
25.
Está viva. — Le confirmó Antoñanzas al profesor luego de haber pasado una pesada mañana. Alicia lo había hecho comprar mucho café y francamente dudaba de la estabilidad de la inspectora. —
— Sergio suspiró aliviado, el amor de su vida seguía con vida, fue un alivio, realmente un alivio. — ¿Ella está bien?
La inspectora y ella ayer se fueron a los golpes, Raquel le golpeó la cara y Alicia la arrojó al suelo. Antes la había tomado del pelo también, no se de que hablaron, pero no fue una conversación agradable. Creo que estuvieron toda la mañana calladas, pero la inspectora tenía cara de que le estamparía la cara una y otra vez contra la mesa hasta que tenga que recurrir a cirugía plástica.
— Es peor de lo que pensé. Sergio sabía que ambas fueron muy unidas, no sabía que Alicia realmente llegaría a agredir a Raquel por lo sucedido con Andrés. — ¿Sabes si ya están con intención de trasladarla?
No está con esa intención, me atrevería a decir que no quiere apartarla de su vista tampoco. — Confesó el hombre algo nervioso. —
¿A qué te refieres con eso?
En si todos detestan a Raquel, por traidora, pero creo que la situación con Alicia va más allá, como si fuera, no sé, personal...¿Qué pasó entre ellas? — Preguntó buscando alguna respuesta que alimente el viboreo. —
Antoñanzas, yo le pago para que usted me informe a mi, no al revés. — Sergio colgó y luego de unos minutos se puso en contacto con Alicia, bueno, en si con la carpa. — Inspectora.
Gafitas. — Y ahora el quedó en silencio, hace mucho que ella no le decía así, esa fue la prueba que él necesitaba para saber que ella ya sabía con quién hablaba. Se quedaron en silencio unos segundos, hasta que Alicia volvió a hablar. — ...¿Qué planeas?¿Meterme en la fábrica?
¿Te atreverías? — Ahora la carpa miraba a Alicia con atención ante esa pregunta aunque Sergio la hacía en chiste. —
¿Voy a salir con vida? — Le hizo la pregunta a propósito, le dolió hacerla. Seguido a eso le confirmó. — Claro que me atrevería, así puedo acribillarlos a todos de una vez por todas.
— Hubo un silencio, Sergio lo pensó, pero la situación dentro del banco no era buena, todos liándose a tiros contra Gandía, Tokio secuestrada por él, Nairobi por morirse. No la quería poner en riesgo. Ni a Raquel ni a ella. — Tienes a Lisboa detenida ilegalmente, sin nombrar que amenazaste con su familia y torturaste a Río. ¿Se vería bien en tu expediente?
Tengo a una delincuente, haré lo que haga falta para que me diga dónde estás y Río pasó por lo mismo. Descarado. Me pregunto si se verá bien en tu expediente de ciudadano tal vez perfecto que dirigiste dos atracos de los grandes, sin contar los miembros de la banda muertos, tu tienes las manos igual de sucias que las mías.
— Se dejaron de pelear como dos niños por un dulce y terminaron en supuesta paz, al menos por esa llamada.
Alicia al volver con Raquel quien dormía un poco sentada le tiró un vaso de agua encima. —
Joder, ¿Qué hice ahora?
Ya te hacía falta una ducha. Apestas. — Se sentó frente a ella, se arregló el labial y luego habló. — ¿Cómo sabe Sergio que estás aquí?
Intuición. — No lo iba a decir, pero si seguían de charletas iban a sospechar que no la interrogaba, entonces la lío un poco más. — Tal vez viene de familia, ¿Cómo sabía Andrés qué ..- — No llegó a terminar la frase y la pelirroja la tiró con fuerza contra la mesa, tomándola del pelo y jalándola hasta ella, con la cara aún sobre el metal. —
Por cada vez que nombres a Andrés te voy a dar un golpe, pero cada vez será más fuerte. Y a este paso te voy a terminar poniendo una mascara hasta que te mueras. — Finalmente le aplastó un poco más el rostro y luego la soltó, en su mano quedaron algunos de sus cabellos. — Un topo entonces.
¿En verdad vas a matarme? — Le cuestionó cuando volvió a verla. Ella tenía su plan, y era que Alicia terminara entrando al banco; claramente Raquel no sabía lo que pasaba dentro. Si no jamás la hubiera puesto en peligro. —
Si, no decido sí ahogandote con la almohada o prendiéndote fuego. — Le confirmó. — Sergio me invitó a entrar al banco.
¿Y entrarías?
Así podría estar más cerca de tu puta pandilla y ir matándolos uno por uno, no sé como, pero lo haría. Encontraría la forma. Es curioso, la noche en el hospital juré que me iba a vengar de todos, de los tuyos. Y dé estos. — Los apunto con la cabeza. No sabía exactamente porqué le contaba esas cosas a Raquel, pero posiblemente tenía que ver con que fue su primer mejor amiga y su amistad más linda con una chica. — Sí, tú estabas al mando, pero todos estuvieron de a cuerdo en matarle. — Le confesó, desde que empezó con el operativo todo la tenía de mal humor, le salían risas falsas si es que le salían, o se mantenía seria, como ahora. —
Alicia, ¿Si yo hago que accedas al banco conmigo, vienes? — La mujer la miró de arriba a abajo y peor que antes. — Tú los puedes exponer acerca de el trabajo sucio que te hicieron hacer con Río, nosotras dos entramos juntas al Banco y luego haces lo que se te antoja dentro. Pero no me puedes matar, esa es mi condición.
¿Qué? — La miró confundida. — ¿Traicionarías a tu propio bando?
— Gracias universo por oír las suplicas de Raquel, esperaba que el encuentro haga que Alicia la perdone. — Tú quieres venganza y yo quiero volver a casa con mi hija. ¿Es un buen trato, no? — Vio que ella se quedó callada. — Piénsalo.
Vete a la mierda. — Pero no fue respuesta definitiva, Alicia tomó un cigarrillo en lugar de su paleta habitual, lo encendió y fumó mientras la observaba, estaba pensando todo, Raquel ya la había traicionado antes según ella, pero esto era distinto. Era una buena oportunidad. —
¿Qué pasa? — Preguntó al ver a toda la carpa levantarse, Alicia se volteó a ver, le ordenó que se quedara, salió ella primero y observó lo que se proyectaba en las televisiones. —
Un funeral. — Alicia se embobo por la pantalla, la quitó del transe la voz de Tamayo diciéndole a Raquel que se vaya dentro. — Déjala, por respeto. — Ella misma guió a la rubia hasta que quedaron ambas frente a los televisores, adelante de todos, Sierra se encargó de abrir el paso. —
— Raquel lloraba, Ángel la abrazaba y Alicia tomó simplemente se quedó a su lado. No quería el abrazo de Ángel, quería el de Alicia. Sabía que no lo recibiría o al menos no le nacería a la pelirroja, entonces se separó de Ángel y apoyó la cabeza en su hombro. Alicia la miró de reojo, la quería quitar, bueno, de eso se quería convencer.
Pero la entendía un poco.
Ella hubiera hecho lo mismo con Raquel al enterarse de la muerte de Andrés si ella no hubiera estado a cargo. Entonces simplemente la dejó, no le apoyo la cabeza también, ni le dio palabras consoladoras. Pero para la rubia fue suficiente el tenerla cerca. La carpa lo entendía un poco, trataban de entender, habían sido mejores amigas. —
— A las horas Alicia ya estaba nuevamente con Raquel, "interrogándola" hasta que le dio la respuesta final. — Acepto tu propuesta. — Nuevamente estaba siendo una egoísta de mierda con su hija, pero realmente necesitaba vengarse. —
Te juro por Paula. — Hubo un breve silencio, Alicia bostezó y se levantó de la silla, iba a irse, de nuevo, pero preguntó una última cosa. —
¿Por qué no hiciste nada ese día? — Ni si quiera la miró, se metió una paleta en la boca luego de preguntar eso. Jodido Andrés, iba a mandar a la mierda todo por ese hijo de puta, ladrón de mierda. Que la trataba como princesa, la hizo sentir la única mujer en el mundo y le dio a su preciosa hija. — No te voy a golpear si me contestas esto.
Me habían sacado del operativo ya, yo no di esa orden. Me enteré de lo que había pasado mientras escuchaba la radio. Jamás hubiera permitido que lo maten. — Vio como la pelirroja simplemente se fue, Antoñanzas ingresó y Raquel le indicó muchísimo con la mirada a la pelirroja; Haciendo referencia a que Alicia se sumaba. Esperaba que Sergio entendiera eso, que Antoñanzas se lo cuente o algo, realmente lo esperaba, los golpes que le dio su amiga empezaban a valer la pena si recuperaba la amistad. —
— Cuando a Sergio le llegó esa información fue una maravilla, realmente lo fue, la maravilla en la tormenta. Ya Raquel dentro era bueno, no le gustaba mucho que la pelirroja entrara, pero sabía que era una especie de combo, un dos por uno. La pelirroja era brillante, iba a servir, o eso esperaba. —
Berlín, ella va a entrar. — Le dijo, su hermano se quedó callado bastantes segundos. —
¿Es una broma? Sergio ella no puede entrar, ¿Y si la matan? Si la matan te mato. — Advirtió, pero su corazón estaba latiendo muy rápido, lo lograba escuchar latir. Fue la primer noticia buena que le llegó luego de lo sucedido con Nairobi. —
No vas a dejar que la maten. El destino quiere que se reencuentren al parecer, tú ya tenias el atraco pensado, no fue casualidad que Río caiga en su vida, y no me jodas, tienen que terminar bien. — Ambos sonrieron suavemente a pesar de no verse. — Entrara mañana, con Raquel. Evita que los demás la ataquen. Por favor.
Le debo una a mi cuñadita eh. — Ambos se rieron, cuando Andrés colgó sentía que iba a llorar, quería llorar. No sabía como iba a reaccionar ella, pero la extrañaba, la necesitaba otra vez con el. —
Paula, mañana entraré al banco. Y no se cuanto tiempo voy a estar ahí dentro, pero necesito que cuides de Aitana, fui cuidadosa, nadie me siguió hasta aquí, pocos saben de mi hija, ni su nombre algunos, ni su casa, solamente que existe, pero si ves que las cosas se ponen feas, necesito que vayas a una de mis cabañas. Está abandonada, no hay nada, es lejos, pero va a servir de escondite. Si van lleva comida y cosas que entretengan a Aiti. — Decía Alicia mientras le anotaba la información en un post it, controlaba que su hija siga durmiendo en el sillón. — Necesito saber, que pase lo que pase, ella va a estar segura contigo.
Chiqui. — La mayor le acarició la cara y asintió mientras hablaba. — No voy a dejar que pierdas a tu último brillo. Haré lo que haga falta. — Alicia la abrazó con fuerza. Joder que la familia de su amado parecía una puta mafia, solamente que la pelirroja no sabía que su suegra sabía todo. —
— Cuando se separaron la oji-azul se acercó a su pequeña, la llevó en brazos a la cama y cuando la apoyó se despertó, tal vez no fue muy sutil al dejarla en la cama pero no le daba la fuerza. — Pequitas, vuelve a dormir.
¿Mamá? — Alicia se acostó a su lado, Aitana se abrazó a ella. En ese momento Alicia se sentía como cuando Andrés iba llorando a sus brazos, ya sea por algún mal recuerdo o simplemente estaba mal. Ella siempre igual, se acostaba semi sentada, el se abrazaba a ella, en su pecho o en su vientre, lo mimaba, usaba las palabras correctas que hacían que las lagrimas se detengan y que el simplemente se quede ahí por gusto.
No sabía cuánto tiempo iba a estar en el banco, pero abrazo a su hija con todo el amor del mundo y le tarareo sabiendo que estaba dormida. Hasta que ella misma cayó en aquel sueño también. —
— Aitana se despertó en medio de la madrugada porque sentía que se había quedado sin aire, cuando se despertó también despertó a su madre. — ¿Estás bien peque? — Preguntó Alicia algo adormilada. —
Me estaba faltando aire, perdón. — Se disculpó y volvió a acomodarse, sintiendo como su madre le acariciaba el cabello, quitándole el susto del momento. —
Tranquila pequitas, ya pasó. Puedes dormir tranquila, además yo no dejaré que te pase nada. — Ahora tal vez le cueste a ella un poco más dormir, pero no importaba. — Te amo de la Tierra a la Luna, a pasitos de tortuga.
Yo también te amo, mucho mucho, eres la mejor. — Y en menos de diez minutos ambas estaban dormidas nuevamente. —
— Si Andrés tan solo supiera eso, que tiene una hija, que tiene una hija con Alicia. Eso lo hubiera hecho dejar todo hace rato. Él pensaba que nunca sería lo suficientemente rico para Alicia, nunca era suficiente dinero según el. Pero no necesitaba ser rico, la felicidad que Alicia le proporcionaba no tenía precio, y la felicidad que los tres podrían estar pasando si tan solo él estuviera ahí con ellas tampoco tendría precio.
Y eso era mucho más valioso que cualquier cifra de dinero.
Pero tal vez era demasiado tarde para volver, diez años tarde. —
En honor a que LCDP se estrenó hace 7 años. ❤️
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