53
Ninguna de las noches que había habitado en la casa en ruinas donde habían sido secuestrados, había descansado plenamente. Dormían en el icomodo suelo de piedra, sin poder constar de un sueño profundo.
Esta vez fue distinto, sería tal vez que la Luna Llena la dejó tan sumamente agotada que necesitaba descansar y cerrar los ojos por al menos unas horas.
Todo era blanco a su alrededor, no había ninguna señal de vida por donde quiera que mirara.
Llevó su mano hacia sus brazos y piernas donde se debían de encontrar las marcadas garras que se incrustó durante su dura y dolorosa transformación.
Las cicatrices habían desaparecido, y por cada paso que daba no sentía ningún dolor al contrario que cuando despertaba.
A lo lejos vió como una figura se le acercaba, no pudiendo acertar a quien pertenecía. Se hechó a correr queriendo averiguar su identidad, hasta que al estar más cerca vió al hombre que se había aparecido en sus sueños, no hace mucho
—¡Abuelo!— llamó la menor, corriendo a darle un abrazo.
El Lupin agarró a su nieta, levantandola en sus brazos para hablar más cómodamente con ella.
—No sabes cuanto tiempo te he hechado de menos, lobita— dejó un beso en su mejilla al ver a su descendiente.
—¿Sabes abuelo?, Tenias razón — aseguró viéndolo.
—¿Razón?—cuestionó extrañado —¿en qué?.
—No todo era lo que yo creía.—pausó.—Me dijiste que confiara en mi instinto y no me dejara llevar por mentiras. Tenías razon yo veía a mamá y a Fred muy juntos y resultó siendo mi padre — explicó con una risa leve— Supongo que tu ya lo debías de saber, pues lo sabes todo.
Remus imitó su risa bajandola, y agarrando su mano para llevarla a dar un paseo.
—Si, claro que lo se todo lobita, pero no puedo decirlo — informó mientras caminaba con ella— Ven, quiero enseñarte algo.
Caminaron un poco más, hasta que el hombre examinó el terreno y vio que era el adecuado. Chasqueó sus dedos, haciendo que el lugar que predominaba de blanco, esta vez fuese remplazado por un gran árbol con gruesas ramas.
—¿que es esto abuelo?— preguntó confundida la menor.
—Confía en mi y sigueme— pidió sin soltar el agarre de sus manos—¿Ves eso? Cuando vayas a Hogwarts lo conocerás, es el Sauce Boxeador o más bien conocido como casa de los gritos.
—¿Casa de los gritos?— frunció el ceño al nunca haber escuchado ese nombre.
Remus asintió y con cuidado de que ninguna rama los desplazara hacia atrás, burló el árbol como tantas veces lo había hecho en su adolescencia y se adentró junto a su nieta.
—Sigo sin saber que hacemos dentro de un árbol.—insistió Hiraeth.
—Ven, ¿lo escuchas?— dijo dirigendola hacia un pasillo donde comenzaban a escucharse, ladridos, gritos y berreos de variados animales.
—¿Es una granja u algo parecido?—
Remus rió ante las ocurrencias de la menor, y abrió la puerta con suma delicadeza.
Detrás de esta estaban varios animales luchando contra uno. Un perro de color negro junto a un ciervo de grandes astas y una pequeña rata trataban de tranquilizar a un hombre lobo que no hacia más que gruñirles
—Abuelo...¿que es..?
—Ese es Sirius— señaló al perro negro que trataba de frenar al lobo— y ese es James— llevó esta vez su dedo hacia el ciervo que trataba de distraer al hombre lobo—
—Y ese.., eres tu..— entendió Hiraeth, señalando al hombre lobo que luchaba contra los animagos— Tu lo sabías...
La menor logró entender por qué su abuelo quiso enseñarle este recuerdo suyo.
—Desde que te vi en brazos de tu madre por primera vez— aseguro apenado
—Por eso me llamas lobita desde siempre..—
—Exactamemte..— asintió dejando un beso en la coronilla de su nieta, y con otro chasquido volviendo a hacer que todo fuera blanco de nuevo— Cuidate mucho lobita, y confía en los que tienes cerca.
—¿Confiar..?
—Confia lobita y ten coraje.—
●●●
Despertó de un hermoso sueño, gracias al cual logró entender muchas cosas. Ella era licantropa por su abuelo, era un tipo de herencia.
Sabia que Remus Lupin había sido un gran hombre a pesar de todo y aunque no le gustara ser una licantropa, para ella era un gran honor compartir algo con su abuelo al que tanto admiraba.
—Ey.., por fin despertaste peque— Jackson estaba entremetido en un libro.
—Buenos días Jack..—bostezo, llevándose la mano a la boca—¿Que haces tan concentrado...?—
—Estudiar— río leve al ver el ceño fruncido de la pequeña, le hizo una seña para que se acercara a el.
Cuando Hiraeth se puso a su lado, Jackson señaló el titulo de este, no sin antes darle un beso en su cabeza como saludo.
—Apariciones— leyó Hiraeth sin ningún tipo de dificultad, gracias a las clases que su madre le impartió de pequeña.—
—Kailei no se puede enterar, tenemos que tener cuidado—informó soltando un suspiro
—¿Pero no es peligroso..?— preguntó preocupada por su ahora hermano mayor—Por lo que sé, se deben de tomar clases pero cuando ya son mayores..
—Si, es cierto y es muy peligroso — asintió, a decir verdad muy preocupado. Pero quería arriesgarse, si no sobrevivía no le importaba en grande, a nadie le importaría. Su muerte sería en vano. En cambio Hiraeth merecia vivir y reencontrarse con su adorada familia de la que tanto le hablaba y estaba seguro de que ansiaban encontrarla.— Puedo sufrir una desaparición.. pero debemos arriesgarnos para salir de aquí ¿no crees?
—Me da miedo Jack.., no quiero que te pase nada.— murmuró Hiraeth mirando al suelo pensativa.
—No me pasará nada, te lo prometo pequeña— aseguró el joven agarrando su mano y dándole una tranquilizadora sonrisa a pesar de que el mismo dudaba si lograría sobrevivir ante tal arriesgado acto que iba a realizar.
Las palabras de su abuelo vinieron a su mente: "confía en los que tienes cerca ". Rápidamente pensó en Jackson, el necesitaba apoyo y ella se lo daría, debía confiar en el. El intentaría sacarlos de este infierno, finalmente y esperaba que su plan funcionase.
—Confio en ti Jack—
●●●
La tenue luz de la mañana se colaba por la amplia ventana que reposaba en una de las paredes que fueron consientes de lo que pasó la anterior noche entre el pelirrojo y la azabache que reposaban aún en la cama, justo como habían caído en un completo sueño.
La cabeza de Elizabeth reposando en el pecho descubierto del Weasley, ambos aún sin ninguna prenda cubierta, solamente con una fina sábana cubriendolos de la cintra hacua abajo. Su brazo derecho rodeando su torso, mientras que Fred la acunaba en su brazo, respirando el olor a lavanda que desprendía la azabache.
Estaba despierto, pero aún con los ojos cerrados queriendo gozar del momento, asegurando que jamás tuvo un mejor despertar que este; Con el aroma a lavanda esparcido por la habitación, y su azabache reposando en él con su pecho subiendo y bajando y una respiración pacífica.
Se podía ver algunas marcas enrojecidas esparcidas por su cuello y sus pechos los cuales aún seguían descubiertos, a causa de la anterior noche que ambos disfrutaron.
El Weasley comenzó a dejar algunos besos sobre el cabello desordenado de la Lupin, disfrutando de su cercanía .La mujer comenzó a removerse entre sus brazos, gozando del tacto que le brindaba el Weasley y las caricias que recibía su espalda de su varonil mano.
Estaba despierta, pero aún no quería despertarse. Queria fundirse ese momento junto al hombre que de verdad amaba, olvidándose de todo lo malo que sufría a su alrededor, únicamente recordando la noche que compartió con el Weasley que le brindaba tales gloriosas caricias que la relajaban.
—Buenos días señorita Bennet..— dijo casi en un susurró, con una voz ronca debido a que recién despertó. Besó su cien sin dejar de proporcionarle caricias en su espalda.
Sonrió como una boba al escuchar tal mote que ambos se habían puesto, a causa del libro "Orgullo y Prejuicio", por el cual fue su nombre puesto a petición de su abuela Jane, nombrada por la autora de este "Jane Austen".
—Buenos días, Señor Darcy..— devolvió el saludo adormilada abriendo los ojos, dejando ver sus perlas achocolatadas que amaba tanto ver el Weasley.
Sus ojos se volvieron a conectar, y ambos sonrieron al verse junto al otro. Finalmente juntos, al superar casi todos los obstáculos y barreras. Aún les quedaba uno, encontrar a su hija, pero juntos lo harían
—¿Dormió usted bien señorita?— preguntó el hombre retirando de la cara de la mujer un mechón que reposaba en esta, siguiendo el juego de roles—
—Completamente bien, señor— aseguró con una enorme sonrisa— Con la mejor compañía que pude encontrar.—
—Me alegro escuchar eso, señorita— sonrió inclindose para dejar un corto beso en sus labios— permítame usted decirle, que esta hermosa.
Llevo sus dedos acariciando cada una de las marcas que le realizó el Weasley la anterior noche, desde su cuello, clavícula y el valle de sus pechos donde reposaban algunas en ellos.
—Me marcaron anoche — río leve sin quitar la mirada de sus dedos que seguían acariciando sus marcas— Un gran hombre, señor Darcy
—¿Tengo el gusto de conocerlo, señorita Bennet?— siguió el juego
—Si, usted lo conoce muy bien
●●●
Era ya por la noche, ambos niños que aún seguían encerrados sabían con certeza que Kailei vendría por lo que Jackson con ayuda de Hiraeth escondieron el libro de apariciones.
Y no se equivocaron, la Lombrad vino pero de nuevo vino acompañada por la Banes quien entró delante de esta.
—Esto me sigue sin parecer buena idea Kailei..— aseguró mirando apenada a ambos niños que no tenían la más mínima culpa, apiadandose un poco de ellos.
—Callate Jessica— cerró la puerta , y sacó de su bolsillo trasero su varita, alzandola hacia donde la Banes estaba.
Hiraeth soltó un silencioso grito al ver como apuntaba con esta a Jessica, la cual al escucharla se giró viendo la varita.
—¿Que haces Kailei?— inquirió mirandola a ella y a la varita repetidas veces— Baja la varita.
Una malvada risa se escuchó brotar de los labios de la Lombrad. Jackson al escucharla, pegó a la menor hacía su pecho, asustado por cualquier cosa que realizara la Lombrad, no se fiaba de ella.
—¿De verdad crees Jessica, que soy esa idiota niña que te obedecía y estaba a tu merced?— inquirió furiosa, soltando todo lo que llevaba dentro desde hace unos años— Tu me destrozaste Jessica, me hiciste ver que la vida no es un cuento de hadas ¿y sabes que?, en parte te lo agradezco porque me hiciste ver que clase de personas hay en el mundo.— por cada palabra aumentaba sus pasos, acercandose a la Banes.— crueles, y sin corazón como tu.
La Banes retrocedía poco a poco al ver como esta no bajaba la varita, confundida pero no con miedo. Sabia que la Lombrad no era capaz de hacerle nada a nadie si no, esos niños ya hubieran estado más que muertos.
—¿Por que me dices esto ahora Kailei?— inquirió
—Porque será la última conversación que recordaras, y te llevarás a la tumba— aseguró con una malévola sonrisa.— Podría haber conseguido todo lo que quería hace mucho tiempo, pero tu no quisiste ayudarme porque eras una mala amiga Jessica, siempre lo fuiste. Con un poco de amortentia me bastaba para tener a George a mis pies como tu tenias a Fred, pero eras tan sumamente egoísta que todo lo querías para ti, tan maldita y asquerosamente podrida en dinero y en tu propia felicidad.
Hiraeth miró con un ceño fruncido a Jackson al escuchar el nombre de su padre, este simplemente se encogió de hombros.
Por otra parte Jessica escuchaba todas las palabras de Kailei, dándose cuenta de lo equivocada que estaba sobre su vida. Creia su vida era magníficamente maravillosa, pero lo cierto es que era una farsa.
Creia que ella era feliz, cuando la felicidad nunca existió en su vida.
—Tan jodidamente equivocada Jessica— dijo mirandola con odio—¿Que harás con la varita? ¿Matarme?— soltó una risa irónica—¡Hazlo, Hazlo! ¡Matame! Todos sabemos que no eres capaz de hacerlo. Eres tan ingenua Kailei, creyendo que puedes hacerlo todo cuando no sabes hacer nada.
Moriría, pero si lo hacía con orgullo. Nunca dejaría que Kailei se sintiera satisfecha de haberla matado, quería que su recuerdo la torturara por el resto de sus días.
—¡Cruccio!
Conjuró la Lombrad haciendo que Jessica se cayera al suelo, retorciéndose por la maldición y tragándose todos los gritos posibles, aunque era en vano pues la maldición la hacia querer robarle que la matara, aunque a pesar de eso aún era lo suficientemente consiente para no hacerlo.
Jackson hizo que Hiraeth enterrara su cabeza en su pecho, y tapó sus oídos con ambas manos para que no pudiera ni ver ni oír nada.
—¡No eres nadie Kailei!—bramaba entre gritos de dolor la Banes
—¡Callate maldita perra!— gritó sin dejar de mal decirla.—
—¡Cuando George se de cuenta de quien eres te dejará y quedarás sola idiota!— aseguró agarrándose a una piedra que había intentando desahogar su dolor.
—¿Igual que Fred contigo no? ¡Perra!— gritaba con furia
Al escuchar el nombre del pelirrojo que tanto amaba, su imagen le vino a la mente recordando que no podía morir sin disculparse con el, por la abominación que le hizo pasar.
Hiraeth al escuchar el nombre de su padre, pues las manos de Jackson no hacían que no oyera del todo, se giró viendo a la mujer en el suelo retorciéndose de dolor.
—Perdón Hiraeth...Pídele perdón a tus padres de mi parte..— pidió ya casi sin fuerza para hablar queriendo que todo finalizara de una vez. Soltó un fuerte y aterrador grito al ver que Kailei no paraba y a la menor se le pusieron los pelos de punta— Dile a Fred que lo amo.. y que lo siento mucho... y a tu madre dile que lo cuide y lo haga feliz... y tu cuídate Hiraeth y no permitas que te hagan daño los comentarios inofensivos de la gente...
—¡Callare ya perra!— bramó Kailei entre dientes.
—Tal vez ni siquiera sepas quién soy y cuando lo sepas me odies..— soltó un fuerte grito de dolor— Pero no dejes que te importe las malas palabras de las personas y que ninguna pareja tuya te haga sentir menos..—pausó casi cerrando los ojos— lo siento mucho Hiraeth.. cuidarse y ser la familia feliz que os impedí ser... perdonarme..
Segundos después de decir esto, Jessica Banes perdió el conocimiento. Quedando sin pulso.
¿que os a parecido el capitulo?
¿Creeis que Jessica murió?
¿creeis que la disculparan?
¿Que creéis que pasara?
No se olviden de votar y comentar, nos leemos las quiero! <3
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