➤ꜱᴜꜱᴘɪᴄɪᴏɴꜱ
Un… ¿Demonio triángulo?
Llámame “Phil”
—No puede ser coincidencia. —habló para sí mismo.
Después de unas dos horas de pasar con Philip, regresó a su casa con muchas preguntas en su cabeza, si bien es cierto que disfrutó ese rato con él, también se sintió como un déjà vu, Philip parecía tener un gran parecido con el demonio al que se había enfrentado el último verano, pero él estaba muerto, no podía ser él.
Todo el camino pensó en distintas posibilidades, pero según él, ninguna sería correcta, pues se salía mucho de la realidad.
Haber estado con el rubio, se había sentido como si estuviera conviviendo con otra versión suya, pues al compartir casi los mismos gustos era algo genial, el adolescente era simple, pero activo, y algo coqueto de vez en cuando, casi siempre le sonrió al estar juntos, pero estaba bien.
Lo que lo sorprendió fue cuando le dijo que lo llamara por un diminutivo que sonaba como el nombre de aquel demonio, por un segundo pareció haber escuchado su nombre, motivo de su reacción anterior, pero al procesarlo suspiró tranquilo, no había sido eso. Era obvio que seguía sensible por el tema de Bill, tuvo constantes pesadillas sobre él y el Raromagedon en las cuales perdía todo, pero creyó que era normal tener ese tipo de sueños por las experiencias que había vivido.
Sacudió su cabeza, alejando esos malos pensamientos y siguió su camino hacia la cabaña del misterio, ya está cerca y en cuestión de segundos llegó a su destino, se adentró en el lugar encontrándose con Soos atendiendo a unos clientes junto con su novia, los saludó y se dirigió al pasillo donde subió las escaleras hasta su habitación.
Se sentó en su cama y comenzó a hojear el diario de su tío, volteando las páginas hasta la que tenía plasmado un dibujo de Bill, y de nuevo, la imagen de Philip se le vino a la mente.
Apartó el libro y se dio una palmada en el rostro, frustrado.
—¡Concéntrate, Dipper! No es él, no tienen nada que ver el uno con el otro que, Bill… Ya no está. —dijo intranquilo. —Son puras casualidades, nada más. —trató de convencerse a sí mismo, cosa no parecía funcionar.
Primer día de verano, y ya hay misterios. En fin, Gravity Falls.
Por otro lado, aquel demonio rubio estaba espiándolo gracias a un hechizo que realizó en el bosque, miraba aquella imagen de Dipper frustrado con una sonrisa mientras apoyaba su mentón en la palma de su mano derecha a la vez que se acomodaba sobre el suelo.
—Eres listo, niño pino.
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La noche cayó, los integrantes de la cabaña se encontraban cenando una deliciosa pizza en el comedor mientras platicaba muy felices sobre su día, todos excepto Dipper, quien jugaban con el tenedor y su comida, parecía tener la mente perdida y su semblante serio lo demostraba, quiso sacarse el tema de Philip, pero no lo consiguió, y eso lo estaba molestando.
Melody notó el comportamiento del castaño, así que intervino.
—Dipper, ¿te sientes bien? —consultó con amabilidad. El mencionado reaccionó ante la pregunta.
—Ah, sí. —contestó serio. Los demás se extrañaron.
—Hey, Dipp, ¿a dónde fuiste cuando desapareciste en la tarde? —habló Mabel.
—Al bosque, quería leer tranquilo. —dijo cortante.
Un silencio incómodo inundó el ambiente, los otros tres se intercambiaban miradas confundidas, mientras que el último fijó su vista al paisaje nocturno que se veía por la ventana frente al comedor, viendo las estrellas salpicadas en el cielo, devolvió su vista al plato de comida y luego a sus acompañantes, quienes lo miraban preocupados.
—Estoy bien, solo algo cansado. Me iré a acostar primero. —empujó la silla hacia atrás para poder levantarse, tomó su plato y lo llevó hasta el fregadero y luego se dirigió a la salida del cuatro, no sin antes desearles las buenas noches a los demás, quienes le respondieron gustosamente.
Nuevamente, se encerró en su habitación, caminó hasta el baño y se refrescó el rostro en el lavabo, levantando la cabeza, se encontró con su reflejo y se fijó en aquel collar que aún colgaba de su cuello, negó con su cabeza mientras apretaba sus ojos al cerrarlos, luego hizo su rutina normal para luego irse a la cama, esta vez a dormir.
Apagó las luces y dejó su celular en la mesita al lado de su cama, se acomodó y concilio el sueño, quedando profundamente dormido.
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Dipper
¿Por qué sospechas de mí?
Un eco resonó en aquel espacio vacío y oscuro, volteó para ver quién estaba con él, y no había nadie más, pero la voz seguía hablando.
¿Me tienes miedo?
Volvió a decir, sin más, Dipper comenzó a correr sin rumbo alguno, queriendo escapar y encontrar una salida, pero ni siquiera sabía cómo había llegó ahí, no donde era “ahí”. Siguió corriendo a la nada cuando chocó contra una pared o algo parecido, pues no había nada, retrocedió un poco y sintió algo detrás de él, se giró cuidadosamente y había un chico de espaldas con él, dedujo al instante que era Philip, y este se volteó, pero había algo más en él; sus ojos eran totalmente dorados y tenía un tercer ojo en la frente, también este sonreía de oreja a oreja, una sonrisa muy perturbadora.
De pronto, todo a su alrededor ardió en llamas azules muy potentes y enormes manos con garras afiladas salieron del suelo y lo aprisionaron con fuerza, impidiéndole mover un solo músculos mientras aquel rubio se le acercaba, este lo tomó del mentón para que Dipper le mirara atentamente.
—Puede que tu teoría no esté tan alejada de la verdad, Pines. —habló con una voz distorsionada, dio unos pasos hacia atrás y su cuerpo comenzó a derretirse para luego tomar la forma original de aquel demonio triangular. Una escalofriante carcajada llenó el vacío donde estaban, las llamas se iban acercando cada vez más al castaño hasta que lo consumieron totalmente.
Fue entonces cuando despertó, se levantó desesperado y jadeando mientras intentaba tranquilizarse, se quedó sentado en la cama unos minutos en lo que se recuperaba de aquella pesadilla para luego volver a tumbarse completamente.
—Solo fue… Un mal sueño, eso no es verdad. —dijo antes de volver a quedarse dormido.
A la mañana siguiente, todo pasó normal y tranquilamente, pero necesitaba comprobar ciertas cosas con Philip, de todos modos habían quedado de reunirse por las tardes en al bosque para buscar anomalías increíbles y hacer su propio diario de campo. Así que por la tarde, Mabel fue con sus amigas a pasar una tarde de chicas y Dipper al bosque a esperar a Philip.
Una vez ahí, se dedicó a observar los alrededores mientras aquel rubio llegaba, cuando a la distancia pudo observar que ese chico se asomaba, Dipper llamó al joven desde donde se encontraba, el rubio lo vio de inmediato y apresuró el paso para llegar a él, cruzó unos arbustos y finalmente llegó a Dipper.
—Me alegra verte. —saludó amablemente, Dipper respondió de la misma manera. —¿Qué buscamos primero?
—Realmente no lo sé, revisemos el diario. —dicho esto, el más alto se le acercó y recargó su brazo en el hombro del castaño, quien sostenía el libro en sus manos, hojearon el diario y llegaron a la página donde estaban los cristales que agrandaban y encogían cosas.
—Comencemos con esto. —propuso.
—Bien, entonces debemos ir por allá. —señaló la dirección.
—Vamos entonces. —el rubio sonrió y extendió su mano para que el otro la tomará, Dipper no supo reaccionar rápidamente, se había quedado congelado ante la impresión y la sonrisa encantadora de Philip.
Él al notar aquello, se apresuró a tomar la mano del menor, jalándola con suavidad mientras empezaban a correr, haciendo que Dipper soltara un “¡Woah!”, ante eso. En ese momento el castaño se maldijo por haber pensado que Philip tenía algo que ver con Bill, pues ambos eran diferentes, muy diferentes, tal vez es mera coincidencia su apariencia.
Dejó de reflexionar en esas cosas absurdas y se dedicó a disfrutar de su tarde junto a él, luego de un rato llegaron hasta donde estaban los enigmáticos cristales, se detuvieron primero para recuperar el aliento y calmar sus jadeos cesantes y luego se adentraron al lugar donde vieron enormes cristales de colores y la luz del sol iluminándolos, provocando que la luz al chocar con ellos se reflejará por todos lados haciendo que quien se atravesara se encogiera o agrandara, justo como a unos pequeños insectos les pasaba.
Caminaron para estar más cerca mientras Dipper le contaba su divertida anécdota sobre la vez que jugó con uno de esos cristales para hacerse más alto que su hermana, por lo que no se fijó y tropezó con una roca que estaba frente a él, por suerte no cayó al suelo, pues el rubio lo había atrapado, sosteniendo lo de la cintura al momento de casi caerse.
—Estuvo cerca. —dijo el mayo para luego acercar el cuerpo de Dipper al suyo, por unos segundos sus ojos conectaron y las mejillas del castaño se enrojecieron, haciendo que se zafara del agarre y se distanciara un poco.
—Eh, ¿q-quieres jugar con esto? —ofreció el menor mientras señalaba los cristales y se rasca a la nuca con pena. El otro asintió.
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Pasaron un largo rato jugando con aquellas cosas, encomiendo árboles, agrandando a los animales e incluso a ellos mismos, tomaron divertidas fotografías de ellos haciendo tonterías con lo que habían descubierto, luego salieron corriendo a toda velocidad mientras reían a carcajadas de la cueva de donde encogieron a un oso enojado, detuvieron su paso en unos árboles donde recuperaron el aliento, pero aun así seguían riendo por lo que habían hecho, gracias al cristal no terminaron siendo la cena de aquel animal.
—¡Eso fue divertido! —chilló de alegría el más alto.
—No sé porque te hice caso, no pensé que querías entrar a la cueva de ese oso, pero que bueno que llevaste el cristal, sino quien sabe qué hubiera pasado. —dijo el otro.
—Alégrate, Dipper, de ahora en adelante deberás acostumbrarte a la adrenalina, puede que la próxima vez visitemos a los gigantes.
—Sí… No volveré a traer mi diario. —bromeó.
—¡No seas malo, Dip! —hizo un puchero muy tierno ante los ojos del castaño, quien solo rio ante aquello. —Oye, deberíamos intercambiar números de celular para que podamos hablar más allá de pasar tiempo en el bosque.
—Seguro, buena idea. —ambos sacaron sus teléfonos e intercambiaron números de contacto. —¿Vamos a tomar algo? Yo invito. —ofreció.
—Ok, Pines niño. —Dipper quedó en shock, había un solo ser que lo llamaba así, Bill.
De nuevo, todas las cosas en las que no intentaba pensar volvieron a aparecer, aunque no notó nada en Philip cuando dijo aquello, ninguna otra reacción que la de felicidad, pero no malicia ni nada por el estilo, ¿Qué me pasa? Preguntó en sus adentros.
Salieron del bosque hasta la heladería del pueblo donde ordenaron unos postres para disfrutar mientras seguían juntos, luego de pagar, caminaron al bosque otra vez. Philip parecía estar de lo más tranquilo, mientras que Dipper era un manojo de nervios por el nuevo apodo que le había dicho, y nuevamente comenzó a ver a Philip como a Bill, recordando aquella horrible pesadilla que había tenido.
El rubio notó el comportamiento de su amigo, por lo que se detuvo y tomó del hombro al más pequeño, llamando su atención. Este lo volteó a ver.
—Dipper, si hay algo que te incomode, dímelo. —dijo con una tonalidad suave, queriendo ayudarlo.
—Descuida, es solo que no dormí muy bien, anoche, nada más. —explicó.
—¿Es eso? —Dipper asintió. —Deberías dejar de pensar tanto, ayer también estabas así, pero cuando te ofrecí reunirnos, tu semblante cambió a uno más alegre, y ese es el que me gustaría ver siempre en ti. —expresó con honestidad. —Creo que te haría bien pasar tiempo en un lugar tranquilo para que te desestreses.
—Tienes razón, Phil.
—Ok, ¿nos quedamos un rato más? Aún es temprano. —ofreció.
—Por supuesto. —sonrió feliz y ambos se sentaron en el césped, sintiendo como la brisa fresca golpeaba con suavidad sus rostros y movía sus cabellos ligeramente, Philip volteó a ver al castaño y notó algo en su frente, por lo que se le acercó abruptamente, sorprendiendo al otro.
—¿P-Philip, q-que ha-haces? —tartamudeó al ver que el mencionado estaba muy, muy cerca de él.
—¿Es la osa mayor? —preguntó, a lo que Dipper asintió. —Qué suerte tienes, es linda.
—Ah, pues, gracias. —rio nervioso, volviendo a acomodarse el cabello con su mano libre, cuando esta fue detenida.
—No la ocultes, se ve mejor así. —quitó con delicadeza la mano del menor y acomodó su flequillo, de manera que se pudiera apreciar la marca de nacimiento del joven, quien tenía sus mejillas ardiendo en ese momento. —Listo, así se ve mejor. —sonrió y volvió a su puesto anterior.
—Oh vaya, gracias. —sonrió tímido, a lo que el contrario le dedico una sonrisa cálida.
Al final del día, Dipper pensó que ya no debía alterarse por cosas improbables, Philip solo era un adolescente normal, simpático y lindo, no era para nada como en su pesadilla ni tenía nada que ver con aquel demonio, sus inseguridades sobre él se irían desapareciendo conforme pasara más tiempo con el rubio y se diera cuenta de que no es para nada una amenaza, solo alguien con quien se podría crear una bonita amistad. ¿Verdad?
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