30
La furia desataba sus venas, al igual que el rencor. Se sentía traicionada y engañada por una persona en la que había confiado a pesar de todo. Resentida y dolida se encaminaba hacia la casa de Archie, buscando explicaciones del por que hizo eso, por que rompió su matrimonio.
Tragó aire nerviosa, y finalmente se armó de valor y coraje para tocar el timbre del departamento.
Tiempo después, apareció el azabache. Parecía recién despierto, pues era normal al ser tan temprano. Su pelo estaba revuelto, tenía algunas ojeras de no haber dormido bien. Su torso al desnudo, dejando a la vista sus perfectos abdominales no recordaba que el chico dormía sin camiseta. Sus piernas cubiertas de un pantalón color rubí.
—¿Angelina..?—dijo casi en un bostezo al reconocerla—¿Que haces aquí, no es algo temprano?—
La mujer intentó controlar sus impulsos de mirar hacia su perfecto torso bien formado que la volvía loca. Sus ojos se disparaban hacia los abdominales como un León a su presa.
—¡Eres un puto traidor!—escupió con dolor y resentimiento entrando a su casa, sin importarse de hecharle hacia un lado.
El hombre la vio extrañado, pues no entendía su repentino comportamiento de un día hacia otro. Cerro la puerta para después, aclararse los ojos y mirarla.
—¿Angie de que hablas?—preguntó extrañado
—No te atrevas, a llamarme asi— escupió cada palabra con dolor y resentimiento.
George solía llamarla Angie, y escuchar su apodo en los labios de otro hombre que la había traicionado la hacía sentirse terriblemente mal.
En esos momentos, odiaba por haberle sido infiel al pelirrojo que tanto amaba.
—¿¡Que te pasa?!—frustrado, se paso una mano por el pelo.
Angelina tragó saliva al ver lo malditamente bien que se veía el hombre haciendo un mínimo gesto. Pero tenía que controlarse, tenía que hacerlo y demostrar que el no iba a ganar esta partida.
—¡¿Cómo se te ocurrió enviarle eso a George?!—inquirió mirandolo a los ojos adolorida—¡confiaba plenamente en ti!.
No sabia a que se refería la mujer, no entendia pues el no había enviado nada al marido de su amante. Ni siquiera había hablado con el.
—¿De que hablas Angelina?—preguntó impacientado, pues estaba realmente cansado de oír sus quejas sin saber un por qué.
—¡No seas idiota ni te hagas el sorprendido!—insistió—¡Se que se lo enviaste, cuando solo lo utilice para ti!—
Su mente intentaba procesar las cosas que decía la mujer frente suya, pero no lograba unirlas todas para tener sentido alguno.
—¿¡Que le envié el que?!—preguntó sobandose en puente de su nariz, cansado de tanto misterio por parte de la mujer.
—¡Le enviaste la ropa interior que utilice contigo!—informó riendo irónica—¡Como si no supieras! ¡La roja de encaje! ¡George la reconocería en cualquier lado , pues también la utilice en nuestra luna de miel!—alzó algo más la voz al escuchar esas palabras.—¡Te cargaste mi matrimonio! ¡no veo el por qué tuviste que enviarle mi ropa interior!
Archie estaba desconcertado, pues el no había hecho nada de lo que había dicho la mujer.
No había mandando su ropa interior a su esposo, ni mucho menos cargarse su matrimonio, para eso se encargaron ellos dos muy bien, así que si alguien tenía la culpa no era el chico Tanner.
—¿¡De que hablas, por Merlín Angelina?!—pegó un suspiro recargandose en la puerta—¡Jamás se me pasaría por la cabeza hacer eso!, ¡creeme, no me beneficiaría en nada!—aseguró— siento que vuestro matrimonio se vaya a la mierda, pero debes saber que ni mucho menos es mi culpa.
Tanner no fue quien envió ese día la ropa interior de la chica Jhonson. Pero el la guardaba en su cajón. ¿pero si el no había sido? ¿Quien fue entonces? ¿Quien más quería arruinar el matrimonio Weasley-Jhonson?
●●●
—
Parece que lograste lo que deseabas...—se paseó por la habitación recorriendo todo con la vista, antes de sentarse junto a ella en la silla— enhorabuena—
Comentó mostrándole una falsa sonrisa a la veela. Ella podría haber logrado todo lo que ella tenía y más hace tiempo, si esta no se lo hubiera impedido. A veces, Jessica Banes llegaba a ser demasiado egoísta.
—Me casaré con el si—aseguró con una sonrisa, viendo el anillo entre sus finos dedos con un pequeño diamante incrustado.—Elizabeth Lupin.., no arruinarás mis planes.—
Vió con resplandor su joya, con una sonrisa victoriosa en su rostro. Kailei Lombrad habia sido enterada de lo que sucedió el otro día en la casa Black, donde ahora habitaban al parecer las dos mujeres Mckinnon.
—Bueno, a no ser que ese test confirme que la hija es de tu futuro marido y toda tu vida y tu teatrillo se caiga.—comentó crusando las piernas, con una amplia sonrisa de satisfacción plasmada en su fino rostro.
La Banes le dirigió una mirada fulminante, pero a Lombrad no le importó. No se iba a dejar dominar por Jessica, ni mucho menos le daba miedo. Tras estos años, había aprendido en hecharle cara y afrontar a la miserable veela. Por que era totalmente miserable, necesitaba unas pociones y sus encantos de poderes para mantener a un hombre a su lado. En cambio, ella estaba consiguiendo que el gemelo menor cayera a sus pies sin ningún tipo de ayuda magica.
—Sé que es su hija.., lo tengo claro—aseguró con una mueca—Ella no seria capaz de engañar a Fred, ni mucho menos. No tiene coraje para serle infiel, y mucho menos con su gemelo.—se incorporó, recargando los codos en la mesa.—Pero esa estupida, que arruinó mi vida y felicidad tantas veces no lo hará esta vez. Y esa niña con cara de inocente, que se esta robando el corazón de mi futuro esposo tampoco lo hará, estoy muy segura.
La Lombrad soltó una leve risa al escuchar cuán confiada estaba, pues era una verdadera idiota si creía que Fred permanecería a su lado si se entenderá que la pelirroja era su descendiente.
—Yo soy más de actuar—confesó victoriosa, relatando los hechos — Angelina y George se separaran pronto, si no lo han hecho ya—aseguró victoriosa— Me encargue que su ropa interior de encaje rojo, que guardaba Tanner fuera llevado hasta su esposo con una nota adjunta. Archie no piensa.., así que debí tener que actuar yo.—aseguró con una sonrisa.
—Me sorprendes Kailei, ya no eres la idiota de antes.—soltó una leve risa jugueteando con el bolígrafo de su escritorio.
—Por supueto que no, no me dejaría manipular tan facil— la miró sonriendole irónicamente, pues Banes fue quien la manipuló durante su adolescencia.
Hizo caso omiso a lo que dijo, para preguntar lo que le llamaba la atención y le atraía curiosidad.
—¿que estas haciendo con George?—inquirió dandole una mirada para después volver a jugar con el utensilio
—Nos besamos..—una sonrisa se instauró en su rostro al recordarlo todo.
Sus manos apretando con firmeza su cintura, para después bajar a su trasero amasandolo con dureza. Sus ásperas y varoniles manos atacando cualquier trozo de carne. Y sus carnosos labios, besandola profundamente, haciendo que se sintiera en el cielo.
—¿solo eso..?—alzó la ceja con un tono ironico—Tu cara me dice lo contrario.
—Digamos que llegamos a algo más que besos..—admitió sonriendo, orgullosa de que su plan maquinara tan bien. Tendria que George Weasley comiendo de la Palma de su mano en menos de unos meses.
—Oh, me enorgulleces—bromeó la veela secándose unas falsas lagrimas a lo que Lombrad soltó una leve risa, mientras negaba con su cabeza.
—George Weasley será mío, no lo dudes—aseguró recargandose en la mesa, apretando la tabla con firmeza. Estaba profundamente loca enamorada del gemelo menor. No sabía que le provocaba, pero de verdad que la traía mal, su obsesión era parecida a la de Jessica, solo no se podía saber cual de las dos era peor.—Tenga que hacer todo lo que tenga. Deba quitar todos los obstáculos. Pero estoy dispuesta a hacer lo que sea por simplemente tener a George Weasley a mi lado siempre.—
●●●
Días después
Finalmente habían sido llamados para conocer el resultado de la ansiada prueba de paternidad.
Elizabeth, agarraba su café con nerviosismo, sus dedos apretando el agarre en la taza con miedo a que esta se resbalara al no estar pensando en el café precisamente.
Quedaban menos de unas horas para dirigirse hacia la clínica y conocer el resultado, del cual estaba segura. Fred era el padre de su hija y eso no podía cambiar.
Hoy sería conocedor de la noticia, y la felicidad de su hija estaba em juego. La pequeña le había cogido mucho cariño al gemelo menor y le dolía internamente tener que decirle que el no era su padre en realidad, cuando se había comportado tan atento, cariñoso y leal con su hija. Compenetraban perfectamente, lo supo desde el día en el que ambos se vieron.
A veces se preguntaba por qué tuvo que fijarse en Fred, cuando pudo hacerlo en George y ahora todo hubiera sido más fácil. La historia sería distinta.
Su abuela entró a la sala,dándole una mirda que transmitía apoyo y confianza.
—Tu podras con esto, mon brunnete— aseguró acariciando sus brazos.
●●●
Caminó nerviosa por los pasillos del amplio hospital, intentando encontrar la sala donde debía reunirse con los pelirrojos. Deseaba darse la vuelta e irse, cojer un avión y desaparecer a la otra parte del mundo, donde nadie la pudiera encontrar.
Los pasillos del hospital eran estrechos pero largos, con puertas que llevaban a habitaciones o consultorios. Hacia fresco, al tener la mayoría de las ventanas abiertas.
Tras girar a la derecha a otro pasillo exactamente igual, y volver a girar a la izquierda a otra sala algo más amplia, logró distinguir dos melenas pelirrojas procedentes de los altos hombres.
George, sentando en un banco con la mirada puesta en el ablanquecido suelo. Y Fred apoyado en una columna, con sus brazos cruzados, flexionando sus músculos.
George alzó la cabeza al escuchar como alguien entraba, encontrándose con la mirada de Elizabeth quien se sentó a su lado.
—¿Ya trajeron los informes?— inquirió la mujer nerviosa, mientras movía con inquietud su pie
—Aún no, faltan unos minutos.— informó el pelirrojo, que también se encontraba intranquilo.
Por su parte, Fred se encontraba nulo. Sin ninguna expresión por su parte, su rostro serio y sus músculos tensados.
Tras unos minutos una enfermera se acercó hacia ellos, dejando el destino en manos de un papel.
—Señorita Lupin.—le entregó el sobre donde aparecía el padre de su hija, para después irse.
Fred de inmediato se acercó, poniéndose frente a ella. La mujer miró el sobre en sus manos, y miró a ambos gemelos repetidas veces antes de que sus manos temblorosas, replanteando se abrir o no abrirlo iban hacia el cierre del sobre.
Tras unos segundos de tensión, logró abrir el sobre. Sacando con sus manos temblorosas el papel que contenía el sobre.
Lo desdobló ante las inquietantes y penetrantes miradas de los dos hombres a sus lados.
Al leer el contenido, su ojos se abrieron enormemente sorprendidos al igual que los de George que consiguió leer por encima de su hombro.
Tragó saliva nerviosa, para recitar la frase con aún el papel entre sus manos.
—Paternidad 99.99% de George Weasley —
¿Que creéis que ha pasado?
¿Algunas teorías?
Nos leemos!<3
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