Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1

Volvió a despertarse como cada noche en la madrugada, culpando a unos fatídicos sueños que no dejaban que descansara en paz. Podía visualizar como volvía a la Segunda Guerra Mágica una y otra vez, así como todas sus perdidas a precio de la victoria.

Recordaba el momento exacto que pudo contemplar, como yacía inmóvil el cuerpo de su padre sobre el suelo del que en alguna época había sido su "residencia". Volvía a sentir las lágrimas humedeciendo su piel y caer sin ningún frenesí sin ningún pudor a retirarlas. Sus ojos cerrados, sin aquel brillo que pocas veces salía a  resplandecer, pero su hija se encargaba de grabar esos cortos momentos en su memoria y se negaba a dejarlos ir. Sus labios que solían estar curvados por una risueña sonrisa la mayoría de las veces, se encontraban sin ningún tipo de exclamación. Las cicatrices que adornaban su rostro, esas que alguna que otra vez se dedicaba a curar con paciencia, calma y con un extremo cuidado. Pocos años pudo disfrutar con el, la negación de su madre a contarle al hombre que se encontraba embarazada y la guerra no le permitieron poco más de 5 años a su lado. Nunca fueron bastantes para ella, quería recuperar el tiempo perdido junto a el. Un hombre que como todos los que lucharon por la seguridad del mundo mágico no se merecía su atroz desenlace. No conocía persona más valiente y fuerte que el, todo lo cargó solo sobre el peso de sus hombros hasta cierta edad. Todas sus cicatrices que adornaban su pálida piel eran actos de valentía y de como un adolescente prefería herirse antes de dañar a otros. Todo eso y más era Remus Lupin, su padre.

Él, ni mucho menos estaba solo. Nyphadora Tonks se encontraba a su lado. Una mujer increíble, una figura materna para sus ojos y si nada hubiera salido mal, la futura madre de su futuro hermano.

Elizabeth no sabía en qué momento desde que cayó de bruces al suelo, diferentes segmentos de nostalgia volviendo a su memoria, que comenzó a llorar, pero no pensó en que al levantarse e irse de ahí lo haría sin ellos. Las lágrimas recorrían su rostro descaradamente y su corazón se rompía en miles de diminutos fragmentos. Gotas de estas cayeron sobre el resplandeciente suelo del gran comedor, aterrizando en sus cuerpos y probablemente humedeciendo levemente las ropas que portaban. La imagen de ambos celebrando la victoria junto a ella se le vino a la cabeza. Sus manos entrelazadas y unas sonrisas de felicidad grabadas en sus rostros eran  recientemente conmovedores en su mente, reían, bebían, bailaban, se besaban, brindaban, todo reconstruido, como debería ser, pero le faltaba una pieza; ellos no estaban ahí para celebrarlo con ella. Y le hizo desear cambiar de lugares y ser ella la que hallara tumbada y sin rastro de vida.

Elizabeth, no encontraba el por qué sus piernas habían decidido fallarle distraídamente, y se encontraba sin fuerzas de levantarse de su lado o por qué sin ni siquiera saberlo prevenía que, ese dos de mayo de 1998 marcaría un nuevo inicio a una difícil época de su problemática vida.

 Enjuagándose con dureza  todas las lágrimas, como si se estuviera preparando para algo más, Elizabeth levantó la cabeza y con su mirada perdida de alguna escasa gota de felicidad buscó a la familia conocida por sus famosos cabellos pelirrojos.

Pudo reconocer fácilmente, la expresión de todos ellos.

Pues, era la misma que la suya

Dolor..

Algo no había salido bien, habían perdido a alguien en el proceso.

Se levantó sin si quiera pensárselo, cosa  que hizo que se tambaleara y todo a su alrededor diera vueltas momentáneamente. Eso no la frenó, a paso apresurado se acercó al grupo reunido al que alguna vez pudo llamar familia. Tal vez sonaba egoísta e incluso desubicado pero a cada paso que daba rezaba y rogaba porque la persona que estuviera tendida en el destellante suelo del comedor, dónde guardaba emocionantes recuerdos de su niñez y adolescencia, no fuese la persona que con una simple palabra ponía su mundo de cabeza, esa persona con la cuál se sentía a salvo, en paz consigo misma. Con esa persona que la hacia sentir en casa fuera dónde fuese.

Desgraciadamente, ella no era especialmente la favorita del mundo  y sus suplicas y deseos se quedaron en vano cuándo lo vio con esa sonrisa en su rostro, siendo característica de él, pero sin signo de vida.

Y ahí fue cuando se levantó de la cama.

Exhausta y cansada de revivir noche tras noche ese fatídico dos de mayo de 1998, se levantó de la cama en la que descansaba, directa a la cocina.

Con cada paso que daba parecía que aumentaba la distancia, hasta que finalmente logró llegar. Alcanzó unas llaves que escondía en un armario especialmente alto, inclinándose en sus tobillos para poder llegar. Finalmente con ellas logró abrir el único armario que poseía cerradura. El armario dónde guardaba todas las bebidas alcohólicas.

Se decidió por un vino que se sirvió en una copa.  Esa acción  le hacía acordarse de su "Tío" Sirius. ¡Cómo amaba el alcohol, ese hombre!. Aún hacía memoria, de las veces que llegaba pasada de copas a Grimmauld Place y él, la encubría de cualquier rastro que tuviera su padre. O simplemente cuándo se emborrachaban ambos solos. Elizabeth, a pesar de no tener en esa época la edad requerida, su tío siempre la consentía bajo la frase " yo a tu edad también lo hacía", "es lo normal en la adolescencia" o con la típica frase " yo era aún peor". Con una añorada sonrisa salió de la cocina con la copa en mano.

Cruzó el pasillo hasta llegar a la habitación deseada, abrió con extremo cuidado la puerta. Se recargó en el umbral de esta visualizando la escena frente a ella. Su pequeña pelirroja dormitaba en paz en su cama, abrazada a su peluche de lobo. Una melancólica sonrisa apareció en sus labios y se llevó la copa hacia estos, para saborear el dulce líquido que traspasaba por su garganta.

Admiraba a la pequeña de tan solo unos 5 años y recordaba todo lo que tuvo que sufrir para llegar dónde estaba ahora. En total calma, junto a su hija.

Hiraeth Molly Lupin

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro