriesgado, definitivamente. Su relación con Angelina, amistad con Elizabeth y confianza de su famila peligraban si llevaba a cabo este.

Pero una cosa tenía clara y en mente, sus sentimientos por la azabache no cambiaron. Pudo afirmarlo cuando se reencontró de manera repentina con su antiguo amor.  Haría lo necesario para que volviera a ser feliz, para sacarle una sonrisa y volver a contemplar su rostro con ese brillo en sus ojos que caracterizaban su felicidad. Finalmente, relató la historia con sumo detalle.

—Quiero hacerme pasar por el padre de su hija—soltó, sorprendiendo a la morena.

Su cara reflejó su asombro, no entendía a dónde quería llegar con eso el pelirrojo, y la idea de perderlo le aterraba. Amaba a George con toda su alma, no podía perderlo, no después de esperarlo toda una vida.

—George, ¿te estás escuchando?—lo miró impresionada—¿A dónde quieres llegar con esto?.—

Suspiró el pelirrojo, batallando como podría explicar su plan sin que sonase descabellado y sin revelar el por qué de su interés en el.

—Es mi sobrina, mi familia, merece estar cerca de su padre aunque no sepa la verdad — dijo intentando mantener la calma.—

—¿Acaso crees que os creerán?— inquirió Angelina—

Era cierto, no lo creerían pues todo sabían del profundo amor que una vez sintieron Elizabeth y Fred. Y él lo sabía más que nada, aunque su corazón volvía a encogerse al recordarlo.

Sin más, su cabeza y pensamientos se pusieron en funcionamiento buscando respuesta.

—Diremos que nos acostamos— murmuró— Que ella vino tras ver a Fred, nos emborrachamos y sucedió.—

Temía la reacción de su esposa, sabía que no le agradaría para nada la idea, pero tenía esperanzas al haber sido gran amiga suya la chica de la que hablaban.

Sus manos temblaban y jugaba con sus dedos intentando mantener la calma y la postura.

—Si ella acepta, haz lo que quieras.—respondió levantandose— me voy a la cama.—

George notó la molestia en su voz,  en parte lo entendía pero él no podía perder esa oportunidad. Aunque se sentía mal por su esposa él no podía frenar.

Angelina no tomó bien la conversación que tuvo con su esposo, acabando encerrada en su habitación sentanda en el borde de su cama mirando hacia la nada.

Sus pensamientos vagaban y el miedo de perder a George le producían escalofríos, sus ojos se cristalizaban cada vez más al imaginarse una vida lejos de él. Pero tenía que hacerlo, quería hacerlo. Por su amiga, su mejor amiga en Hogwarts. Quería verla y preguntar como estaba, sabía que su vida no fue fácil.

Se preguntaba el por qué de esconder a su hija, pero analizando su situación ella también lo hubiera hecho. No podía reprocharle nada.

Le ofrecería una disculpa a George por su seco comportamiento y explicaría que aceptaba ser parte del plan más tarde.

Lo que ella no sabía que acababa de iniciar una serie de problemas que llevarían a cambiar su vida completamente.

●●●●

Los rayos del sol se colaban por la cortina donde yacía la pareja acostada en la cama.
El tintineo del reloj los despertó a ambos, dando a entender que era la hora donde la jornada de trabajo del pelirrojo comenzaba.

—No te vayas.., quédate — murmuró con voz adormilada Jessica, pasando una mano por el torso del pelirrojo.—

—Linda, sabes que me encantaría pero tengo que ocuparme de la tienda—informó dejando un dulce beso en su cabeza.

La idea era tentadora, no lo iba a negar pero le esperaba una gran regañina por parte de su hermano si es que no se aparecía en el negocio a la hora adecuada.

—Vamos cariño...— insistió dejando un camino de besos desde su mandíbula hasta su cuello, mientras que acariciaba su torso prestandole más atención al camino de vello pelirrojo que se perdía a inicios de su línea V, con  su mano restante.—La tienda puede esperar..—susurró en su oído.

Los toques de la chica que yacía a su lado hacían que sus cinco sentidos se pusieran alerta. De repente, sus ganas de volver a dormir se esfumaron junto con la idea de llegar temprano al trabajo. Su necesidad de quedarse un rato más en la cama con su chica lo podía más.

—Supongo que no pasará nada por un rato más—

●●●

El gemelo menor esperaba a su hermano en la tienda que ambos llevaban. El negocio como cada mañana empezaba a abarrotarse de gente y el solo no podía ocuparse de todo. Comenzaba a desesperarse al notar que los minutos transcurrían, su gemelo no llegaba y la gente no paraba de entrar a la tienda.

Con absoluta prisa, empacó unos nuevo pedidos que llegaron justo esa misma mañana. Segundos después, el gemelo mayor apareció entrando por la puerta, luciendo un rostro cansado.

—¿Dónde diablos te encontrabas?— preguntó sin despejar la vista de su empaque, sacando todos los nuevos productos.

—Se me hizo tarde—respondió ayudando a su hermano a sacar los productos, poniéndose a ayudarlo con el negocio que ambos compartían desde que se escaparon de Hogwarts.

George alzó la cabeza para observar a su hermano, sin poder olvidar toda la conversación tenida con la que una vez fue la persona que amó.

—Si, ya veo—respondió con cierta molestia en la voz al distinguir varias marcas rojas y moradas en el cuello de su gemelo. También el hecho de su pelo alborotado y corbata mal atada delataba el porqué  de su retraso. Cargó algunos productos para llevarlos a sus repisas correspondientes.

Era claro que su retraso se debía a la mujer con la que su hermano se encontraba en una relación, si se podía llamar así. Fred había estado saliendo con Jessica desde finales de la Guerra,  o más concretamente, desde que dejó sola a Elizabeth.

Ningún  miembro de la familia Weasley estaba de acuerdo con esa relación. Todos observaban como Jessica manipulaba al pelirrojo, todos menos el. Al parecer el amor lo cegó.
George aún no entendía cómo pudo dejar a Elizabeth, una chica con gran corazón, sincera y bondadosa dispuesta a alegrarte cada día solo con su simple presencia, por Elizabeth, que a pesar de ser a simple vista una mujer atractiva para cualquiera, no tenía punto de comparación. No se llevaba bien con la familia, y solo era agradable cuando Fred estaba presente. Todos sabían que no era sano para Fred, a pesar de haber estado recuperándose aún sufría pérdidas de recuerdos, seguía en proceso de recuperación, pero el se oponía rotundamente a todo lo que le dijeran respecto a su pareja.

—Oh, vamos George. No soy un niño Merlín, sé cuidarme—se quejó Fred, harto de la situación de la mayoría de días. Siguió a su gemelo ha colocar los productos.—

—No es buena para ti— repitió una vez más, aconsejando a su hermano.

Consejo, que como de costumbre no aceptó.

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