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⟣ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟑 ⟢

«⸻Tus hijos tendrán un destino distinto a de los niños normales.»

«⸻No importa. Solo quiero tener hijos...por favor...»

Amina logró ver desde la distancia las luces de las velas de la biblioteca aún encendidas. La que le dio un pedazo de esperanza de que pudiera encontrar ahí si libro. Rogó a los seres supremos y suplicó que todo haya quedado en el pasado en cuanto tome su libro.

Corrió en cuanto vio a la encargada salir de ahí. Tomó una bocanada de aire para avisar que iba en camino, pero sus palabras se atascaron en su garganta en cuanto vio alguien extraño salir detrás de la encargada. ¿Quién era él? Era la primera vez que lo veía.

“Aléjate de él.”

Sea quién sea, la voz que siempre la acompañó desde que tiene memoria le advirtió.

Tuvo curiosidad por aquello, jamás la voz profunda y escalofriante le advirtió de alguien. Simplemente le ordenaba que escribir en sus libros, ¿por qué ahora le advierte? Y aunque nunca desobedeció, se escondió detrás de un pilar de una casa, cerca de la biblioteca.

Tenía la ventaja de que su presencia era invisible para la mayoría de personas, y ni se diga la capa que suele usar al salir para pasar desapercibida; teniendo en cuenta aquello, se asomó viendo lo que sucedía a la distancia.

Amina pronto su curiosidad creció en lo más profundo cuando aquella persona salía por completo, y gracias a la luz pudo ver que era un monstruo. Y no uno cualquiera.

Era el guardián de los sentimientos positivos.

Su madre y su padre le han prohibido a su hermano y a ella que nunca se acercarán a ellos, porque ambos eran crueles y los separaría de sus “amorosos” padres. Pero incluso a la distancia precenciaba la amabilidad y dulzura del guardián. Amina no lo veía como alguien malo, al menos no con las personas.

Se veía como su hermano.

Una extraña familiaridad en él le daba inquietud, algo que le era atemorizante porque hacían casi los mismos gestos. Y aunque su temor a él le impedía acercarse logró ver cómo el monstruo eleva su mano en despedida y se va corriendo a dirección del árbol de frutos dorados y negros.

Cuando por fin vio que no había peligro para ella un niño humano salió de la biblioteca, empujando a la encargada y correr casi a la dirección de Amina. Ella no se inmutó, porque sabía que era lo suficientemente invisible para ser detectada. Pero de todas maneras tuvo sus precauciones y se alejó un poco del pilar.

⸻La estúpida de Amina jamás se saldrá con la suya.

Abrió sus ojos a más no poder.

Aquella voz era de Richard. El niño admirador de su hermano, Yeray. Aquel niño que quizo hacerle daño pero que su hermano no permitió, ya que él solamente se hace el malo para apartar los malos pensamientos de su hermana y que él tuviera la reputación mala. Aunque muchas veces falla.

Richard escupió saliva a una flores que estaban frente de él, mientras que Amina estaba detrás de él. Viendo y escuchando todo.

⸻Yeray tendrá que pedirme ser su amigo si quiere que su estúpida hermana, obtenga ese pedazo de basura como libro. ⸻Insultó con rudeza y malicia en cada una de sus palabras.

Se podía sentir el recentimiento que obtuvo cuando Yeray defendió a su hermana. ¿Se abría pasado su hermano?; Amina lo pensó mejor.

Desde que Richard conoció a Yeray, su obsesión por ser igual a él creció, ya que podía ver cómo las personas aceptaban cada cosa mala que hacía sin recibir castigos severos como lo hacían con él. Con ello, Yeray obtuvo su propio grupo de amigos con quiénes hacía bromas, jugaban y charlaban, y Richard pronto quizo ser parte de ellos para recibir el mismo trato que recibía el rubio.

Por supuesto que el trato no era igual ni lo más parecido. Y eso lo convirtió en alguien testarudo e insistente en parecerse a Yeray.

Poco a poco Richard se fue dando cuenta que aquella niña callada, “bien portada” y obediente era su hermana gemela.

Desde ese momento se metía con ella creyendo que Yeray hacia lo mismo. Pero se equivocó y el rubio se lo ha dejado en claro. Así que definitivamente no se a pasado su hermano. Él puso un límite, y siempre lo ha hecho incluso con sus padres para evitar que la lastimen. Así que ese recentimiento era absurdo y para nada justificado, aunque sus abusos nunca se podrán justificar de ninguna manera.

En todo caso las palabras le alertaron. Una sensación de nerviosismo y algo caminar en su espalda le hicieron tensarse. Podía escuchar su corazón en sus oídos al imaginarse lo peor. Y esperaba que no fuera así.

Richard volvió a escupir a las rosas con odio, soltando una risa burlona. Que realmente sonaba malvada más que de diversión.

⸻Estúpida niña...⸻Soltó con odio, dejando a relucir una sonrisa maliciosa antes de entrar en la casa que se encontraba.⸻¡Ya estoy en casa, mamá!

Amina no se atrevió a salir hasta no escuchar más ruidos provinientes de la casa. Aunque un portazo fuerte le hizo saber con firmesa que ya no había peligro alguno. O al menos no en esa ocasión.

Salió de su escondite, caminando un par de pasos hasta estar frente de la puerta y ver ahí unos segundos por mera curiosidad.

“Tendrá su castigo”.

Nuevamente la voz le volvió hablar, teniendo una sensación de miedo en su piel, teniendo en cuenta que su pánico al escucharlo hablar era enorme. Sentía que era una alucinación pero a la vez, real.

Cerro sus ojos intentado callar los malos pensamientos y alejar toda sensación negativa, se giró su cabeza a dirección de la biblioteca y dio marcha a una pequeña maratón. Quedaba poco para llegar, pero quería averiguar lo antes posible si su libro seguía ahí y esperar que Richard no haya hecho una barbaridad.

Llegó y entró agitada, viendo con angustia el interior, quitándose su capa para mayor capacidad visual hasta dar con la encargada tomando algunos libros de las mesas.

⸻¡Mercy! ⸻Gritó con el objetivo que la notará.

La nombrada detuvo unos segundos lo que estaba haciendo y miró a la entrada, topandose con la mirada azulada de Amina.

En ese momento sonrió al verla ahí, sintiendo alegría de tenerla una noche con ella, pero aquello se esfumó en cuanto analizó bien el rostro angustiado de Amina.

⸻Amina, ¿qué sucede? ¿Pasó algo?

Mercy, la mujer (probablemente la única) más amable del pueblo, con preocupación se acercó a la niña, dejando todo en la mesa y prácticamente correr hacia ella en un intento de calmarla.

Amina también corrió hacia ella, y ya una vez cerca se lanzó a la mujer, llorando en su abdomen. Al fin y al cabo aún era una niña que no ha crecido; se aferró a Mercy y lloró soltando toda la angustia que la carcomía.

La mujer acariciaba su cabellera oscura, sin saber la razón del actuar de la niña. Así que dejó que se tranquilizara en su brazos y evitar confusiones a la hora de hablar con un nudo, (que probablemente) en la garganta de la pequeña.

⸻Perdí mi libro...⸻Murmuró en un intento de sonar lo menos adolorida del mundo. Pero su voz se quebraba, al igual que su cordura.

Mercy lo comprendió todo.

La niña había perdido lo más importante de su corta vida, y aunque nunca supo cómo Amina tenía tanta imaginación como para crear una historia, y al mismo tiempo no tener faltas ortográficas y una gramática impecable. Supo que aquel proyecto se había perdido con sus solas lágrimas.

Amina suele ser descuidada, por lo que Mercy le toca ayudar a la niña a buscar su libro; jamás pudo ver cómo era su dichoso libro, pero le gustaba ayudar.

⸻Lo encontraremos.

La dulces palabras de Mercy, por primera vez no surgieron efecto en Amina. Ahora solo sentía angustia, desesperación y miedo al tener en mente que alguien lo puede tener.

⸻Lo robaron....

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