«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗈𝗇𝖼𝖾»... [11]

❝𝗨𝗻 𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗼❞

El quinto día finalmente comenzaba.

Durante los días previos, mientras Lili cuidaba de ella, ambas compartieron momentos especiales, pequeños detalles que parecían sacados de un sueño. Pasaban juntas el tiempo, dedicándose a actividades que tejían una red invisible de complicidad. Por las mañanas, Lili se encargaba de preparar deliciosos desayunos para Jennie, llenos de colores y sabores que hacían que sus papilas se despertaran con cada bocado. Frutas frescas, pan tostado con mantequilla, jugo de naranja recién exprimido: todo un festín que no solo alimentaba su cuerpo, sino también su alma.

Después de disfrutar la comida, salían al jardín a disfrutar de la brisa suave que acariciaba sus rostros y de los rayos del sol que filtraban entre las hojas de los árboles. Juntas, cuidaban las plantas, les hablaban con dulzura como si las flores pudieran oírlas, y se sentían parte de algo más grande que ellas, algo natural y eterno.

Era simplemente fantástico. En esos momentos, Jennie sentía como si estuviera viviendo en un cuento de hadas, uno que por fin había cobrado vida en su propia existencia. Todo lo que hacía junto a Lili le encantaba, incluso los momentos más simples. Lili, tan tierna, tan llena de energía, parecía un ser sacado de un sueño, y ella no podía dejar de disfrutar su compañía.

En las tardes, realizaban manualidades juntas, creando coloridos dibujos y adornos con materiales reciclados. Las manos de ambas se movían con destreza, recortando, pegando, dando vida a objetos sencillos pero cargados de cariño. También se sentaban a leer cuentos, devorando libros ilustrados que las transportaban a mundos lejanos. Cada historia era un viaje, una aventura que las unía aún más. Jennie se preguntaba cómo era posible que, de repente, tuviera a su lado a una payasita tan tierna, tan amable, tan llena de vida. ¿Cómo había llegado ella hasta allí?

Sus padres llamaban todos los días, sin falta, para asegurarse de su bienestar y seguridad. Jennie, por su parte, estaba de maravilla, tan tranquila y feliz que no sentía la necesidad de explicar demasiado. La voz de sus padres siempre sonaba preocupada, pero ella les aseguraba que todo estaba bien, que Lili la cuidaba con esmero, que no había nada de qué preocuparse.

En una ocasión, decidieron organizar un picnic en el jardín. Prepararon sándwiches, bocadillos y limonada casera, y se sentaron sobre una manta al aire libre, disfrutando de la comida y de las suaves risas que compartían. El día era perfecto: las nubes flotaban suavemente sobre sus cabezas, el sol brillaba sin ser abrasador, y el aire tenía una frescura que solo se puede experimentar en esos momentos mágicos. Lili, como siempre, hablaba mucho sobre sí misma, pero Jennie no le importaba. Ella solo disfrutaba de su presencia. Aunque, claro, Lili le había dejado en claro que no respondería a preguntas demasiado privadas, pues decía que “solo quería escucharla a ella”.

Además, Lili le enseñó algunos juegos de mesa clásicos, como ajedrez y damas. Jugaron varias partidas, cada una más emocionante que la anterior. Jennie se sorprendió al ver lo buena que era Lili en ajedrez, y al final, cada vez que Jennie ganaba, celebraban con aplausos y sonrisas. Lili la abrazaba, la acariciaba en la mejilla, y todo parecía tan perfecto, tan lleno de afecto y dulzura. A Lili le gustaba el contacto físico, y a Jennie le encantaba ser consentida.

Los días que habían pasado juntas estaban llenos de risas, de aprendizaje, de momentos inolvidables que estrechaban aún más su vínculo de amistad. O al menos eso era lo que ella pensaba. Quizás, Lili la quería como a una hermana, como a una amiga cercana, como alguien que estaba ahí para compartir. Pero en lo profundo de su ser, Jennie comenzó a preguntarse si había algo más. ¿Tal vez Lili la quería de una manera diferente? ¿De una manera más profunda, más íntima?

La llegada de la noche trajo consigo una excusa perfecta para quedarse con ella. Jennie no pudo encontrar mejor forma de dormir junto a Lili que decirle que sus padres la habían acostumbrado a leerle un cuento antes de dormir. Al principio, Lili la miró con una leve ironía, como si le pareciera obvio que no era del todo cierto. Pero después, simplemente asintió, sonriendo.

━ ¿Cómo voy a negarme ante esos ojitos de cachorro? ━ dijo, con voz suave.

Y así, al caer la noche, Lili la abrazó, la acurrucó a su lado, y comenzó a contarle una historia con su voz cálida, casi susurrante.

━ Había una vez un pájaro misterioso que habitaba en un bosque oscuro y tenebroso. Este pájaro tenía un plumaje negro como la noche y unos ojos brillantes que parecían destellos de luz en la oscuridad. Se decía que este pájaro no cantaba como los demás, sino que emitía un graznido escalofriante que helaba la sangre de quienes lo escuchaban.

Los lugareños del pueblo cercano al bosque evitaban adentrarse en él, pues se rumoreaba que aquel pájaro era el guardián de un antiguo secreto oculto entre los árboles. Cuentos de desapariciones misteriosas y susurros en la noche rodeaban la figura del pájaro negro.

Un día, una valiente joven decidió desafiar las advertencias y adentrarse en el bosque en busca del misterioso pájaro. Armada con una linterna y un corazón valiente, se internó en la oscuridad del bosque. A medida que avanzaba, los sonidos del bosque se volvían más inquietantes, y pronto escuchó el aterrador graznido del pájaro.

La joven siguió el sonido hasta llegar a un claro en el bosque, donde el pájaro negro se posaba sobre una rama retorcida. Sus ojos brillaron con una luz sobrenatural mientras fijaban su mirada en la joven. En ese momento, la joven comprendió el secreto del pájaro: era el espíritu de un antiguo hechicero condenado a vagar eternamente en forma de ave.

El pájaro emitió un último graznido antes de desaparecer en la oscuridad, dejando a la joven con el conocimiento de un poderoso encantamiento oculto bajo sus plumas. Desde entonces, nadie volvió a escuchar el graznido del pájaro negro, pero su presencia continuó acechando los sueños de quienes osaron desafiar las sombras del bosque.

Cuando Lili terminó la historia, Jennie la observó fijamente, con la mirada perdida en algo indescifrable. Algo en esa mirada le resultaba extraño, y, sin embargo, no podía evitar sentirse atraída por ella.

━ ¡Me encantó! Fue súper valiente ━ dijo Jennie, sonriendo con comodidad. ━ La mujer sería como yo, soy muy valiente. Y el pajarito serías... no, tú no. Eres buena.

A pesar de querer relacionar a los personajes con ellas, algo le decía que no era posible. Lili era todo lo opuesto al pájaro, una persona buena, mientras que aquel pájaro era algo perturbador, oscuro.

Lili, en silencio, asintió levemente, observando a Jennie con una mirada que no lograba interpretar. Lo único que sabía era que, al menos para ella, todo eso no era más que una historia. ¿O tal vez no lo era?

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09