— Los años pasaban y ellos dos seguían juntos, ahora iban a la primaria, el 10, ella 9 casi diez y Sergio 8, eran una mini familia, a Alicia la molestaban aún, la tenían harta, pero Andrés y Sergio le decían que no les preste atención, que le tenían envidia, todos conocían a Alicia por ser la única pelirroja del lugar, bueno, de la escuela, más de una vez le tiraron pintura de otro color para que eso cambie, pero siempre volvía con el mismo tono natural de siempre aunque tuviera que pasar horas en la peluquería para seguir teniendo su pelo igual de lindo que siempre. —

Nunca le hagas nada a tu cabello, se mueren de envidia porque resaltas entre todas, además lo tienes precioso. — Hablaba Andrés mientras le cepillaba delicadamente el pelo, la contraria tenía un pelo suave, bonito y del que se desprendía el aroma a ámbar que la menor siempre poseía, lo usaba en perfumes y claramente en shampoo. —

¡Andrés!¡A casa! — Gritó su madre desde el piso de abajo, tuvo que dejar de peinarla, se saludaron y con Paula se retiraron de la casa.
Alicia más de una vez había pensado en poner en negro su cabello para que paren de joderla, y todas las veces que se lo dijo a Andrés, el la hizo entrar en razón. —

— La mañana siguiente Alicia observaba las noticias mientras tomaba de su jugo de naranja recién exprimido, usualmente en su casa siempre se veían las noticias y de vez en cuando le interesaban ver otras cosas pero nunca cambiaba de canal.
Al parecer habían matado a un ladrón, le dio otro mordisco a la tostada con mermelada pero le costó tragar, siguió escuchando, le había dado una vibra rara que no pudo pasar de otro mordisco, no se había visto la cara del ladrón, fue en La Fabrica de Moneda y Timbre, ni escuchó cuando su madre le habló. —

Alicia, ¿Me escuchaste?

¿Qué? Lo siento, estaba pensando en eso. — Apuntó a la televisión. —

Te estaba diciendo que no olvides tus cosas de ballet para mañana, tenlas listas, hoy por la tarde tienes que ir a francés y el jueves llega tu examen de italiano, más vale que te haya ido bien, era una idiotez.

— La menor no dudó en indicar que si con la cabeza, dándole a entender que haría todo, luego de una hora el timbre de la casa sonó, ella al estar sentada leyendo fue hasta la puerta y preguntó. — ¿Quién?

Andrés. — Dijo el contrario, ella abrió la puerta, lo vio con los ojos algo rojos y serio, más de lo normal. —

¿Andrés?¿Qué te pasa?¿Estás enfermo? — Se acercó enseguida a ver si tenía fiebre, pero estaba igual que siempre en temperatura pero el estaba mal, lo notaba, lo que la hizo verlo extrañada. —

Falleció mi padre. — En ese momento la pelirroja lo hizo entrar a la casa, lo abrazó luego de cerrar la puerta y le acarició suavemente la espalda hasta que escuchó a su madre gritar "¿Alicia, has visto a Andrés? Me dijo Paula que se escapó y que si podía ir a verla" Alicia sintió como el la abrazó más fuerte, indicando que no quería que lo suelte, entonces se quedó ahí. —

Niña, que te estoy hablando. — Su madre bajo a las escaleras para ir a la sala de estar pero se encontró con que el mismo Andrés estaba en su casa, aceleró la bajada hasta llegar con ellos y le habló a el mayor. — ¿Qué ha pasado? — Le preguntó a Andrés una vez que lo separó de su hija luego de haber derramado varias lagrimas en su hombro. —

¿Me llevan a casa? — Fue lo único que pronuncio antes de que los tres salieran, Margarita le avisó a Paula que Andrés estaba con ella y que ahora lo llevaría antes de ir caminando hasta la casa del pequeño.
El silencio del camino era horripilante, Alicia mantuvo su mano entrelazada con la de su mejor amigo todo el camino y ninguno de los dos se soltó ni emitió palabra. —

— Al llegar, se soltaron una vez Marga tocó el timbre y Paula enseguida abrió, las Sierra entraron junto a Andrés, Sergio ya estaba en la casa, entonces mientras que Paula le decía a su mejor amiga que Jesús Marquina había muerto y que mañana sería el funeral, Alicia dejó a solas a los hermanos para que se apoyen mutuamente en esa fea situación, antes de irse volvió con ellos ya que era momento de volver a casa, les dijo que si necesitaban algo que vayan a buscarla y que mañana los vería. —

— Ellos no querían que ella se vaya, menos Andrés, pero entendió la postura de su madre sobre que ahora necesitaban ser solamente ellos tres.
La mañana siguiente fue el entierro, primero el velorio, Sierra fue la primera en llegar, dio las condolencias y se quedó con sus amigos en silencio, ninguno de los tres hablaba, como si los hubieran regañado por romper algo. —

— Luego fueron al entierro, Alicia se quedó lo que debía hasta que se empezaba a hacer la hora donde tenía que ir a ballet. —

Alicia, vamos a casa, tienes clase. — Dijo Javier Sierra a su hija, pero al ver como ella lo miró extrañada para luego mirar a sus mejores amigos simplemente le enseñó las llaves del coche antes de volver a hablar. — Tienes dos minutos.

— Vio como su padre se dio media vuelta y se fue, miró a su madre con rabia, ya que ella si podía quedarse a contener a su mejor amiga y ella no podía. — Lo siento, tengo que irme. — Abrazó a Sergio primero, quien la abrazó con cariño y cuando abrazó a Andrés este la retuvo unos segundos. — Perdón. — Le susurró ella por no poder decirle que "no" a su padre, ya que sabía que era capaz de tomarla del brazo con fuerza para que vaya. —

Está bien Ali, lo entiendo. — Andrés sabía como era el padre de Alicia, entonces no dio pelea, la soltó suavemente y ella se fue rápido a su coche.
Al padre de Alicia no le caía bien el padrastro de Andrés, le caía bien el señor De Fonollosa, pero no Marquina, le daba una vibra rara.
Pero eso no haría que su pequeña pelirroja deje de ser mejor amiga de los hijos de Paula, por ahora le parecían chicos buenos, pero la verdad es que no le gustaba para nada que Andrés este tan cerca de Alicia. —

¡Sierra abre más! — le gritaba la profesora, Alicia trataba de bajar por completo su cuerpo, pero ese día había un frío espantoso y no estaba entrando en calor fácil. Tenía las dos piernas abiertas, una para la derecha, la otra para la izquierda, trataba de bajar por completo su cuerpo pero le estaba doliendo y aferraba con fuerza las manos a la barra metálica. —

No puedo, me duele. — La menor no era la única, a la mayoría de sus compañeras les estaba pasando lo mismo, pero Alicia juraba y re juraba que esa profesora la odiaba. —

Que bajes. — Se acercó a ella y la tiró para abajo, Alicia soltó un grito desgarrador del dolor acompañado de unas cuantas lagrimas, trató de cerrar pero fue inútil ya que su profesora la sostenía. — No seas llorona, ¿Quieres ser la mejor o quieres ser la segunda? Levanta la cabeza y deja de llorar, no te voy a soltar hasta que te detengas. — La profesora veía potencial en Alicia, solamente debía exprimirlo, sus padres la habían metido en ese ballet ruso, habían bastantes niñas que lo dejaban al poco tiempo por no soportarlo, a estas alturas otra pequeña ya estaría pataleando o algo así. —

— La mayor sonrío internamente al ver como con los minutos Alicia enderezaba su espalda, mentón arriba y las lagrimas pararon finalmente a pesar de quedar marcadas en su rostro. —

— El resto de las compañeras que no lo habían logrado hasta ahora tenían miedo de correr con la misma suerte que la chica entonces tomaron sus cosas, temerosas, y se alejaron, indicando que se rendían, el grito de Alicia las asustó lo suficiente para que no lo quieran hacer, menos de la mitad se quedo esperando a que la clase termine con las que si lo habían logrado para luego ser ellas las que se retirarían por la puerta sin volver a entrar nunca más. —

— A los Sierra no les importaba si su hija se lastimaba o si lloraba, a los Sierra les importaba que Alicia Sierra sea perfecta, que su promedio sea el mejor de todos, que ella sea la mejor de los mejores.
No les importaba su hija, les importaba la imagen de ella que le daban a el resto, querían que le haga honor a su apellido. —

Si antes amaba los viernes, ahora me gustan más.