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—Fred cálmate, porfavor—pidió su gemelo menor.
Elizabeth agarró la mano de su abuela con fuerzas en un acto reflejo, sentía que iba a desmayarse, la cabeza le daba vueltas.
—¡Todo este tiempo pensando que era tu hija!—exclamó furioso el mayor—¡Ahora todo tiene sentido!—miró a Elizabeth, dirigiéndose a ella—¡Eramos novios, yo te deje embarazada no el estúpido de mi hermano!—
El agarre de la joven se apretó en la mano de su abuela. No podía creer qu esto estuviera sucediendo, no ahora cuando todo iba bien.
—Weasley, cálmate estas muy alterado —pidió la mayor aún agarrando la mano de su nieta para que se sentara a su lado en el sofa—Estas confundiendo las cosas.
—La señora Mckinnon tiene razón Fred, estas mal interpretando todo.—
Fred pasó su mirada a Elizabeth, quien aún miraba al diario que se encontraba en el suelo. Sus manos temblaban, en el agarre de su abuela.
—¿Me explicarás y dirás la verdad?—inquirió mirando serio a Elizabeth.—¿Es mi hija o no es mi hija?—
—¡Claro que no! ¡Es mi hija—bramó George tomando asiento en el otro sofá.
—George tiene razón , es su hija —levantó la mirada para al final afrontarlo.—Estaba saliendo contigo, si lo hice hasta que me di cuenta de que estabas enamorado de otra mujer que no era yo.—sus palabras eran dagas que se clavaban lentamente en su propio corazón .—
El Weasley se agachó para recoger el diario, lo abrió por la página donde estaba leyendo para volver a revisar.
—Aquí claramente dice "Hoy descubrí una noticia que estoy segura que cambiará mi vida en todos los sentidos posibles. Estoy embarazada."—volvió a leer cada una de las palabras—Lo que indica que quedaste aún embarazada estando a mi lado, pues en el día siguiente dice esto—pasó la página y recorrió con sus ojos las líneas para leerlas—
" Tras armarme de fuerzas para decirle a Fred que estaba embaraza, me sorprendió aun más el. No me ama, esta enamorado de ella." .—terminó de leer para cerrar el diario alzando una ceja.—Estabas conmigo cuando quedaste embarazada, no hay posibilidades ninguna de que esa niña sea hija de mi hermano.—
—Claro que no es así.— se levantó del sofá, ya más segura de si misma para afrontar cara a cara al pelirrojo.—Me acosté con tu hermano estando contigo, pues bien sospechaba que andabas tras tu ahora, futura mujer—pausó paseándose por la sala sin quitarle mirada—Ahí claramente pone que la noticia cambiaría mi vida en todos los sentidos posibles, ¿sabes por qué? Porque el hijo que esperaba era del gemelo de mi en ese momento novio. Si, fui a decírtelo con la esperanza de que lo entendieras pero tu me sorprendiste más al decir que estabas profunda y locamente enamorado de Banes.—rió con ironía para acercarse más y verlo a la cara.— No se con que derecho te crees, para venir a reclamarme la paternidad de mi hija de la que estoy completamente segura— escupió con resentimiento cada una de sus palabras.—
Jane y George estaban completamente sorprendidos.
La mujer, orgullosa de tener una nieta tan fuerte, valiente, y sensata como para ser capaz de afrontar ella misma sus problemas, y buscar una rapida solución, que en este caso era una rápida mentira para continuar con su feliz vida. Ella y Remus habían criado muy bien a su pequeña mujercita, estaba segura de que el licántropo y su hija estarían muy orgullosos de ver en la gran mujer en la que se convirtió Elizabeth Lupin.
George impresionado por la actitud de la mujer, cautivado por cada uno de sus movimientos y asombrado por la destreza de su vocabulario. Sin duda, su amor por la azabache no se iría tan fácilmente. Habia tenido miedo de perder a la que ahora era la niña de sus ojos, su ángel . Pero la mujer le transmitió tanta seguridad como para confiar en que todo saldría según lo planeado.
—Si tan segura estas Elizabeth, no te importará que exija una prueba de paternidad ¿cierto?.—se dirigió al umbral de la puerta— Nos vemos en el hospital.—
Soltó sus últimas palabras para salir y dejar totalmente destrozada a la Lupin.
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Odio, era la palabra que describía como se sentía en esos momentos.
Odiaba con todo su ser a Elizabeth. Su mirada estaba fija en el suelo, procesando toda la información que su novio le había pasado.
Siempre dudo de ella, de su repentina cercanía con la familia Weasley y de que su supuesta hija fuese de George. Ella lo podría negar, pero estaba segura de que Hiraeth era la hija de su prometido.
Conocía a Elizabeth, pues había pasado muchos años analizando sus pasos. Sabia que no era capaz de engañar a alguien, y mucho menos a Fred.
De algo estaba totalmente segura, seguiría con el mal desarrollado plan que elaboraron la mujer y George, pues no iba a perder a Fred por nada del mundo y mucho menos ahora.
—¿Linda.., me estás escuchando?—inquirió Fred agarrando su mano mientras la miraba confuso, pues no sabía si le había escuchado.
La mujer alzó la vista encontrándose con los ojos preocupados de su futuro esposo.
—Oh, si si.. solo creo que si ella afirma que es de George no tendrías por qué creer que es tuyo.—murmuró—Ella misma admitió que te fue infiel, Fred.—
—Sigo queriedo una prueba de paternidad—comentó.
—Haz lo que quieras Fred.—se recostó en la cama molesta.
El pelirrojo era consciente de lo dolida que le hacía esta situación, ¿por qué insistía?. Su rencor crecía cada segundo más por Elizabeth.
Se quedó embarazada de el hombre que amaba, cuando ni siquiera ella podía. ¿Habría algo mal en ella?
—Jessica por favor..., necesito que hablemos..—pidió tumandose a su lado acariciando su pelo delicadamente para tranquilizarla.
—No, no quiero..—se incorporó rápidamente al volver a sentir esas ganas de vomitar que sintió desde que anunciaron su compromiso.
Al levantarse de manera tan brusca, sintió mareos y perdió la fuerza cayendo hacia atrás en los brazos de Fred que al verla se incorporó lo suficientemente temprano para atraparla. Afortunadamente la chica no perdió la consciencia, pero las náuseas aumentaron de manera considerable.
—¿Estás bien linda..?—inquirió aún en el agarre. La mujer negó, llevándose las manos a la boca, para levantarse rápidamente e ir con suma velocidad al baño para expulsar todo lo que le sintió mal.
Se arrodilló para verter todo el contenido en el váter. Se encontraba realmente mal, afortunadamente tenía una coleta, lo que le ayudó a no manchar su pelo.
Fred llegó a paso apresurado y vio a su futura esposa agarrando con fuerza la tapadera del retrete, su cara estaba pálida y su cuerpo débil.
Como pudo intentó levantarse, pero sus piernas fallaron, resbalando en el intento cuando su prometido la atrapó a tiempo por segunda vez.
—Al.., al lavamanos..—pidió con voz entrecortada.
Fred la llevó, agarrando con una mano su cintura para que no volviera a caer, mientras que hacía que el brazo derecho de la mujer rodeara su cuello.
Al llegar, puso ambas manos apretando con firmeza cada lado del lavamanos, abriendo el grifo para agarrar su cepillo de dientes y limpiarse estos.
Tras eso, su prometido la cargó hacia su habitación de nuevo, recostandola en la cama a un lado suya.
Le acariciaba el cabello con dulzura, esperando que se calmara y relajara.
—¿Sabes por que son estos vómitos..?—pregunto preocupado, retirando un mechón de su cara.
—Debe ser una infección de estómago...—comentó haciendo una mueca, cerrando los ojos disfrutando del suave tacto que le proporcionaba su prometido.
—Seguramente linda.., ya mejoraras— aseguró dejando un cariñoso beso en su frente.
Los pensamientos de Fred eran imposibles de irse de su cabeza.
¿Sería él, el padre de Hiraeth? ¿Que haría si fuera así? ¿Su prometida lo dejaría?.
Sabia que había estado mal hablarle de aquella manera a su hermano y a la otra chica, pero se dejó llevar más por sus sentimientos y emociones. Se sentía engañado y un verdadero inútil, por eso quería tener la certeza de la paternidad de la pelirroja.
Por una parte se sentía mal por la chica que yacía acostada a su lado de la cama, sabía que odiaba hablar del tema de tener descendientes, pues por más que lo intentara la mujer no podía quedarse embarazada. Ciertamente le hubiera gustado tener hijos con la mujer, pero si su salud iba a empeorar por eso no la pondría a prueba. Amaba a la chica y no dejaría que nada le pasara.
Jessica por su parte, se tragaba las lágrimas. Elizabetb Lupin tuvo una hija de su futuro esposo. Él si pudo dejarla embarazada a ella. Su odio hacia ella era algo que jamás podría cambiar.
La maldecía internamente, a ella y a su ahora hijastra. No le iban a impedir su boda con el pelirrojo, Hiraeth seguiría actuando como hija de George.
Fred no reconocería a ningún niño, hijo suyo si no era de Jessica Banes.
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Al día siguente
—¡entra de una vez en razón, joder Fred!—exclamó George agarrando un paquete a su vez.
—¡He dicho que quiero una prueba de embarazo, si lo que dice es verdad no entiendo por qué no hacerla!—bramó abriendo la puerta de la trastienda.
—¡Ella te explicó cómo sucedieron las cosas Fred!—soltó la caja en la mesa, sacudiéndose las manos por el polvo para mirarlo furioso — ¡Cuestionar la paternidad de mi hija es algo con lo que no se bromea!.—
—¡No pelearé más!—soltó la caja haciendo resonar la habitacion—¡Si es tu hija, tu hija será! ¡Pero necesito confirmarlo, pues también hay evidencias de que podría ser mi hija!—
—¿¡Qué pretendes hacer si lo es?!—inquirió alzando una ceja—¿¡Dejar a tu prometida para ir con ella?!—
—La cuidaré como un padre debe hacer y como ella se merece.—
—Oh, ¿¡Ahora si no?!—exclamó furioso—¿¡Insinuas que yo no la cuido ni la quiero?!—
Fred cansado de la conversacion se giró, subiendo los peldaños de las escaleras para abrir la puerta.
—¡No dije eso!—cerro la puerta saliendo.
Se dirigió a su oficina, cansado de un día tan ajetreado como era ese. Tenia que revisar unos papeles y por fin podría regresar tranquilamente a su casa.
Sentado en su silla, observaba cada frase leyendo cada línea con atención cuando unos golpes en la puerta lo distrayeron.
—Adelante.—
La mujer apareció por la puerta, con una tímida sonrisa acercandose a paso lento al escritorio del hombre.
—¿Podemos.., podemos hablar..?—preguntó nerviosa, cuando vio que el hombre se levantaba poniéndose frente suya.
—Kailei.., no se que nos pudo suceder el otro día.. —admitió agachando la mirada para después mirar fijamente a la mujer.—Estoy casado..—
La mujer bajo la cabeza, tragando sus lágrimas para después mirar a los avellanas ojos del hombre que amaba.
Sin pensárselo un segundo más, agarró sus mejillas atrayendole a un profundo beso.
Correspondió el beso a su mismo nivel, no sabia que le producía esa mujer que a pesar de no amarla, sus besos eran verdaderamente adictivos despertando todos sus sentidos, además admitía que era una muchacha terriblemente atractiva y con buenas intenciones.
La Lombrad sonrió al ver como las ásperas manos del hombre apretaban su cintura, sentandola en el escritorio de este.
Rodeó su cuello aún en el beso, pegandolo más a ella mientras el acariciaba su cintura jugando con el dobladillo de su camisa para acariciar después su abdomen con sus varoniles manos, colocado entre las piernas de la Lombrad.
Soltó un jadeo ahogado en el beso, al sentir sus venosas manos acariciandola.
Se separó de la chica a causa de falta de aire. Su pecho subía y bajaba a causa de su respiración entrecortada, sus mejillas hacían competencia con el color de su cabello.
Habia tenido uno de los mejores besos de su vida.
La Lombrad yacía aún abierta de piernas, con su pelo alborotado y sus labios rosados al igual que sus mejillas.
—Yo...,creo que debo irme George..—murmuró la mujer cerrando sus piernas y bajándose del escritorio.—Nos vemos mañana.
George asintió en modo de respuesta, algo asombrado aún por el feroz beso que tuvo con Kailei. Se sentía mal por su esposa pero el no la amaba.
Amaba con su ser a Elizabeth Lupin, y a pesar de estar con Angelina sus sentimientos no cambiaban.
Pero algo había en la Lombrad, que hacía que no pudiera dejar de corresponder sus besos e imaginarse escenarios que no debían pasar por su cabeza.
Una lechuza que traía un paquete lo sacó de sus pensamientos. Se dirigió a agarrarlo y acariciar a esta, para después cojer su varita y abrirlo con curiosidad pues no esperaba nada.
Sus ojos se abrieron como platos al ver el contenido. Lo agarró con sus manos observandolo mejor, era una pequeña braga de color rojo con encaje que inmediatamente reconoció . Pertenecía a su mujer, pues la había usado en su noche de bodas. Una nota hacia en el fondo del paquete que inmediatamente cogió, dejando en el paquete la ropa interior para leer la carta.
¿Seguro de que tu esposa te es fiel?
X
¡hola!
¿cómo estáis? ¿os está gustando la historia?
¿Quien creéis que es x?
Nos leemos!
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