4: Min YoonGi.
Yoongi respiró hondo mientras se acercaba a la puerta, el pastel bien sujeto en sus manos. No estaba nervioso, al menos no en apariencia, pero había algo en la situación que lo hacía sentir fuera de lugar. Nunca había sido el tipo de persona que se preocupaba por causar impresiones, pero ahora, frente a la casa de su amigo NamJoon, sentía una ligera incomodidad.
La tarde brillaba con luz dorada mientras NamJoon se preparaba para recibir a su mejor amigo, Yoongi, en casa. Había pasado un tiempo desde que ambos se vieron, y NamJoon estaba emocionado por la oportunidad de que SeokJin conociera a quien había sido su apoyo incondicional a lo largo de los años. SeokJin estaba en la cocina, organizando la mesa. Con su cabello ligeramente desordenado y una sonrisa radiante, era imposible no notar lo encantador que se veía. NamJoon sonrió al verlo, su corazón llenándose de calidez.
— SeokJin.— llamó, acercándose. —¿Estás listo para conocer a alguien muy importante para mí?
— ¿Quién es?— preguntó SeokJin, su curiosidad evidente.
— Es Yoongi, mi mejor amigo. No han tenido la oportunidad de conocerse porque él estaba de viaje cuando nos casamos,.— explicó NamJoon, sintiendo un ligero nerviosismo al pensar en la interacción entre ellos. En ese momento, se escuchó el timbre de la puerta. NamJoon se giró rápidamente. —¡Ahí está!
Al abrir la puerta, NamJoon encontró a Yoongi, con su característica sonrisa relajada y una caja entre su mano.
— ¡Hey! ¿Listo para verme?— exclamó, antes de entrar en la casa.
— Siempre.— respondió NamJoon, cerrando la puerta detrás de él. Luego se volvió hacia la cocina, donde SeokJin seguía organizando la mesa.
— SeokJin, te presento a Yoongi.— dijo NamJoon, con una sonrisa que iluminaba su rostro. —Mi mejor amigo.SeokJin se volvió, sus ojos iluminándose al ver a Yoongi.
—¡Hola! Es un placer conocerte. He oído mucho de ti.— dijo, extendiendo la mano.
— Ah... Hola. Soy Yoongi,¡El placer es mío! NamJoon siempre habla maravillas de ti,— respondió Yoongi, estrechando la mano de SeokJin con una calidez genuina.
—¿Es verdad que has estado de viaje? ¿Qué tal te fue?— preguntó SeokJin, sintiéndose más cómodo mientras la conversación fluía.
— Bastante bien, gracias. Pero la verdad, he estado esperando conocer a la persona que tiene a NamJoon tan feliz.— contestó Yoongi, sonriendo.
NamJoon observó a ambos, sintiendo una oleada de alivio. La tensión en el aire se disipó, y la conversación se volvió más animada mientras compartían anécdotas. SeokJin se sintió cada vez más a gusto, y NamJoon supo que, finalmente, los dos hombres más importantes de su vida estaban conectando.
El silencio que siguió no fue incómodo, pero tampoco fluido. Yoongi, que no estaba acostumbrado a esta especie de tensión entre desconocidos, miró la caja que sostenía entre las manos, recordando por qué había venido.
—Traje esto como agradecimiento por la invitación.— dijo, levantando la caja de pastel ligeramente para que SeokJin la viera. —Es un pastel de fresas con chocolate... Espero que te guste.— SeokJin lo miró, sorprendido y, por un breve segundo, algo conmovido. Era un gesto pequeño, pero SeokJin no estaba acostumbrado a recibir detalles tan considerados de alguien que acababa de conocer. Sus mejillas se ruborizaron ligeramente, y tomó la caja con una sonrisa que parecía iluminar el ambiente.
—Muchas gracias, Yoongi. No tenías que molestarte... pero se ve delicioso.—
Yoongi se permitió una pequeña sonrisa, apenas una curva en sus labios, mientras observaba cómo SeokJin abría la caja con cuidado, sus dedos moviéndose con la gracia que solo alguien tan suave podría tener. Era imposible ignorar el contraste entre la dulzura de SeokJin y la imagen de fuerza que NamJoon siempre proyectaba. Algo en ese contraste hizo que Yoongi se sintiera más curioso, casi intrigado.
—Me alegra que te guste.— respondió Yoongi, observando la reacción del omega mientras sus ojos brillaban al ver el pastel. SeokJin levantó la vista, encontrándose con los ojos de Yoongi de nuevo. Había algo en la manera en que el alfa lo miraba, una calma distinta a la de NamJoon, que hizo que su corazón diera un pequeño vuelco.
. . .
Las noches en la casa de SeokJin y NamJoon se habían vuelto monótonas, teñidas de un silencio incómodo que antes no existía entre ellos. NamJoon llegaba tarde, como siempre, su rostro marcado por el cansancio, con el ceño fruncido y los hombros tensos. La vida de CEO y boxeador lo tenía atrapado en una rutina agotadora, y cuando finalmente cruzaba la puerta de su hogar, apenas lograba articular más que un par de palabras hacia SeokJin.
— ¿Cómo estuvo tu día?.— preguntaba SeokJin, casi por costumbre. Pero sabía que la respuesta sería la misma de siempre: un monosílabo seco o, en el mejor de los casos, un gesto de asentimiento mientras NamJoon dejaba caer su maletín sobre el sofá.
— Lo de siempre.— respondía NamJoon sin siquiera mirarlo, mientras desabrochaba su chaqueta, su mente todavía ocupada con las reuniones interminables y los entrenamientos para la próxima pelea.
SeokJin suspiraba, reprimiendo el nudo que comenzaba a formarse en su pecho. La falta de conexión con su esposo era evidente, y cada día que pasaba, esa distancia parecía agrandarse. Ya no hablaban como antes. No se tocaban, no compartían sus pensamientos ni sus emociones. NamJoon estaba presente físicamente, pero su mente estaba en otra parte, atrapada en su mundo laboral. SeokJin, por su parte, se sentía invisible, como si fuera solo una sombra en la vida de su alfa.
Finalmente, una noche, SeokJin no pudo más. Esperó a que NamJoon entrara por la puerta, esta vez con un plan. Sabía que si no hablaban, si no intentaba resolver lo que estaba pasando, seguirían deslizándose hacia una relación vacía. Y él no quería eso. No quería perder lo que alguna vez tuvieron.
—NamJoon, tenemos que hablar.— dijo SeokJin, su voz firme pero con un toque de vulnerabilidad. Sabía que esta conversación sería difícil, pero también sabía que era necesaria.
NamJoon lo miró por primera vez en lo que parecían días, y SeokJin notó el cansancio en sus ojos. Sin embargo, también vio la impaciencia en ellos, como si ya supiera a dónde iba esa conversación y no tuviera tiempo para ello.
—Ahora no, SeokJin.— respondió NamJoon, levantando una mano, sin siquiera detenerse a escuchar. — Estoy cansado, tuve un día horrible. Y mañana tengo una junta importante. Sabes que de esto es de donde comemos, ¿verdad?.— Las palabras de NamJoon golpearon a SeokJin como un balde de agua fría. La frustración y la tristeza que había estado acumulando durante semanas, meses, finalmente estallaron en su interior.
—¿Eso es todo lo que te importa ahora? ¿El trabajo? ¿El dinero?— la voz de SeokJin se quebró mientras daba un paso hacia él, su corazón latiendo con fuerza. — NamJoon, somos una pareja. No puedes seguir dejándome fuera de tu vida. Me siento... me siento como si no importara. Como si solo estuviera aquí cuando necesitas algo, pero cuando yo te necesito, tú no estás.— NamJoon suspiró profundamente, frotándose las sienes con los dedos.
—No es eso, SeokJin. Es solo que... todo está tan estresante ahora. No tienes idea de la presión que estoy soportando. Solo dame tiempo. Las cosas mejorarán.— Pero SeokJin no estaba convencido.
—Eso dijiste hace meses, y aquí estamos, peor que antes.— El silencio se instaló entre ellos, denso y doloroso. NamJoon parecía atrapado entre sus responsabilidades y su vida personal, sin darse cuenta de que estaba perdiendo lentamente lo más importante.— Como sea…— el omega se retiró del lugar.
. . .
NamJoon se recostó en el sofá, exhausto después de un largo día de trabajo y entrenamiento. El sonido de la televisión llenaba el silencio, pero su mente estaba en otra parte. Miró a su alrededor, buscando a SeokJin, quien estaba en la cocina, preparando algo de comer. La imagen de su omega, con su delantal y su cabello desordenado, le provocó una sonrisa, aunque también una punzada de culpa.
— No puedo seguir así.— murmuró NamJoon para sí mismo, mientras el peso de la responsabilidad le pesaba en el pecho.
En ese momento, su mejor amigo, Yoongi, llegó a la casa. Había estado entrenando y se veía cansado, pero siempre dispuesto a ayudar. NamJoon lo saludó y, tras unos minutos de charla, decidió que era hora de plantearle una idea.
—SeokJin ha estado un poco… distante.— dijo NamJoon, observando a su omega desde el sofá. —Creo que no le estoy prestando la atención que merece.— Yoongi frunció el ceño, mirando a NamJoon con preocupación.
— ¿Qué piensas hacer al respecto?— NamJoon se pasó una mano por el cabello, pensando en cómo mejorar la situación.
— Quizás podrías ayudarme. Podrías venir a ver a SeokJin cuando no estoy. Solo para asegurarte de que no se sienta solo.— Yoongi lo miró sorprendido, y luego asintió lentamente.
— ¿Quieres que lo cuide? ¿Como un tipo de… guardaespaldas emocional?”
—Sí,— respondió NamJoon, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad. — No es que no confíe en él, pero siento que necesita compañía. Y si tú estás ahí, podría sentirse más apoyado.— SeokJin apareció en la puerta de la cocina, una bandeja de galletas en las manos, y sonrió al ver a Yoongi.
— ¡Oh, qué bien que llegaste! ¿Quieres unas galletas?— NamJoon, sintiendo la calidez de la escena, se dio cuenta de que esta podría ser la solución que necesitaban. Si Yoongi estaba a su lado, SeokJin podría sentirse más querido y menos solo mientras él no estaba.
— Sí, claro.— respondió Yoongi, acercándose a la mesa. — Gracias, SeokJin. Siempre haces los mejores postres.— NamJoon los observó, una mezcla de esperanza y ansiedad en su pecho. Era un paso pequeño, pero necesario. Y mientras el aroma de las galletas llenaba la habitación, NamJoon sintió que tal vez, con un poco de ayuda, podrían encontrar la forma de volver a acercarse.
NamJoon no sabe que esta cometiendo un error grande.
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