- 08 | Primer Día
[Maia]
Era el primero de septiembre al rededor de las siete de la mañana. Maia se encontraba en su cama, despierta, sumida en sus pensamientos mientras aspiraba el fresco y renovado aire mañanero que emanaba de la ventana abierta.
A través del ventanal se podía contemplar un paisaje digno de pintar. El cielo negro moría para dar paso a uno azul muy oscuro, se veía interrumpido por pequeñísimas manchas blancas distribuidas al azar, que se alternaban con nubes de formas caprichosas que formaban construcciones aéreas, mágicas y móviles, que, impulsadas por un viento fuerte, dejaban en el firmamento espacios despejados. La cálida luz del sol, a veces eclipsada, no llegaba a iluminar más que las copas y las hojas más externas de los árboles, generando un ambiente tenue en la habitación de Maia.
Se sentía nerviosa. No era un secreto que los Malfoy no eran muy bien recibidos en la sociedad, al menos no en la parte más prejuiciosa de ella. Se despabiló tratando de evitar meterse de lleno en meditaciones innecesarias y, probablemente, pesimistas.
Terminó de desayunar sola, puesto que su padre no se encontraba en la mansión y Scorpius aún dormía. Subió a su habitación para terminar de preparar su baúl. Draco le había comprado uno de madera oscura con sus iniciales (M.L.M.) pintadas en verde, pues Draco tenía la esperanza de verla en Slytherin. Lo primero que Maia había hecho al acomodar el obsequio en su habitación había sido colocar una desprolija "G" al final de las iniciales. A pesar de no aparecer en el registro oficial, el apellido de su madre sería siempre una manera de recordarla y mantenerla cerca.
Escuchó algunos ruidos abajo, probablemente Scor había despertado y ahora desayunaba. Al rededor de las diez, cuando faltaban unas cuantas decenas de minutos para ir a Hogwarts, Draco llegó a la Mansión con un regalo.
- Es tradición que cada mujer de la familia Malfoy empiece la escuela con un compañero felino -le contó a la vez que le entregaba una jaula con un animal dentro.
Maia la abrió emocionada y se encontró con unos ojos ambarinos enormes que la miraban. Le recordaban mucho a los de su lechuza Plutón. A Los pocos minutos se encariñó con aquel gato negro de pelaje suave.
- Ya se que es un poco tarde... -se disculpó Draco- ya que has empezado en Ilvermorny hace tres años, pero...
- Es hermoso, papá. Gracias -le agradeció ella feliz- Te voy a nombrar "Tori" -le habló al gato esta vez.
Draco sonrió al escuchar eso. El sobrenombre de Astoria era Tori. Sin duda Maia extrañaba a su madre, por más fuerte que tratara de mostrarse.
- ¡Vamos a Hogwarts! ¡Hoy vamos a Hogwarts! ¡Tu primer día, Maia! -Scorpius bajó a zancadas por la escalera arrastraban su baúl, aparentemente muy feliz.
Draco les dedicó una sonrisa- ¿Listos?
Maia suspiró, asintiendo. Los tres se metieron a la chimenea y arrojaron puñados de polvos Flu para aparecer en el Andén 9 ¾. A donde quiera que mirara Maia se encontraba con cientos de rostros desconocidos. Algunos decoraban sus ropas con bufandas pertenecientes a sus respectivas casas, con insignias coloridas y hasta gorros de lo más excéntricos.
- Ahora, -dijo Draco poniendo ambas manos en los hombros de sus hijos- no quiero enterarme de que alguno de ustedes se ha comportado mal -les advirtió con una mirada severa.
- Oh, por favor, si somos angelitos -le contestó Scorpius con una fingida mirada inocente en el rostro. Realmente convencía a su padre con aquella expresión.
- De ti me fío Scor, Maia es la que me preocupa -declaró él entre serio y divertido.
Pero Maia no parecía prestar real atención a lo que su padre les decía.
- ¿Qué tienes, hija?
- ¿Qué tal si quedo en Gryffindor? -preguntó Maia preocupada- Seré la única Malfoy que queda en la casa de los leones, un hazmereír. ¿Y si soy la squib de Gryffindor, al revés que Albus? ¿Y si... -no alcanzó a terminar cuando Draco la interrumpió.
- Maia Lyra Malfoy. No me podría importar menos en qué casa quedes -la tranquilizó su padre. Aquello era verdad hasta cierto punto. «Ojalá no quede en Hufflepuff» solía pensar.
- Exacto. Además se nota que tienes madera de Slytherin. Cálmate. Aunque tampoco estaría tan mal quedar en Gryffindor. Estarías con Rose -agregó Scorpius.
Esas palabras parecieron aliviar a Maia.
- ¡Ahí viene Albus! -exclamó feliz Scorpius.
[James' P.O.V.]
★N/A: Point Of View: Punto de vista.
- ¡Scorpius! -oí a Albus gritar.
Automáticamente fijé mi vista en él. Corría hacia mini-Malfoy demasiado emocionado para mí gusto, ¿por qué papá siquiera había permitido que fueran amigos?
Un poco más lejos se encontraban Malfoy y su hija. Rápidamente traté de zafarme de la situación, no quería saludarla a ella ni a su padre mortífago. Me ocupé mejor en encontrar a Fred o a Chris, mis mejores amigos.
- ¡Freddie! -exclamé cuando lo vi.
Al llegar junto a él noté que no estaba solo, sino en compañía de una chica de Slytherin que persigue desde nuestro segundo año.
- Entonces Tony... ¿Qué dices? Tú y yo, primera salida a Hogsmeade de este año -propuso mi primo.
Él suele ser así, algo lanzado con las personas. Pero supongo que a esta chica no parecía gustarle demasiado mi primo y su reputación.
- Sal de mi vista, Weasley -lo rechazó sin más, haciendo un gesto con la mano.
- Por favor Tony, ya te he dicho lo mucho que me gustas.
Este tío de veras estaba loco por ella.
[Maia's P.O.V.]
Había saludado a la familia Potter y Weasley, pero por alguna razón el imbécil de James no estaban ellos. Alcé la vista buscándolo, pero en su lugar me encontré con un pelirrojo (probablemente Weasley) acosando a una chica pelinegra.
No dude ni dos segundos y me acerqué a ellos. Me coloqué entre ellos y le di un empujón al chico.
- ¡Mierda! -exclamó el tarado cuando calló al piso por el impacto.
- Eso te pasó por imbécil, Weasley -le dijo la chica de pelo negro- A propósito, si te me vuelves a acercar te golpearé yo misma.
- ¡Malfoy! ¡¿Qué crees que haces?! -ahí estaba Potter. Salió de entre la gente como si nada. Probablemente había observado toda la situación y no planeaba hacer nada al respecto.
- Ayudaba a... -comencé.
- Tony -dijo la chica.
- A Tony, del pelirrojo tarado -
- El "pelirrojo tarado" se llama Fred y es mi primo -comentó Potter. ¡Ja! Cómo si me importara su árbol genealógico.
Un chirrido que indicaba la próxima partida del tren sonó. Tony recogió su equipaje y caminó hacia la locomotora.
- ¿Vienes? -me preguntó.
- Adelántate -le contesté dirigiéndome hacia mi padre.
- Maia, ¿Es idea mía o acabas de empujar a Fred Weasley? -me preguntó Albus, quién estaba junto a mi hermano.
- ¡Albus! -lo saludé- Si, creo que lo hice -dije mientras me encogía de hombros.
~★~
[Maia]
Maia se despidió de Draco y de las familias Potter y Weasley y subió al tren, donde encontró a Tony esperándola en un compartimento.
- Nunca me dijiste tú nombre -le comentó Tony cuando ambas estuvieron sentadas.
- Maia Malfoy Greengrass -informó estirando su mano.
- Antoinette Albanni -estrechó la mano de la rubia- Pero dime Tony.
- ¿Albanni? -preguntó. No le parecía haber escuchado ese apellido jamás.
- Hija de muggles -explicó.
- Oh...
- ¿Este es tu primer año? -preguntó Tony.
- Cuarto, pero es mi primer año cursado aquí -contestó la rubia- ¿El tuyo?
- También cuarto, todos en Hogwarts. Una Slytherin orgullosa -contó Tony con autosuficiencia.
- ¡Eso es genial! Yo entraré en Slytherin. O eso espero -Maia se encogió de hombros- Oye, si no te molesta contarme, ¿qué pasaba con Weasley?
Tony suspiró, disgustada- El tarado intenta invitarme a salir desde segundo año. Cree que aceptaré solo porque cualquier persona de Gryffindor lo haría. Es un idiota -respondió rodando los ojos.
Unos minutos más tarde, Maia y Tony ya estaban hablando como si se conocieran de siempre, la chica era sin duda muy interesante.
- ¿Capitana del equipo de Quidditch? ¡Pero si solo tienes catorce años! -dijo Maia sorprendida.
- ¿Qué puedo decir? Quise entrar desde primer año, pero no lo tenía permitido. Al final entré en segundo y me hicieron capitana en tercero.
- Eso es genial. Me encantaría entrar al equipo este año.
- Pues haz la prueba, de seguro quedas, teniendo en cuenta que tu padre fue buscador en su época.
- ¿Cómo sabes eso? -Maia se quedó un poco sorprendida, no creía que su padre fuera conocido precisamente por el Quidditch.
- Soy una fan -Tony le guiñó un ojo.
Unas horas más tarde el tren arribó en la estación de Hogsmeade. La mayoría de los alumnos se subieron a carruajes que los llevaron hasta dentro del castillo, salvo los de primer año.
El Sr. Longbottom, quien se encargaba de recibir a los alumnos de primero, le indicó a Maia que esperara a que los alumnos más jóvenes llegaran afuera del Gran Comedor. Cuándo estos al fin llegaron, el Sr. Longbottom los encabezó hasta dentro del salón.
Luego de unos cuantos minutos, Maia escuchó una especie de presentación:
- Este año Hogwarts va a recibir a una alumna. Maia Lyra Malfoy -se escucharon bastantes murmullos por el apellido- se unirá al cuarto año y, como todos, se someterá a la ceremonia de elección -
En ese instante, ambas puertas que le impedían a Maia ingresar al Gran Comedor se abrieron de par en par. Ella accedió al salón sintiéndose pequeña por la inmensidad del ambiente. Cientos, tal vez hasta miles de ojos estaban fijados en ella.
Todos los alumnos, separados por cuatro mesas ubicadas paralelamente, estaban cuchicheando y susurrando mientras la observaban. Pudo observar a Scorpius en la mesa de Slytherin, su hermano le levantó los dos pulgares y ella se relajó. Un poco más allá pudo ver a Tony sonriéndole.
Llegó a la tarima donde estaba ubicada la mesa de profesores. Una vieja con un sombrero espantoso (descripción de Maia) la saludó y le indicó que se sentara en un banquillo de madera. Por lo que Draco le había dicho y su similitud con la señora de las ranas de chocolate, esa era la directora McGonagall.
Se sentó en aquel banco y sintió que le comenzaban a colocar una especie de trapo sucio en la cabeza. Ella inmediatamente se apartó.
- ¿Me pondrá ese horrible harapo en la cabeza? -preguntó Maia, generando una risa general entre el alumnado.
- Ese "horrible harapo", como usted lo llama -comenzó la directora- es el Sombrero Seleccionador. Este la ubicará en su casa -le informó seria.
- Oh, bueno. Pero no tan seria Minnie, que le salen arrugas -le dijo sonriendo mientras se volvía a acomodar.
Una risotada de un chico de Slytherin desencadenó carcajadas por parte de bastantes otros estudiantes.
McGonagall suspiró. Probablemente se hubiera enojado más si no la hubieran llamado de la misma manera por siete años cuatro chicos bastante revoltosos. Le colocó el Sombrero Seleccionador a Maia.
«Mmm... -Maia se sobresaltó, ¡El maldito sombrero había comenzado a hablar!- Veo mucho potencial en ti niña... Tu inteligencia y lealtad te podrían posicionar tanto en Ravenclaw como en Hufflepuff, pero tu valentía es digna de una Gryffindor -la rubia comenzó a asustarse- Sin embargo, veo que estás cualidades no son nada comparadas con tu ambición, orgullo y astucia. Creo que... Sí. Definitivamente. ¡Slytherin!»
Maia soltó todo el aire que estaba reteniendo. Sintió alivio crecer en sí misma de la misma manera que crecían los aplausos en la mesa de su casa correspondiente. Una felicidad que no sentía hace mucho tiempo la invadió por completo mientras se dirigía hacia la mesa con banderines verdes y plateados. Algo le decía que ese año todo en Hogwarts sería genial.
Lo que Maia no sabía era cuan equivocada estaba...
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★ N/A:
¡Chan, chan, chaan!
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