1O; hands
hands
Billy pocas veces esta seguro. El amor es una de esas cosas. Y lo sabe, porque lo siente porque amar a alguien no está mal. Porqué ama a Steve, tal vez más de lo que alguna vez pensó amar. Porque no entiende como es que ese chico lindo se ha metido en sus entrañas, como ese chico bonito le ayuda a vivir, con cada latido de su corazón, suspiro, y respiro. Steve no sólo lo salvó aquella vez, sino que sin saberlo le ha dado una razón para vivir, porque quiere ser extraordinario, por Steve y también por aquella niña de cabellos rojos que sabe que le ama incondicionalmente, como siempre debe de ser como alguna vez su madre le amó, porque a pesar de que su madre no esté con él, Billy sabe con cada segundo que vive que su madre lo sigue amando y no importa que se haya ido, ella siempre lo ha hecho, y está Max, y muy a su pesar de que probablemente el niño bonito de Steve no le ame, ahí está justo en el momento preciso.
—Billy—llama Steve.
Está parado justo a lado del carro de Billy, con ese enorme suéter azul que hace ver a su piel aún más pálida, sus cabellos caen en su frente y brillan lo suficiente con los escasos rayos del sol, a pesar de los labios morados debido al frío, Steve se ve reluciente como si del sol se tratase, tan brillante, tan cálido y tan perfecto. Así es Steve.
—Bonito—apenas llama, y puede ver las mejillas rojizas en Steve, las mariposas llenan su estómago y la sonrisa boba de Steve le hace ver que disfruta de eso tanto como él.
—Supuse que estarías aquí—dice Steve acercándose a Billy, sus nervios se incrementan y su piel se eriza cuando ve a Steve a un paso de él, tan sublime y tranquilo. Steve parece estar hipnotizado por el arroyo que pasa debajo de ellos en aquel puente, en aquel lugar secreto que solo ellos conocen y parece ser algo más.—Max dijo que estabas triste.
Billy le mira rápidamente. ¿Acaso lo sabe?
—Tranquilo, Max no me dijo nada, quita esa cara—Steve ríe y Billy siente su pecho galopar como un caballo de carreras y piensa que la risa de Steve es como un canto dulce y tan cariñoso.—Quise saber como estabas, Billy...
Billy parpadea solo un segundo para después ver que Steve está pegado junto a él, y como la mano derecha de Steve se arruga entre sus dedos de la mano izquierda. Es suave como la seda y son tan cálidas que podría sostenerlas toda su vida sin sentir frío, son más pequeñas y delgadas que las de Billy, pero encajan en un solo segundo y Billy se pregunta si es casualidad que ambas embonen de manera casi exacta. Sus latido son fuertes y está seguro que Steve los oye, porque su rostro adquiere un color salmón, tenue pero lo suficientemente fuerte para darle vida a su rostro.
—Steve...
—Billy, déjame tomar tu mano y sostenerla...
No entiende en qué momento pero pequeñas gotas de agua salada resbalan por sus mejillas, no sabe porqué pero esta llorando, y siente que cada parte de su alma rota se pega poco a poco, lentamente pero con una fuerza descomunal, no sabe porque pero sostiene con fuerza la mano de Steve, aferrándose como si su vida dependiera de ello, como si el miedo con el que ha vivido tantos años se esfumara para tomar su lugar algo conocido que ha estado oculto por años: amor.
—Esta bien, Billy.— Susurra Steve, con una pequeña sonrisa adornando su bonito rostro, y transmitiendo la confianza que alguna vez perdió.—Estaré todo el tiempo que necesites...
—No sé si pueda ir a tu paso—su voz esta rota no obstante, su alma se esta reparando.
—Iremos al tuyo, te sontendre para que no caigas, y si caemos lo haremos juntos.
Billy le mira encapsulado en aquella hermosa burbuja, con un Steve seguro, hermoso y brillante como esa tarde de verano, con el viento avecindado el otoño, como Billy, frío, seco pero con un alma pura y fresca.
Billy no tiene miedo, no cuando está Steve sostieniendole la mano con fuerza y confianza, arropando lo con esos ojos chocolates. Billy pocas veces está seguro de algo, y está seguro que ama más a Steve de lo que alguna vez un mortal ha amado a alguien.
Y está bien, siempre lo ha estado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro