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Su vida estaba totalmente jodida. Habia perdido al hijo que esperaba del hombre al que amaba, lo único que le ataba a el y le permitiría verlo casi diariamente. Ya ni siquiera el se preocuparía por su estado de salud, por como se encontraba o que tal le había ido el día, ni siquiera vendría a visitarla.

A pesar de que había hecho todo lo posible por que estuvieran juntos, por una vida a su lado. Lo había hecho todo, pero la injusta vida siempre se encargaba de separarlos.

Tal vez o quizás en otra vida, pudieran estar juntos- pensaba la Banes.

Aún podía recordar cómo su plan había dado inicio, como meses después de la guerra magica cuando el petirrojo estaba recuperándose irrumpió en su pacífica vida.

3 meses después de la Segunda Guerra Mágica.
Piso de Sortilegios Weasleys.

Ese día se encontraba realmente mal, tenía una opresión en el peco que le impedía respirar y desde que se levantó de la cama para iniciar un nuevo día sabia que algo iba a salir mal. Tenia un mal presentimiento, no sabia muy bien del que pero estaba seguro que se cumpliría, por desgracia.

Su brazo recogido en un cabestrillo, mientras se desnudaba frente al espejo cambiándose de ropa.
Al quitarse su camiseta, puedo ver varias cicatrices y aún observó como ni siquiera la mayoría habían sido curadas.

Soltó un suspiro de resignación al ver su cuerpo en tan mal y pésimo estado.

El lo único que quería era que la mujer que amaba viniera a visitarle,  como solía hacerlo diariamente. Que entrara por la puerta, con una amplia sonrisa en la cara olvidando su mañana gris, y todos sus problemas. Queria que esta se tumbara en su regazo y le contara el transcurso de su día, mientras el se relajaba pacifica y calmadamente con suave y dulce voz.

Necesitaba a Elizabeth.

Escuchó unos pasos en la cocina, y con esperanza de que fuera la mujer que ansiaba ver, fue con prisa hacia esta, llevándose una gran decepción.

Jessica Banes estaba en su casa.

—¿¡Que mierda haces en mi casa?!— inquirió con un notable odio en su voz.

—Freddie.., Freddie..—soltó una malvada risa jugando con la varita— No debes hablarle así a tu futura novia..—

—¿Futura que..?— se omitió una respuesta al escuchar como Jessica conjuraba una de las maldiciones imperdonables.

—Imperius.—

Fred Weasley,  bajo la maldición imperial fue obligado a dejar a Elizabeth, sin ni siquera llegar a saber que un feto crecía en su vientre, fruto de las noches que ambos pasaron juntos. Sin saber, que ese día cambiaría su vida en el momento que Elizabeth se fue y el Weasley cerró la puerta tras el.

—¿Por que me haces esto?— dijo sollozando al darse cuenta de lo que había hecho.—¡Yo amo a Elizabeth más que a nada en el mundo! ¡Y ni tu, ni nadie podrá separarme de la mujer que amo!

La risa irónica de la Banes hizo resonar la habitacion, volviendo a hechizar a Fred con un Imperius.

—Chico bueno..— se burló al ver como gracias a la maldición, era obligado a beber el primer bote de amortentia de muchos.—¿A quien amabas decias?

Las pupilas del Weasley brillaron con notoriedad al ver el rostro de la Banes frente a sus avellanados ojos.

—A ti y solo a ti.—

●●●

De todos los que pensé que iba a ayudar, debo de admitir que me sorprendió al escuchar tu nombre— admitió dejando a un lado su varita — De todas formas, me alegro que estés aquí.

Elizabeth rió leve al escuchar al hombre, recordaba como si fuese ayer las imparables discusiones que solían tener Fred y Cedric ,en la adolescencia.

Se encontraban en la oficina del sanador quien amablemente había recibido a sus dos amigos de su adolescencia, feliz de verlos y con ansias de descubrir si su tratamiento funcionaba con el pelirrojo.

—¿Por que te sorprendió?— preguntó aún más curioso al escuchar la risita de la mujer—¿Nos llevábamos mal o algo..?

—No creo que llevarse mal fuera el termino— admitió sinceramente riendo levemente— Simplemente eran idioteces de la adolescencia, ya sabes nos gustaba la misma mujer y era obvio que íbamos a tener celos del otro— relató recordando sus años en Hogwarts.— De todos modos enhorabuena,  lograste que una mujer como Elizabeth se enamorará de ti. Tienes una gran novia, amalá y siéntete afortunado.

Las mejillas de la mujer se tornaron carmesies al escuchar las palabras del hombre. Fred avergonzado y sumamente apenado, negó pues no quería ni incomodar a la mujer ni mentirle a su futuro sanador.

—Elizabeth y yo no estamos saliedo— le dedicó una sonrisa a la mujer que más bien pasó a ser una mueca apenada— Somos grandes amigos, y compartimos una hermosa hija. Aún así agradezco que me haya acompañado y este a mi lado.

—No seas tonto, claro que siempre te acompañaré— aseguró entrelazando sus dedos, mostrándole una amplia sonrisa al Weasley que permanecía a su lado derecho.

—Oh, bueno igualmente cuidala— aconsejó levantándose de su silla para ir detrás de su escritorio, que tenía varios frascos de pociones.— Sé toda tu historia Fred y todo lo que pasó. Estas pociones deberás tomarlas diariamente, al menos durante un mes entero si no hay complicaciones. Deberas recuperar poco a poco tus recuerdos, pero no olvides que es un proceso difícil y que no todo sucederá de la noche a la mañana. No me gusta darle falsas esperanza a mis pacientes — soltó un suspiro y le mostró los botes—Que no se te olviden tomarlas. Tal vez las primeras veces notes dolores de cabeza extremadamente dolorosos, al igual que mareos pero todo está bajo la normalidad. Lo más probable es que cuando el tratamiento termine tus malestares desaparecerán por completo.

La cara de Fred irradiaba alegría, al igual que la de la mujer que no dejó de sonreír en ningún momento.

—Eso es genial— admitió Fred.—¿cuando deberé volver para la próxima revisión?

—Dentro de un mes, y veremos como a evolucionado el tratamiento— informó.

—Muchas gracias... ¿doctor,  sandor, señor, o simplemente Cedric o Diggory.—comentó con su típico e inigualable tono de burla.

—Para ti seguiré siendo Diggory, el hombre que robó tu pareja de baile en el Yule ball.—

●●●

Caminaba junto la Lombrad que se encontraba delante de ella indicándole el camino hacia la "casa" en la que se encontraban niños

—Y creí que yo era la loca— una risa se escapó de los labios de la Banes—

—No sabes hasta que punto estoy dispuesta a llegar— aseguró mientras llegaban a la choza en ruinas.

Y era totalmente cierto , era capaz de llegar ha hacer cualquier cosa si así las personas que se habían interpuesto en su vida, cobrarán venganza.

No le importaba, matar ni torturar.

Abrió la puerta de la choza, sobresaltando a ambos jóvenes que se encontraban allí, tras una noche dura que nunca podrían olvidar para su desgracia.

Hiraeth sentía como el dolor la recorría e incluso había pensado que hubiera sido mejor morir que tener que pasar por todo eso.

La costilla de Jackson que había recibido un zarpaso, aún dolía y de no ser porque su camiseta estaba hecha un nudo a su alrededor la sangre seguiría brotando sin cesar. Pero nada se comparaba al dolor que sufría su hermana pequeña.  Volvería a recibir ese zarpaso mil veces si eso significaba que ella no se dañaría en las transformaciones.

—Shh.. ya pasó peque, ya pasó— le susurró para calmarla

La menor temblaba sobre sus brazos, aún con miedo de hablar de lo que sucedió en la Luna llena , sin embargo ambos eran conscientes de lo que pasó y ambos estaban terriblemente asustados y con miedo.

Al escuchar la puerta abrirse, Jackson tomó la iniciativa rápidamente, colocandose delante de la pequeña para que esta no estuviera a la vista de la Lombrad.

Tenia miedo de que si descubriera su condición se aprovechara de ella para hacerle daño, pues bien sabía que en el mundo magico padecer de licántropologia no era especialmente del agrado de las personas. Los licántropos eran tratados, como "seres repudiables" o incluso "monstruos que no merecen vivir".

Se negaba rotundamente a que no solo le bastaría con arruinarle la infancia, adolescencia y vida a el. Y por nada en el mundo permitiría que le hiciera lo mismo a su ahora, hermana pequeña.

Desde ese día se prometió estar a su lado y cuidarla de todos los males que se le pudieran avecinar.

Tenia que ser el hermano mayor que el hubiera deseado tener.

—Miremos a quienes tenemos aquí—una sonrisa maliciosa brotó de sus labios al abrir la puerta y pasar — Hoy os traigo visita.—

Los jóvenes se miraron extrañados, y observaron a la mujer que entraba  tras Kailei y cerraba la puerta.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la menor al ver entrar por la puerta a la que fue pareja de su padre.

Si bien no sabía porque lo dejaron, verla ahí no le daba buena espina. Si no, una sensación de terror e intranquilidad.

—Ella.. ella es.. —intentó decirle a Jackson temblando con miedo, este la abrazó pegandola más a el.

—Oh, pobrecilla ¿la pequeña Hiraeth tiene miedo?— se burló la Lombrad al ver a la niña temblar— Que patética eres, igual que tu madre.

Jessica notó como la menor no paraba de temblar y retorcerse en los brazos del joven que la rodeaba y eso le hizo sentir una gran culpa. Pues bien, ella nunca había sido de su agrado por ser la hija del hombre que amaba con la mujer que odiaba, pero también sabía que la pequeña no tenia culpa de nada y lo que hacía Kailei era espantoso

—Kailei basta — pidió mirándola — Solo es una niña.

—Pero es la niña de Fred y Elizabeth— recordó mirandola— De tu querido Freddie, Jessica..

—Pero no merece nada de esto, es completamente repugnante y haces daño a una menor que no tiene la más mínima gota de culpa.—

La menor se relajó al escuchar las palabras de la mujer, sabiendo que ella no le haría daño. Jackson pudo notarlo cuando sus brazos dejaron de tensarse a su alrededor.

Agradecía que Jessica hubiera entrado finalmente en razón, y no hubiera sido tan cruel como Kailei.

●●●

Como cada mañana fue a la cocina del pequeño departamento en el que habitaba. Fué hacia la cafetera, para servirse una taza del liquido caliente y amargo que lo mantenía sin sueño.

Los últimos días irradiaba de felicidad. La idea de una idea casarse con la mujer que amaba lo hacía inmensamente feliz, su sonrisa no se despegaba de sus ojos y no podia esperar a ver caminar a Elizabeth por el altar vestida de blanco y su sonrisa pintada en su rostro.

Dió un sorbo del liquido disfrutando de como recorría su garganta  cuando el sonido de una  lechuza entrando por su ventana ,posandose en el umbral de esta.

Dejó la taza de café a un lado y tomó la carta entre sus manos, destapando el sobre y sacando la carta para leerla.

Estimado, señor Wood:

Lamentamos la interrupción en sus "vacaciones", pero debido al inicio de una nueva temporada requerimos su presencia.

Esta temporada lo necesitamos a usted, junto al resto de tus compañeros más puesto que nunca, pues necesitamos conseguir la copa. No podemos permitirnos pagar todos los viajes de ida y vuelta y mucho menos que nuestros jugadores no se encuentren siempre junto al resto del equipo.

El equipo técnico y directivo, pensamos que lo mejor sería que se mudarais permanentemente aquí. Si así fuera, ayudaríamos con la mitad de la hipoteca y a buscar esta.

Un saludo,

El equipo directivo.


Las manos de Oliver temblaron al leer la carta.

¿Que le diría ahora a su prometida?— pensaba asustado Oliver.

Ella no se mudaría con el ahora, hasta que al menos encontraran a su hija.

Tenia miedo de que esta lo dejara, tenia miedo de que la distancia pudiera lograr separarlos.

Una boda a la vista, una hija desaparecida, un beso de por medio y una relación que se  iría por la borda

OMG, Finalmente se sabe la verdad, Fred nunca dejó a Elizabeth porque la dejara de amar, el nunca lo hizo; Jessica lo hechizó bajo un imperius y obligo a hacerlo.

¿De verdad creían a Fred capaz de hacer eso?

Nos leeemos! Los quiero! Y en el siguiente capítulos tendréis una sopresita así que estar atentos...

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