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Desde niño, nunca me importó mi vida. Nacido en una aldea miserable y remota en la gran China, era normal que a mi corta edad de 5 años mis padres me vendieran por unas cuantas monedas, o que a partir de ese momento debía trabajar para vivir. Durante los primeros tres años mi trabajo era acarrear agua para el ganado y labores de remodelación en la casa de mi dueño, las demás criadas se encargaban de la cocina y la limpieza. Con suerte, conseguía dos modenas cuando la luna estaba llena

— ¡Miserable! ¡¿Cómo qué el tejado no está reparado todavía?!

Sentí como habían golpeado mi espalda con el látigo por quinta o novena vez... mi amo estaba realmente molesto conmigo por no haber podido reparar su tejado, aún cuando él mismo me quito el tiempo en otros labores más mundanos como calentar el agua para que se bañara y no tener permitido descansar hasta que él lo dijera. Sentí otro latigazo más antes de ser soltado y lanzado al fango, mi espalda me duele, mi cara esta donde se revuelcan los cerdos, pero inexplicablemente, esto me daba muy igual

— ¡No te pagaré, no comerás y no beberas agua hasta que mi techo este en perfectas condiciones! ¡¿Escuchaste?!

Volvió a gritar con rabia mientras yo hacía el esfuerzo por levantarme antes de enfurecerlo más. Tal y como él dijo, no tuve mi comida del día, solo me encontraba arriba en el tejado arreglando las goteras de forma torpe, aunque las criadas muy amablemente me curaron con hierbas medicinales antes, el sudor que mojaba los vendajes hacia que ardiera al punto de hacerme temblar del dolor, no podía seguir mi labor así. Harto de todo me detuve un momento, mirando al cielo y solo pensando en una sencilla cosa

“Ojalá hubiese muerto justo después de nacer”

Cubrí mi rostro, era mi hora para llorar del coraje como cada noche, de no hacerlo no creo soportar el dolor que mi corazón alberga cada día, pero que jamás me atrevería a llorar enfrente de mis dueños, mis lágrimas son lo único que jamás obtendrán de mí. Sin embargo, volví mi humedecida vista hacia el cielo, las estrellas que brillan junto a la inmensa luna, me hacen recordar mi eterna soledad, pero en ese débil momento donde autocompadezco mi existir, mis ojos contemplaron el milagro que pocos han logrado apreciar en sus vidas; el viaje de una estrella fugaz. Escuche que estas son una entre un millón de estrellas con la capacidad de volar y que si al ver una le pides un deseo, este se volverá realidad

Aunque... ¿No es eso triste? Una estrella que siempre está sola, que a diferencia de las demás jamás podrá estar acompañada de sus hermanas o la luna, solo pasan de largo sin detenerse en algún sitio. No tienen un hogar, ni a nadie que este con ellas...

— Deseo... tener conmigo una estrella fugaz...

Murmure con anhelo, tal vez fue solo un deseo tonto nacido del abandono de un niño que se reflejo poéticamente en el polvo del firmamento, pero he de decir algo. Ese deseo, fue a lo que mi vida le dio valor

Unos días pasaron, no recuerdo cuantos realmente, pero en una ocasión, cuando salí junto a los sirvientes para recoger bayas silvestres, tenía como deporte subir a la copa de los árboles para apreciar la vista y el aire fresco que se podía apreciar solo a esa altura, antes de volver a mi encierro. Fue entonces que en esa única ocasión, ví una carreta a lo lejos, parecía que alguien la había dejado abandonada en el prado ya que no habían ni personas o caballos a su alrededor, eso solo podía significar una cosa para mí: podía conseguir provecho de eso ya fuese por la madera o bien algún otro objeto que pudiesen haber dejado junto a dicho carruaje. No perdí mi tiempo, baje a prisas del árbol, llevándome conmigo un par de rasguños por correr así por el bosque en dirección hacia donde más o menos había visto dicho carruaje, y fue entonces que al cruzar el bosque y volver al sendero que la encontré

Me acerqué, daba vueltas por toda la carroza por si había alguien cerca, cosa que no parecía ser así, por lo que con más confianza comencé a inspeccionar el interior ¡Vaya! Habían muchas botellas de distintos colores dentro, parecían medicinas y de muy buena calidad, podían venderse a un alto precio. Creí que ese era mi día de suerte, estaba por tomar algunas e irme, pero, no me esperaba un fuerte golpe en la cabeza por la espalda

— ¡Auch! ¡¿Quién es?!

Grité alerta, mirando hacia todos lados, si era el dueño de dicho carruaje estaba en grandes problemas, pero... no había nadie a mi alrededor. Otra vez sentí un golpe por la espalda y otro, y otro, y otro... no importa cuantas vueltas diese, no veía a nadie. Me asuste, salí corriendo de regreso al bosque, pero no fue hasta que un golpe con una fuerza aún mayor a la anterior me dio en la nuca, que perdí el conocimiento

— Debemos matarlo...

— No seas exagerado... ya no puede hacer nada

— Es solo un ladrón del lugar... créeme... se lo que digo

— Ladrón o no... si vuelves a excederte le diré a mi tío

— ¡Shhh! Cállate, esta despertando. Rápido, escóndete

Voces distorsionadas escuchaba en mi cabeza, la cual me dolía a morir. Poco a poco fue abriendo los ojos, mirando así, a un niño delante de mí, tenía cabellos azules, una piel tostada por el sol así como una expresión de pocos amigos y de estar totalmente loco, la cual intimida bastante gracias al remo de madera de sostiene... ¿Por qué un remo?

— ¿Quién eres? ¿Por qué intentaste robar nuestra mercancía? Dependiendo de lo que digas, harás que la forma en la que planee matarte sea más rápida e indolora o por el contrario una dolorosa y lenta agonía

— ...¿Q...? ¿Qué?...

Murmure con dificultad, el dolor de cabeza me esta matando, pero al intentar levantarme fui consciente que estaba atado a un árbol, algo que me hizo exaltarme de nervios

— ¡¿P-Pero qué...?!

— Así que no quieres hablar, bien, supongo que matarme y enterrarte aquí mismo será lo más fácil

— ¡¿Q-Qué dices?! ¡Oye, espera! ¡No sabía que era tu carreta! ¡Creí que estaba abandonada! ¡Lo siento! ¡Por favor, déjame ir!

— Ya es tarde~ es momento de seguir el plan

— Ya basta, Manigoldo. Te dije que si volvías a decir eso le diría a mi tío, sabes cuanto odia esas bromas respecto a la muerte y la matanza

Escuche una voz aparte, una mucho más infantil que la de ese niño o incluso la mía, fue cuando... conocí al hijo de las estrellas en carne y hueso: cabellos alborotados de un color verdoso claro, que a contra luz podían verse rubios, una estatura baja, piel más blanca que la nieve y unos rosaceos ojos que me miraban con desconfianza, pero al mismo tiempo calma, muy a diferencia de quien parece ser su acompañante. Se acercó a mí por inercia quería hacerme hacia atrás como si pudiera atravesar ese árbol al qué estoy inmovilizado

— ¡Oh, vamos, Shion! ¡Siempre eres un chismoso con mi padre! ¡No me dejas divertirme!

— Eso es porque tu concepto de "diversión" es muy preocupante y mi trabajo es evitar que intentes afectar a civiles inocentes

— Pero ese ladrón no es un civil inocente, Shion. No olvides que intento robarnos cuando fuimos detrás de nuestro caballo

— ¿Y de quién fue la culpa de que escapara, Manigoldo?

— ¡Que no fue mi culpa!

— ¡Te pedí sientos de veces que no fuese rápido para no asustarlo, idiota! ¡Reventó las cuerdas y se marchó por culpa tuya!

Ellos dos discutían enfrente mío, no sabía cómo desatarme o a donde correr una vez lo hiciera, de seguro iban a buscarme para asesinarme

— Oye, disculpa

Me volví a tensar cuando ese niño angelical me habló, su voz era como él, hermosa y tranquila, pero eso no bastaba para confiarme de ellos

— ¿El poblado no esta muy lejos de aquí, verdad? Necesitamos vender estas medicinas y comprar un caballo nuevo

Explicó él con amabilidad, yo en mi tropeza ascendí una y otra vez, el pueblo no estaba tan lejos, a pie eres capaz de llegar antes de que caiga la noche porque el ocaso ya nos había alcanzado

— ¿Enserio? Y por causalidad ¿Tú sabes de alguna posada dónde podríamos pasar la noche?

Volvió a preguntar y así yo volví a ascendir, habían pocas posadas al no ser un pueblo que se caracterice por su turismo, pero fue cuando lo ví sonreír que de nuevo sentí el aire llegar a mis pulmones así como tener la impresión de estar en un peligro de muerte

— Muy bien, serás nuestro guía entonces, Manigoldo, desátalo

— ¡¿Es una broma?! ¡Shion! ¡¿Vas a confiar en este ladrón?!

— ¿Robó algo de lo que yo no este enterado?

— No, pero eso fue porque yo lo detuve a tiempo

— Lo vuelvo a preguntar: ¿Acaso robó algo, Manigoldo?

— No, pero...

— Entonces no es ningún ladrón, así que deja de tratarlo como uno. Desátalo ya, por el amor a los dioses, debemos llegar a ese poblado antes que caía la noche o entonces si seremos emboscados por ladrones de verdad

Ví como ese niño, que es el doble de alto y probablemente también el doble de fuerte que el pequeño de cabellos verdes, lo obedeció a regañadientes, yo pude respirar bien al ser soltado finalmente

— Hola, lamento mucho no haberme presentado en un principio antes de hablarte, soy Shion, Shion D'Aries y él es mi primo, Manigoldo. Es un gusto conocerte

— Tsk... como sea, levántate ya, hay que irnos. Vamos, Shion

— ¡Si~! Vamos

Me ofreció su mano para levantarme, su sonrisa era igual de resplandeciente que una luna menguante. Aún no puedo creer que ese pequeño acto... me hizo conocer al amor de mi vida

Me ofrecieron llevarme con ellos a cambio de que los guiará al pueblo y a la posada, iba sentado junto a Shion, quien hablaba de una y mil cosas que yo no comprendía, pero el escucharlo tan emocionado al hablar me hacia ascender con torpeza y emoción también

— Entonces ¿No posees un nombre?

— Hummm... si, si poseo uno, pero no es necesario que lo sepas. Normalmente me llaman con silbidos o gritos

— Eso es muy descortés de hacer, vamos, dime, quiero saber cómo te llamas, ya te dije mi nombre, estas siendo injusto

— E-Enserio, no es necesario que lo sepas

— ¡Hump! ¡Eres un injusto!

— ...¿Saben qué cosa es realmente injusta?... ¡Que yo sea el único que está jalando la carreta!

— Manigoldo, por si no lo recuerdas me ofrecí a ayudarte y me dijiste que no, y al chico nuevo dijiste que no lo quieres cerca ¿Quién te va a ayudar si no es uno de los dos?

— ...Olvídalo... mejor cállate

— Además, fue tu culpa que perdiéramos al caballo en primer lugar

— ¡Dije que cierres la boca, Shion!

Shion D'Aries, un chico de unos sorpresivos 9 años y su primo de la misma edad, Manigoldo D'Cancer. Según lo que el propio Shion dijo, sus padres son muy habilidosos en la farmacéutica y la herrería, tienen sus propios talleres y aprendices, pero debido a que el negocio estaba yendo bastante lento en su cuidad natal, los enviaron a vender sus medicinas y algunas espadas y armaduras por los pueblos y ciudades vecinas, él dijo que era muy emocionante ya que utilizan el dinero que ganan para sus provisiones al regresar a casa y el resto es para sus padres

Al llegar a pueblo, Manigoldo estaba a nada de morir por lo que ví a Shion bajarse de la carreta y acercarse a él

— Es mi turno, descansa, yo llevaré la carreta hasta la posada

— N-Ni creas... no soy débil... sigamos ¡Oye, tú! ¡¿Hacía donde es la posada?!

— Ya caminaste mucho, déjame hacerlo, Manigoldo. El chico nuevo puede ayudarme si te hace sentir más seguro

Noté esa mirada azulada penetrar mi alma en un horrendo escalofrío que me recorrió desde la punta del cabello hasta la planta de los pies

— ¿Confías enserio en él, Shion?

— Por supuesto, descansa un poco ¿Si? ¡Oye, chico que aún no me quiere decir su nombre! ¿Me ayudarás a jalar la carreta, cierto?

Otra vez esos ojos de muerte me miraron y yo por inercia e instinto de supervivencia ascendí con rapidez para también bajarme del carruaje. Pase al lado de Manigoldo, escuchando un leve susurro que me heló la sangre

— Permites que se lastime... y te mato...

Por inercia le miré con temor ¿Por qué hasta ahora me amenaza de muerte? ¿A qué se refiere con ello? ¿Quién se va a lastimar?

— Oye~ date prisa o terminaremos durmiendo afuera porque los cuartos ya estarán ocupados

Voltee hacia adelante, donde Shion ya estaba listo para halar la carreta, pero yo no dejaba de pensar en lo dicho por Manigoldo ¿Acaso se refería que me mataría si llegase a dejar que Shion se lastime?

No lo comprendí de primera estancia, era un niño, uno que no sabía lo cruel podía ser el destino con algunas vidas

Fueron solo unas calles hasta llegar a la posada, es un pueblo pequeño al final del día, pero sentía mis brazos y piernas adoloridas, jamás creí que la carreta tuviera tanto peso, lo bueno es que de tantos trabajos forzados había desarrollado mucha fuerza y resistencia, algo que note, fue que Shion por más que se esforzará era tan débil como la hoja de un árbol ante una fuerte brisa, él solo nunca hubiese podido mover el carruaje ¿A esto se refería Manigoldo? ¿Qué no lastimará a Shion al decirle no era precisamente el más fuerte para hacer trabajo físico? Así lo creí, por lo que efectivamente, ningún comentario al respecto salió de mi boca

— Wow, si que fue un trabajo de muerte ¿No lo crees?

— Hum... si, si lo fue

— Aunque... ¡También fue muy divertido! Nunca antes había jalado una carreta

— Yo... yo tampoco

— Muy bien, muy bien, basta de charlas. Shion, ve a pedir una habitación mientras yo desempaco

— ¡Oh~! ¡Enseguida, Manigoldo!

Dijo él con alegría, cosa que yo no lograba comprender. Shion volteó a verme, con era sonrisa en su rostro ahora colorado por el sobre esfuerzo físico que hizo

— Bueno, tú ya debes volver a tu casa ¿No? Lamento mucho haberte entrenido así y... bueno, ya sabes, por haberte golpeado en la cabeza antes

Así que él fue quien me golpeó en la cabeza, con razón los golpes eran dolorosos, pero no al extremo de hacerme desmayarme

— No hay problema, me divertí mucho con ustedes y también, lo siento por haber intentado robar tu carreta... estuvo realmente mal...

— Pero no lo hiciste, por lo que en verdad no hay nada por lo que debas disculparte

— ¡Shion! ¡Ve y pide la habitación, ya!

— ¡Si, si, enseguida! Bien... supongo que es la despedida. De nuevo, muchas gracias y lo siento por todo

— Yo también... gracias y lo siento, por todo

Él me volvió a sonreír, mirando como hacia un ademán con la mano antes de darme la espalda estando a punto de entrar a la posada. Los impulsos son muy difíciles de controlar, sobre todo cuando somos niños, por lo que ese impulso que tuve en esa ocasión, fue el primero de muchos que experimente solo por él, solo para él

— D... ¡Dohko!

Grite alto, notando como él se detuvo y así me volteó a ver, con incredulidad y confusión. Hice una reverencia, era mi manera de agradecerle su gran amabilidad y cortesía para con un simple esclavo como lo era yo

— Mi... ¡Mi nombre es Dohko! ¡Gusto en conocerte, Shion!

No escucharlo hablar me hizo temer lo peor, ahora no quería levantar la cabeza de la vergüenza

— ¡El gusto es mío, Dohko!

Escuche finalmente, ese grito me hizo levantar la mirada, volviendo a ver como sonreía con dulzura y calma, en verdad... que no sabía como alguien a tan corta edad, podía ser tan hermoso por dentro y por fuera. Fue la primera vez en mi vida que pensé en una sola cosa

“Gracias, porque no morí justo después de nacer”

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