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12.

— La preocupación de Alicia acerca de su abuelo no fue en vano, ya que a las semanas toda la familia Sierra estaba en la sala de espera, Alicia había insistido en que Andrés y Sergio vayan con ella, los contrarios no dudaron en aceptar, pero el pasillo se mantenía en silencio, los padres de Alicia hablaban con los tíos de la pelirroja, sus primos mayores que ella solamente estaban en una esquina usando el celular, pero Andrés y Sergio se mantenían hablando cómo podían detrás de ella con las señas recientemente inventadas. —

¿Quieres un café? — Preguntó Sergio pero ella negó. —

¿Chuches? — Volvió a negar, les asustaba, llevaba en silencio mirando el suelo hace una hora seguida. —

¿Se va a poner bien, no? Papá me dijo que estaba estable hace unos días, las enfermeras también. — Finalmente Alicia habló, su padre, el mismo que solo lo había ido a visitar una sola vez le había dicho eso, probablemente sus ganas de que aquello sea cierto la habían cegado. — Andrés. — Volteó a verlo pero este la miraba con pena. — Sergio. — Vio para el otro costado y se encontró con la misma expresión. No dijo más nada, solamente se quedó en silencio viendo el suelo mientras ambos le acariciaban la espalda, pero ella simplemente volvió a perderse hasta que escuchó a la enfermera hablar. —

¿Familia Sierra? — Preguntó, primos, tíos, sus padres y ella miraron a la mujer con sincronización. —

Si, nosotros. — Contestó su padre acercándose a la mujer mientras algunos cuchicheaban pero ella se mantenía callada, la enfermera abandonó el espacio dejándoles el pasillo y su padre volteó. — Falleció.

— Lágrimas de cocodrilo cayeron de todos familiares, primos se observaron en competencia por la herencia, al igual que toda la familia, mientras que Alicia sin que haga falta que lo pida fue abrazada por su novio y mejor amigo.
La pelirroja todavía no largaba lágrimas, se sentía con el corazón roto, pero lo que la sacó de esa especie de transe fue el escuchar a su padre hablar nuevamente. —

Bueno, vamos a tener que hablar con el escribano para ver que nos dejo Enrique. El cuerpo irá al mausoleo.

¿Qué? — Preguntó Alicia levantándose claramente enojada e indignada de su asiento dirigiéndose a él mientras toda la familia la miraba con atención, era la menor, siempre la más mejor portada, y ahora estaba en un modo en el que jamas la vieron, con las mejillas llenas de lágrimas, algunas también habían caído por su cuello. — No puedes estar hablando en serio. El yayo muere y en lo único que piensas es en la herencia cuando no viniste a verlo ni una vez. — Alicia le dio un golpe en el pecho. — Yo fui la que vino diariamente. — Volvió a darle otro golpe. — ¡FUI YO! NO TÚ, NO MAMÁ, NADIE, FUI YO. — Dijo hablando más alto a medida en que sus golpes iban siendo más hasta que su padre la tomó de las muñecas luego de darle un cachetazo, Sergio tuvo que meter mano para que Andrés no se meta. —

Alicia Sierra, cálmate, pareces una puta loca. — Dijo mientras doblaba y hacía presión, no era la primera vez que le hacía eso, pero Andrés no se quedó quieto viendo eso, al contrario, se levantó cuando escuchó a Alicia gemir del dolor y mientras toda la familia hablaba de la escena, el acercó sus manos a él agarre que estaba hiriendo a su novia. —

Suéltela. — Pidió haciendo que entre los dos pierdan el contacto visual en el cual a pesar del dolor, Alicia no agachaba la cabeza, pusieron la mirada en el, pero el señor Sierra no parecía para nada contento. —

¿Perdón? No creo que esto sea de tu incumbencia Andrés, esto es familiar.

Si, pero lo es porque a la que está lastimado es a Alicia, déjela. — El hombre paso de mirarlo con leve gracia por la situación a mirarlo con enojo, nadie se le plantaba así, menos un niñato de mierda, pero terminó soltando a Alicia y la oji azul puso sus manos adolorida sobre el pecho de Andrés al verlo dar un paso más cerca de su padre, de a poco bajaron hasta tomar sus manos. —

Andrés, lo último que necesito ahora es que termines en una pelea con mi padre. — Lo soltó con muchísima suavidad luego de acariciarle los dedos, no lo pensó mucho y entró a la habitación de su abuelo, lo vio allí en la cama, estaba demasiado pálido, ahora lo encontraba sin vida, ni Sergio ni Andrés tardaron en entrar, aunque el menor de lentes tuvo que guiar primero a su hermano para que rompa la mirada desafiante a su suegro, pero ella estaba sentada sobre la cama mientras acariciaba por última vez su mano fría. — Me dijeron que no te iba a pasar nada. — Se rió suavemente pero en realidad fue cuando se dio cuenta de que realmente su abuelo no iba a apretarle la mano, que no iba a escuchar su voz otra vez, que no iba a mimarla demasiado por ser la única nieta mujer que el tenía, entonces no demoró más en partir a llorar nuevamente, soltando suavemente su mano fría para ella cubrirse la cara, odiaba que la vean llorar, pero Andrés y Sergio lograron a ser una buena excepción. —

— Los hermanos no tardaron en reaccionar, Sergio llamaba a su madre para que vaya a buscar a los tres mientras que Andrés no demoraba en ir con Alicia, abrazándola suavemente, dejando que la pelirroja llore en su pecho mientras que el le acariciaba suavemente el pelo. — ¿Quieres que vayamos a mi casa? Sabes que a mamá no le molestas.

— Alicia asintió mientras dejaba caer todas las lagrimas sobre la camisa de su novio, prefería estar en cualquier lugar que en su casa rodeada de sus familiares hablando únicamente de lo que iban a recibir por el testamento, familiares que jamás se gastaron en preocuparse por el. —

— Cuando Alicia se separó Andrés le limpió sutilmente el rastro de lágrimas, le dio un sutil beso en la frente y la bajó de la cama, dejando que vea a el mayor por última vez, que lo abrace una ultima vez antes de que los tres salgan de la habitación. Su familia seguía ahí y incluso escuchaba a sus primos debatir quien se quedaba con los coches, pero también escuchaba a otros preguntándose que mierda estaba haciendo.
Caminaba en dirección a la salida pero su madre, más bien el títere de su padre, la frenó en seco. —

¿A dónde vas? Tú abuelo acaba de morir, me imagino que no te iras a casa de Andrés ahora, tenemos que leer todos juntos lo que dejo tu abuelo, ¿O no quieres saberlo? No seas una malcriada, maldita mocosa insolente, vas a venir a casa con todos, vas a leer lo que dejó tu abuelo y luego haces lo que se te antoje. — Margarita sabía que su esposo podía ser un muy buen padre con su hija, siempre le daba todo lo que ella quería, ¿Pero eso realmente era ser buen padre?¿Cuanto tiempo más iba a negar escuchar o ver como Javier trataba a Alicia? Ella no era su hija, para ninguno, para todos era Alicia Sierra, y Alicia Sierra no era hija de nadie, era la más inteligente, el rostro bonito de la familia, la inocente que no sabía de la venta de drogas escondida en el tabaco. Pero Caperucita era la mejor hermana postiza que Sergio podía tener, la que siempre le llevaba a Paula buenas charlas, que hacía que la casa estuviera cálida y para Andrés, esa mujer era su vida completa. —

Me quedaba esperanza de que seas distinta. — Dijo mirando con falsa desilusión a su madre. — No lo vinieron a ver ni una sola vez y ahora pelean por sus cosas, no los quiero ver. — Se zafó del agarre de la mayor y se fue del lugar luego de mirar mal a todos mientras que detrás de ella caminaban Sergio y Andrés como si fueran sus guardaespaldas, a su novio no le molestaría darle una buena hostia a Javier. —

Nunca la vi así. — Dijo la tía de Alicia observando como se perdía la silueta de su sobrina a través de los pasillos. —

Es todo culpa de ese chico, de Fonollosa, ¿Debería preocuparme de que le haya puesto los puntos a Margarita?¿Serán algo oficial?

Mientras que no se te revele a ti. — Ambos se miraron cómplices ante eso y la familia completa decidió ir a la casa de Los Sierra luego de acordar que a Enrique lo llevarían directo al mausoleo, pero no demoraron en llamar al abogado familiar que les debía de leer el testamento. —

— Alicia apenas salió se subió al coche de Paula, los tres iban en el asiento de atrás en silencio, la pelirroja con la cabeza recostada en el hombro de su novio mientras que Sergio acariciaba suavemente su mano, la cual sostenía tratando de mostrar su apoyo cómo podía. —

— Al llegar a aquella casa que se sentía más hogar que su hogar, al bajar del auto Paula no dudó en abrazarla, se había criado mitad con su madre, mitad con Paula...más con la contraria y luego del abrazo no demoraron en entrar a la casa. — Alicia, ¿Quieres dormir un poco? Al menos tratar de conciliar el sueño. — Ella asintió. — Vayan. — Les indicó, a Alicia le gustaba eso, el poder estar con libertad en la cama de Andrés porque a su madre no le molestaba, en cambio eso era algo que ella no podía ofrecer tanto a menos que sus padres estén fuera de casa. —

— Sergio abrazó a Alicia antes de que la chica suba con su hermano mayor, ni los meses que Andrés estuvo con Valeria la cuidó tanto como lo hacía con la pelirroja, era lindo verlos a ambos bien juntos, eran mejores amigos y novios a la vez, Andrés ya quería pedirle matrimonio. —

— Cuando la joven llegó a la habitación de su contrario se sentó en silencio en la cama, se quitó las botas y Andrés hizo lo mismo mientras la observaba cada tanto en silencio, prefería que ella hable primero en estas situaciones. —

Creo que ahora entiendo como te sentías cuando perdiste a tu padrastro. No estaba lista para sentirlo yo. — Se recostó en la cama viendo el techo, realmente no quería seguir llorando, de hecho no lo estaba haciendo, pero interiormente estaba con el corazón roto. —

Cuando falleció te tenía a ti. — Dijo haciéndole compañía al acostarse a su lado mirando el techo también, empezando a acariciarle suavemente la mano, que no dudó en entrelazar mientras seguía acariciando. — Y ahora tú me tienes a mi.

A veces eso me da miedo, no el tenernos, si no el perdernos.
Estamos juntos desde qué nacimos, no me imagino lo que sería perderte, estuvimos juntos en la niñez, adolescencia, ¿Y si te pierdo? — Ambos voltearon a verse a la vez y la mano libre de su novio no tardó en acariciarle el rostro. —

Lo único que nos separará a nosotros será la muerte, ni eso, estoy seguro de que nos encontraríamos otra vez. — A ambos les brillaban los ojos de la ilusión, la oji-azul lo besó amorosamente entre toda la tristeza y cuando se separaron se acomodaron en cucharita mientras el la mimaba, no podían dormir bien en soledad, probablemente ella no vaya a a dormir nada pero solamente necesitaba a los brazos de Andrés rodear su cuerpo, nada más...y a Comisario. —

¿Cómo? — Preguntó Javier cuando el escribano terminó de leer. —

Eso, que el señor Enrique Sierra dejó como única heredera a Alicia Sierra. — Los millones que todos ellos juntos cobraron en todos los años del negocio que definitivamente continuaría eran los mismos que Alicia iba a cobrar pero sin haber hecho nada. —

Espere, ¿Hasta la casa en Roma? ¿La cabaña del lago? — El hombre asintió. — ¿Y el departamento en París también? — También asintió. — Que hija de puta.

¿El coche?

¿Los relojes?

— Iban saltando las preguntas tanto de los primos de la pelirroja como también de adultos. —

Todo, todo lo que estaba a nombre del hombre le pertenece a la chica, tanto los terrenos, como los objetos y el dinero. Si alguien toca algo me veo en obligación de exponerlos con la policía. — Eso estaba en el testamento y todos sabían que si ese hombre sabía eso, alguien de confianza de Enrique también tenía la misma información. —

— Él mayor próximamente hablaría con Alicia para notificarle, no se fiaba de los Sierra y por suerte abandonó esa casa antes de empezar a escuchar la pelea tanto entre mismos familiares como contra Margarita y Javier, Alicia era afortunada de no estar en la casa ahora o hubiera recibido una serie de insultos acompañados de agarres/golpes por todo lo conseguido, puta pelirroja, no movió nunca un dedo, no sabe de la droga y hereda todo como si fuera ella misma la hija de Enrique. —

A Javier por unos pocos segundos en los que la insultaba o bebía whisky para relajarse un poco pensó en deshacerse de ella, pero no, no podía, levantaría demasiadas sospechas o al menos ahora.





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