- 11 | Potter
—¡Malfoy! —gritó James entre la marea de estudiantes derramada en el pasillo.
Maia, cargada de libros y conversando con Tony, no lo escuchó, y si lo hizo, fingió no hacerlo. James se abrió paso a empujones entre sus compañeros, derribando a uno que otro niño de primer año por el camino.
—Malfoy —exclamó entre jadeos por el esfuerzo, tendiendo un brazo hacia el suyo.
Maia y Tony dejaron de caminar, observándolo con ojos llenos de irritación, reprochándolo por interrumpir su mañana tranquila.
Tony rodó los ojos— Me encantaría quedarme a charlar con ustedes, pero llegaré tarde al almuerzo.
James la miró confundido mientras se alejaba— ¿Almuerzo? Son las nueve de la mañana.
Junto con los otros estudiantes, Tony se dirigió a sus clases, dejando a James y Maia solos.
—¿Qué quieres, Potter? —interrogó Maia— Si deseas echar a perder lo que estaba siendo un día hermoso entonces ya lo lograste.
James sonrió con arrogancia— Esa siempre es mi meta. Sin embargo, hoy quiero hablarte de otra cosa, ven, camina conmigo —dijo colocando una mano sobre la espalda de Maia y dirigiéndola junto a él.
—Me vuelves a tocar y te asesino —amenazó ella embocándole un codazo entre las costillas.
—Mensaje recibido —dijo James agarrándose la zona afectada—. Entonces... sobre los mortífagos en Hogwarts...
—¿Puedes dejar ir eso? Te caíste hace un mes y sigues con alucinaciones. Ya te lo dije; debe haber sido un sueño que tuviste mientras estabas inconsciente.
James sonrió de oreja a oreja— Me encantaría creerte Malfoy, desafortunadamente no lo hago. Escuché perfectamente tu monólogo sentimental mientras estaba fingiendo dormir, es natural que no te dieras cuenta, soy un increíble actor.
—Sería genial que llegaras al punto tan bien como actúas.
—A eso iba, quiero que me incluyas en tu plan.
Maia dejó de caminar y parpadeó, confundida— ¿Qué plan?
James se colocó frente a ella con la misma sonrisa arrogante que había mantenido durante toda la conversación— Vamos, eres una Malfoy, por supuesto que tienes un plan de venganza genial para asesinar mortífagos. Quiero estar en él, de lo contrario le diré a McGonagall que planeas ir tras ellos.
—Oh, ya veo —Maia rio suavemente—. Esto es solo un capricho de un niño que vivió bajo la sombra de su papi toda su vida.
—No lo es, Malfoy —James borró su sonrisa y frunció su ceño—. Solo quiero-
—Ya sé lo que quieres cariño, "ayudar a Hogwarts", justo como el elegido quiso hacerlo. Te diré algo, idiota, entiendo que hayas heredado el complejo de héroe de tu padre, pero no necesito tu ayuda, así que no metas tu enorme nariz en asuntos que no te incum-
Antes de que terminara de hablar, una fuerte explosión se escuchó desde el final del corredor. Maia agarró a James por el cuello de su camisa y lo empujó dentro de un aula vacía— Quédate aquí, idiota, y no hagas ruido.
Antes de que él pudiera protestar, Maia cerró la puerta con magia y corrió a esconderse detrás de una columna. Una figura encapuchada con una máscara plateada se acercaba lentamente por el pasillo, sosteniendo una varita en la mano izquierda.
—Hacía mucho tiempo no te visitaba, Maia —bramó con una voz metálica—. Ya extrañaba nuestros encuentros.
—Yo no tanto —susurró Maia—. ¡Bombarda!
El mortífago se protegió, y siguió avanzando silenciosamente entre los pasillos vacíos, que habían estado felizmente llenos de risas y conversaciones de estudiantes hace tan solo unos minutos. Maia asomó su cabeza unos centímetros, pensando que había dado en el blanco. Desafortunadamente, estaba equivocada. La figura encapuchada lanzó un hechizo contra su pierna que le dolió inmediatamente. Cuando estaba a punto de caer de rodillas, la figura agarró su cuello con un guante de metal, sosteniéndola a escasas pulgadas del suelo y vaciando de aire sus pulmones.
—Eso es, respira por última vez, asquerosa traidora de la sangre —Maia trataba de alejar la mano de su cuello, pero sus ojos estaban comenzando a rodar lentamente por detrás de su cabeza—. Nunca llegarás a cumplir tu destino, de la misma manera que nunca encontrarán tu cuer-
Maia fue soltada repentinamente, cayendo de un tirón. Apoyada de piernas, trataba de aliviar el dolor de su cuello frotándose con una mano, mientras la otra estaba firmemente aferrada al suelo. Mientras tosía frenéticamente pudo divisar a James, sosteniendo un trofeo en alto, y al mortífago tirado inconsciente en el suelo.
—¿Qué estabas diciendo? ¿Qué no meta mi nariz en dónde?
Maia ignoró su comentario, todavía enfocada en volver a llenar de oxígeno sus pulmones— Ve... a b-buscar... a McGonagall...
A los minutos, James volvió corriendo con McGonagall detrás.
—¡¿Qué es esto?! ¡Le ruego que se explique, señor Potter!
—Verá, profesora, Malfoy aquí presente —comentó mientras la ayudaba a levantarse— me estaba contando como no necesitaba de mi ayuda cuando un mortífago apareció. Ella procedió a encerrarme en el Salón de Trofeos, olvidándose de que yo también soy un mago. En conclusión, mientras Maia...
—No me llames así —protestó Maia.
—Te acabo de salvar la vida, cariño, te llamaré como quiera —Maia rodó los ojos—. Mientras Maia era asfixiada por el mortífago yo agarré un trofeo, lo golpeé y salvé el día. No tienes que darme las gracias.
—¡Podría haberlo hecho sola! Lo tenía contra las cuerdas.
—¿Contra las cuerdas? ¡Por poco te rompe el cuello!
—¡Basta! —exclamó McGonagall—. No pensé que vería un par de personas tan tozudas desde... No importa. De cualquier manera, el señor Potter hizo algo heroico, y tiene que reconocerlo señorita Maia. No sea desagradecida.
Maia bufó— Muchas gracias, cabeza de chorlito.
James sonrió ampliamente— Por nada, Maia.
—Estás caminando por hielo fino, Potter.
—Basta ya. Señor Potter, por su acto de benevolencia hacia su compañera la casa de Gryffindor se lleva 50 puntos.
—¡Oh, vamos! —exclamó Maia mientras James sonreía con arrogancia.
—Muchas gracias, profesora.
—Ahora, encárguese de llevar a su compañera a la enfermería. Luego de eso ocúpese de llamar al profesor Slughorn y al señor Harry Potter.
—Entendido.
Mientras McGonagall se quedaba monitoreando al mortífago inconsciente, James se preocupaba de arrastrar a Maia a la Enfermería.
—No necesito ir, estoy completamente bien.
—Si te suelto caerás al suelo tan fuerte que tu pierna empeorará... Pensándolo mejor tal vez debería dejarte caer.
—Muy gracioso.
Al llegar a la Enfermería, James dejó a Maia sobre una de las camas tendidas.
—¿Qué más quieres? ¿Una palmadita en el hombro? Vete ya —exclamó Maia.
James frunció el ceño— Acabo de, literalmente, salvar tu maldita vida. ¿Y ni siquiera eres capaz de agradecerme?
—Ya te di las gracias, Potter.
—No, no lo hiciste. Al menos no genuinamente. ¿Por qué me detestas tanto?
—Oh no puedes realmente estar haciendo esa pregunta. ¿Acaso no recuerdas todas esa veces que hiciste sentir mal a mi hermano? No solo a él, al menos cincuenta estudiantes tuvieron que soportar que el hijo del elegido les hiciera la vida imposible. Eres una terrible persona, Potter.
—Pero... Maia, acabo de salvar-
—¡Sí, me salvaste la vida! ¡¿Quieres un maldito altar por ello?! Deja de intentar ser mejor que tu padre y vive tu propia vida.
James no supo como reaccionar a esas palabras. Al principio se enojó, estuvo furioso por unos segundos. Luego, destensó los músculos y entendió que, debajo de todo el odio de Maia, había un poco de razón. Él no era un santo. Nunca lo había sido. Siempre se había sentido incomprendido, pero Maia prácticamente resumió su vida en una maldita frase. Lentamente, y para que Maia no se diera cuenta de las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, se giró y comenzó a caminar con dirección hacia la salida.
—Oh... y Potter.
James se giró de vuelta, a unos metros de ella.
—No me llames Maia —declaró ella, arrastrando las palabras de la manera más fría que pudo expresar.
En cuanto James se hubo ido, Maia se tendió completamente en la cama, tratando de ignorar la sangre que brotaba de su pierna. Luego de un cuarto de hora llegó Poppy, la enfermera del colegio.
—¡Señorita Malfoy! El señor Potter me contó lo que sucedió y me avisó que viniera en seguida.
Esas simples palabras hicieron caer a Maia en la cuenta de todo lo que le había dicho a James hace tan solo unos minutos. Un sentimiento de arrepentimiento arremetió en su corazón, sabía que no debía haberle gritado, en especial porque había evitado que muriera brutalmente a manos de un mortífago. Aun así, todo lo que dijo era verdad, y el chico pareció entenderlo después de una momentánea furia.
~★~
El invierno había llegado, junto con los últimos días de clase antes de las vacaciones de Navidad. Hogwarts estaba cubierto por un manto blanco inmaculado, sus muros y suelos de piedra helaban de frío, y sus estudiantes no podían estar más emocionados por ir a casa.
Claro, todos menos James Sirius Potter.
No se volvió a dar ningún tipo de conversación entre Maia y James. Ya sea porque no coincidían o porque James la evitaba. Había estado pensando en sus palabras, aprendiendo a aceptarlas. Trataba de no intentar sobresalir de la multitud, al menos no molestando personas como antes. Verdaderamente intentaba ser una mejor persona, un chico que no estaba obsesionado con sobrepasar a su padre en todo lo que hacía.
Por esta razón no tenía intención de ver a su progenitor. Había sido suficiente verlo cuando llegó a Hogwarts a llevarse a Azkaban al mortífago que casi mató a Maia, no estaba seguro de soportar estar en su incomparable presencia otra vez.
En otras noticias, Maia estaba extasiada. Habiendo dejado la pequeña discusión con James en el pasado, se sentía libre. Podía caminar entre los pasillos del colegio sin sentirse completamente acechada por mortífagos. La noticia del arresto salió en todos los periódicos, y como no había habido ningún ataque desde entonces, la mayoría del mundo mágico se regocijaba pensando que el mal había sido derrotado.
Maia no lo creía, pero se había propuesto vivir en el presente. Por el momento estaba deseando volver a casa con muchas ansias, pasar tiempo con su padre y con su hermano menor. ¿Quién sabe? Tal vez hornear algunas galletas y hacer muñecos de nieve, o lo que sea que los muggles hicieran en Navidad.
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★ N/A:
Después de haber estado sin energía para continuar esta historia, finalmente me organicé y decidí terminarla. Esperen más capítulos de ahora en adelante, tal vez uno por semana, pero no se emocionen. Déjenme saber si les gustó el capítulo.
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