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27.

— Cuando llegaron fue caótico, Arturo se había vuelto loco, en si más loco de lo que ya era.
Palermo estaba con Lisboa y Tokio, mientras que al otro lado estaba Berlín junto a París y Denver, al menos el tercero rompía un poco la tensión que tenían en ese momento. —

Nos estamos quedando sin balas. — Le dijo Denver a Berlín mientras disparaban, la única que tenía al menos un cargador completo era Alicia quien estaba negada a dispararle a Arturo, en si a un rehén. —

París, dame tu arma. — A Tokio le hervía la sangre, la misma mujer qué había torturado a Río era la que ahora tenía hasta un nombre y claramente un pasado con Berlín. —

No. — Negó, pero entendió que debía hacer algo, al menos pararlo. La pelirroja dudó pero se asomó rápidamente al borde y disparó a sus manos, no tuvo mucho éxito, se escondió nuevamente al ver el arma de fuego; literalmente. —

Ven aquí, coño. — La tomó del brazo, esta vez si fue con fuerza, solamente lo hizo para ponerla en medio de el y de Denver, así evitaba que la roce una bala accidentalmente o la lastimen. —

¿Qué está diciendo este hijo de la gran puta? — Preguntó Denver al oír todo lo que el hombre decía, de el, su hijo, su mujer. Nadie se lo esperaba, pero fue la mismísima Monica la que terminó con la vida de aquel asqueroso.
Todos observaban como la mujer de rulos quería hacer que vuelva a la vida mágicamente. Claramente no había éxito. —

Esto no hubiera pasado si ella no estaría aquí. — Le reprochó Tokio a Berlín, acercándose a Alicia, la cual también dio unos pasos hacía ella pero Berlín se puso en frente de la pelirroja. La castaña pasó la vista de los ojos azules a los oscuros del mayor. — Si te hubieras centrado en lo qué hacían los rehenes esto no hubiera pasado.

Mi deber es controlar que todos cumplan sus tareas, no a los rehenes. Si no me avisaron, si no estuvieron ustedes lo suficientemente pendientes no es mi problema Tokio, era responsabilidad tuya. — Se defendió, algo de razón tenía. —

¿Y cual es la tarea de ella? — La apuntó con la cabeza. Alicia estaba detrás de Andrés pero parada al costado para poder verla, no le gustaba que hagan eso de protegerla, ella podía sola. Pero coño, que era Andrés. Y ese hombre prefería recibir un golpe el a que lo reciba ella. — ¿Chuparte la polla? — La pelirroja quiso darle el cachetazo pero Andrés lo hizo por ella. —

Tú te crees que tienes una preciosa historia de amor con Río, nos hiciste montar todo esto solo para recuperarlo, y te dejó. — Todos se callaron. — Gracias a ella hay plan de atraco que sé fusionó con él rescate, esto no hubiera pasado si tu noviecito no hubiera comprado unos putos teléfonos poniéndonos en riesgo a todos. Esto no hubiera pasado si te hubieras quedado en tu puta Isla. — Indirectamente Andrés le había dicho a Alicia que todo era por ella, esa idea del atraco fue por ella, Tokio simplemente se fue insultándolo y Palermo miraba a la pelirroja con levé envidia. —

— Luego de un rato todos fueron a parar a lugares distintos, Tokio y Denver estaban en las escaleras que daban a la terraza, Palermo, Río y Bogotá caminaban por los pasillos y Lisboa, Helsinki, París y Berlín estaban de camino a hacer la trinchera. —

— En menos de cinco minutos todo se fue al carajo, la zona donde ellos estaban explotó, lamentablemente a Helsinki le cayó una columna encima, sumando el vidrio, polvo y otras columnas cayeron también. Raquel cayó al suelo, una columna casi le cae encima también pero afortunadamente solo se rompió a su lado.
Y como cuando Alicia se cayó de la bicicleta, Andrés la envolvió en sus brazos, recibiendo el golpe, con una mano la aferró a su cuerpo y con la otra le cubrió la cabeza para que no le caiga nada encima. No le importó ahogarse un poco com el pelo largo de Alicia que estaba en una coleta, ni que las manos de la pelirroja terminaran en su mano para sostenerse con más fuerza a el. —

— Se aturdieron, de eso no cabía duda, pero Andrés la arrastro hasta una de las columnas caídas, Raquel estaba en la otra y incluso Alicia se puso a disparar, los cuatro en contra de esa puta banda del ejército. Tamayo de mierda. —

¡SALGAN DE AHÍ AHORA TOKIO! — Le gritaba Palermo a Tokio desde el walkie. —

— Todo estaba pasando realmente rápido, Alicia estaba llena de polvo y le había caído un pequeño pedazo de techo en la pierna, pero cuando se acomodaron mejor se sentía la mismísima Judas disparándole a gente que se suponía era de su bando. ¿Pero realmente era de ese bando? Años atrás decidió no delatar a Andrés, tal vez desde ese momento ya no pertenece al lado legal, al menos no vendía droga como su familia. —

— Cuando se quedaron sin balas Palermo y Bogotá llegaron a cubrirlos. Como Berlín y París estaban cerca de una de las salidas estaban con intención de salir pero los militares no pensaban lo mismo. —

París, primero salgo yo, luego vienes tú. — Ella revoleó los ojos pero el le robó un beso, bueno, casi beso, se lo dio cerca de los labios y recibió un empujón de su parte. —

— El simplemente le sonrió mientras ella mantenía una expresión seria, gracias al polvo incluso en su rostro no se podía ver bien el tono levemente rosado.
Andrés fue primero, recargó su arma, llegó a la salida y segundos después disparó cerca de Alicia, fue la señal para que ella salga mientras que la cubría.
Cuando llegaba una bala llegó a rozarla, eso potencio a su amado para darles plomo con muchas más ganas, vaciando cargadores como loco y Lisboa aprovechó para irse a la otra salida con Río cubriendo desde ese extremo; ambos terminaron yendo con la otra parte de la banda. —

— Fue Berlín quién dio el cohete hostil contra Gandía, haciéndolo volar, había tenido intención de matarlo por ser el quien hizo que la bala rozara a Alicia. Si le llegaba a caer una bala a la mujer de pecas España entera iba a arder en llamas.
Aunque ahora el espacio tenía algunas partes prendidas fuego y ambos bandos quedaron alarmados luego de eso, pero momentáneamente nadie disparaba.
Alicia se limpió la poca sangre que tenía cerca del cuello, por la bala que literalmente por una milésima de segundo no la había atravesado. —

— Palermo no quería estar en el mismo espacio que "París" y Berlín, no con la tensión que había en medio entonces se levantó del suelo y fue en compañía de Bogotá a ayudar a Helsinki quien seguía debajo de la columna, algunos no tardaron en disparar, pero no era nada que no puedan soportar. —

¿Estás bien? — Le preguntó a Alicia quien lo ignoró completamente y el la miró de arriba a abajo mientras se acercaba despacio, escuchaba como decían que no podían sacar a Helsinki, pero tampoco podía apartarse de ella. — ¿En verdad te vas a enojar porqué casi te robo un beso rojita?

Si, deja de decirme así, no soy una niña. — Se quejó pero puso la vista en él cuando lo vio subir un poco el mono de su tobillo, tenía ya hecho el moretón del pedazo de techo que le cayó anteriormente. — ...¿Se ve mal?

Peor se veía tu cuello con mi mordida.

Puto vampiro. — Lo quiso golpear pero el sostuvo con fuerza sus piernas para que no lo haga mientras reía, acarició el moretón y luego simplemente bajó nuevamente la tela.
Al verlo con esa estúpida sonrisa solamente pensaba en Aitana, la pequeña era igual a ella físicamente pero a la vez tenía fracciones de el, la mirada de el, la actitud. Quería nombrarla, decirle que Aitana era similar a el, que si tuvieron una hija juntos y que si tenía la sonrisa de ella, como él siempre quiso, como ambos siempre quisieron, pero no podía hacer eso. —

— Lo que los sacó de ese transe de miradas fue el grito de Helsinki junto a un tal Sagasta o quién sea.
Lo único que hizo que Alicia se relaje fue saber que como Tamayo estaba dirigiendo solamente se iba a enfocar en matarlos, no en hurgar en su vida. Por lo tanto, Aitana y su abuela estarían bien. —

Una palanca. — Dijo Berlín al escuchar que debían de cortar la pierna de Helsinki. — Yo se que este no es tu bando, pero ahora necesito que actúes como tal. O al menos hazlo para salir viva.

— Escucharon como el otro bando disparaba y no hizo falta ni que se lo pida, ambos los cubrieron, Alicia miró a todos lados y vio una viga. — Cúbreme.

— Ella dejó el arma pesada al lado de el, espero a que los disparos se detengan, tomó algo de carrera y luego fue a toda velocidad para conseguir esa mierda, pegó un salto a un gran pedazo de techo y de ahí pegó uno más alto hacia aquella madera, la tomó en sus manos y al caer al suelo se deslizó hasta Bogotá, quien era ahora el único allí. Agradeció que Andrés la cubra e incluso ese hombre, pero ahora se encargaba de revisar la pierna de Helsinki, mierda que si se veía mal. —

— Palermo quien había desaparecido fue el mismo que reapareció con Raquel y Estocolmo para tirar bombas de humo, también disparaban, la pelirroja empezaba a dudar sobre si iba a salir viva del lugar.
Berlín corrió hasta ellos y entre los tres se acomodaban para sacar a Palermo. —

¡Berlín, da la orden, ya! Pedía Tokio, lógico, ellos ya estaban en la azotea. —

Aguanten, vamos a sacar a Helsinki. — Les aviso, Bogotá le quitó al serbio la columna de encima, París lo arrastró, la sangre no paraba, se quitó la tela qué hacía de cinturón y con ella le apretó las vendas puestas. —

Ayúdame, coño. — Le pidió a Bogotá ya que ella realmente no tenía fuerza, pudieron salir los tres, entre todo el humo no se podía ver y los militares no los buscaban precisamente a ellos, si no a Raquel o a Palermo quienes eran los que disparaban. —

— Finalmente pudieron reunirse, Helsinki en el suelo, Lisboa y Estocolmo disparando, Bogotá de un lado a otro y Alicia se posicionó al lado de su mejor amiga a disparar. La realidad es que quería irse, hubiera preferido no meterse pero a la vez era bueno ya que se había reencontrado con Andrés. Era raro, tres años pensando que estaba muerto y ahora reaparecía en su vida como si nada, joder no podía estar haciéndole esto otra vez en el 2018, ya lo había hecho siete años atrás; Puto Andrés de mierda.
La persona que escribe su historia al parecer tenía problemas con el puto plumón para hacerles un futuro constante juntos. —

— Tuvieron que retroceder, habían pequeños dúos contra la pared y París escuchaba atentamente a Berlín. — Tokio, esperen mi señal. — Dijo el hombre mientras calculaba minuciosamente el próximo movimiento. —

¿Qué mierda estoy haciendo? — Preguntó a su mejor amiga, quería llorar, pero no era momento. Ya llorar era algo diario. Pero Raquel conocía la cara que ella ponía cuando tenía ganas de aquello y se pegó a Alicia para que se sienta menos sola. La mujer recargó su arma, pero nuevamente se sentía una madre de mierda, que estaba haciendo todo mal, quería explotar en llanto, se quería ir, pero a la vez sabía que la única manera de salir viva era con ellos. —

— Andrés quien la observaba dé lejos le tenía un poco de celos a su cuñada, el conocía esa cara de Alicia, su mirada perdida, sus ojos con leve brillo por el agua que estaba evitando que salga y simplemente rezaba internamente para que al salir ya no se alejen, nunca más, que estén juntos, no sabía si ella seguía queriendo un bebé pero él moría de ganas de tener una familia con ella. Andrés de Fonollosa quién siempre le dijo a sus esposas que no quería hijos, quien mandó a que se operaran, era el mismo que desde su juventud deseaba tener una familia; y era con la misma chica que en aquel año. Esos pensamientos lo estaban destrozando y volvió a concentrarse; no quería que la maten. —

FLASHBACK.

Alicia se encontraba semi sentada en la cama leyendo un libro, ya había ayudado a Paula con algunas compras y ahora debía de leer un poco, para la escuela, y lo hizo hasta que Andrés subió al cuarto. — Me gustaría que hubieran más películas de Sofia Coppola. — Dijo la pelirroja mientras leía atenta el libro de la mujer; era el de Maria Antonieta. —

— Andrés quién siempre entraba hablando o mostrándole algo nuevo simplemente cerró la puerta, se quitó los zapatos y luego se recostó sobre ella, siempre era al revés, esta vez el recostó su cabeza en su abdomen y se abrazó. — ¿Estás bien? — Le cuestionó su novia dejando el libro a los dos minutos mientras le acariciaba el rostro, había sentido que alguna gota de algo le mojó la ropa y lo sentía respirar con dificultad. — ¿Qué pasa?

— Andrés la abrazó más fuerte y le costó un poco hablar. — Creo que vi a mi papá. — Le dijo finalmente. El señor de Fonollosa se había ido hace años, solamente pasaba el dinero y sabía que eso le dolía a Andrés pero no se imaginaba como le dolía haberlo visto. —

Lo siento mucho Andrés. — Le dijo la pelirroja con lastima, lo abrazó más fuerte y lo sentía llorar aún. Estaba segura de que Paula no sabía de eso pero tampoco le iba a decir si el no quería. —

Yo pensé que estaba muerto, realmente. Se que le pasa dinero a mamá, ¿Pero porque no viene a verme? Se separó de ella, no tenía que separarse de mi también. ¿Era molesto? ¿Le hice algo? — Empezó a cuestionarle Andrés, jamás nadie lo veía llorar, pero Alicia era un lugar seguro, una persona con la que el se sentía seguro. Cómodo. —

No hiciste nada malo, eras un niño. Es un imbécil, se pierde de un hijo maravilloso. Te aseguro que tu no eres el problema. Tranquilo. — Le decía Alicia, su novio lloró todo lo que tenía que llorar y Alicia lo mimo y aconsejo. Le dolía verlo así, Andrés siempre era un sol, siempre con una sonrisa.
Al tiempo pudo hacer que se relajara y terminaron ambos metidos en la cama por el frío y abrazados. —

Alicia. — La llamó ya que se estaban por quedar dormidos, o al menos el, ya que le ardían un poco los ojos. Ella estaba dispuesta a quedarse despierta hasta verlo levantarse sintiéndose mejor. —

Dime.

Te amo. Realmente te amo. — Dijo y la acarició suavemente. — Y si algún día decides odiarme quiero que sepas que estoy dispuesto a empezar de cero otra vez para no perderte.

¿Por qué te odiaría? Creo que nunca podría hacerlo realmente. — Lo odiaría cuando se entere de sus robos, si es que eso llegaba a ser odio. — Pero en tal caso creo que tendrías que trabajar duro para una segunda oportunidad. Espero que no pase. — Ambos rieron suavemente y ella fue la primera en dormirse.
Pero a el le consumía la culpa.
La estaba engañando.
Claro que no románticamente.
Pero la estaba engañando porque sabía que ella quería ser inspectora, lo tenía presente...pocas veces lo recordaba pero lo sabía.
Y el estaba robando mensualmente, sabiendo que ella miraba entretenida cuando los robos salían en las noticias, incluso criticando con ella a esa supuesta persona. La amaba pero para darle la vida que se merecía necesitaba dinero. Y había elegido la vía rápida. —

FIN DEL FLASHBACK.






Queda uno más. 🤍

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