11; darkness
darkness
Le mira. Y suspira. Cansado, con frío y esa estupida chamarra sobre él, ciertamente odia Hawkins, odia el frío, odia el invierno, odia los pocos días de sol, odia lo pequeño que puede ser el pueblo, odio su gente y es que aún después de dos años viviendo en ese maltrecho pueblo aún se pregunta porqué mierda no se ha ido. Por Max responde su mente y por Steve responde algo dentro de él.
Steve Harrigton. Saborea sus letras apaciguado, las letras que se pregunta si Dios o cualquier ser le dio un poco de sapiencia a los padre de su princesa para tener un bonito nombre. Está ahí, parado justo frente a la tienda de Joyce comprando un par de bebidas, solo para ellos dos, porqué así es como se siente: ellos dos contra cualquier mierda que pueda haber allá fuera.
Se cuestiona internamente desde cuándo Steve, su Steve se ve tan jodidamente radiante, como una luz al otro lado de un oscuro callejón, una luz que no se apaga aún cuando la oscuridad la inunde y la ahogue. Steve es eso, una luz en su camino que lo guía a través de todo la basura que hay en el mundo, a veces piensa que Steve es demasiado bueno para este mundo, y cualquiera que haya negado la belleza de tenerlo es un imbécil. Lo siento Nancy.
Piensa y no es que esté completamente seguro, porque realmente lo está, Steve es radiante y no como lo sueles ser la particularidad de un ser humano, es más: su brillo mejora todo aún cuando no haya una salida y lo sabe, mucho mejor que nadie. Porque ama a Steve y no puede evitar sentir eso sobre él. Porque una basura como él Billy Hargrove no puede estar con un humano tan puro y hermoso como Steve; porque Billy piensa y cree (mucho más de lo que cualquier persona puede asegurar) que él no es bueno para Steve aún cuando esté último se lo haya demostrado.
Y suspira, como si eso fuese respirar. Steve es demasiado, demasiado para él.
—Quita esa cara de extriñido que tienes—Steve le mira con una linda sonrisa, Billy siente su corazón tener un poco de paz. Muerde su mejilla, no está listo para decirle.
—Estaba pensando—menciona Billy aceptando la cerveza que Steve le ofrece, Steve le mira detenidamente esperando pacientemente por sus palabras.-A veces pienso que hay demasiada mierda en este mundo.
El viento sopla, helado en sus mejillas, los días de verano y otoño acaban, da paso al gran invierno, tan helado y sombrío que parece ser una copia exacta de su alma, tan sublime, tan lejano los días de sol. Como en California, del otro lado de un mundo. Observa a Steve abrir su lata de cerveza, y no puede creer que algo tan simple como eso pueda cautivarlo, aún a la media noche y con medio pueblo dormido. Porque eso es lo que hacen después de todo, son cómplices, cómplices que están totalmente enamorados del otro pero son demasiado idiotas para notarlo.
—Lo hay,—acepta Steve con una gran seriedad, pero Billy no se deja engañar con ese traje de marinero, esas mejilla rosadas y esa enorme sudadera que tiene su princesa. Es adorable—. Por suerte no tengo que pensar en eso.
Billy le observa de nuevo, está vez con detenimiento. Steve se ve aún más bonito de lo que es, su patético traje de su actual trabajo, sus calcetas rojas largas, y ese fino rostro, por supuesto que Billy aún no está preparado para decirle lo mucho y estúpidamente enamorado que está de él. Son cómplices ¿no?
—¿Por qué no?—pregunta Billy, admirando la firmeza e ingenuidad de Steve.
—Porque tengo a los niños, Nancy, Jonathan, Robbie... y porque te tengo a ti idiota.
Una vez más como lo ha hecho en el último año, su corazón late, más de lo que alguna vez pensó que podía latir, la calidez que es presa de su pecho se expande como si el universo mismo naciera dentro de él. Steve le mira con esos bonitos ojos chocolates, brillosos y es entonces que siente ahogarse con todo el cariño con el que le mira, con ese brillo inigualable.
El momento es interrumpido por una gota de agua que cae en su mejilla, mira hacia el cielo y puede ver que una gran nube gris está sobre ellos, las gotas comienzan a cer una a una hasta convertirse en un diluvio sobre ellos, y piensa que fue demasiado estupido olvidar su auto en casa e ir por Steve al centro comercial por méritos propios. Odia la lluvia, otro punto para odiar Hawkins, odia el agua fría sobre su cuerpo empapado, odia las calles inundadas, odia el correr bajo la lluvia como si un niño se tratase, y sobre todo odia a su cerveza medio llena tirada en el estacionamiento de la plaza.
Corre por varios metros detrás de Steve.
Corre. Y sigue corriendo.
Y lo ve, empapado, con sus mejillas rojas debido al frío y el agotamiento, su cabello largo goteando, su cuerpo delgado empapado, sus ojos adornados con largas pestañas y diminutas gotas de agua sobresaliendo adquiriendo un brillo inigualable, su estupida sudadera víctima del agua larga y mojada. Tiene frío, puede verlo temblar bajo ese enorme árbol.
—Mierda, princesa. Por eso odio el frío.
Steve se ve encantando, observa arriba de ellos y puede ver el cielo nocturno albergando miles de estrellas que ellos no ven, la lluvia ilumina el lago más cercano junto a las pequeñas luciérnagas que comienzan su viaje de un lado a otro.
—Es...
—Hermoso —pero Billy no lo dice por ese extraño fenómeno en Hawkins.
—Tú eres como eso Billy —dice Steve aún viendo ese bello lago iluminarse dentro de la lluvia y esa oscura noche. Siente sus manos frías, ser recorridas por las manos de Steve, son tibias y suaves, su cuerpo se inunda de una gran paz, mira de soslayo a Steve-eres como la lluvia, tan caótica; eres como el invierno, tan frío y eres como la oscuridad, aún hay belleza si la iluminas correctamente.
Y Billy tiene ese nudo en la garganta, tiene ese nudo que puede romper el alma en un buen sentido, que puede romper el alma y sacar todo aquello que se ha guardado por mucho, mucho tiempo.
—Y la oscuridad también debe amarse, y debe merecer más...
Billy le mira sorprendido. Steve está a su lado y ya no observa el fenómeno, tampoco observa el agua caer de los árboles, y mucho menos observa la inmensidad de la oscuridad. Lo mira a él, con ese brillo que tanto tiempo ha anhelado que le viese, con ese que pocos en su vida pueden tener y amar. Steve se acerca a él, puede sentir su aroma a cerveza en su rostro y ese olor a menta que es dulce pero no lo suficiente para empalagarlo, las gotas de agua del cabello de Steve caen sobre sus manos, puede sentir emanar el calor del cuerpo de Steve y por primera vez agradece el terrible clima de Hawkins para poder percibir mejor el calor de Steve. Steve está demasiado cerca, Billy observa sus labios son rojizos y se pregunta si por el frío o por esas mordidas que provoca su princesa cuando está nervioso.
Mira detenidamente los orbes cafés de Steve.
Se acercan poco a poco.
Y se besan.
Un simple roce, sin otras intenciones. Puede sentir sus labios, son suaves y cálidos, con ese pequeño sabor a cerveza. Es un nuevo sabor, uno que no está dispuesto a dejar ir, Steve le mira y él mira a Steve. Es su primer beso pero, se siente como el centésimo. Ninguno dice algo porqué ambos saben eso sin embargo, son tan tontos que no se atreven a decirlo.
Entonces comprende, que hay belleza en la oscuridad y esa belleza que él tiene es gracias a Steve. Su Steve.
Espero les haya gustado, perdón la tardanza, como verán es su primer beso nada intenso.
Nos leemos:).
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