┇ 𝐀 𝐂 𝐓 𝐎 ᴼ⁶ ཻུ۪۪⸙
マスクの下
under the mask; capítulo seis
«reencuentro»
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𝐡𝐨𝐫𝐚𝐬 𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬
Caminaba ido, como si fuera solamente una persona que había perdido todo tan rápido y sin hacer nada, aunque no estaba del todo equivocado. La había perdido a ella, a la mujer que le decía cariño y chiquita a pesar de tener casi la misma altura. Una pequeña sonrisa tironeó de sus labios, lamentaba haberla recordado luego de ese suceso y ahora no sabía que hacer; ¿qué hay que hacer cuando se pierde a su pareja? Eso no estaba en ningún libro y tampoco podría explicarle el Comando. Ja, como si le interesara las pérdidas de parejas.
Luego de haber colgado el celular de una manera algo torpe, sabiendo que Kamiko se reiría en su cara por su inexperiencia en la tecnología comenzó a avanzar hacia donde se encontraban las tres adolescentes en la que anteriormente había dejado a la enmascarada para que estuviera protegida. «Protegida, claro» bufó irónico llegando al edificio en el que estaba el trío, exaltando a la pelinegra que rápidamente se había escondido detrás de Kuon a raíz de su presencia. Le parecía algo incómodo estar al frente de la adolescente con pelos de colores que sonrojaba cada vez que lo veía, le traía recuerdos vagos en donde Kamiko se sonrojaba o lo hacía sonrojar a él. «Kamiko, ¿por qué te recuerdo tanto ahora?» tiró con levedad su cabeza para atrás ante su pensamiento, dolido por la muerte de la mayor.
—Eh, sniper mask, ¿dónde está vss mask? —interrogó la rubia cruzándose de brazos, tensando el cuerpo del hombre que apagó su cigarro con brusquedad.
—Ella me salvó —dijo con un sabor amargo en su paladar, dando por finalizado el tema.
Mayuko suspiró, entendiendo a lo que se refería el enmascarado; realmente quería agradecerle a la más alta por haberla salvado pero no tuvo tiempo ni para eso. Aún veía la sangre de ella decorar sus manos y al saber que había muerto le hacía ver aún más ese color carmín caer de sus dedos, como si su consciencia le culpara de su muerte. Tal vez si hubiera hablado con Yuri antes que le dispara y la hubiera retenido ella seguiría al lado de ellas, viva. Pero el hubiera ya no existía en ese reino, ya no. Observó como el enmascarado se iba dejándole las mochilas de ellas, teniendo como perrito faldero a Kuon que seguramente le daría la noticia de que el hermano de Yuri estaba siendo rehén de un candidato a dios.
Estaba llegando, estaba llegando ese momento que Mayuko Nise había transcurrido y Yuuka sería el siguiente en la lista. Informándoselo a la candidata a diosa suspiró agarrando el arma de Kamiko junto con el rifle de él, temblando ligeramente al pensar que él volvería a verla a ella si es que la hibernación acaba con él. No, no debía pensar aquello. Ella lo había salvado para que siga con vida y eso debería hacer.
Pasó unas horas tal vez, y él estaba sentado mirando por los ventanales el cielo oscuro que lloraba con fuerza. Sabía que a ella le hubiera gustado, recordaba como ella pasaba horas acostada en el balcón de su departamento observando esa patria celestial que parecía tener un lazo fuerte con ella, Kamiko lo llevaba a su balcón para que mire las nubes con ella y sonrió recordando aquello, habían sido buenos momentos. «¿Qué estarías haciendo en estos momentos, Kamiko? El cielo parece estar llorando por tu partida» pensó con una mueca, escuchando como la puerta era abierta y comenzó a hablar con Yuri, quien confesó haberle disparado a la castaña y él solamente apretó con fuerza sus párpados reteniendo cualquier impulso.
—Bueno, voy a dormir un rato.
Estaba en otro lugar en una apariencia de niño, vagó por el lugar sonriendo con tristeza cuando una Kamiko versión pequeña pero mayor que él le agarró la mano tironeándolo exclamando que quería ver el cielo con él. Apretó su agarre, deteniendo el monólogo sobre el por qué las distintas nubes de colores que habían cuando el cielo estaba de otro color en el amanecer y atardecer. La abrazó sorpresivamente, enterrando su rostro en el cuello descubierto de la castaña que correspondió el abrazo soltando una pequeña risa que endulzó sus oídos.
—Yo... lo siento, perdona por no recordarte antes, Kamiko —susurró. Unas manos pasaron por su rostro, eran unas manos más grandes y frías y alzó su mirada, encontrándose el rostro juvenil de la mencionada que acariciaba sus mejillas con una pequeña sonrisa. Frunció con levedad el ceño, buscando a la infante pero solo se encontró con la versión adulta de ella—. ¿Kamiko?
—Hola, Yuuka —saludó la mujer, dejando sorpresa en el sistema de él—. ¿Me tardé mucho?
—Lo necesario —respondió enterrando su rostro el las caderas de ella, divertido al darse cuenta que ya no la alcanzaba con su pequeño tamaño—. ¿Cómo...?
—Sano y no puedo morir; bueno, si algún candidato viene con intención de matarme y me hace una herida mortal sí puedo morir —sonrió de costado acariciando las mejillas del menor para luego tomarlo de la mano y caminar yendo en la dirección en la que estaba el trío de mujeres que buscaba a Yuuka.
Yuuka apretó el agarre que tenía con la más alta, bajando su mirada ocultando la sonrisa y ojos llorosos que tenía en ese preciso instante. Habían comenzado a salir cuando ella tenía dieciocho y él quince, lo recordaba perfectamente porque aquel día Kamiko lo había invitado para ver el cielo como mayormente hacían y una avioneta pasó por el cielo mostrando un cartel que hizo sorprender al pelinegro.
❝Me gustas como me gusta ver el cielo, y me preguntaba si querías ver conmigo el cielo por el resto de nuestras vidas❞
Sí, había sido una extraña declaración que obviamente había aceptado. Miró como la castaña se arrodilla frente a él y le sacaba la gorra con lentitud, mirándolo con un brillo en sus ojos grises y besando con suavidad su frente sonrojándolo levemente. «¿Hace cuánto ella no hacía eso?» se preguntó sintiendo como le daba otro beso en su mejilla, tal vez intentando que deje de pensar cosa que no había funcionado, para volver a poner esa prenda negra que decoraba su cabeza para tomarlo de su torso y comenzar a andar con él entre sus brazos. Abrió sus ojos sorprendido ante ese movimiento rápido y golpeó el hombro de ella ordenándole que lo baje, recibiendo carcajadas divertidas por parte de ella.
—Eres hermoso siendo un niño, y debo aprovechar —se encogió de hombros guiñándole un ojo para luego apretar su nariz con cariño sacándole una queja—. Si querías beso no te lo daré, me tacharían de pedófila.
—¡¿Ah?! —lo observó nervioso y con humo en sus orejas—. ¡Y-Yo nunca pedí eso!
Kamiko sonrió cuando notó a las chicas a unos metros para luego girar con levedad su rostro y susurrarle algo en el oído al infante con mentalidad de adulto que estaba sonrojado.
—¿Entonces qué querías pedir, pervertido? —divertida le dio un beso en la comisura de sus labios para trotar el último tramo y bajar a Yuuka que se le quedó mirando con sus ojos bien abiertos y sus mejillas en un tono carmín que simplemente enterneció al corazón oscuro de la mayor—. Lo encontré —señaló al enmascarado en forma de niño que suspiró tratando de volver su rostro a su antiguo color y que su corazón se tranquilice, pero no había forma alguna de lograrlo.
—¿Un niño, en serio? —cuestionó Mayuko alzando una ceja, recibiendo un asentimiento por parte de vss mask.
—¿Eres...? —dejó la pregunta al aire, haciendo el ceño de la mayor de los cuatro se frunciera un poco ante el sonrojo a penas visible de la chiquilla de pelos de colores.
—Así es, Kuon.
Bufó sin gracia alguna para girarse sin ver el espectáculo que estaban haciendo para avanzar hacia donde estaba el programa de la máscara, siendo seguida por los demás que veían como la fémina mantenía sus manos agarradas detrás de su espalda y observaba el claro cielo. Lo vieron sentado en una banca con el amigo de Yuuka, el hermano de Yuri.
—¡Rika! —exclamó el enmascarado.
—¡Yu! —se giró mostrando su infante cara llena de inocencia—. Yu, ¿y esas chicas?
—¿A caso no me recuerdas, ojitos? —preguntó Kamiko acercándose al niño, teniendo la mirada fruncida de Yuuka en su espalda.
—¿Kamiko? ¿Por qué estás tan grande? —interrogó con curiosidad el hermano de Yuri, logrando que una pequeña sonrisa se formara en la mujer que ya estaba inclinada ante él, mirándolo con tranquilidad.
—Digamos que me puse algo extraño en la cara para haber crecido —espetó. Miró de soslayo como el programa la volteaba a ver, sin hacerle daño algo y tocó el hombro de éste—. Era una orden después de todo eh. Necesito averiguar más.
No pudo hacer nada porque Kuon había tomado protagonismo, alejándola con un simple ademán de manos de el programa. Kamiko dio una voltereta en el aire para aterrizar acuclillada, mirando con molestia a la chiquilla que era apoyada por su pareja; gruñó apretando sus manos hasta dejar los nudillos blancos cuando desapareció la programación y la adolescente se cayó al suelo siendo auxiliada por el resto. Había sido su oportunidad para saber por qué le habían ordenado matarla pero ni siquiera le dieron tiempo para averiguarlo. Se puso al lado de Rika, quien lloraba pidiendo que Yuuka no se vaya y apretó con sutileza su hombro, sonriéndole con ligereza para darle a entender que todo estaría bien.
—Estaré contigo, ojitos —dijo, cuando vio al resto desaparecer.
Se sentó en el suelo, pidiendo al menor que lo haga también a la misma vez que le limpiaba sus lágrimas que corrían con rapidez por sus mejillas blancas. No sabía como lo había hecho para permanecer en ese lugar, tal vez porque ella había entrado por su propia cuenta sin ayuda de Kuon y no le afectó para nada que ella haya desvanecido aquel sueño junto con los otros.
—¿P-Por qué se fue Yu?
—Necesita proteger a unas personas, Rika —informó con tranquilidad mientras peinaba el cabello corto del infante—. ¿A caso tú no lo harías, ojitos?
—¡C-Claro que sí! —apretó su libro contra su pecho volteando su rostro a otro lado—. ¿Por qué no te fuiste con ellos?
—No quería irme porque un niño estaba llorando tristemente.
—Solo soy cuatro años menor que tu, no es como para que me digas niño, Kamiko —susurró Rika logrando que la comisura de los labios de la mujer se eleve.
—Cuatro años son cuatro años, ojitos.
Cerró por unos instantes sus ojos al sentir como alguien la zarandeaba tratando de regresarla a la realidad pero quería seguir estando con Rika, viviendo en ese lugar tranquilo. Una mano tomó la suya y se fijó en el niño que sonreía mirándola, tal vez porque se había quedado con él cuando los otros se fueron o porque le alegraba su presencia.
—Ve con ellos, ojitos grises, sé que nos veremos nuevamente.
—De eso no lo dudes, ojitos.
Sonrió desapareciendo del lugar para abrir sus párpados y darse cuenta que Yuuka la seguía zarandeando y golpeando con suavidad sus mejillas para que despierte. Gruñó alejando las manos del enmascarado para pararse de manera tambaleada para luego tomar su arma que descansaba en el suelo junto con su máscara e irse hacia el exterior de la habitación, teniendo en mente su fallida misión de saber sobre la orden de su muerte. Oyó los pasos de su pareja detrás de ella, llamándola por su nombre con desesperación.
—¿Sabes por qué toqué el hombro de el programa? —cuestionó poniéndose su máscara aún avanzando por el pasillo, sabiendo que Yuuka estaba atento a cada unos de sus movimientos—. No lo recuerdas, pero cuando te convertiste en un enmascarado me tiraste de un edificio con intenciones de matarme.
—¿Qué?
—Era una orden, claramente, pero quería averiguar el motivo de mi fallido asesinato y la chiquilla de colores lo arruinó por completo —gruñó girándose y poniendo la punta de su arma debajo de su mandíbula logrando que los ojos del enmascarado se abriesen con pánico y jaló el gatillo, ninguna bala salió—. Después de caer de ese edificio y que un sujeto golpee un montón de veces mi cabeza contra el asfalto, luego de que me pusiera la máscara y me diese un rifle, después de asesinarlo y querer suicidarme; lo hice, pero no lo logré porque cada vez que me tiraba de un edificio me curaba y no sentía dolor y cada vez que jalaba el gatillo ninguna bala salía
—Y-Yo no, no puede ser.
Se acercó al hombre que estaba temblante y lo tomó de la corbata poniéndolo a su altura y que sus máscaras queden a centímetros. Ambos vieron sus ojos con distintos sentimientos, aterrizando en esos mares de diferentes colores que tuvieron que ver todo lo que ocurría a sus alrededores.
—Debajo de la máscara uno esconde varias cosas, en cambio yo quiero descubrir debajo de la tuya la orden que te habían dado.
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