«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖽𝗈𝗌»... [𝖮2]

❝𝗔𝗺𝗼𝗿 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗮𝘆𝗮𝘀𝗼𝘀❞

Desde cuándo comenzó su amor por los payasos, ni siquiera ella lo sabía con exactitud.

Tenía un recuerdo vago, casi inexistente, de la primera vez que se sintió fascinada por ellos. Al principio, como cualquier niña, su interés surgió al verlos en escenas de películas o en telenovelas, donde aparecían en las fiestas infantiles, llenando de risas y alegría a todos los presentes. Sin embargo, ese interés se intensificó tras asistir a una fiesta de su prima y ver el show de una payasita que, con su carisma y destreza, cautivó su atención como nunca antes.

Pero de entre todos esos recuerdos, hay uno en particular que, sin duda, marcó un antes y un después en su cariño por los payasos, un recuerdo tan nítido que al evocarlo siempre una sonrisa se dibuja en sus labios. Aquel día lluvioso, su padre le pidió que subiera al segundo piso a buscar unos papeles importantes para su trabajo. Lo recuerda claramente, pues mientras corría con sus pequeñas piernas, las gotas de lluvia golpeaban con fuerza la ventana, y la brisa helada que entraba por las rendijas de las puertas hacía que el ambiente en la casa se sintiera aún más frío.

Al llegar a la oficina de su padre, abrió la puerta con sumo cuidado, poniéndose de puntillas para alcanzar la manija, un esfuerzo que para sus cortos años representaba todo un reto. Una vez dentro, empezó a buscar entre los cajones del escritorio los papeles que le habían encargado, unos documentos que, según le había dicho su padre, eran fácilmente reconocibles por ser de un tono café, en contraste con el resto de papeles blancos que llenaban el lugar.

Sin embargo, en medio de su búsqueda, se encontró con algo inesperado: una pequeña hoja de papel que llamó su atención de inmediato. Frunció el ceño mientras la giraba en sus manos y lo que vio le dejó perpleja.

Era una fotografía, una que jamás había visto en sus cortos años de vida. Se acercó un poco más, tratando de distinguir mejor los detalles, y cuando lo hizo, una sonrisa se extendió por su rostro. En la foto, aparecían sus padres, disfrazados de payasos, con sus trajes llamativos y sus rostros maquillados, posando frente a lo que claramente era un circo, con sus típicas carpas de rayas rojas y blancas. A su alrededor, se veían otras personas igualmente disfrazadas, lo que provocó una gran curiosidad en ella, pues sus padres nunca le habían mencionado haber ido a un circo, mucho menos haberse disfrazado como tales.

Mientras acariciaba la foto con ternura, notó que esta no tenía color, solo los contrastes del blanco y negro que sugerían que había sido tomada hacía muchos años. Sin poder evitarlo, hizo un puchero al imaginar que sus padres habían vivido esa experiencia sin ella. Pero luego, con una risa silenciosa, se reprendió a sí misma al darse cuenta de que probablemente ella aún no existía en aquel entonces.

Sacudió su pequeña cabeza, como queriendo alejar esos pensamientos, y cuidadosamente devolvió la foto al lugar donde la había encontrado.

Con los papeles correctos en la mano, salió de la oficina y bajó al primer piso con una sonrisa que no podía disimular. Estaba feliz, muy feliz. Desde ese día, la pequeña Jennie supo que quería ir a un circo y que en todos sus cumpleaños debía haber una payasita, tal como la que había visto en aquella fiesta, o como la que, un día, sus padres habían sido.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09