19.
— Andrés despertó gracias a la alarma de Alicia, él alcanzó primero el teléfono y la apagó, escuchó el quejido que soltó su contraria ante el movimiento repentino y la volvió a envolver en sus brazos. —
¿Qué hora es? — Preguntó con una sonrisa, sintiendo el calor de su cuerpo envolverla como lo había hecho durante toda la madrugada. —
Ya son las seis, ¿Ya te debes ir? — Preguntó llenando de besos su espalda, se separó suavemente, sentándose en la cama y ella se volteó a verlo casi que ofendida al ya sentir que no la abrazaba. — No me mires así, eres tú la que tenía que levantarse temprano.
Y estoy despierta. Pásame mi móvil. — El tomó el celular y se lo dio, con la huella lo desbloqueó, empezó a leer los mensajes, el primero era de Raquel a las cuatro de la mañana diciéndole que finalmente le dio sueño. Otro de Marie, diciéndole que si recibía noticias nuevas le avisaba, pero que lograron encontrar una de las joyas robadas. — Lograron encontrar un collar de rubíes del robo que vine a investigar. Bueno no estoy al mando pero soy útil.
Eres útil para todo. — Andrés luego de analizar el cuerpo de la pelirroja, sus lunares, grabándolos en su memoria nuevamente, ahora veía su cuerpo de adulta, jodida obra de arte.
Mientras ella sujetaba con una mano el móvil la otra la deslizaba suavemente por la suya, sabiendo que el la miraba, pero le agradaba. —
— Andrés volvió a acostarse, pero sobre ella, hundiendo la cabeza en su cuello, entrelazando las piernas y sintiendo como la pelirroja le mimaba suavemente el pelo. — Al parecer mi jefa de aquí no me necesita, así que puedo seguir contigo...hasta que me llame. — Alicia entró a la cámara de su celular y tomó una foto, con el así, era la mejor mañana de su vida, estaba en pelotas luego de haber hecho el amor la noche anterior con el amor de su vida y ahora lo tenía descansado en su cuello mientras le mimaba el cuerpo. —
Mejor. — Estaba realmente cómodo, le dolía el hecho de que ella podía descubrir en cualquier momento que el era uno de los ladrones que estaba buscando. El líder para colmo. — ¿Vamos a desayunar?
Primero debemos vestirnos, ¿No crees? — Ambos rieron, el asintió y dejó un beso donde ella tenía el moretón morado en el cuello, escuchó quejido de su parte con ese leve tacto. — ¿Te duele?
Bastante. ¿Está muy feo? — Al no recibir respuesta lo aparto un poco, entró en la cámara y empezó a observar aquello. — No me jodas.
¿Pido hielo primero?
Por favor.
— Alicia se bajó suavemente de la cama, con cuidado de no pisar el vidrio del vaso roto, caminó desnuda hasta el baño bajo su mirada y en el camino iba encontrado su ropa interior rota. — Luego de que pidas el hielo ordena que cambien las sábanas por favor y tráeme ropa.
— El la miraba con una sonrisa desde la cama, asintiendo a cada pedido. — ¿Desayuno en la cama?
Sorpréndeme.
¿Cuánto tiempo tengo?
Cuarenta minutos. Tic, tac, tic, tac... — La pelirroja se encerró en el baño, primero se lavó los dientes luego de encontrarse una cajita ya abierta, eran de esos cepillos que venían de a dos. Se lavó bien y luego empezó su larga ducha, que era más concierto que otra cosa. —
— Andrés ordenó que alguien suba a cambiar las sábanas, en ese momento se vistió lo más rápido que pudo, tenía algunos artefactos escondidos bajo la cama y otros escondidos en su guardarropa. Se acercó a la puerta del baño, pero no entró, cerró sigilosamente con llave y ya en esos diez minutos le habían cambiado las sábanas, registraba desaprobación en la mirada del empleado, posiblemente fue uno de los que despertaron...encima debía cambiarle sabanas a las seis de la mañana y él solamente sonreía. —
— Una vez que el hombre salió de su habitación, bajó por el ascensor, corrió por las calles de París y al volver aún le quedaban cinco minutos. Le quitó el seguro a la puerta y acomodó todo sobre las sábanas nuevas. Un ramo de tulipanes blancos de la florería que acababa de abrir, dos croissant, un café olé y otro puro. Tomó unos boxers y luego recuperó la ropa de Alicia que estaba esparcida por el departamento, antes de entrar pidió permiso. — ¿Se puede?
Adelante. — Ella se cepillaba suavemente el pelo con una bata puesta y lo miraba mediante el espejo. — Por fin vuelvo a tener ropa. — El se acercó, dejándole todo a mano y finalmente la abrazó por atrás, pegándola mientras se observaban en el espejo. — Te extrañé. — Confesó dejando el cepillo de lado y tirándose para atrás, sobre su pecho. —
No te imaginas cuanto te extrañe yo también, moría de ganas de ir a verte en tu graduación, pero nos iba a destruir, merecías conocer a otra persona.
Yo te quería a ti, te necesitaba a ti. Eras mi mejor amigo, y mi novio. — Le recordó, ambos sintieron una puñalada, ¿Tanto tiempo habían perdido? —
No te quedas atrás, eras mi mejor amiga, mi novia, mi futura esposa, la madre de mis hijos. — Sonrieron con nostalgia. — Bueno las dos últimas cosas estaban en proceso, ¿Y si te hago un bebé? — Ambos se rieron ante el chiste que en parte no era chiste. —
Aitana y Santiago. Hubiéramos tenido solo un bebé...sería la cría más consentida del mundo.
Un terreneitor tres mil. — Alicia se rió negando. —
Una princesita que te obligue a jugar a los ponys como yo lo hacía. O a ver Alicia en el país de las maravillas. Menos mal que no estabas cuando se estrenó la obra de teatro, me volví loca. Como el sombrerero.
Bueno...eres pelirroja cómo el...
¿Me estás denominando loca? — Se quiso hacer la ofendida tratando de huir de ese abrazo pero solamente logró que la abrace con más fuerza. —
No... — Siguió bromeando hasta que recordó el desayuno en la cama, finalmente le besó la cabeza y se alejó. — Vístete que el desayuno te espera.
Vale. — Desató el moño de su camisón de seda y la prenda resbaló de su cuerpo dejándola como Dios la trajo al mundo, haciendo que quede boquiabierto. — Anda, ve, se te enfría el café. — Dijo acercándose a cerrar la puerta. —
¿Cómo sabes que es café?
Cuando éramos novios e íbamos de cita, siempre pedías lo mismo, no me extraña que tus gustos no hayan cambiado.
Como me conoces. — Le robó un beso y ella finalmente cerró la puerta, su ropa tenía el champagne seco, pero se vistió igualmente, era raro usar esos bóxers, pero eran los de el así que no le importaba mucho.
Mientras que ella se vestía él pensaba; Alicia era la única mujer que si sabía sus gustos, realmente lo conocía...detalles que a pesar de los años no olvidó...pero no sabía en el ladrón que se había convertido, mucho menos que ya había empezado a robar estando con ella, ni que sus aretes eran robados.
Ordenó a que traigan el hielo y fue exactamente lo que los empleados hicieron. —
— Luego de unos dos minutos la pelirroja salió y se sentó en la cama, en el medio junto a el, primero tomó las flores y las puso sobre sus propias piernas. — Tulipanes blancos...
Tus favoritos. — Terminó la frase antes que ella y disfrutaron de ese desayuno con una sonrisa, hablando de todo un poco, mientras ellos hablaban, la banda se iba cada vez más lejos a medida de las horas, Alicia se había puesto todos los cubos de hielo en el cuello pero casi no había cambio. — Te llaman. — Dijo al ver el teléfono vibrar, era Marie, Alicia contestó y empezaron a hablar, al terminar se le borró la sonrisa. — ¿Qué pasa?
Debo irme ya, creo que me voy a liar a tiros, entonces...bueno, trataré de no morir, a ver si atrapo a esas escorias.
Lo harás,¿Va? Si te mueres juro que París arderá en llamas. Nos vemos luego, vienes y me cuentas que tal. — Le llenó la cara de besos, tomó su móvil, su pistola del suelo y cuando llegaron a la puerta Andrés le plantó un beso tierno, del que se separaron con una sonrisa. — Trata de no morir, quiero que mi princesita o mi artista tenga tú sonrisa.
No voy a morir. — Se separaron suavemente y cuando Alicia estaba yendo al ascensor volteó a verlo. — Realmente te amo.
Yo te amo más Caperuza, eres el amor de mi vida. — Alicia subió al ascensor luego de eso con una sonrisa, trataba de con su cuello esconder la vergonzosa marca. Estaba con una sonrisa inexplicable mientras que Raquel trataba de que le diga de donde provenía esa felicidad, sin éxito alguno. Alicia fue la primera en ir a revisar la caravana, segura de si misma, orgullosa de que su teoría de que en realidad no había nadie sea verdadera; también logró desmantelar el lugar de escape.
Alicia había olvidado los tulipanes, Andrés sabía que irían a por el entonces los tiró a un cesto de basura ajeno. —
¡BORRA TODO KEILA, TODO! ¡ESENCIALMENTE LO DE AYER Y HOY! — Le gritaba por el teléfono, ya se había encargado de quedarse con todas las pruebas de que Alicia estuvo ahí. El cepillo de dientes, de pelo, servilletas, todo. —
— En menos de un día su historia de amor había caído en picada. El logró irse con Damián, no dejo ni rastro de ella, pero no podía simplemente desaparecer sin despedirse, no le iba a hacer eso. Entonces se dividió de su amigo. —
— Agradecía que la ubicación sea algo lejana a las escenas del crímen. Le compró a todas las floristas de la zona todos los ramos de tulipanes blancos, enviándolos directamente a el departamento de la pelirroja.
Al terminar con la "pequeña" compra, pedaleo lo más rápido que pudo hasta el departamento, forzó la entrada y se encontró con el lugar impecable, todo ordenado, arriba de la cama estaba el peluche que el le regaló cuando ella se recibió y en diez minutos las flores empezaron a llegar. Necesitaba disculparse. —
— A Alicia se le estaba desbordando el corazón, llegaba al hotel que horas antes abandonó con una sonrisa luego de despedirse del amor de su vida y ahora volvía, pero no para hacer el amor nuevamente (a pesar de que lo hicieron violentamente), si no que para atrapar al jodido ladrón. —
— Raquel vio el cambio de Alicia con el transcurso del tiempo, pero no era momento para decirle nada, en las cámaras no había nada; grabaciones anuladas y cámaras que dejaron de funcionar. La pelirroja entró de un solo golpe, con miedo de verlo ahí, pero no estaba. —
— Marie le hizo una seña, el puto baño, al abrir el humo les nubló la vista a ambas, todo quemado.— Nada, todo perdido.
— Se alejó de eso y ayudó en la búsqueda de algo, cualquier cabo suelto, pero no había nada. Los cepillos de dientes, vaso roto, alguna prenda, nada.
Andrés le dolía, pero esta vez no por extrañarlo, si no porqué la había traicionado. De lo feo. —
Sierra, puedes irte, si no encontramos nada hasta ahora, no creo que encontremos algo luego, podemos seguir mañana.
— Alicia asintió, ya eran casi las siete. Bajó por el ascensor y en el caminó se encontró a Raquel. —
¿Me vas a decir ya que te pasa? Estabas con una sonrisa despampanante y ahora te apagaste mucho, ¿Qué tienes?
Solamente extraño a Andrés, eso es todo. — Se alzó de hombros y cuando Raquel se acercó un poco más la miró raro. — ¿Qué?
Hueles a champán y estás usando la misma ropa que ayer. — La miró de arriba a abajo y la oji-azul desvió la mirada. — ¿Se vieron? — Aguardó silencio. — Alicia, ¿Se vieron?
Té cuento mañana, hoy no Murillo. — Raquel sabía la cara que ponía Alicia cuando iba a llorar, la abrazó suavemente, la contraria tardó en corresponder pero lo hizo unos dos segundos, el abrazo se sentía frío, Alicia le estaba transmitiendo esa vibra. —
Anda, ve a descansar.
Si, debería. Nos vemos mañana. — Se alejó de su mejor amiga, tomó un taxi a su apartamento y estuvo conteniendo las lagrimas todo el camino. Había traicionado a su propio bando, a la policía, por el. Al subir las escaleras sus emociones iban de mal en peor, abrió la puerta y no pudo evitar lagrimear al encontrarse con toda la escena. — Te odio. — Dijo observándolo, estaba sentado, en su cama y todo el departamento estaba lleno de tulipanes. Sin exagerar. Cerró la puerta y habían en la entrada, en la cocina, en los muebles, en el suelo, en cada pared y borde de la casa habían tulipanes. Caminó hasta quedar a unos metros de el. En su jodida cama también habían tulipanes. — Que interesante tu vida de joyero.
Alicia...
NO. — Le gritó cuando trató de acercarse más. — Me jodiste los pensamientos once años Andrés, no podía sacarte de mi cabeza, te lloré, te extrañé, te amé. Tú sabias desde que estábamos juntos que yo quería ser inspectora. Hijo de puta.
Robo desde que estábamos juntos. — La pelirroja la revoleó lo primero que vio; el cenicero. Le dio duró, lo revoleó a su entrepierna haciéndolo soltar un quejido pero este se rompió en el suelo. — Lo siento tanto. — Dijo adolorido pero no específicamente por el golpe. —
Mentira, no lo sientes, no sientes nada, ¿Andrés tú me amaste en algún momento?¿Te importaba al menos? — Que ella esté dudando de su amor le partía el alma. A ambos. —
Alicia, yo te amaba, te amo y te voy a amar toda mi vida. Siempre fuiste mi prioridad. Si tú estabas enferma, yo cuidaba de ti. Yo odiaba jugar a los ponys esos, pero verte con una sonrisa valía la pena. — Ambos tenían los ojos aguados y ella ya estaba en ese punto de repetir "Cállate" muchas veces y entre dientes. — Cuando follabamos y la prioridad siempre fue darte placer a ti, cuando me enfrenté a tu padre porque te estaba lastimando las muñecas sin importarme si me daba algún golpe.
La prioridad siempre fuiste tú, mimos, abrazarte, cargarte, masajes, tulipanes. — Enseñó toda la habitación. — Joder, que hasta todos tenemos un llavero a juego con el que era tuyo.
¿Por qué te metiste en el mundo del robo entonces? Si yo te importaba tanto, ¿Por qué?
Quería darte todos los gustos, la vida que te merecías, la vida que siempre tuviste, la vida que ambos merecíamos.
Yo no necesitaba que tengas dinero, te necesitaba conmigo, nada más.
— En ese momento el fue quien agachó la cabeza, dándole la razón y cuando la volvió a mirar ambos ya se les caían las lagrimas. —
Tenía que darnos una buena vida.
Podrías haberlo hecho por vía legal.
Tampoco te hagas la santa, que tú seas inspectora no quita el hecho de que tu fortuna es gracias a la droga que contenía el tabaco de tú familia. Del lavado de dinero. Limpiaste tú apellido, pero eso no quita que la vida que llevas sea solo por lo bien que trabajas, si no por toda la gente que su salario se iba a las drogas de tu familia.
Tanto dinero que a día de hoy lo sigues teniendo.
Yo no tengo la culpa de los pecados de mi familia, pero parece que la vida la pagó conmigo haciendo que seas un ladrón. Tú elegiste ese camino sin que nadie te ponga en el, yo elegí seguir las leyes cuando la familia completa iba en contra de la ley.
No vine a hablar de dinero. No me voy a despedir así, no de ti, no me quiero despedir así de ti. No me quiero despedir. — Andrés se acercó, ella retrocedió. —
Dicen que uno siempre vuelve donde fue feliz, por eso siempre voy a volver a ti.
La diferencia es que ahora nada te garantiza que yo vaya a volver a ti.
Nos vamos a encontrar de nuevo Alicia, eso te lo garantizo. No te voy a pedir que dejes tú oficio por mi y tú no me vas a pedir que yo deje el mío por ti, porque ambos sabemos que ninguno torcerá el brazo. — Mentira, si ella realmente se lo pedía, el lo iba a hacer. —
Andrés, vete. — Le pidió, el teléfono de él empezó a sonar, lo sacó, iba a colgar pero Alicia se lo arrebató de las manos al acercarse rápidamente y atendió, era Sergio, lo puso en altavoz y mientras escuchaba la conversación tomaba el arma en su ropa. —
Hermanito... — Observó como Alicia lo apuntaba. —
Andrés, ¿Cómo fue todo con Alicia? ¿La recuperaste?
No. Se enteró de- — Iba a decir el atraco pero Sergio lo interrumpió ya que estaba pensando en lo peor. —
¿De tú mujer? Te dije que Tatiana estaba loca.
— Los tres se quedaron en silencio, Sergio esperaba respuesta, Andrés observaba a Alicia y la pelirroja lo miraba congelada, con real decepción. En ese momento fue como si el mismísimo Andrés hubiera escuchado el corazón del amor de su vida romperse. Fue peor cuando Alicia cambió la dirección de la pistola, de apuntarlo a el, pasó a apuntarse a ella misma. No se iba a disparar, pero ese movimiento le hizo mal al contrario. —
...¿Andrés, sigues ahí?¿De qué se enteró?
Del robo. — Fue entonces cuando se escuchó al otro lado del teléfono como unos cubiertos se cayeron, fue Sergio dándose cuenta que ella estaba ahí por el silencio inhumano que había. —
Hola Alicia.
— Ella tardó en hablar, Andrés no se atrevía a dar un paso más cerca de ella por miedo a que se dispare. —
Hola Sergio. — Tenía la voz quebrada y entrecortada. Se escuchó como el arma se cargó, lo cual alarmó a ambos. — ¿Quién es Tatiana y porqué esta loca?
Qué te lo explique Andrés, y no hagas ninguna locura Alicia te lo pido por favor. No me metan.
Te metiste solo. — Se quejó Andrés, culpándolo. —
No es culpa de el, es tuya por mentirme en la cara con todo. — Hubo un largo silencio, Alicia fue la que lo rompió. — Hasta luego Sergio.
Alicia. Te quiero. No hagas nada. — Ahora no había manera en que el menor duerma.
La pelirroja colgó y le devolvió el celular a Andrés, lanzándolo en el aire, el lo atrapó. —
¿Tienes tiempo?
El que quieras, total, ya no importa. Supongo que debería importarte a tu mujer.
...Sin pistolas de por medio. Por favor. Y no le digas así, coño, es solo Tatiana, ni siquiera tiene mi apellido.
— Ella no planeaba matarse, pero si no se apuntaba, no iba a conseguir la verdad.
Al parecer si era su punto débil. — Vale. Y distancia.
— Alicia se sentó en uno de los sillones, el se sentó en el de enfrente y fue entonces cuando empezó a contarle toda la verdad sin que ella le pida todo ya que solo preguntó por Tatiana, pero desmanteló todo.
Le contó los robos de su adolescencia, que Jesús Marquina fue el hombre que abatieron a la salida de la fábrica, que se caso cinco veces...esa fue la parte más dolorosa de contar. Le contaba con lujo de detalles que vió en cada esposa. El cabello, las fracciones, la personalidad parecida, todo. Le contó de los pocos intereses que tuvo y aún así seguía nombrándola a ella. A Alicia se le caían las lagrimas con cada parte, y mierda que ya no quería llorar, ni verlo llorar, pero no pudo parar. —
En cada mujer con la que me casé, te buscaba a ti, en todas te buscaba a ti Alicia, nunca te superé, todas mis esposas se ataron las trompas a pesar de que siempre uso condón, no embarace a ninguna mujer porque tal vez no fuiste mi primer esposa con anillo al dedo, pero fuiste la que siempre desee que sea la primera, la real, la única que me interesaba tener de esposa. A los diez años te pedí matrimonio porque tenía miedo de que te mueras, yo te iba a cuidar, te iba a amar y te iba a hacer feliz. Me pude casar cinco veces, claro, con el mismo discurso sacado de internet, con una caja de recuerdos en la habitación de la casa de mi madre, sin poder darle detalles especiales a mujeres porque sentía que era traición a tu persona.
No te conté sobre mis ex esposas y esposa porqué no te quería lastimar.
Tal vez no nos casamos con un anillo, ni con un cura, pero yo se, y se que tú también lo sientes, que estamos casados, ambos sabemos que siempre vamos a regresar el uno al otro, de cierta forma eres mi esposa, la real, la que realmente amé durante toda mi vida.
Siempre fuiste tú Alicia. No se que clase de brujería me hayas hecho pero funcionó de maravilla.
— La pelirroja agachó la cabeza, estallando en un sin control de lagrimas, se sentía demasiado mal, el finalmente se acercó, levantándose para ir hasta ella y poder abrazarla. —
¡SUÉLTAME!¡ANDRÉS QUÍTATE! — Le gritaba pero la abrazaba más fuerte y ella lloraba más fuerte. — ¡SUELTA! — Seguía gritando y pataleando como una niña pero claramente el no la soltaba, ella tampoco quería que lo suelte a pesar de estar gritándole eso. Finalmente se dejó caer en su hombro, ella ni si quiera le correspondía el abrazo, solamente lloraba, se quedaba sin aire pero seguía llorando, ambos con el corazón estreñido, en una puta noche volvieron a ser los de antes y la noche siguiente se habían destruido. — ¿Alguna vez me engañaste? — Preguntó llorando. — Rompiste tu promesa, dijiste que nunca me ocultarías la existencia de ningún ser humano femenino y tuviste cuatro esposas, actualmente tienes otra y fui tu puta amante de una sola noche. Qué tonta, yo si pensaba que seguía siendo el amor de tu vida, yo si creí todo lo que me dijiste hoy. — Para decirlo iba frenándose, casi no podía respirar y joder, Andrés quería morirse en ese mismo momento, nunca la había hecho llorar de tristeza y ahora Alicia estaba llorando demasiado, nunca la vio tan mal en tan poco tiempo, ni con Enrique. —
No, Alicia. — Tomó su rostro en sus manos haciendo que lo mire, los primeros segundos realmente se negaba a hacerlo. — Yo nunca te engañé, a ti no. Se que te lo prometí pero realmente no te lo podía decir, Tatiana tampoco es importante, ninguna fue importante, Alicia tu lo eres todo, tal vez si eres mi amante pero no una puta y claro que sigues siendo el amor de mi vida, joder no digas esto, Alicia yo te amo. — Andrés se destruyó, al tenerla así, llorando por sus mentiras, el mismo le rompió el corazón. E incluso ahora las lagrimas de la pelirroja corrían por arriba de sus manos. Finalmente cuando Alicia se calmó un poco más el le acarició el rostro, tratando de limpiar bien. — ¿Debo irme? — Preguntó apoyando el mentón sobre la cabeza de la pelirroja, ese puto perfume. No pudo evitar acariciar su cabello también, desenredando este, pero podía sentirla temblar levemente de los nervios de la situación. —
— Alicia tardó un poco en contestar al tenerlo así de cerca, no, realmente no quería que se vaya, lo quería con ella pero no podía hacerle eso, no podía ser tan egoísta, no podía pedirle que se quede. Y Alicia nunca le pediría a un ladrón que se quede con ella. — Vete. — Ya no salía su voz normal, ahora era simplemente un hilo quebrado. —
— Se separó y memorizó una ultima vez su rostro. Alicia lo guío a la salida, iba a abrir la puerta pero Andrés la empujó contra la pared y le dio un beso, un ultimo beso. Igual al que se dieron cuando ella se fue por primera vez, solo que ahora era más suave. Al separarse el le dejó otro en su frente pero ella se apartó suavemente. — Voy a volver por ti Alicia.
¿Y si yo no quiero volver a ti?
Te secuestraré.
— No se dijeron nada más, Alicia abrió la puerta, Andrés salió pero dudó muchísimo en cerrarla. Al hacerlo escuchó el sollozo al otro lado, por tratar de darle una buena vida, terminó fuera de la misma. Pero no por mucho, ¿O si?
Al ya ser tarde se subió a la bicicleta y empezó a pedalear, en ese momento no le importaba si lo atropellaban. Pedaleo hasta irse lejos, cuando frenó se comunicó con Sergio, diciéndole que la había perdido pero que aún no era momento de robar el Banco, primero la Fábrica, luego el Banco, iba a ser lo suficientemente bueno para que la pongan a ella de líder para volver a tenerla en sus brazos.
Mientras que Alicia estaba en posición fetal en su cama, se durmió llorando, abrazada al pequeño peluche del gato, no se molestó en quitar los tulipanes.
Lloró demasiado, pero trataba de dormir bien.
¿Como duermes bien luego de volver a dormir abrazada con el amor de tu vida?—
Ustedes saben que los quiero mucho. 😔🫶🏻
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