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Ese día multitud de nuevos productos empaquetados llegaron a la tienda, lo que suponía que tendrían que ordenarlos y colocarlos en sus respectivos estantes.
Kailei quien se estaba adaptando a los horarios y trabajos que debía realizar a diario en Sortilegios Weasley se encontraba en la trastienda junto al gemelo menor. El hombre que la volvía loca y le hacía perder sus sentidos.
La mujer, llevaba una caja en sus brazos. Era cuadrada, pero a su vez demasiado pesada, sentía como sus brazos pedían a gritos que la soltaste de una vez.
Delante suya el pelirrojo cargaba una caja sin importancia, sus fornidos brazos no le impedían que llevara dos o incluso tres cajas si el quisiera.
Bajo varios escalones, ojeaba por encima de la caja donde debía poner el pie, pues no quería caerse.
Para su mala suerte, o buena en su parte tropezó en el último escalón. Iba a caer de bruces al suelo, pero lo único que llegó a chocar contra este fue la caja que contenía los nuevos productos que pronto saldrían en venta.
George consiguió atraparla en el aire cuando cayó hacia delante. Agarró a la Lombrad por la cintura con firmeza, para que esta no llegara a hacerse daño, pues no quería ver como se fracturaba su pie, tobillo o cualquier articulación y el pudo haberlo evitado.
Sus rostros quedaron a centímetros, sus respiraciones se mezclaron en una sola. Sus ojos se miraban fijamente, los de la Lombrad pasaron a mirar los finos labios del Weasley y este en un acto reflejo imitó su acto.
El ambiente se encontraba tenso, esperando que un cuchillo lo rompiera, el cual debía ser ese beso que la Lombrad esperaba.
O no.
Los llamados desde la tienda por parte de Fred se hicieron presentes en sus oídos, separandose en un instante ambos con una sonrisa avergonzada. Las mejillas de la mujer tornaron un color carmesí, se acomodó un mechón de cabello que le impedía ver correctamente tras la oreja y recogió el paquete para colocarlo en la mesa junto a los otros.
George apartó la mirada, aseguraba que sus pómulos le hacían competencia con el color de su cabello.
—Deberiamos..., deberíamos subir..—se giró el pelirrojo hacia la mujer.—
—Si, deberíamos...
George no hubo recordado a su esposa hasta esos momentos, se maldecía por haber estado a punto de besar a una mujer que no era ella.
Era cierto que no estaban en buena relación en esos momentos. Pero el no sería capaz de ser el infiel .
¿O si?
Se dirigieron aún con mejillas sonrosadas hacia arriba, la mujer iba delante del pelirrojo evitando ver sus pómulos carmesíes.
Fred los esperaba en el mostrador, Jessica a su lado con sus labios curvados en una sonrisa mientras mantenía una conversación con el pelirrojo.
—¿Dónde estaban ustedes dos? ¿Por qué se demoraron tanto?—inquirió mirando a ambos respectivamente cuando llegaron.
Ambos que aún tenían las mejillas sonrosadas se miraron una milésima de segundo y desviaron las miradas.
—Llevando los paquetes a la trastienda—informó George.
Tras Fred echarles a ambos una mirada dudosa, pasó a presentar a su hermosa novia.
—Kailei, ella es Jessica mi pareja—presentó a la mujer con una sonrisa— Linda, ella es Kailei trabaja con nosotras.—
Ambas mujeres estrecharon las manos, tras saludarse con un "encantada", como si no se conocieran de absolutamente nada.
Fred estaba muy equivocado.
Las mujeres tras que los hombres se fueran, pero a pesar de ello siguieran por ahí emprendieron su plan de conversacion.
—¿Ustedes.. son pareja cierto?—Jessica asintió, sonriendo complacida al saber lo que se venía.— ¿Aún no se casaron?—
Negó—No, aún no nos casamos.—soltó un suspiro actuado, y sonrió para si misma cuando observó al gemelo mayor pasar por detrás en lo que podía oyente de la conversación.—Pero es algo que me gustaría y que no fuera muy tarde.—
Este escuchó las palabras de su novia sorprendido. ¿Ella quería casarse con el?
Estaba asombrado, no se esperaba nada asi pero estaba seguro de una cosa. Si su novia quería casarse, el no sería quien para impedirlo y llamarla en futuro esposa.
●●●
31 de Julio del 2003
Las personas de las madriguera corrían de un lado a otro apurados. Hoy se celebraría el cumpleaños de Harry, pero decidieron hacerlo sorpresa por lo que se encontraban nerviosos todos los presentes.
Ginny terminó de colocar la guirnalda en el techo que juntaba las letras para poder formar la frase : "Feliz Cumpleaños Harry".
—No tardará en venir—anunció Ron mientras cogía la mano de su hermana para que no cayera al bajar de la escalera.— Queda poco.—
Ginny bajó finalmente y reunió a todos los miembros presentes de la familia, incluso algunos amigos de el Potter.
Todos se encontraban reunidos allí, menos madre e hija quien anunciaron que llegarían más tarde.
Se escondieron cada uno en un lugar y apagaron las luces.
Al entrar Harry, tuvo que encender las luces sorprendido por el solitario y tenue ambiente. Al entenderlas y reconocer la guirnalda, una sonrisa de felicidad se instaló en su rostro y lo segundo que vio fueron los brazos de su novia rodeando su cuello.
Aspiró su olor embelesado, y con una amplia sonrisa en el rostro.
—Feliz cumpleaños, cariño—
—Gracias—dejó un sonoro beso en su mejilla.
Jessica llevaba un vestido hasta la rodilla color morado. Su hombro izquierdo estaba descubierto mientras que el derecho si o estaba. No era un vestido que se le ceñía al cuerpo, más bien era un vestido ligero, fresco. Adecuado para la ocasión veraniega.
Su cabello se encontraba suelto, con una horquilla en su flequillo para que este no le molestara, sus gruesos labios pintados de un color rubí.
Fred no negaba que su novia estaba terriblemente hermosa, sus manos se encontraban en la cintura de esta mientras la abrazaba por la espalda al mismo tiempo que mantenía una conversación con su hermano Bill, sobre el transcurso de Sortilegios Weasley.
—¿Hiraeth y Elizabeth no vienen?— se acercó su hermana al gemelo menor al ver que estaba solo.
—Si, solo que tardan un poco en llegar—
La mujer asintió para darle un sorbo a su copa, mirando al horizonte donde distinguió a su cuñada Angelina, hablar con la francesa.
—¿Ustedes.., estais bien?—dudó de sus palabras, pues no sabía si era correcto preguntar.
—No estamos pasando nuestro mejor momento..—miró al suelo soltando un suspiro.— No se que nos está pasando—
Ginny asintió, escuchando cada una de las palabras de su hermano entendiendo que debía dejar de hacer preguntas, pues no quería meterse en la relación del matrimonio Weasley-Jhonson.
Tras unos minutos de incomodo silencio, las puertas de La Madriguera se abrieron, dejando ver como corría una pequeña pelirrojo a los brazos de su padre.
—¡Papá!—ni se molestó en saludar a los demas presentes, corrió hasta los brazos de George quien la cargó en su regazo con una sonrisa.—
—Hola, ángel — dejó un beso en su nuca. Hiraeth vestía un ligero vestido color limón, que le permitía moverse con facilidad sin que le llegara a impedir nada.— ¿Dónde está tu madre?.—
Esta señaló hacia la entrada de La Madriguera, allí Elizabeth Lupin dejaba boquiabiertos a más de uno.
Vestía un traje de chaqueta color amarillo, puesto encima de una camisa negra con un leve escote. Los pantalones hacían juego con la chaqueta, y calzaba unos zapatos de tacón color negro.
Su cabello recogido en una coleta alta, sus labios pintados de un rosa pastel haciendo un maquillaje que no llamaba tanto la atención, pero sus pómulos estaban sonrosados, lo que hacía que George se preguntaba si era maquillaje o era natural.
Portando un pequeño bolso de mano, del mismo color que sus tacones se acero a paso tranquilo hacia donde se encontraba su hija.
George quedó embelesado viendo los movimientos de la mujer, se encontraba terriblemente hermosa vestida en ese traje de chaqueta que hacia que se viera más formal y elegante que nunca.
Su belleza nunca se perdió ni lo haría. Su contagiosa sonrisa le hacían sentir las famosas mariposas en el estómago, y sentía que el mundo le bendeció al traer a Elizabeth Lupin a su vida.
El gemelo menor no era el único que quedó impresionado al verla entrar.
Elizabeth también se había logrado llevar los suspiros de otro pelirrojo que la miraba como si fuera a olvidar su imagen.
Fred Weasley no podía despegar sus ojos de aquella mujer, y realmente tenía miedo de volver a olvidar la imagen de aquella mujer que irradiaba de belleza por donde quiera que pasara.
Era terriblemente hermosa, cada movimiento desprendía sensualidad sin ni siquiera esforzarse por hacerlo. Lo tenía totalmente hechizado. Pero no era su belleza lo único que lo cautivaba, había algo dentro de él que le indicaba que estaba a sus pies, que le exigía conocerla más y saber más sobre aquella mujer, que una vez fue su pareja.
Su novia no era la única mujer que se dió cuenta de cómo su pareja miraba a la mujer, pues Angelina no era ni mucho menos tonta y perdectamente se dio cuenta de cómo su marido suspiraba por la que fue su mejor amiga, apartó la mirada dolida mientras que la veela pedía que su novio le prestara atención.
—Fred, te estoy hablando—se quejó su novia, apretando la copa alargada de vino que llevaba en sus manos en un intento de calmar su furia.
Fred al escuchar su voz, apartó la mirada de esta, volviendo a ver a su novia olvidando a la hija del Licántropo.
—Si perdón linda, ¿Qué decías?— intentó fingir interés en la conversación.
—Decía que a mis padres les gustaría que fuéramos algún dia a verlos.— volvió a repetir.
—Oh, claro cuando quieras.—
La fiesta se encontraba animada. Hiraeth había bailado con su padre, como ahora que se encontraba sumergida en un movido baile con el cumpleañero y su tía Ginny.
Elizabeth, miraba la escena con una sonrisa en su rostro, mientras con su mano derecha agarraba un vaso de vino, moviendo en círculos jugueteando con su contenido antes de darle un sorbo e sentir el ardor del líquido quemar su garganta.
Era un sabor desagradable, pero en parte no sabía por qué le gustaba.
—Beth—se acercó la morena hacia ella, fingiendo una sonrisa—¿Cómo te encuentras? ¿Que ta va todo.?
Sonrió al verla—Oh, mejor—pausó— Hiraeth esta mucho más feliz, y eso hace que me tranquilice.—
La morena asintió entendiendo sus palabras, mientras jugueteaba también a su vez con su copa, pero esta de Whisky de fuego.
—Me imagino—tomo un sorbo de este—¿ Y Oliver? ¿Cuándo volverá?—
Intentó mantener la sonrisa que adornaba ante tal pregunta que la decayó de momento, al tomarla por sorpresa.
Lo hechaba mucho de menos.
—Aún no lo sabemos, pero esperamos que pronto—murmuró, pero sin dejar de mantener la cabeza en alto.—
—Entiendo..., ¿como se encuentra?—inquirió con curiosidad—Debe de estar muy feliz al cumplir su sueño desde niño.—
—Si, lo esta.— respondio sin mas.
No tenía ganas de hablar sobre Oliver, pues para ser sincera no sabía nada de él, ni tenía noticias sobre su paradero ni su estado. Suponía que estaba muy atareado.
Por otra parte, Angelina lo que buscaba con la llegada de Oliver es que su marido abriera los ojos y se diera cuenta de que su amiga se encontraba en una relación donde el no podía influir. Aferrándose a la idea, de que cuando eso pasase el volvería a estar a su lado como siempre estuvieron, volver a retomar la relación que tenían.
La noche ya se hacia presente, la luna había salido a relucir, y la Madrigera se encontraba más animada por los invitados.
Entre toda la bulla, el gemelo mayor logró identificar a su menor, llevándolo hacia las afueras para poder hablar sin tener que gritar por la música, y tranquila y pausadamente.
George se extrañó al ver como su hermano jugaba con sus manos nervioso, y bajaba la mirada a suelo para después subirla (repitiendo varias veces este acto).
—Sueltalo ya, Fred—pidió— ¿Qué es lo que no te deja estar tranquilo?—
—Le quiero pedir matrimonio a Jessica.—
Suenan campanas de boda.., y huele a drama!
¿Que creéis que pasara?
Nos leemos, los quiero! <3
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