«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗇𝗎𝖾𝗏𝖾»... [𝖮9]
❝𝗥𝗲𝗰𝗹𝗮𝗺𝗮𝗿 𝘂𝗻 𝗮𝗺𝗼𝗿❞
La tensión en el aire era casi palpable. Desde aquel encuentro nocturno en los establos, Jeon no había podido quitarse de la mente la imagen de Jimin, tan frágil, tan humano. Lo había visto en su peor momento, cuando el peso de la responsabilidad lo había aplastado hasta el punto de desmoronarse, y sin embargo, algo en él seguía luchando por mantenerse en pie. Jeon no podía evitar admirar esa fortaleza oculta, esa lucha constante contra un sistema que parecía diseñado para engullirlo. Pero esa admiración comenzaba a convertirse en algo más, algo que él sabía que no debía permitir.
Cada vez que Jimin se cruzaba en su camino, Jeon sentía que su corazón daba un vuelco. No era sólo la belleza evidente del joven —su delicadeza, su gracia natural— sino esa vulnerabilidad que lo hacía parecer aún más real. A pesar de los títulos y el lujo, Jimin era alguien que necesitaba ser cuidado, protegido. Y Jeon, contra su propia lógica, no podía evitar sentirse llamado a asumir ese papel, aunque sabía que era un camino peligroso.
Evitaba al joven príncipe tanto como podía, limitándose a observarlo desde la distancia. Sin embargo, cada mirada furtiva lo llenaba de contradicciones. Lo veía caminar por los jardines, su semblante tan lleno de pensamientos que parecía ajeno al mundo. A veces, lo encontraba practicando música, sus dedos deslizándose con elegancia por las teclas de un piano mientras su expresión fluctuaba entre la calma y la tristeza. Jeon sabía que debía mantener sus emociones bajo control. Jimin era alguien completamente fuera de su alcance, no sólo por su estatus, sino porque su destino ya estaba entrelazado con el del príncipe Min.
Por su parte, Jimin comenzaba a notar algo extraño en su interior. Jeon, con su presencia estoica y sus silencios llenos de significado, ocupaba cada vez más espacio en su mente. Había algo en él que lo hacía sentirse seguro, algo que contrastaba enormemente con la constante presión que Min ejercía sobre él. Sin embargo, esta sensación lo llenaba de una confusión que no sabía cómo manejar.
En una tarde particularmente soleada, Jimin se encontró en el salón principal, repasando un libro que no lograba captar su atención. Su mente seguía volviendo a la noche en los establos, a las palabras de Jeon, al calor de su mano sobre su hombro. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no notó la llegada de Jeon hasta que el sonido de sus pasos resonó en la sala.
━ Mi señor ━ saludó Jeon, con su habitual tono respetuoso ━. Disculpe la interrupción, pero el maestro de armas solicitó que le informara sobre la práctica de esta tarde.
Jimin levantó la vista, sintiendo un leve rubor en sus mejillas al encontrarse con la mirada de Jeon. Había algo en esos ojos oscuros que siempre lo desarmaba, una intensidad que parecía verlo todo.
━ Gracias, Jeon ━ respondió, esforzándose por mantener la compostura ━. Pero no creo que pueda asistir hoy.
Jeon asintió, aunque sus cejas se fruncieron ligeramente en una expresión de preocupación.
━ ¿Se encuentra bien, mi señor?
La pregunta, aunque sencilla, llevó un inesperado calor al pecho de Jimin. No estaba acostumbrado a que alguien se preocupara por él de manera tan genuina.
━ Estoy bien ━ aseguró, aunque su tono no era del todo convincente ━. Sólo necesito... un poco de tiempo para mí.
Jeon permaneció en silencio por un momento, como si estuviera evaluando si debía insistir. Finalmente, inclinó ligeramente la cabeza.
━ Entiendo. Si necesita algo, estaré cerca.
Cuando Jeon se dio la vuelta para marcharse, Jimin sintió un impulso repentino.
━ Jeon ━ lo llamó, su voz más suave de lo que esperaba.
El caballero se detuvo, girándose para mirarlo nuevamente.
━ ¿Sí, mi señor?
Jimin abrió la boca para hablar, pero se detuvo, incapaz de expresar lo que realmente quería decir. Finalmente, sacudió la cabeza.
━ Nada. Gracias.
Jeon asintió nuevamente antes de salir de la sala, dejando a Jimin con una sensación de vacío que no podía explicar.
Mientras tanto, Jeon caminaba de regreso a los establos, sus pensamientos un caos. La forma en que Jimin lo había mirado, la suavidad en su voz al llamarlo... todo eso estaba comenzando a desmoronar las barreras que había construido cuidadosamente a su alrededor. Sabía que no debía interpretar más de lo necesario, pero su corazón traicionero se aferraba a la idea de que quizá, sólo quizá, Jimin sentía algo similar.
Por otro lado, Jimin no podía evitar comparar a Jeon con Min. Con Min, todo era una constante batalla de poder. Incluso los momentos de intimidad estaban cargados de tensiones no resueltas, de expectativas implícitas. Con Jeon, en cambio, había una calma que lo hacía sentir más como él mismo, aunque ese mismo sentimiento lo aterrorizaba. No podía permitirse ser débil, no podía permitirse dudar de su camino, no cuando tanto dependía de su unión con Min.
Esa noche, mientras Jimin se recostaba en su cama, incapaz de dormir, sus pensamientos vagaron entre ambos hombres. Min representaba el deber, el futuro que le habían impuesto. Jeon, en cambio, era todo lo que no debía desear: una conexión que no estaba permitida, un riesgo que podía destruirlo todo. Y, sin embargo, no podía dejar de pensar en él.
Al otro lado del palacio, Jeon se sentó en la soledad de su habitación, sus manos apoyadas en sus rodillas mientras luchaba contra los sentimientos que comenzaban a arraigarse profundamente en su corazón. Había jurado lealtad a la familia real, había aceptado su lugar en el mundo, pero ahora, por primera vez, sentía que esos juramentos eran una cadena que lo mantenía alejado de lo único que realmente deseaba.
Ambos, en sus respectivas soledades, se preguntaron si el destino les permitiría alguna vez seguir lo que sus corazones realmente anhelaban. Pero en ese momento, el deber y la confusión pesaban más que cualquier esperanza.
La noche había caído sobre el palacio como un manto pesado, cubriendo los pasillos con un silencio inquietante. Jimin se encontraba en su habitación, rodeado por la tenue luz de las velas que oscilaban con la brisa nocturna. Había intentado calmar su mente con lecturas breves y un té caliente, pero el peso en su pecho no desaparecía. Finalmente, exhausto, se dejó caer sobre la cama, esperando que el sueño lo liberara de la confusión que lo atormentaba desde hacía semanas.
Sin embargo, cuando cerró los ojos, su mente lo arrastró hacia un lugar desconocido, un espacio irreal que no tardó en volverse perturbador. En su sueño, estaba en un vasto salón oscuro, con las paredes apenas iluminadas por candelabros lejanos. El eco de pasos resonaba a su alrededor, aunque no podía ver a nadie. Entonces, de entre las sombras, emergieron dos figuras.
Min fue el primero en aparecer, su mirada dura y dominante perforándolo como una flecha. Vestía sus ropajes reales con la misma autoridad que siempre parecía cargar, y en su mano derecha sostenía una espada.
━ Jimin, tú me perteneces ━ dijo Min, su voz resonando con una mezcla de posesión y certeza ━. No hay nada más que discutir. Tu lugar está conmigo, como mi consorte, como mi futuro.
Antes de que Jimin pudiera responder, la segunda figura se acercó desde el otro lado del salón. Jeon, vestido con su simple armadura de caballero, lo miraba con una intensidad distinta, una mezcla de anhelo y preocupación. A diferencia de Min, Jeon no llevaba armas, pero su postura irradiaba una fuerza que no necesitaba demostraciones.
━ No escuches esas palabras, Jimin ━ dijo Jeon, su tono cálido pero firme ━. Tú no eres una posesión, no eres un premio para nadie. Eres más que este destino impuesto.
Jimin retrocedió, sintiéndose atrapado entre ambos hombres, cada uno reclamándolo a su manera. Min dio un paso hacia adelante, su expresión endureciéndose.
━ No tienes elección, Jimin ━ declaró con frialdad ━. Esto es lo que eres, lo que siempre serás.
━ Y si fuera así, ¿es suficiente para ser feliz? ━ interrumpió Jeon, mirando directamente a Jimin ━. Tienes derecho a decidir lo que te hace feliz.
La voz de Jeon lo llenó de una calidez que contrastaba con la fría certeza de Min, pero esa misma calidez lo atormentó. La presión de las miradas de ambos hombres se volvió insoportable, y Jimin cayó de rodillas, sus manos cubriendo su rostro.
El salón comenzó a desmoronarse a su alrededor, las sombras devorando las paredes y el suelo. Los ecos de las palabras de Min y Jeon seguían resonando, entrelazándose hasta convertirse en un caos de emociones.
Cuando Jimin despertó, lo hizo con un grito desgarrador que resonó en la oscuridad de su habitación. Estaba empapado en sudor, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras intentaba calmar su respiración. Pero algo en su mente se rompió en ese instante. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, primero de manera silenciosa, luego con una intensidad que lo sacudió por completo.
No podía detenerse. Su llanto se volvió incontrolable, como si todo el peso que había cargado en silencio finalmente hubiera encontrado una salida. Se sentó en el borde de su cama, abrazándose a sí mismo mientras sollozaba, incapaz de contener la angustia que lo consumía.
Min, que se encontraba en su estudio revisando unos documentos, escuchó el grito y dejó todo de inmediato. Subió las escaleras apresuradamente, entrando a la habitación de Jimin sin siquiera tocar.
━ ¿Qué está pasando? ━ preguntó con severidad, aunque la preocupación se asomaba en su voz.
Al ver a Jimin, su expresión cambió. El joven estaba completamente deshecho, con el rostro cubierto de lágrimas y los hombros temblando por los sollozos. Min dio un paso hacia él, pero se detuvo, como si no supiera qué hacer.
━ Jimin, mírame ━ dijo, su tono más suave que de costumbre ━. ¿Qué te ocurre?
Jimin no respondió. Simplemente siguió llorando, sus manos temblando mientras intentaba limpiarse las lágrimas inútilmente. Min suspiró, acercándose finalmente.
━ Jimin ━ repitió, esta vez arrodillándose frente a él ━. Tienes que calmarte.
Con torpeza, Min extendió los brazos y rodeó a Jimin, acercándolo a su pecho. Fue un gesto rígido, casi mecánico, como si no estuviera acostumbrado a ofrecer consuelo de esa manera. Pero a pesar de su torpeza, el calor de su abrazo logró apaciguar un poco los temblores de Jimin.
━ Está bien ━ murmuró Min, su voz más baja ahora ━. Estoy aquí.
Jimin, agotado por el llanto y la angustia, se dejó llevar por el momento. Cerró los ojos, dejando que el ritmo constante del corazón de Min lo calmara. Aunque la confusión en su interior no había desaparecido, la sensación de ser sostenido, aunque fuera brevemente, le permitió soltar parte de su carga.
━ No tienes que cargar todo tú solo ━ añadió Min, su tono apenas audible ━. Recuerda eso.
Las palabras quedaron flotando en el aire mientras Jimin, poco a poco, se fue quedando dormido en los brazos de Min. El príncipe lo miró por un momento, sus ojos mostrando una mezcla de emociones que ni él mismo lograba descifrar. Aunque su abrazo había sido motivado más por el deber que por el afecto, no pudo evitar sentir un leve apretón en su pecho al ver a Jimin tan vulnerable.
Esa noche, mientras la calma regresaba al palacio, ambos hombres quedaron atrapados en un momento de tregua, aunque sabían que las tormentas en su interior no tardarían en regresar.
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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