_ ᶠⁱᵛᵉ
CAPITULO 005
ᴶᵘᵍᵘᵉᵐᵒˢ ᵘⁿ ʲᵘᵉᵍᵒ
Caminamos juntos hasta donde estaba Valeria, quien, en cuanto me vio con Cristiano Jr. a mi lado, abrió los ojos con sorpresa y una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro.
—¿Pero qué tenemos aquí? —canturreó, cruzándose de brazos.
Rodé los ojos y sonreí.
—Ey, vamos a jugar vóley con los amigos de Cristiano. Vente.
Valeria me miró, luego miró a Cristiano Jr., y después volvió a mirarme con la misma sonrisa.
—¿Así que ahora son amigos?
—Algo así —intervino Cristiano con un tono divertido.
Valeria soltó una risa y se encogió de hombros.
—Bueno, ¿por qué no? Pero que conste que si pierdo, diré que me obligaron.
—Perfecto —Cristiano Jr. me miró y sonrió de lado—. Vamos, Mariann.
Sentí un leve cosquilleo cuando, con un movimiento natural, apoyó su mano en mi cintura para guiarme hacia la cancha improvisada de vóley playa. No me miró directamente en ese momento, pero su toque fue lo suficientemente notorio como para que mi piel se estremeciera.
Cuando llegamos, el equipo de Cristiano ya estaba listo, y al vernos, algunos silbaron y bromeaban con él en árabe
—Cuidado, Cris, que te roban el protagonismo —dijo uno de sus amigos, guiñándome un ojo.
Cristiano Jr. se rió y negó con la cabeza.
—No molestes—Dice riendo
El partido comenzó con energía, y para mi sorpresa, me defendía bastante bien. Valeria y yo jugábamos juntas, pero cada vez que yo estaba cerca de la red, sentía la mirada de Cristiano siguiéndome. En una jugada, salté para golpear el balón, y al caer, sentí sus manos en mi cintura, esta vez estabilizándome.
—Buena jugada —susurró cerca de mi oído.
Me giré hacia él, encontrándome con su mirada fija en la mía.
—Gracias, pero no necesito que me sostengan.
—Lo sé —sonrió, pero no quitó la mano de mi cintura de inmediato—. Es solo que… no quería que cayeras tan fuerte.
Me mordí el labio, tratando de ocultar una sonrisa.
El juego continuó con más bromas y risas. Cada tanto, Cristiano encontraba la manera de tocarme, ya fuera con una palmada en la espalda, un roce de hombros, o simplemente ayudándome a recoger el balón cuando caía cerca de él.
Cuando finalmente el partido terminó, con nuestro equipo como ganador, Valeria se acercó a mí y me susurró al oído:
—Ya son pareja verdad
Solté una risa, sacudiendo la cabeza.
—Cállate, Valeria.
Cristiano Jr. se acercó en ese momento, ofreciéndome un poco de agua.
—Te lo dije, eres buena.
—Y tú eres bastante competitivo —respondí, aceptando la botella.
Él sonrió con suficiencia.
—Tal vez deberíamos hacer una revancha pronto.
Lo miré fijamente, sabiendo que este juego no terminaba en la cancha de vóley.
—Tal vez —respondí con un toque de coquetería.
Y con eso, la tensión entre nosotros solo aumentó.
Después de una tarde de sol y risas en la playa, regresamos al hotel. El aire acondicionado del auto rentado era un alivio tras el calor sofocante de Arabia Saudita. Mi mamá, sentada en el asiento del copiloto, tarareaba una canción mientras Valeria y yo íbamos en la parte de atrás.
—Entonces, ¿qué tal la playa? —preguntó mi mamá con una sonrisa risueña, mirándonos por el retrovisor.
—Genial —respondió Valeria— Aunque Mariann robo miraditas
—No exageres —murmuré
—No, en serio, fue un espectáculo —insistió Valeria, lanzándome una mirada traviesa— Y alguien en especial la estuvo observando.
—¿Ah sí? —intervino mi mamá, claramente interesada.
—Nada importante —respondí rápido, pero mi mamá ya había captado la idea.
—Cristiano Jr. —canturreó Valeria.
Mi madre abrió los ojos con sorpresa y luego sonrió de lado.
—El chico que menciona tu hermano, ya se quién es, harían linda pareja
Valeria se echó a reír y yo me crucé de brazos, fingiendo indiferencia.
—Lo mejor es que conversaron demasiado—Menciona Valeria con una sonrisa
—No es nada. Apenas hablamos un par de veces.
—Sí, claro... —se burló ella—. Te miraba como si fueras la última Coca-Cola en el desierto.
—¡Valeria!
—¿Y qué opinas tú de él, Mariann? —preguntó mi mamá con una sonrisa traviesa.
Miré por la ventana, intentando contener una sonrisa.
—Es lindo, supongo.
—¡Ah-ha! —exclamó Valeria, señalándome.
—¡Dios, basta!
—Cambiando de tema, ¿vamos a comprar algo para la cena de esta noche? —pregunté.
—¡Sí! Necesito un vestido —dijo mi mamá—No planeé venir a una cena elegante.
Entramos a una boutique de lujo y mi mamá se dirigió a la sección de vestidos. Yo, en cambio, me detuve frente a unos tacones de Christian Louboutin los famosos Kate max de suela roja. Eran preciosos.
—Si no te los compras, lo haré yo —bromeó Valeria.
—Cállate —reí, mientras los tomaba en mis manos.
Finalmente, compramos lo necesario y volvimos al hotel para prepararnos.
Me miré en el espejo, deslizando las manos por la tela suave del vestido negro. Ceñido, con la espalda descubierta, elegante pero con ese toque atrevido que me gustaba y finalmente aquellos tacones de Louboutin esos hermosos y perfectos que había comprado en la tarde, y me giré lentamente para observarme mejor.
Era raro. Estaba ahí, maquillándome, arreglándome para una cena elegante en un hotel lujoso, en un país lejano… ¿en qué momento pasó todo tan rápido? Hace nada estaba en casa, con mis jeans rotos y mi coleta desordenada, sin pensar en vestidos ni en tacones de diseñador.
—Eres hermosa, hija.
La voz de mi mamá me sacó de mis pensamientos. Me giré y la vi apoyada en el marco de la puerta, con una sonrisa cálida y los ojos brillantes.
Me encogí de hombros con una media sonrisa.
—Lo sé.
Ella rió y negó con la cabeza.
—Y modesta también.
Solté una carcajada y volví a mirarme en el espejo. Sí, definitivamente esto era un cambio, pero… me gustaba.
Al bajar al salón, el lugar ya estaba lleno de jugadores, familiares y directivos. Todo se veía elegante, con luces cálidas y mesas decoradas con flores blancas.
Fue en ese momento cuando sentí una mirada intensa sobre mí.
Giré la cabeza y mis ojos se encontraron con los de Cristiano Jr. Estaba sentado en una mesa no muy lejos, vestido con un conjunto negro impecable que le quedaba increíble.
Valeria se inclinó hacia mí y susurró:
—Ese ya cayó, hermana.
Justo en ese momento, Georgina Rodríguez apareció a su lado, conversando con alguien.
Me giré rápidamente, sin querer que pensara que lo estaba mirando demasiado.
Seguí Caminando hasta nuestra mesa, donde ya estaban Santiago y algunos compañeros suyos.
—Hermana, estás deslumbrante —me dijo Santiago al besarme la mejilla.
—Gracias, hermano —respondí, sintiéndome cómoda entre ellos.
—Alguien está mirando mucho para acá—murmuró Valeria en mi oído, divertida.
Sonreí y bajé la mirada a mi copa de vino. No podía negar que la atención de Cristiano Jr. me provocaba una extraña emoción.
— Buenas noches, damas y caballeros, bienvenidos a este evento especial. Esta noche celebramos una gran alianza deportiva, una que promete ser una de las más emocionantes del año. El equipo de Al Nassar, y el equipo Colombiano
El presentador hizo una pausa para dejar que la información calara en el ambiente. La gente aplaudió brevemente, y algunos comenzaron a murmurar entre sí. Por un momento, sentí una sensación extraña, como si estuviera completamente fuera de lugar.
Pasaron unas cuantas horas, y la pequeña fiesta comenzó a tomar forma. La música se intensificó un poco, la gente bailaba y conversaba animadamente. Yo, sin embargo, necesitaba un respiro, así que decidí salir al aire fresco. Necesitaba despejar mi mente.
Me levanté de la mesa y caminé hacia la terraza, dejando atrás la bulliciosa sala llena de risas y conversaciones. El aire fresco me acarició la piel y tomé una profunda bocanada. Cerré los ojos por un momento, agradeciendo el silencio.
—Te queda lindo ese vestido.
Mi corazón dio un brinco. Me giré y lo vi apoyado en la barandilla, con su copa en mano y una sonrisa ladeada.
—Gracias —respondí con naturalidad, aunque por dentro sentía que el aire se volvía más denso.
Cristiano Jr. se acercó un poco más.
—Sabes tengo una duda, si gano el partido, ¿Saldrías conmigo?
Le lancé una mirada entre divertida y retadora.
—Tiene que ser necesariamente si ganas el partido además, depende
—Vaya, bien entonces si no importa si gano saldrías contigo— Dice acercándose hacia mi—¿Y de que depende eh?
—Eres curisito—Digo tocándole la nariz como si fuera un botón
Él soltó una pequeña risa y luego, con una expresión más curiosa, preguntó
—El chico con el que estabas en la mesa… ¿quién es?
—¿Por qué?
—Solo curiosidad.
—Es mi hermano.
Él asintió, y por un segundo pareció aliviado.
—Pensé que era tu novio.
—No.
—Menos mal —susurró él
Su voz ronca se deslizó sobre mi piel como un susurro prohibido. Se inclinó apenas lo suficiente para rozar mi cintura con su mano, lenta, tentadora, antes de apartarse con una sonrisa encantadora.
Pero no se fue.
Se quedó ahí, mirándome, estudiándome. La tensión se acumuló en el aire entre nosotros.
Su mano regresó, esta vez con más intención, deslizándose con sutileza por la curva de mi espalda baja mientras se inclinaba ligeramente hacia mí. Podía sentir su respiración, tan cerca que un mínimo movimiento nos haría romper la distancia.
—Me enavanta como te vez, me estás provocando—murmuró, su voz más grave, más baja y Serca de mi oído
Mi pulso se aceleró. Su mirada bajó fugazmente a mis labios, y por un instante pensé que lo haría. Que acortaría ese último centímetro y me besaría ahí mismo, sin previo aviso, sin importar quién estuviera alrededor.
Pero no.
Se detuvo justo antes, con una sonrisa traviesa, un destello de burla en sus ojos oscuros.
—Nos vemos luego, Mariann
Rode los ojos mirándolo irse—Maldito perro, bien si quieres jugar, juguemos—susurre para mí
@Mriann.j03 Instagram via feed
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro