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1 seamana después

Miraba el plato de comida frente a ella, con asco. Si todas las mujeres en su embarazo aseguraban tener más hambre y antojos que nunca, Jessica era la excepción. No quería ingerir ningún tipo de alimento, a pesar de que los médicos le insistían continuamente en que lo hiciera. Ella no lo hacía.

Tal vez estaba desganada, desde que Fred se fue de su lado y empezó una nueva vida, ella no quería hacer nada. Parecia que la Banes estaba muerta en vida.

Al menos, la noticia de que la pequeña hija de la pareja había sido secuestrada la ánimo un poco, sabiendo que Elizabeth Lupin nunca podría estar en paz y menos con el hombre que la Banes amaba profundamente.

Tenia sus ligeras sospechas sobre quien procedió a elaborar el secuestro de Hiraeth, pero ella no diría nada. Queria ver como Elizabeth sufría hasta el final de sus días.

Una cosa la tenía bastante clara, si ella no podría estar con Fred Weasley, Elizabeth tampoco sería la mujer con la que estuviera. Nadie que no fuera ella podría estar en una relación con el hombre que la Banes amaba eternamente y del que esperaba un hijo.

-No tengo hambre- aseguró hecando su plato hacia el lado y levantandose de la mesa.

-Jessica, debes comer algo- insistió Mason Banes, su padre.

-No tengo hambre-repitió colocando bien la silla, y dirigiéndose hacia su habitacion ante la apenada y triste mirada de su padre.

Sabia que su hija no había hecho nada bueno, lo que había hecho estaba mal y no por el hecho de ser su progenitora la encubriría. Pero seguía siendo su hija y la quería como nadie lo había hecho jamás, ni siquiera su madre u abuela, y le dolía como su estado de ánimo había decaído desde que el pelirrojo la dejó plantada en el altar.

Ver a su hija en sus brazos llorando desconsoladamente, no tenía precio y era una imagen de la que estaba seguro que nunca se borraría de su mente.

La mujer llegó a su amplia habitación, cerrando la puerta tras de ella. Se metió al cuarto de baño que tenía dentro de este, para así poder relajarse.

Se desnudó prenda por prenda, viéndose fijamente en el espejo. Su vientre se encontraba más abultado, el feto comenzaba a crecer por dias. Llevó sus manos a su vientre y lo acarició cerrando los ojos, imaginando como sería su vida ahora mismo de feliz si Fred Weasley no hubiera decidido dejarla sola e irse con la hija del licántropo.

Inconscientemente una lágrima se deslizó por su ojo y soltó un suspiro apenada. Se limpió bruscamente esta, y se introdució en la bañera para relajarse e intentar quitar esos pensamientos de su cabeza.

Tras unos minutos y estar totalmente limpia, alcanzó dos toallas, una para enrollarsela alrededor de su cabello y otra para cubrir su cuerpo.

Salió para secarse y ponerse el pijama con la bata a juego que constaba este. Se secó con esmero su cabello, aún triste al pensando en el recuerdo del pelirrojo que no salía de su cabeza.

Una vez lista se fue a la cama en la que descansaba, con la finalidad de tener un pacifico sueño, tristemente no fue así.

Al segundo que su cabeza rozó la almohada y sus sedosas mantas cubrieron su cuerpo cayó en un profundo sueño.

Alrededor de la mitad de la madrugada, se removió incomoda en su cama al notar como su vientre le molestaba más de lo normal, y la parte baja de su espalda a su igual, hizo que soltara un quejido adolorida.

Se tuvo que despertar e incorporar en su cama, llevándose una mano a su vientre adolorido.

Destapó sus sabanas, para poder avisar a alguien del personal y que la ayudara a calmar sus dolores.

Las sabanas estaban manchadas de un charco de sangre, al igual que sus piernas que trataban un río de sangre desde su vagina hasta estas.

Soltó un grito asustada al verse entre tanta sangre y lo primero que pensó fue en el hijo que tenía en su vientre.

-¡Papá!- gritaba con fuerza al no poder levantarse, sus perlas estaban inundadas de mares y temblaba sin poder cesar.

Mason Banes, que se encontraba en su habitación dormido con su esposa plácidamente, se levantó junto a esta al instante que escuchó los fuertes llamados de su hija.

El matrimonio apareció rápidamente en la habitacion y vio sorprendido y asustados la escena que protagonizaba su hija sin ni siquiera levantarse de su cama.

Mason se acercó a ella y la cargó intentando no hacerle daño, sin importarle la sangre que le cubría. Jessica rodeó el cuello de su padre, aún temblando en sus brazos y sin cesar los sollozos, terriblemente asustada por su destino y el de su hijo con el pelirrojo.

-Vamos directamemte al hospital- le dijo a su esposa- Dile a tu madre que avise a Fred.

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C

ontaba con algo de tristeza en su voz las noticias que el médico le había dado hace una semana.

-Acepté, pero me sorprendió mucho que Diggory fuera doctor- explicó el Weasley que se encontraba sentado a la derecha de la Lupin.

-A mi también, ya sabes.-pausó- Despues de lo que pasó en el torneo, Cedric decidió continuar los estudios en casa y no supimos nada más de el en mucho tiempo. Me sorprendió que se haya tirado por esa carrera, pero al menos podrá ayudarte.-

El gemelo mayor sonrió agradecido a la mujer de su lado, agarrando con cariño su mano.

-Me alegro que puedas recuperar tus recuerdos cariño- le dirigió a su hijo la matriarca Weasley una sincera sonrisa.

-Gracias madre, pero no estoy seguro de querer iniciar el tratamiento en estos momentos- comentó con suma tristeza en su voz el hombre.

-¿Por que hijo?- insistió Molly

-Madre, no sabemos el paradero de mi hija y eso es lo único para que tengo cabeza ahora mismo. Únicamente pienso en encontrar a mi hija, y hasta que no la encuentre no descansaré.- aseguró con voz firme y seria.

-Fred, se que debemos ahora pensar más que nada en Hiraeth.- aseguró Elizabeth acariciando el dorso de su mano con su pulgar-Pero no cuesta nada iniciar el tratamiento, es tu salud y me gustaría que pudieras recordar todo lo que viviste en un pasado.

Fred le dedicó una sonrisa apenada a la mujer.

-Lo se Elizabeth, pero no quiero centrarme en nada más que encontrar a nuestra hija.- aseguró mirando a la mujer embelesado.

Amaba escuchar como el pelirrojo decía "nuestra hija", salía tan extremadamente bonito de sus labios. Sin mentiras de sus labios, palabras completamente puras.

Irrumpió Harry Potter la conversación, apareciendo por la chimenea de La Madriguera cubierto de una capa de hollín. Los ojos de los presentes se clavaron en el, con la esperanza de tener noticias de su adorada Hiraeth. El joven autor, se sacudió quitandose todo el hollín posible para lucir más o menos "presentable" ante la familia.

Se acercó a ellos ante las miradas de la familia, tomando asiento en un banco, mirsndolos a todos con una triste mueca en sus labios.

-¿Alguna novedad?- preguntó Ron a su amigo, al ver que ningún miembro de la familia se atrevía a preguntar.

El Potter negó bajando la cabeza apenado

-No, lo siento muchísimo.-dijo con voz rota- Hemos buscado en todos los lugares posibles, pero el secuestrador ha sido muy listo , no ha dejado ni siquiera una pista..-

Fred apretó la mandibula con furia y rabia al no saber nada de su hija, elizabeth apretó con más fuerza la mano del Weasley, buscando un refugio en sus caricias.

-Una semana...-murmuró Elizabeth en un sollozo antes de notar los brazos del Weasley alrededor de ella

-Lo sabemos Liz.., he intentamos hacer todo lo posible para que vuelvas a tener a tu adorada hija en brazos..., pero nos está costando mucho.-

La mujer asintió intentando calmarse en los brazos del hombre a su lado, cuando un patronous en forma de gato perteneciente a Catherine Banes irrumpió en su habitacion.

-Jessica está en el hospital San Mugno, ha perdido muchísima sangre ven en cuanto antes.-

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El pelirrojo acompañado de su madre y Elizabeth, quien había insistido en no dejar solo al hombre llegó lo más rapido posible al hospital mágico en el que supuestamente se encontraba la embarazada.

Llegó a una amplia sala, con colores blancos por todos lados. Consiguió distinguir a la familia de su ex-novia. Mason que se paseaba de un lado a otro de la sala intranquilo. Rebecca que tomaba un café, seguramente de maquina mientras movía su pierna izquierda intranquilanente. Y la mayor de la familia, Catherine Banes quien tenía la mirada fija en el suelo, sin dejar opción de que nadie supiera en lo que se encontraba pensando.

Se adelantó rápidamente acercandose a ellos.

-¿Cómo esta, que ha pasado?- preguntó llegando sofocado.

Rebecca Banes alzó la cabeza y notó su sangre hervir al ver como la azabache estaba en el hospital acompañando al pelirrojo.

-¿¡Que hace ella aquí?!- exclamó levantándose del incomodo banco sin dejar a su marido explicarle lo sucedido al futuro padre de su nieto.

Fred tomó la mano de Elizabeth, mostrándole seguridad y que no la dejaría ni permitiría que le hablaran de esa manera.

-Ha venido a acompañarme, es un hospital público y nadie puede impedirselo-dijo con expresión seria-

-Si mi hija la ve se alterara- aseguró con rabia

-No hace falta que se vean si no es del gusto de Jessica, porque estoy totalmente seguro de que tampoco lo es para Elizabeth.- aseguró y la Lupin sonrió orgullosa del hombre.

-Dejemos esta conversación, no es momento- irrumpió Mason entre ambos y se dirigió a Fred- Escuchamos un grito suyo y fuimos rápidamente, estaba rodeada de un charco de sangre.-

Fred sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sintió miedo por lo que podría pasar y noto la reconfortante caricia de la Lupin en su mano.

-¿Teneis.. teneis noticias..?- pregunta asustado

-Nada aún, estamos esperando que el médico venga.-

Tras unos aproximadamente diez minutos, un hombre algo canoso se hizo aparecer por una puerta cargado de unos documentos, buscando con la mirada a la familia mientras se acercaba.

-Familiares de Jessica Banes-

La familia al completo se levantó, el hombre examinó a todos los presentes, preparándose para la noticia que a continuación iba a dar.

-La señorita Banes, ha perdido mucha sangre y desgraciadamente ha sufrido un aborto espontaneo- pausó- según los estudios hechos creemos que es debido al estrés que cargaba la señorita y a la falta de alimento que su cuerpo y el feto recibían.-

Todos estaban sorprendido y apenados por la pérdida del hijo de la mujer. Aunque, la matriarca Weasley estaba algo aliviada al ya no tener ningún lazo que uniera a su hijo con esa mujer. Y Elizabeth se sentía mal al saber como Jessica había perdido a su hijo, a pesar de que la odiara sabía que era un proceso duro y no se lo deseaba a nadie. Además, se preocupaba por Fred.

-¿Usted era el padre?- preguntó el doctor a Fred y este asintió saliendo de su estado de shock-La señorita Banes necesita tiempo de reposo, lo que consta de atencion y sin tener la más mínima alteración ¿entendido?-

-Si, doctor- asintió antes de que este se fuera.

●●●

No iba a permitir que la mujer fuera sola a su casa. Era cierto que el había recibido una mala noticia, pero no por eso iba a dejar de preocuparse por la mujer de su lado. La linde de la noche predominaba y no quería que andará sola por las calles.

Desgraciadamente en el mundo magico tenía que seguir siendo así. Odiaba que las mujeres no pudieran caminar tranquilas ni solas, que tuvieran que ir pendiente de todo lo que pasara a su alrededor y que tuvieran que soportar los acosos continuos de los idiotas que había por estas. Verdaderamente nunca fue consciente de esto hasta que nació su hermana pequeña, y un día cuando la joven se encontraba en su adolescencia, le relató a el y George en confianza lo que le había sucedido cuando caminaba sola. Desde ese día jamás la dejaron ir sola, ni a su hermana ni a ninguna mujer. Desde ese día se dieron cuenta de lo repugnante que era la sociedad y lo que tenían que vivir las mujeres. Desde ese día, están siempre para apoyar a las mujeres en caso de que lo necesitaran y siempre trataban de hacerlas sentir seguras a sus lados.

-Llegamos..-dijo Elizabeth en el escalón de Grimmauld Place, sin aún abrir la puerta - Ten buena noche, Fred.

-Si.., tu también descansa- le sonrió a la mujer mirándola a sus chocolates ojos embelesado totalmente.

Las perlas de la mujer también chocaron con las del Weasley, ambos perdiéndose en ese momento examinando al otro con la mirada.

Ya hacia un tiempo que los dos notaban como sus sentimientos comenzaban a florecer. Porque podrían haber estado separado mucho tiempo, pero su amor siempre los reencontraba incluso en el mas triste de los momentos cuando ambos corazones se necesitaban el uno al otro para estar completos.

Sin darse cuenta ambos estaban cerca del otro, sus respiraciones mezcladas en una y sus labios a punto de rozarse y probarse como tanto habían extrañado estos últimos cinco años.

Fred tomó un impulso que debía haber hecho hace muchos años.

Se inclinó hacia ella y la besó con suavidad, Elizabeth jadeó perpleja al notar el tacto de sus carnosos labios contra los suyos. Cerró los ojos dejándose llevar en ese ansiado y amoroso beso. La mujer sintió que algo estallaba en su pecho y que un extraño hormigueo recorría todo su cuerpo. Los labios de Fred acariciaron los suyos, con ternura, y cuando se separó de ella por falta de aire, la muchacha se sentia tan débil que tuvo que apoyarse en el pecho del hombre para no caerse.

Sus ojos se volvieron a conectar. Las mejillas de Elizabeth estaban carmesies, y sus labios al igual que los del pelirrojo se encontraban completamente hinchados y rojos.

Fue imposible que ambos no sonrieran como dos adolescentes enamorados al verse a los ojos, los avellanas de Fred y los chocolate de Elizabeth brillaban con la intensidad que faltó todos estos largos y duros años sin estar juntos.

-Buenas noches señor Darcy- despidió con una sonrisa y un tono burlon al mencionar su apodo.

-Buenas noches, señorita Bennet-


¿qué? ¿Como os habéis quedado, a que no lo esperabais JAJAJA?.

Finalmente se besaron.

Deciros que llegamos a los 5k, muchas gracias los amo! En instagram como dije esta subido un "trailer" de lo que pasara con un nuevo personaje aún próximamente. Queda mucho para que salga pero queria presentaoslo.

Se que este capitulo es más largo de lo habitual así que perdónenme si les aburrió.

¿Os gusto el capitulo?

No os olvidéis de votar y comentar, nos leemos los quiero! <3

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