14.
— La pelirroja abrió suavemente los ojos por culpa del rayo de sol en su rostro que la empezaba a molestar pero los volvió a cerrar y abrazó más fuerte a Andrés. —
Buenos días. — Le dijo luego de unos minutos, dejando suavemente un beso en su cabeza, pero la oji-azul subió hasta sus labios, donde le dio un piquito y se volvió a acostar. — ¿Dormiste bien? — Preguntó acariciando suavemente su espalda. —
Si, fue una muy buena noche, gracias por ser cuidadoso conmigo. — Ambos sonrieron suavemente y se quedaron así, hablando, su fin de semana se baso en besos, mimos, que Andrés se atreva a dibujarla, muchas fotografías y también hubo crisis por los chupones qué tampoco eran muy fuertes en el cuerpo de ella, pero Alicia maquilló lo mejor que pudo a ambos antes de abandonar el lugar el domingo. Se encargaron de dejar las sábanas limpias luego de esos pocos días. —
— Mientras que el fin de semana de ellos fue el paraíso, el de Sergio fue caótico ya que había escuchado a ambas familias pelear y también fue interrogado para decir donde estaban los mayores pero al no saber nada no dijo nada; y de saberlo tampoco les diría. —
— La peor decisión que pudieron tomar fue volver a casa, aunque por obvias razones no podían quedarse en esa cabaña para siempre.
Cuando Andrés llegó a su casa, su madre le contó que Javier estaba en desacuerdo de su relación con Alicia, que no quería verlo en su casa, según el señor Sierra, el joven no era lo suficientemente bueno para su hija, pero por suerte su madre lo apoyaba y no le impediría que este con Alicia, de hecho, Paula amaba a Alicia, siempre fue una más en la familia.
Pero ahora él quería hablar con su novia. —
— Lastima que Alicia no corrió con ese poco de suerte, al entrar a su casa estaba todo en silencio, pero había una vibra muy rara en el lugar, era demasiado silencio.
Subió sigilosamente a su habitación en la que iba a poner la llave para abrirla, pero de tan solo empujar la puerta se abrió. —
¿Qué mierda? — Preguntó casi que en susurro, prendió la luz general y se encontró con su florero roto, las flores que Andrés le había comprado estaban en el suelo, estropeadas.
Los cuadros que estaban en su mesa de luz estaban en el suelo, no solamente el marco estaba roto, las fotografías también.
Abrió todos sus cajones, todos habían sido revisados, sus chuches no estaban, sus maquillajes tampoco, se acercó su guardarropa, donde ella guardaba sus perfumes y mierda que al abrirlo la habitación se inundó de todas las fragancias ya que estaban todos y cada uno de ellos rotos en el suelo.
Todos los cuadros de su habitación rotos.
Las luces colgantes rotas.
Ropa en todo el suelo del lugar junto a pertenencias. —
— No solamente estaba triste, estaba enojada, su habitación lo era todo, era un lugar seguro en medio de las clases cada vez más exigentes de ballet, su lugar seguro cuando sus padres peleaban o la maltrataban, cuando lloraba y ahora su lugar seguro ya no era seguro. —
— Se aguantó las ganas de llorar cuando escuchó la voz de su padre detrás de ella. — No quiero que sigas con Andrés. — Podía meterse con su familia, con que no tenía amigas, con lo que sea, pero no podía meterse con Andrés, con Sergio y con Comisario. —
¿Qué? — Se giró al instante, se apresuró a llegar hasta el, cara a cara, lo primero que recibió fue un cachetazo, ella lo devolvió, terminó siendo revoleada contra su escritorio, golpeándose con fuerza el abdomen contra la punta y la pelirroja empezó a reírse en medio del dolor. — Me voy a ir. — Probablemente a la comisaría a hacerle una denuncia. —
¿Estás loca? Eres "Sierra", darías mucho de que hablar, ya tenemos suficiente con las adicciones del tabaco. — Su familia era conocida por ser una de las mejores fabricantes de tabaco del país, pero también sabía que mucha gente estaba muriendo a causa del cigarro y ya se habían comido más de una denuncia pero el dinero siempre resolvía todo.
El problema es que como ahora el dueño original, Enrique Sierra, había muerto, ya no había alguien fijo que se ocupe de esos problemas, se habían llenado de dinero a costa de la adicción ajena y Alicia debía de limpiar su apellido. — No quiero a Andrés en esta casa, es probable que te cambie a una escuela nueva, quiero que termines con el.
No. — Se recompuso cómo pudo, le dolía demasiado el golpe, pero podía aguantar, al decir "no" su padre la miró extrañado, su hija se estaba revelando y el ya no podía hacer nada contra eso, no había bastado con pagar para que asfixiaran al viejo con la puta almohada. — Me voy a ir.
Si te vas, no quiero que vuelvas. — Claramente no la estaba tomando en serio, su perfecta hija sería incapaz, ¿Verdad? —
Es mejor estar fuera que en esta puta cárcel. — Miro a su cama buscando a Comisario pero no lo vio, vio por detrás de el, en el pasillo y no estaba, tampoco se escuchaba su collar de campana. — ¿Dónde está Comisario?...¿Qué le hiciste a MI gato?— Su respuesta fue el silencio y salió corriendo de la casa, chocándole el hombro a su padre y a su madre que escuchaba la conversación sin meterse, la mayor trató de sostenerla del brazo dejándole un arañazo pero la pelirroja siguió corriendo. —
— Corría gritando el nombre de su gato sin importarle que sean las diez y que algunos ya se hayan ido a dormir, chasqueaba los dedos, hacía ruido para captar la atención del felino, pero el ser casi de noche y estar en crisis no ayudaba mucho. —
— Andrés quien salió de la casa en seguida tras escuchar la voz de Alicia a poca distancia la empezó a seguir hasta que ambos se toparon. — Joder Ali, ¿Estás bien? — El chico se apresuró a abrazarla al verla mal y se separó cuando escuchó el sollozo. — ¿Qué te hicieron? — Preguntó al verla tan petrificada, se le escapó un quejido de dolor por su abdomen pero habló. —
Mi padre, me destrozó la habitación, me dijo que rompa contigo, le dije que me iba a ir de casa y me dijo que si me iba que no vuelva. — Hablaba algo rápido pero Andrés lograba entenderla y la abrazó nuevamente. — Y Comisario no está. — Con solo decir eso comenzó el llanto, el frío los envolvía y finalmente al separarse luego de pocos segundos Andrés empezó a ayudar en la búsqueda. —
— Buscaron alrededor de media hora hasta que empezó a llover, pero Alicia no tenía intenciones de volver a casa de alguien sin su gato. — ¿Quieres seguir buscando?
Si, si quieres vete, no hace falta que te quedes. — Le dijo esperando que el se vaya ya que posiblemente iban a terminar los dos enfermos. —
No, nosotros no volvemos a casa sin Comisario. — Y aunque a los cinco minutos empezaron los estornudos, Alicia pudo respirar tranquila al encontrar al felino anaranjado el cual estaba debajo de un arbusto y temblando. —
Comisario. — La pelirroja no dudó en acercarse a el, tomarlo en brazos y abrazarlo contra ella aunque los tres estaban muriendo de frío, ambos empapados. — ¿A dónde vamos?
A mi casa, mamá y Sergio estarán encantados de recibirte y a mi padrastro temporal no le molesta. Vamos. — Alicia no podía estar más agradecida con el, entonces volvieron lo más rápido que pudieron, al abrir la puerta se quedaron los dos parados en la alfombra, la ropa les goteaba por el agua, temblaban y tenían la nariz roja. —
¡Joder, hasta que llegan! — Les gritó Sergio al verlos y se preocupó bastante al encontrarlos en ese estado, Paula no dudó en ir también, primero se bañó Andrés mientras que Alicia hablaba con su cuñado y suegra.
Ambos le dijeron que la acompañarían a hacer la denuncia y que se podía quedar el tiempo que necesite.
¿Quien lo diría? Qué las dos familias antes tan unidas ahora estén en esas circunstancias. —
— Paula tomó fotografías de distintos ángulos sobre la bofetada que aún tenía marcada, el golpe en su abdomen que estaba realmente feo y también del arañazo. Sergio trató de poner la habitación de Andrés en ambiente cálido tanto para ella, su gato y para su hermano. — Gracias Paula, de verdad no se cómo agradecer todo esto. — Dijo mientras recibía la ropa seca e incluso una caja de ropa interior nueva que la mayor no había podido usar y se la estaba dejando a ella. —
Nena, tú siempre has sido tan buena con todos nosotros, Jesús te quería mucho, él quería que seas la novia de Andrés, siempre tan educada, bonita, sacándoles a mis hijos una sonrisa... — Ambas se sonrieron a pesar de la situación y la mayor siguió hablando. — Recuerdo el día que Andrés fue a pedirle tú mano a tú padre porque pensó que te ibas a morir.
— Ambas estallaron de la risa al recordarlo, fue tan tierno. — ¡Lo recuerdo! Me estaba muriendo de la vergüenza, pero fue un detallazo las flores y los chocolates, fue muy lindo.
Si, pero a que no sabes lo que pasó cuando él llegó a casa. — Alicia la miró con interés, eso Andrés no se lo dijo. — Luego de que lo regañe me preguntó que qué podía hacer el para que te duela menos, o como te podía ayudar.
Entonces la que le dio la idea de que te siga dando chuches y le aconsejó no molestar en esos días fui yo...lo de que te de flores cada semana ya fue cosa de el.
Joder, el último romántico. — Ambas se rieron y siguieron hablando, la castaña logró que Alicia calme ese mal momento y cuando Andrés salió se fue a bañar ella. —
¿Qué tanto sonríes? — Le preguntó Andrés a su madre que estaba con la mirada sobre el con una leve sonrisa. —
Que Jesús hubiera estado muy feliz de verlos juntos.
— Ambos sonrieron con algo de nostalgia, se abrazaron y al separarse Andrés dejó en su mesa de luz la caja de pañuelos junto a dos botellas de agua con una tableta de pastillas por si pescaban resfrío o fiebre. —
— Cuando Alicia terminó de bañarse, Andrés y Sergio la ayudaron a bañar a Comisario, quien estaba todo sucio por la tormenta. Hablaban sobre lo que harían, momentáneamente Alicia se quedaría ahí, sabía que su familia no era de fiar, aparte de que la odiaban, se preguntaba qué cantidad de dinero podía hacer que la herencia que le dejó su abuelo la pueda heredar ahora y no a su mayoría de edad, ya que debía seguir pagando la escuela y dudaba muchísimo en que sus padres le paguen el próximo año, lo hacían anual sin cuotas, al menos este año lo tenía cubierto, pero el siguiente no. —
De más está decirles que ustedes dos mañana no van a la escuela. — Dijo Paula viéndolos desde el marco de la puerta, llenos de pañuelos, con la nariz roja, pero en compañía de Comisario que estaba bastante a gusto entre las sábanas. — Alicia, mañana vamos a hacer la denuncia, ¿Vale?
Vale Gra- — Estornudó, interrumpiendo su palabra. — Gracias. — Sonrió suavemente y acarició suavemente a comisario, quien estaba bastante pegado a ella por la tormenta, menuda noche. Era horrendo llegar al punto de denunciar a tu familia, pero ellos realmente nunca lo fueron, nunca estuvieron, nunca les importó. —
Y Andrés. — Llamó a su hijo quien estaba casi igual que ella. — La cuidas. — El asintió, finalmente la mujer se fue y los tres se acomodaron en la cama para dormir, Andrés agradecía que Sergio haya aceptado esconder en su habitación parte del dinero de joyas que el robó, no podía meter a Alicia en eso ya que era un peligro y para su mala suerte la pelirroja seguía con la idea de ser inspectora. —
Alicia. — La llamó mientras se acomodaban en cucharita para dormir y solamente recibió un "¿mhm?" De su parte. — Te amo.
Yo también te amo Andrés. — Dejó que el le de un suave beso en el hombro y durmieron igual de cómodos como esa noche en la que Andrés se quedó en su casa luego de la fiesta, ella abrazando a Comisario y él abrazándola a ella. Aunque le dolía muchísimo el golpe y el trataba de acariciarla con cuidado. —
— Una lastima que Andrés esté eligiendo el mundo del robo y ella el mundo legal. —
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