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     Posterior al reencuentro de ambos, se decidió que partiríamos a la base terrestre de los Autobots, denominada hangar E, para establecer comunicación con su oficial al mando; al cual se refirieron como Ultra Magnus.

     Una vez arribamos el inmueble, el agente Fowler aconsejó que los humanos fuéramos trasladados a nuestros hogares por medio de un «puente terrestre»; pero yo me negué, avisándole que prefería estar cerca de Breakdown. Noción de la que Miko se valió para solicitar su estadía, y la de sus amigos, a modo de «pijamada». Lo que conllevó que se pospusiera el reporte a su superior.

     En aquella convivencia, la desconfianza hacia Breakdown causó cierta tensión entre los miembros del grupo. No obstante, gracias al apoyo de mi cómplice, Miko y yo conseguimos templar la pesadez del ambiente tras lograr que se remediaran algunas de las viejas rencillas entre Bulkhead y Breakdown; aunque fuera al costo de un par de combates, a fin de satisfacer el orgullo de los guerreros.

     Horas después, vencidos por el cansancio, imitándonos a mí y a Breakdown; Jack, Raf y Miko se acomodaron en los asientos traseros de Smokescreen, Bumblebee y Bulkhead; estacionándose cada uno en un rincón diferente. Momento que mi Capitán aprovechó para platicar conmigo.

     —Ivy, ¿ya te dormiste? —susurró Breakdown.

     —Aún no —respondí en voz baja—. ¿Te apetece charlar un rato?

     —Mmmm, sí —contestó dudoso.

     —¿Estás angustiado? —Inquirí notando el nerviosismo de Breakdown.

     —Un poco... —declaró esquivo fingiendo fortaleza.

     —No mientas, te escuchas muy contrariado. —Enderezándome, acaricié su volante—. Si es porque anhelas volver a tu planeta, es natural, y no me opondré a ello —suspiré profundo, sonriéndole—. La dicha de coincidir contigo, y haber sido capaz de cumplir la promesa que te hice, me bastan como invaluable tesoro para preservarte en mi corazón por el resto de mis días.

     —Que digas eso me parte la Spark, Ivy —confesó Breakdown, sacudiéndose—. Lo que me entristece es que, si regreso a Cybertron, tendríamos que despedirnos. Y no es lo que deseo.

     —En ese caso, aligera tu «equipaje», y quédate conmigo —expresé en tono gentil mientras masajeaba su palanca de velocidades—. Recuerda que has dejado de ser un soldado, así que ya no debes obedecer órdenes.

CANCIÓN: Ciel Lullaby.

https://youtu.be/o4CYgJrUTwQ

    Cediendo a mis hábiles cariños y consejos, de roce en roce, mi querido Capitán disminuyó su ansiedad; implorándome en balbuceos un arrullo para acallar sus miedos, y dormirnos muy unidos de una buena vez.

     —Dulces sueños, Ivy...

     —Dulces sueños, mi amor...

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     «Los días que duró mi escape, extrañé mucho dormir con Ivy, pues tanto en su casa, como en nuestras acampadas, y a lo largo de aquellos viajes en barco, ella siempre descansaba en mi interior, ofreciéndome una sensación de plenitud que aliviaba cualquiera de mis malestares. Por eso, sin importar dónde sea, a su lado me percibo en calma. Al fin he comprendido que Ivy es a quien más deseo proteger, y... mi verdadero hogar.»

CANCIÓN: Ella es (Leonel García FT Jorge Drexler).

https://youtu.be/tWzLwx7pbmQ

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     «El consuelo de que Breakdown se hallara sano y salvo mitigó mi animosidad en su contra por sus errados actos; y, además, tras muchas noches de insomnio, reposar en su compañía restauró mi paz. Su aura de niño asustadizo evolucionó a un brío valeroso cuando supo que mi vida corría un grave peligro, demostrándome cuánto se preocupa por mí. Ahora advierto por completo la seguridad y júbilo que Breakdown me brinda, pues al estar con él, mi sensibilidad florece y se expande como el universo, y el tiempo que compartimos juntos es como estar en un bello paraíso... uno hecho sólo para los dos.»

CANCIÓN: Cuando estoy con él (Jeanette).

https://youtu.be/tjX2tR6qlC8

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     Por la mañana, hallándose tres vehículos en el hangar E...

     —¿Un nuevo recluta? —cuestionó Ultra Magnus desde una pantalla en el hangar E.

     —Afirmativo, jefe. El llamado por nuestra ayuda provino del Decepticon Breakdown, el cual fue asistente de Knock Out —informó Smokescreen—. Al parecer se le creía muerto.

     —¿Breakdown?, ese nombre me resulta conocido —meditó Ultra Magnus frunciendo el ceño—. Si no mal recuerdo, ese Decepticon que mencionas era un acérrimo rival de Bulkhead. ¿Cómo lo tomó él?

     —Al principio se disgustó, ya que todavía le guardaba rencor. —Bromista, Smokescreen se encogió de hombros—. Pero una vez averiguamos la historia del fortachón y la humana que lo salvó, y cómo a su vez él la protegió a ella; todos acordamos darle una oportunidad.

     —Comprendo, hijo. Sin embargo —insistió Ultra Magnus, sosegado—. ¿Él se los ha confirmado, o son conclusiones tuyas? —continuó reflexivo—. Incluso si en el pasado fue colega de Knock Out, eso no garantiza que Breakdown se vaya a convertir en un Autobot. Y existe la posibilidad de que ni siquiera pretenda retornar a Cybertron.

     —¿Eh?, ¿por qué no lo haría?

     —Durante mi estancia en la tierra, fui testigo de lo fuertes que pueden llegar a ser los lazos entre nuestras especies, y eso ya lo sabes tú, Smokescreen; por ello, quizá Breakdown se rehúse a abandonar a la terrícola que se ha ganado su aprecio, pues a diferencia de nosotros, nada le obliga a venir aquí.

     —Opino que tiene razón, señor —admitió Smokescreen con cierta vergüenza.

     —Plantéenle la situación y que él decida —enfatizó Ultra Magnus cortando la transmisión.

     Ostentando un semblante decepcionado, Smokescreen salió del edificio.

     —¿Oíste eso? —masculló Miko a Bulkhead, ya despabilada—. Sospecho que Ultra Magnus se imagina que Breakdown hará lo mismo que Ratchet.

     —Por lo que vi anoche, apuesto que Breakdown elegirá quedarse con Ivy. Es mejor recibir mimos que puñetazos.

     —Entonces pongamos cartas en el asunto —sentenció Miko, levantándose exaltada.

     —¿Qué tramas? —vaciló Bulkhead especulando lo peor.

     —Lo más obvio, Bulk. Facilitarles las cosas a los tortolitos.

     —¿Cómo?

     —Encargándonos de convencer a los demás para que accedan a dejar al menso del martillo.

     Deslizándose al asiento del copiloto, Miko narró a Bulkhead su plan, y enseguida se retiraron.

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     Fuera del hangar...

     —A ver si entendí, niñita. ¿Pretendes que yo insinúe que lo mejor para Breakdown es que permanezca en este planeta? —indagó Knock Out, confuso.

     —Correcto —asintió Miko.

     —¿Por qué abogaría a tu favor? —Alzó una ceja, cruzándose de brazos—. ¿Ya se te olvidó la noqueada que me propinaste en la Némesis?

     —¡Ay, delicado! Si nada más fue un golpecito para saldar cuentas —gruñó Miko—. Además, persuadir al mastodonte de cuatro ruedas te beneficiaría.

     —¡Ja!, ¿apoco? —ironizó Knock Out.

     —¡Claro!, pues si planteas tu intención de ofrecerte como su supervisor, obtendrías el permiso para estar aquí.

     —¿Y eso de qué me sirve?

     —Asumo que, como el fabuloso velocista que eres —alardeó Miko—, en el fondo, una partecita de ti añora revivir la adrenalina que te provocaban las carreras. Competencias que abundan por estos rumbos.

     —Ah, pues... —titubeó Knock Out, interesado—. Eres una peligrosa negociante, muchachita —recalcó apuntando a Miko con su índice—. De acuerdo, acepto. Pero te exijo que me reveles el objetivo detrás de esto.

     Ganado el deportivo carmesí, instantes después se reagruparon con Bulkhead, el cual era seguido por Arcee y Bumblebee, quienes habían madrugado para concederles una humilde excursión a sus protegidos, Jack y Rafael.

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     —Buenos días, mi bella durmiente —entoné suave para no espabilar a Ivy de forma brusca como acostumbrara hacerlo con mi claxon—. Abre tus ojos, preciosa.

     Luego de mi buen tacto, mi querida pasajera parpadeó, bostezó, y se estiró a gusto encima de mi asiento reclinado.

     Que tierna es Ivy desenvolviéndose con esos ademanes. No me aburro de ellos, son tan gráciles que me incitan a suspirar; en especial cuando su cabello luce enmarañado, ya que se ve muy graciosa.

     —Buenos días, mi Capitán —me cuchicheó Ivy dulcemente, acicalándose.

     —Por lo vacío del área, pienso que hemos sido los últimos en despertar. —Exhalé encendiendo mi motor—. Un recorrido por las instalaciones y sus alrededores nos caería bien para despejarnos.

     —Gran idea, muchachote. Arranquemos a la aventura —reafirmó mi compañera colocándose el cinturón; regalándome una de sus más hermosas sonrisas—. Aunque, condúcete despacio. Adoro disfrutar al máximo de nuestros paseos.

     Acatando lo sugerido por Ivy, mi andar fue distendido. Mas en una altura del trayecto, optamos por reposar a la sombra de una construcción alterna; y transformándome, fui a recargarme, sentado, en aquel muro; procurándole a Ivy su lugar favorito, justo encima de mi hombro derecho. Allí conversamos y reímos por casi una hora, hasta que el convoy de los Autobots, sumado Knock Out, nos cercaron para discutir, según ellos, mi condición.

     Cuán inmensa fue mi sorpresa, y la de mi amada, una vez me concedieron la total libertad de escoger mi camino.

     —¿Hablan en serio? —Enuncié perplejo—. ¿Por qué?

     —El mismísimo Ultra Magnus propuso que esto se conviniera bajo tu criterio —me aclaró el novato de azul—. Por ende, se respetará tu voluntad.

     —En tanto sea para bien, y gestiones el no meterte en líos —acentuó la guerrera de dos ruedas.

     —Relájate, Arcee —precisó Knock Out, apacible—. Yo me comprometí a corregir su conducta asentándome aquí durante una temporada.

     —Por supuesto, Knock Out, y le ahorrarás a Breakdown la «acidez» de una dura separación —insinuó Bulkhead con un raro disimulo—. No sea que llore lubricante —añadió burlón, guiñándole un óptico a su cría humana.

     —Exacto —coincidió su escandalosa terrestre, devolviéndole el gesto.

     —Basta ya, sé a qué se refieren —les acusé vehemente tras recordar mi bochornosa mofa pasada que originó su indirecta.

     —Siendo realistas —intervino el explorador negro—, así nos evitaríamos que Bulkhead y tú se rompieran la carrocería por este tipo de «arranques» conflictivos.

     —También por respeto a la memoria de Optimus, Bee —citó el diminuto terrestre de gafas, defendiéndome—. Él le habría concedido a Breakdown su derecho de independencia al forjar una bella amistad con la señorita Ivy.

     —Awww, Raf —suspiró Ivy, ruborizándose—. Que lindo discurso.

     —Ok, por unanimidad consideramos que Breakdown merece ser feliz a su manera; pero aún nos falta el visto bueno de Ratchet —aludió el otro joven terrestre—. ¿Saben en dónde se metió?

     —¡Oh!, yo lo vi dialogando con el panzón de traje y la enfermera hace unas horas —mencionó Knock Out—. Y a juzgar por las muecas del Doctor, deduzco que el asunto que trataban era relevante.

     —Si Fowler y Ratchet se lo reservaron, es probable que fuera clasificado. —Asumió el tonto de Bulkhead, alejándose de todos—. Igual los contactaré para consultarles al respecto.

     En escasos minutos, Bulkhead obtuvo la revelación del secreto que se traían entre manos los susodichos ausentes.

     —Muchachos, los tres se encuentran bien, y no tardarán en llegar —anunció Bulkhead con un rostro descompuesto—, aunque les aviso que traen consigo a una persona más.

     —¿A quién? —curioseó el entusiasta de Bumblebee.

     —Ammmm, a la madre de Ivy.

     —¡¿Qué?! —exclamé, suscitándose mi espanto.

     —¿Mi mamá? —preguntó Ivy evidenciando su alegría por ello.

     —Uy... Conoceremos a la «suegra» de Breakdown —vociferó la pequeña de mechones rosas, riéndose entre dientes.

     Supongo que algún día ella descubriría mi identidad real, pero el que fuese a suceder tan de repente fundió mis circuitos, alterándome los niveles de energon a tal punto que sufrí un breve colapso.

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     En un comienzo, a la señora Dalia le costó asimilar el vínculo afectivo que establecí con su hija, Ivy; debido a que yo era un «extraterrestre robótico». Sin embargo, luego de que se percatase de lo dichosos que éramos como pareja, finalmente ella aprobó nuestra singular relación.

     En cuanto a Knock Out, él siguió «vigilándome», convirtiéndose en colaborador de Ratchet; mientras que yo volví a ejercer mi función como asistente de ambos. Cuestión que me trajo un provechoso aumento en mis conocimientos de reparaciones superficiales y médicas.

     Asimismo, Fowler le proporcionó a Ivy un nuevo cargo como gestora técnica en su sector privado del gobierno, por sus excelentes méritos, adquiridos en su anterior trabajo, en cuanto a configuración y desencriptado de softwares de seguridad, y el arreglo de aparatos tecnológicos y mecánicos. Lo que significó que se nos reubicara a una residencia mucho más acogedora y espaciosa.

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     Después de que mi mamá aceptara a Breakdown como mi «novio de hojalata», el giro de ciento ochenta grados que sacudió nuestras vidas fue maravilloso. Si bien nos implicó tolerar una etapa de varios ajustes y sacrificios, el fruto de esos esfuerzos valió la pena.

     Breakdown y yo concebimos un bonito hogar, pero no por la morada que habitamos; sino porque dondequiera que andemos, por el fuerte lazo de amor que nos une, cada uno es el «refugio ideal» del otro.

     No sé qué nos deparará el futuro, pero estoy dispuesta a gozarlo paso a paso, kilómetro a kilómetro, muy unida a mi Capitán; pues ante las desventajas que representará, con la edad, mi vejez, es obvio que, tal vez, Breakdown perdurará varios años más que yo. Por eso deseo ser feliz a su lado, para que, en su momento, conserve en sus pensamientos lo mejor de mí.

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     En un vasto campo de flores a pleno mediodía, Breakdown e Ivy miran el horizonte...

     —Feliz aniversario, cariño.

     —Feliz aniversario, nena.

     —Breakdown, gracias por traerme a esta encantadora pradera, y por todo lo que hemos vivido juntos.

     —Al contrario, Ivy, gracias a ti, por acompañarme, y haber sido... un milagro para mí.

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